Reseña de El Rey Lansquenete, de Santiago García Albás

reylasqueneteDejadme que os diga que Santiago García Albás ha sido todo un descubrimiento.

No es que Albás sea nuevo en esto de juntar palabras, pero hasta ahora ha pasado bastante desapercibido, quizá por ser escritor de relatos, un género que se aviene mal con la popularidad. Salvo con un relato para una recopilación de Gigamesh y otro para una selección de Xatafi, García Albás no se ha prodigado más allá del Premio Alberto Magno, al que es asiduo. Ha sido segundo en múltiples ocasiones y lo ha ganado en al menos tres, una de ellas con este trabajo.

Parece por tanto que «El rey lansquenete» es su primer solo literario bajo bendición editorial. ERL es el primero de los cuatro textos de Albás que compondrán el ciclo narrativo denominado «Cybersiones» y que (previsiblemente) publicará Sportula en su totalidad. De hecho, la editorial ya tiene a la venta la siguiente entrega, «Delirios de grandeza», título que obtuvo el segundo galardón en el Alberto Magno de 2007.

Sin desvelar mucho de la trama, avanzo que ERL desarrolla en clave de ciencia ficción la composición y ejecución de un asesinato, desde sus motivaciones primeras hasta la conclusión. Como historia con claros tintes policiales, está estructurada en secciones breves cuyos títulos responden al cuestionario básico de todo investigador de crímenes (“El porqué”, “Dónde, con qué”, etc.).

No hay gran introspección, el desarrollo de personajes apenas está esbozado, no hay bellas descripciones ni un bello decorado… Por estos motivos, y por su rígida unidad en trama y efecto, considero que las 78 páginas (unas 20.000 palabras) de lansquenete caen en la categoría de relato largo y no en la de novela corta. Es decir, faltan en lansquenete muchas cosas, pero ninguna se echa de menos. Lo que hay es más que suficiente: una buena historia, un buen gancho, un estupendo ritmo que arranca las páginas de las manos y la sensación tensa de una caída suave pero imparable. Sólo se publica en digital (a precio irrisorio), algo que le sienta de maravilla a los buenos relatos, como éste.

A pesar de que no hay conexión entre los argumentos, este relato de Albás me ha recordado a la mente bélica de Hannu Rajaniemi en El ladrón cuántico. Quizá por el reto de vencer a la inteligencia monitora, por el estilo rápido y fresco (pero menos trabajado en Albás), o porque uno de los personajes también tiene nombre francés. No sé si la novela del finlandés ha tenido alguna influencia en lansquenete, pero no lo descartaría.

El texto de Albás tiene un problema y un inconveniente. El título (el inconveniente) está formulado con un evitable juego de palabras que induce al lector a creer que está ante un relato de fantasía y no de ciencia ficción. Por su parte, la historia termina con un cierre desastroso (el problema), lo que le resta parte de los muchísimos aplausos que «El rey lansquenete» debe recibir. Esta conclusión puede estar bien para ganar el Alberto Magno, pero tras pasar por las manos de un editor tendría que haberse reescrito. El jurado de un premio no tiene entre sus competencias la de pedir a un autor que revise un texto para mejorarlo, pero creo que un editor tiene pocas misiones más importantes que ésa. No se trata de que el final de lansquenete guste más o menos; se trata de que no encaja, y si esto es una falta grave en una novela, en un texto breve es pecado capital.

A pesar de este nota discordante, tal es la intensidad y el agarre del relato que no sólo se puede leer de una sentada sino que te prácticamente te obliga a ello, lo que dice mucho en favor de Albás y su manera de contar. Sospecho que no seré el único que disfrute del excelente tiempo de lectura que «El rey lansquenete» proporciona.

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