The Blackfire Blade

James Logan ha superado con nota el síndrome del segundo libro en una trilogía, aunque en este caso la saga se prolongará durante cuatro libros según comenta el autor, que ha tenido el detalle de incluir un estupendo resumen de The Silverblood Promise.

En The Blackfire Blade seguiremos con las aventuras de Lukan, aunque cada vez tienen más relevancia las aportaciones de Flea y Ashra. El libro es divertido y el ritmo es estupendo, pero no es menos cierto que no se avanza casi nada en lo que podríamos llamar la trama principal, es como si en un RPG te entretienes con una aventura secundaria que le roba el protagonismos a la historia central. Pero como está tan bien escrito, solo te das cuenta al final que todo ha sido un circunloquio.

La acción se desarrolla en Korslakov, una nueva ciudad con personajes nuevos y algunos viejos conocidos. Logan ha decidido cambiar por completo el escenario para dar rienda suelta a sus capacidades de construcción de mundo, que son muchas, aunque personalmente sigo pensando que es más un autor de personajes que de escenarios, por muy bien dibujados que estos estén. Nada más llegar a la ciudad, Lukan “perderá” la llave que tanto trabajo le costó conseguir en la primera entrega y las casi 500 páginas del libro giran en torno a la recuperación de este valioso objeto.

El autor decide continuar dando mucha importancia a los artefactos Pharon que ya conocimos en The Silverblood Promise, para añadir algo más de misterio e intriga a una trama que de por sí es bastante lineal. Poco a poco, muy poco a poco vamos teniendo más datos sobre esta cultura, para que en los dos últimos capítulos del libro estemos preparados para las revelaciones que harán que esperemos con ansia la tercera y cuarta entrega de la saga. Bien jugado, Mr. Logan, bien jugado.

Me gustaría destacar especialmente el manejo de los diálogos entre los personajes, dotados cada uno de una voz muy particular y propia. No es menos cierto que hay algunos detalles que me chirrían, como que Flea cada dos por tres haga señales con su dedo meñique como si fuer Shin-Chan, pero es una reiteración menor que sin duda pasará desapercibida para cualquier otro lector. El humor, que creo que es una de las cosas más difíciles de plasmar en un libro, impregna cada página de esta novela de una forma aparentemente fácil e intrascendente.

Además, el autor se ha esforzado porque este libro se pueda leer de manera independiente al anterior. No es una escisión perfecta, se disfrutará mucho más conociendo la historia hasta el momento, pero creo que es un buen decisión para la saga. Ahora, a ver cuándo sacan el siguiente.

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