A Night Without Stars

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He tenido el enorme placer de compartir esta lectura con ese referente de la ciencia ficción que es Elías Combarro. Aquí tenéis su opinión en inglés y en español.

No creo que sorprenda a nadie saber que me encanta Peter F. Hamilton. Su saga de la Commonwealth consiguió asombrarme con su amplísimo espectro, sus carismáticos personajes y un ritmo apabullante a pesar de la ingente cantidad de páginas que la sustentaban.

Es por eso que me cuesta escribir esta reseña, porque la última entrega de la saga, A Night Without Stars, no está ni mucho menos al nivel de los libros anteriores. Puedo aceptar que donde antes teníamos el universo, ahora nos veamos restringidos a un planeta, ya lo hice en The Abyss Beyond Dreams. También que la acción se centre en una sociedad tecnológicamente desfasada (como gran parte de la narración en la trilogía del vacío). Aunque me cueste más trabajo, puedo incluso llegar a entender que se utilice una emblemática figura del pasado como gancho para esta novela, desvirtuando su presencia en mi Olimpo personal de personajes.

Lo que no puedo aceptar es que me aburra.

Y ese es el defecto de A Night Without Stars. Se hace pesada, los sucesos que acontecen no aportan nada y Hamilton da vueltas y vueltas sobre los mismos temas para acabar en el mismo punto de partida.

La paranoia de un gobierno bajo una amenaza extraterrestre capaz de suplantar a tus ciudadanos es algo comprensible, pero no es necesario especificarlo en cada uno de los párrafos. Resulta agotador ver el despliegue pirotécnico de cortinas de humo y distracciones para desviar la atención, más aun cuando gran parte de la población es capaz de comunicarse por medios que escapan al control gubernamental.

La coincidencia en el tiempo de muchos de los hechos no solo se acerca peligrosamente al deus ex machina, es que lo utiliza y reutiliza como recurso en demasiadas ocasiones. Sacarse de la manga estupendos aliados inesperados cada vez que le hace falta es un truco bastante pobre a mi entender.

No le voy a negar cierta gracia a algunos capítulos del principio, con situaciones cómicas que todos hemos sufrido en alguna ocasión en la crianza de nuestros hijos, pero no es suficiente para mí.

Es tremenda la decepción que me he llevado con el fin de la historias de la Commonwealth. Espero que Hamilton haya decidido acabar con este maravilloso universo para dar lugar a otro mejor donde pueda volver a asombrarnos con su imaginación desbordante. Yo estaré esperando.

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