Lives of Bitter Rain

No cabe duda de que Adrian Tchaikovsky es un fijo en mis lecturas y probablemente el autor al que más he leído en los últimos años. Además, la saga de los Tiranos Filósofos me encanta, así que Lives of Bitter Rain tenía todas las papeletas para ser una gran lectura. Y lo es, pero con algunos contras.

Lives of Bitter Rain es una novela corta situada temporalmente entre House of Open Wounds y Days of Shattered Faith. A pesar de esto, creo que es mejor leerla después de Days, porque toma a Angilly, uno de los personajes más relevantes de esta novela, y nos explica toda su historia, desde su paso por el orfanato tras el sacrificio de sus padres por salvarla a su ascenso por las escarpadas escaleras de los rangos de los Palleseen. Personalmente me ha gustado más el comienzo de la historia, con una Angilly joven y todavía inocente, al desarrollo más tardío del libro. Sus primeros pinitos en los duelos, cómo su afán por ayudar al régimen al que pertenece la lleva por caminos insospechados… todo está narrado con el oficio del que Tchaikovsky hace gala prácticamente en toda su producción.

La pregunta que me hago y ya no sé si definirlo como problema, es si hacía falta esta exploración en el pasado, siendo Days of Shattered Faith una novela tan redonda. No sé si son restos de la historia que el autor no pudo contar en la novela más larga o capítulos que se le quedaron en el tintero al recortar la tercera entrega de la saga. El propio autor dice que la serie es sobre gente pequeña atrapada en la ruedas de la historia, pero quizá dedicar todo un libro a un solo personaje desvirtúa un tanto está afirmación. Además, me temo que como lectura independiente Lives of Bitter Rain se queda un tanto coja, ya que se disfruta mucho más conociendo tanto el entorno político como la intrahistoria de los personajes.

En resumen, Lives of Bitter Rain es un libro que se disfrutará mucho mas conociendo la historia de los Tiranos Filósofos, más como acompañamiento de Days of Shattered Faith que como lectura independiente, no cual no es óbice para disfrutarlo.

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