Stormblood

Había mucha curiosidad sobre la opera prima de Jeremy Szal. A pesar de tener unos toques de space opera, creo que sería mucho más realista definirla como ciencia ficción militar. En este sentido, hay que decir que las escenas de acción están muy bien narradas, con un estilo cinematográfico que veo perfectamente adaptable a la gran pantalla.

Pero el foco principal de la novela no está en esto, si no en la drogadicción y sus consecuencias. El título Stormblood hace referencia a una tecnología alienígena utilizada por una gran corporación para crear supersoldados, aunque en el libro no salen ni Jean Claude Van Damme ni Dolph Lundgren la referencia es clara. Este componente se mezcla de tal forma con el ADN del portador que se hace prácticamente inseparable del cuerpo infestado. Por supuesto, tiene una horrible contrapartida, volviendo a los sujetos de pruebas adictos a la adrenalina. Me gusta mucho cómo está narrada esta parte, describiendo la lucha interna de un adicto tras pasar por rehabilitación. También entra en una parte menos personal y más conocida quizás, como las redes de distribución y el negocio sucio de los que se benefician de esta necesidad forzada.

En este contexto, conseguimos empatizar con el protagonista y su traumático pasado. Pero Szal carga demasiado las tintas en esta identificación con el personaje, martilleándonos de forma innecesariamente constante con sus motivaciones. La primera, la segunda o incluso la tercera vez que nos cuenta los maltratos de su padre o la crueldad de la guerra ya nos quedan claros, no hace falta volver a contarlo otra vez. Y otra. Y otra.

Las apariciones de los aliens también me parecen muy acertadas, aunque sean escasas, ya que creo que el autor se los está guardando para la siguiente entrega, ya anunciada. Quizá ahí tengamos algo más de visión del universo, que en esta primera entrega se queda casi centrada en un solo asteroide, con pequeñas apariciones de otros mundos en liza.

El autor inclina mucho la balanza hacia las relaciones interpersonales, ya sean familiares o de amistad y creo que esto es un punto a tener en cuenta a la hora de valorar la obra, saliéndose algo del camino establecido en la ciencia ficción militar, como Myke Cole, sin ir más lejos.

Creo que Stormblood es un buen debut, que se podría haber perfilado más pero que da indicios de los buenos momentos que nos puede hacer pasar el autor.

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