La aparición de la nueva novela de Bradley P. Beaulieu venía precedida de cierta expectación, ya que suponía su vuelta a la publicación “tradicional”, tras varios proyectos Kickstarter con resultados positivos.
El autor no cambia de registro respecto a su Winds of Khalakovo en el sentido de que sigue trabajando la fantasía épica, pero sí que cambia y mucho la ambientación. Quién sabe si arrastrado por el éxito de Throne of the Crescent Moon, Beaulieu decide situar su ambiciosa obra en un entorno desértico con reminiscencias arábicas.
Las características de la obra del escritor norteamericano siguen presentes. Un worldbuilding asombrosamente trabajado, un mundo secundario verosímil, duro y a la vez atrayente. Una prosa muy trabajada, en ocasiones enrevesada pero con un ritmo pausado que logra envolverte e introducirte en la narración. Una mitología propia que sirve como motor de la historia.
Lo que falla para mí en Twelve Kings es la propia complejidad de la historia. Sabemos que es solo el primer libro de una supuesta trilogía, pero Beaulieu nos da tanta información desde el principio que a pesar de sus numerosas páginas el libro se acaba quedando corto en cuanto a la historia, aunque esto parezca contradictorio. No es solo la sensación de que el relato se queda cortado en un punto arbitrario, es que resulta difícil pensar que en “sólo” dos libros más se podrá poner fin a todos los hilos argumentales que se inician.
La narración está dividida acertadamente en dos líneas temporales, de forma que vemos lo que está sucediendo en la actualidad y las causas que dieron origen a los acontecimientos contemporáneos. El problema con este tipo de narrativas es que la tensión de lo que suceda en el pasado es más difícil de mantener (al fin y al cabo sabemos que los protagonistas no mueren, ya que estamos viendo lo que pasa con ellos años después) pero mediante la adecuada ocultación de información se consigue sorprender al lector.
Creo que Twelve Kings está especialmente dirigido a los lectores de fantasía que deseen salirse de los caminos establecidos y que busquen algo de fantasía distinta.