The River Has Roots

La verdad es que había mucha expectación con la novela de Amal El-Mohtar en solitario, tras el espectacular éxito de ventas de This is How You Lose the Time War, gracias a Bigolas Dickolas y su celebérrimo tweet. Afortunadamente, The River Has Roots ha cumplido con lo esperado.

Esta novela corta vuelve a las raíces del folklore con un relato sobre las hadas y las personas que viven en las fronteras, centrándose en la relación entre dos hermanas que siguen con la tradición secular de cantarles a los sauces del río encantado que pasa por sus tierras.

Amal El-Mohtar juega muchísimo con el lenguaje, con acertijos y dobles sentidos. El traductor que se encargue de volcarlo al español, si es que tenemos la suerte de verlo en nuestro idioma, va a sudar sangre. La prosa de la autora siempre ha sido preciosista, aunque sin llegar a ser recargada, lo que convierte la lectura es un placer algo exigente.

El tono de ensueño de esta literatura fronteriza está muy conseguido también con ese aire místico y nebuloso que envuelve todas las interacciones con el mundo feérico, que parece estar cerca pero que continúa muy lejano de nuestra capacidad de comprensión. Es cierto que la escasa longitud de la publicación contribuye también a que no quede todo meridianamente claro, buscando un toque difuso como de acuarela muy aguada. El sistema mágico queda convenientemente ofuscado para que no se pueda definir con unas reglas estrictas, lo que le da manga ancha a la autora para su aplicación ad hoc.

Lo que más te marca durante la lectura es la representación del férreo amor fraternal entre Ysabel y Esther, capaz de superar todos los obstáculos. También el no conformismo con lo que te ofrezca el mundo, la búsqueda de algo mejor. Si bien es cierto que el final parece un poco precipitado, en general la lectura de The River Has Roots me ha gustado mucho.

Locklands

Aunque la trilogía de los Founders empezó con un brillantísimo primer libro, para luego perder algo de fuelle en la segunda entrega, tenía bastantes esperanzas depositadas en la finalización de la trilogía. He de reconocer que en este libro vuelve a subir el nivel, pero no es el final épico que esperaba.

Han pasado ocho años desde Shorefall y Berenice, Sancia, Clef y los demás han organizado la vida de los que consiguieron huir de Tevanne utilizando todos sus conocimientos de la magia mediante la escritura para idear protecciones contra un ser que posee los cuerpos de muchísima gente.

Me ha parecido muy pero que muy original el uso de la mente colmena a lo largo del río, creo que en el mundo de la fantasía es la primera vez que me lo encuentro, no así en la ciencia ficción donde es un recurso más utilizado. También conoceremos más del pasado del algunos de los protagonistas, que hasta ahora había quedado oculto.

Sin embargo, el desarrollo de la acción que busca asombrarnos con las apuestas cada vez más altas se queda en un discurso grandilocuente pero vacío de contenido, porque las fuerzas que se enfrentan son tan poderosas, tienen tanta facilidad para modificar la misma realidad que al final pueden hacer lo que desean. El lector asiste al espectáculo de fuegos artificiales, pero no se encuentra inmerso en él en ningún momento. Quizá sea debido a la ingente cantidad de explicaciones sobre el sistema mágico y sus aplicaciones, o a que los enemigos que se enfrentan están tan por encima de la realidad que resulta difícil aprehenderlo.

Por otra parte, me parece maravillosa la relación entre Berenice y Sancia, cómo ha ido evolucionando con los años, y cómo son capaces de sacrificarlo todo por el bien común. Son un contraste tan grande respecto a los otros seres ultrapoderosos que pueblan el mundo que consiguen brillar con luz propia.

Creo que la trilogía merece la pena, aunque me parece una oportunidad perdida por parte del autor porque tras un comienzo fulgurante, ha ido perdiendo algo de chispa en las siguientes novelas.