Sigo descubriendo a Santiago García Albás gracias a la edición de Sportula de sus Cybersiones.
De nuevo nos encontramos ante un relato que toma como base la percepción de la realidad. En esta ocasión, todo el mundo tiene instalado un filtro cerebral que; mediante paquetes software, permite camuflar la miseria que hay alrededor para que los usuarios crean vivir en un mundo de ensueño. Existen 18 niveles de sofisticación de estas interfaces, los más bajos hacen la vida apenas soportable mientras que los superiores convierten la existencia en un paraíso sensorial.
Las descripciones que nos encontramos durante la lectura son duras y eficaces. Nos invade una terrible sensación de desasosiego y asco cuando conocemos el Mundo Real TM sin ningún tipo de filtro. Aunque algunas veces parece que se recrea en la inmundicia y los más bajos instintos, consigue su propósito de asquearnos. La idea de las fiestas de mendigos es especialmente inquietante pero no es la única.
También hay cosas que no me gustan. Lo peor es la búsqueda efectista de un final apabullante, creo que el mundo que nos plantea este Delirios de grandeza podría haber dado más de sí. También hay una serie de casualidades necesarias para que avance la trama que desmerecen un poco el conjunto y resulta difícil creer que en el estado en el que se encuentran las cosas la sociedad pueda seguir funcionando, aunque sea a trompicones.
Se habla mucho sobre la distopía y creo que este relato entra dentro de los límites de esta etiqueta, entendiéndola como un supuesto estado del bienestar que en realidad oculta una sociedad corrupta y decadente. Para el que haya leído el relato no habrá mucha discusión sobre su denominación como distopía, aunque quizá no siga los canones del subgénero, en el sentido de que no hay una resistencia que luche contra el sistema. De hecho, lo que todos desean es volver al sistema para no sufrir la realidad.
Creo que el autor utiliza su relato para criticar las técnicas más agresivas e intrusivas de la publicidad, al igual que Ramez Naam hace en “Water”, relato con el que veo puntos de conexión en esta narración. Quizá la más clara de estas conexiones sea la publicidad personalizada, adaptada a cada consumidor, que deviene en manipulación del cerebro. La tecnología usada en cada relato es distinta, pero están basadas en implantes cerebrales que modifican la percepción. Mientras que en “Water” se hace hincapié en las feromonas como forma de manejar las emociones, en Delirios de grandeza no se entra en tanto detalle. También es similar la estratificación de las clases sociales, la comodidad y confort a que tiene acceso cada persona está rígidamente diferenciada por el acceso que posea al software. En la obra del egipcio, los ricos no tienen que sufrir el constante acoso de la publicidad mientras que en la del español los más pudientes perciben la perfección en todo lo que les rodea.
Tengo la tercera entrega de Cybersiones, La parte del ángel, preparada en mi libro electrónico y creo que a no mucho tardar estaremos hablando de ella por aquí.
Una respuesta a «Delirios de grandeza»