Beautyland

A menudo me resulta más fácil darle una oportunidad a una obra de la que no tengo referencias si el formato en que lo leo es audiolibro, quizá porque lo puedo compatibilizar con otros temas de mi vida diaria o quizá porque la labor de los lectores profesionales es casi siempre bastante destacable. El caso es que he escuchado Beautyland sin demasiadas expectativas y aunque reconozco que es una novela bien escrita y entretenida, el barniz que tiene de ciencia ficción me parece una excusa para que Marie-Helene Bertino haga un repaso por los últimos cuarenta años de historia norteamericana y cómo los cambios van afectando a la vida de las personas, pero no esperéis encontrar especulación.

La premisa de la que parte es que, coincidiendo con el lanzamiento de la sonda Voyager 1, nace en Filadelfia una bebé que en realidad es un alien enviado para conocer la vida en la Tierra y comunicar sus investigaciones mediante faxes (sí, habéis leído bien, faxes) a sus superiores.

El libro sigue las aventuras y desventuras de Adina a una vida tan anodina como plausible, mientras intenta descifrar el sentido de la vida humana y cumplir su misión, aunque nadie le ha dado un manual de instrucciones sobre cómo hacerlo. Beautyland se transforma por tanto en una novela de rito de madurez, una exposición sobre lo bello y lo grotesco de la vida humana y sobre todo, una exquisita muestra de la alienación y de la otredad que siente un ser que se considera ajeno a todo esto.

La labor de la lectora Andi Arndt es muy buena, porque consigue imprimir al libro una pátina de frialdad, por definirlo de alguna manera, que se ajusta perfectamente a la forma de ser de la protagonista.

La novela tiene una estructura fragmentada, con idas y venidas temporales que nos permite ver el collage que forma la vida de Adina, pero también la de los compañeros de su viaje por el planeta Tierra. Los secundarios que la acompañan, desde su madre hasta Carl Sagan (por la obsesión de la protagonista con su figura no porque aparezca como personaje), están trazados de forma elocuente y resolutiva, para ayudarnos a situar en el espacio y el tiempo las aspiraciones de Adina.

Beautyland es un canto a la individualidad y al ser diferente.

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