Las puertas del infinito

Las-puertas-del-infinitoHubo una época en que iba casi a diario a la biblioteca de mi ciudad a buscar libros. Los recuerdo con mucho cariño, aunque es casi seguro que no aguantarían una relectura en la actualidad. Uno de los autores que más me maravilló entonces fue Joan Manuel Gisbert. Os estoy contando todo esto porque leyendo Las puertas del infinito, he vuelto a sentir esa sensación de lectura maravillada, me he sentido transportada a esa pequeña biblioteca donde me forjé como lectora.

La colaboración de Conde y Cotrina ha dado lugar a una novela muy entretenida, que busca la diversión del lector ante todo, un objetivo que creo que consigue sobradamente. El conjunto de ideas que desfila ante nosotros es muy variado y sorprendente, fruto de una imaginación desmedida. Indudablemente el escenario, un multiverso en el que se puede viajar a través de Puertas Mágicas, se presta a ello, pero es la pericia de los autores la que consigue dar forma y cohesión a estas imágenes.

Es cierto que me hubiera gustado ver algo más de desarrollo en los acertijos que parecen conformar la base del principio de la novela, ya que ahí había un terreno perfecto para encaminar la narración. Sin embargo, el cambio que se produce hacia un tono más ágil y basado en la acción tampoco me desagrada.

También me gusta el hecho de que las distintas tramas y personajes que van apareciendo por la novela se vayan cerrando convenientemente al final de la lectura. De este modo, se puede observar que los autores sabían hacia donde encaminaban sus pasos, aunque por el camino se hayan podido desviar por diversos vericuetos (no por ello menos entretenidos).

Aunque creo que el público objetivo de Las puertas del infinito es juvenil, hay ciertos detalles truculentos que me parece que elevan la edad media de los lectores. Afortunadamente para mí no son muchos, porque creo que de haber abundado más me hubieran sacado de la lectura. Esto, obviamente, es algo muy particular mío, que posiblemente otros lectores pasen por alto.

Resumidamente, un libro muy entretenido que merece la pena leer.

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