Furious Heaven

No me cabe duda de que las crónicas de Sun son una de las sagas más ambiciosas de la space opera actual, tanto por el inmenso escenario que Kate Elliott está desplegando ante nuestros ojos como el elenco de personajes que se relacionan ante nuestros ojos. Es una obra grandiosa, que apunta tan alto que en ocasiones se distrae en su propia complejidad.

Furious Heaven continúa la historia donde quedó con Unconquerable Sun, sin hacer concesiones al lector que no recuerde todos los detalles de aquel libro. Y el ritmo también es bastante elevado, tanto en las intrigas políticas como en las acciones militares, utilizando una especie de “guerra relámpago”, arriesgando al máximo, pero a su vez aprovechando las capacidades de sus ejércitos. Las distintas posibilidades de moverse entre los planetas, desde las balizas de transporte instantáneo legadas por una especie desconocida a las “rutas caravaneras” por definirlas de algún modo que utilizan los poderosos motores knuu para vencer las distancias se aprovechan y se exprimen para conseguir cualquier ventaja táctica o estratégica.

Es también maravillosa la forma de controlar el discurso que llega a las masas, a través del canal Idol Faire que parece banal en su exaltación de las cualidades mundanas de Sun y de sus compañeros, pero que es una demoledora máquina propagandística de la que cualquier demagogo estaría más que orgulloso.

También es especialmente llamativo el tratamiento de las minorías y los oprimidos como por ejemplo cuando la autora crea un nuevo término para referirse a las trabajadoras sexuales que casualmente coincide con el nombre de la persona que supuestamente inició a Alejandro Magno en el sexo. El libro está plagado de detalles que llaman nuestra atención y es más que probable que muchas de estas referencia se me hayan pasado por alto debido a mi escaso conocimiento.

En cuanto a los personajes, asistiremos a un cambio de foco, aunque Sun es la indudable protagonista, la novela se va volviendo más coral conforme avanzan sus páginas. Especial atención recibe Persephone, que disfruta de un gran número de capítulos y que además relata sus hazañas en primera persona. Su arco es sin duda uno de los más atractivos del libro, aunque no se puede despreciar tampoco la redención que alcanza Kurash una vez liberado de su yugo. Y no entro más en detalles porque desvelar algo más sería entrar en un campo minado de spoilers.

No quería dejar sin comentar otros aspectos que me parecen fundamentales también en la obra, como el choque cultural entre los distintos grupos humanos provenientes de la diáspora, las peculiaridades de cada uno, el mensaje antirracista y de clase del que la autora hace gala y, en general, las varias capas de profundidad que nos ofrece esta lectura. He de reconocer que no es fácil zambullirse, son muchas páginas y muchos hilos los que se deben llevar hacia delante para disfrutar de este libro, pero creo que el esfuerzo merece mucho la pena.

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