Navola

Había mucha expectación alrededor de Navola, la nueva novela de Paolo Bacigalupi, que llevaba ya tiempo sin publicar nada nuevo. Y la verdad, mejor que hubiera seguido así antes que publicar esto.

Navola es un libro tremendamente lento, con un protagonista tan pusilánime que llamarlo protagonista es darle más importancia de la que realmente tiene y con un ligero toque fantástico que funciona más como deus ex machina para librar al protagonista Guadiana (porque aparece y desaparece) de las situaciones más complicadas de su narración que para aportar algo de valor a la novela. Vale que la situación de partida, en un mundo secundario fuertemente influido por las repúblicas marítimas italianas dominadas por los comerciantes parecía atractivo aunque no excesivamente original, pero el desarrollo, por llamarlo de alguna manera, brilla por su ausencia.

La sensación casi constante durante la lectura de sus casi 600 páginas es que vas avanzando por un mar de brea que impide el movimiento. Bacigalupi se recrea en cada detalle y su prosa no ha perdido su brillo, pero es que la historia no fluye, nos da la impresión de estar leyendo un prólogo infinito en el que nunca acaba de eclosionar el primer capítulo.

La elección de la voz del narrador en primera persona, que nos podía llegar a sugerir un narrador no confiable, no es para nada acertada. Y es que Davico no tiene sangre en las venas y la poca que tiene está concentrada en un solo lugar por una explosión hormonal que se lleva por delante páginas y más páginas del libro. Ni siquiera se puede decir que es una novela de rito de paso, porque más bien pasan por encima de él todas las cosas. Creo que no toma ni una decisión a lo largo del libro, todo le viene impuesto.

Navola es una oportunidad perdida, un desperdicio de talento y una obra que necesitaría una buena poda, cuando no empezarla de nuevo. La decepción ha sido tremenda.

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