Continúan las aventuras de Conrad Brent en Nueva York, pura fantasía urbana escapista y divertida. En esta ocasión, Alex Shvartsman no tiene un solo tema central como en la primera entrega, si no que conjuga varias amenazas aparentemente de menor calado para dar lugar a una novela entretenida, si bien menos redonda que la anterior, bien sea por que el mundo que nos presente pierde algo de frescura, bien sea por algunas soluciones un poco ad hoc para los problemas a los que se enfrenta nuestro héroe, un poco Harry Dresden de Hacendado.
El autor de origen ruso no deja de lado la oportunidad de hacer crítica política, algo que ya deberíamos haber sospechado tan solo con ver el título de la novela. La caquistocracia es el gobierno de las personas más ineptas, incompetentes y cínicas, algo que parece estar a la orden del día. Las elecciones a alcalde de Nueva York tiene un resultado que, no por inesperado, influirá de manera catastrófica en el equilibrio del mundo mágico. Como historias adyacentes, una venganza feérica que pende sobre Conrad y un enfrentamiento entre los ángeles y los demonios por un alma que, la verdad, parece no valer tanto.
El ritmo de la novela es bastante rápido y sus 250 páginas pasan volando, con enfrentamientos mágicos, traiciones e intrigas que se ven venir quizá desde demasiado lejos, siendo este uno de los principales problemas de Kakistocracy, su previsibilidad. No hace falta ser un lector muy avispado para ver por dónde van a ir los tiros una vez que tenemos todas las tramas del libro ante nuestros ojos, algo que le resta el interés que la primera entrega sí que desbordaba.
Desconozco si el Conradverse tiene previstas más entregas, ya que me gustaría seguir visitando este mundo tan contemporáneo como mágico que Alex Shvartsman ha creado, si bien con algo más de misterio en la trama y desarrollo de los personajes, sobre todo el cambio moral de Moira, que la verdad, roba cada escena en la que aparece. Tal vez, en vez de seguir solo centrándose en Conrad, el autor podría abrir más el abanico para conocer a los otros personajes de la Guardia de Nueva York. Desde luego, material no le faltará para seguir escribiendo libros que te dejen con una sonrisa en los labios.


