Chasing Embers

Aunque la idea subyacente a la historia de Chasing Embers parecía interesante dentro del mundo de la fantasía urbana, la lectura no ha sido satisfactoria.

Un antiguo pacto entre los humanos y los seres fantásticos en los tiempos de las Cruzadas creó una tregua que ha durado hasta nuestros días. La mayoría de las criaturas fantásticas pasaron a un sueño eterno mientras que los humanos perdieron su capacidad mágica. Pero hoy en día algo ha despertado, dispuesto a desequilibrar la balanza de poderes.

El protagonista de la historia es el único dragón que sigue “en activo”. Ben tiene una personalidad complicada, fruto de siglos de soledad y frustración. El personaje está bien caracterizado en este sentido, aunque en otros parece tremendamente inocente.

Me he encontrado con dos problemas principales. La prosa que se utiliza es innecesariamente complicada, con muchas figuras retóricas que dificultan la lectura y que no aportan nada, salvo ralentizar la acción. Pero lo que realmente me sacaba de la trama era el uso constante de los desvanecimientos y la pérdida de conocimiento para cambiar de escenario. Es un momento “cortinilla de estrella” tras otro que ha llegado a resultar enervante.

Salvando estos dos obstáculos, el tratamiento de las distintas mitologías es correcto. No me gustan los recursos que se utilizan para introducir, un poco con calzador, el pasado de algunos de los personajes (voy a matarte pero antes te voy a contar un cuento infantil que, ¡oh, sorpresa!, resulta ser el inicio de nuestra inquina) pero la narración en sí de los cuentos está bien.

Es fascinante la mitología que el autor es capaz de entrelazar. Mitos africanos, europeos… Algo que creo que podría haber dado mucho más de sí. Habrá más entregas sobre este mundo, pero creo que tendrá que mejorar mucho para que vuelva a darle una oportunidad.

The Fifth Season

Reconozco que tengo un punto débil al leer. Si sale cualquier tipo de violencia contra niños, me repugna. Es superior a mis fuerzas. Así que empezar The Fifth Season y encontrarme la muerte violenta de un crío me supuso un gran obstáculo. Aún así, insistí debido a la recomendación de la plana mayor de mis gurús particulares y obviamente, fue un acierto.

Es difícil clasificar este libro de Jemisin porque casi crea un género en sí mismo, la ambientación “interapocalíptica” (gracias a @mertonio por el término). La Tierra en que se desarrolla el volumen es tectónicamente muy activa, tanto que cada cierto tiempo tiene lugar una denominada quinta estación que prácticamente provoca el fin de la civilización. La humanidad solo consigue sobrevivir en grupos aislados que esforzadamente vuelven a levantarse y a seguir la lucha para alzarse entre las cenizas. A esto hay que añadir la presencia de unos seres capaces de dominar estas energías telúricas y que consecuentemente generan pánico a su alrededor. ¿Suena interesante? Pues nada comparado con la especulación política y social que nos muestra la autora, porque estos seres en realidad son apestados que difícilmente sobreviven a la infancia, ya que en cuanto que se desvelan sus capacidades son asesinados, simple y llanamente.

Jemisin, principal objetivo de las iras de los sad puppies, utiliza sabiamente el lenguaje para ponernos en situación y que experimentemos en nuestra propia carne lo que es el racismo y el aislamiento. Su prosa es especialmente sonora y atrayente, con una cualidad casi musical. Utiliza un recurso tan difícil de llevar a buen puerto como es la segunda persona del singular para “personalizar” aún más nuestra relación con el libro.

La lectura resulta apasionante desde el principio, porque el mundo creado por la autora tiene tantos misterios y es tan escasa la información que recibimos que nos mantiene en plena alerta para cazar los detalles que va soltando a lo largo de la narración. Vamos, que estoy deseando leer la siguiente entrega.

Hace poco se dio a conocer la publicación de esta obra en castellano a lo largo del 2017. Todo un acierto por parte de la editorial.

Promise of Blood

promise-of-blood-header1Incomprensiblemente esta novela ha pasado muy desapercibida entre mis referentes habituales de lecturas. Se trata de una historia muy entretenida, con unos personajes carismáticos y con un inevitable toque “sandersoniano” que la hacen muy interesante para el mercado español.

Para empezar, el entorno en que se desarrolla se sale de lo habitual. Por fin pasamos de largo de la época pseudomedieval en la que parecen desarrollarse todas las historias de género fantástico (con honrosas pero contadas excepciones). Y es que ese pequeño reducto llamado flintlock fantasy nos da algo distinto. En un mundo alternativo pero que recuerda mucho al siglo XVIII del nuestro la pólvora y las armas de fuego han revolucionado los ejércitos y la guerra. Si a esta premisa novedosa le añadimos magia de distintos tipos, se abre ante el autor y el lector todo un mundo de posibilidades.

Además, las tensiones políticas y sociales también han evolucionado. Es el fin de las monarquías totalitarias y comienzan a florecer los primeros sindicatos que buscan dignificar el trabajo. Toda esta tensión política espera como un barril de pólvora a que la mecha prenda.

El encargado de dar inicio a la mascletá es Tamas, el comandante en jefe de las fuerzas militares de Adro. Él será el principal punto de vista a través del que veremos cómo se desarrolla la acción, pero habrá otra serie de personajes que servirán como contraste. Sin ir más lejos, su hijo Taniel, que es un excelente contrapunto para ver las mismas situaciones a través de ojos más jóvenes y quizá con una visión menos sesgada por el dolor y la experiencia. El otro punto de vista lo aportará Adamat, un investigador privado, con menos protagonismo pero también con cierta relevancia.

Los personajes son uno de los puntos fuertes de la novela. Cada uno aporta profundidad a la trama, con un trasfondo que denota mucho trabajo por parte del autor. Se deslizan por todas la escala de los grises, nadie es totalmente bueno ni malo.

Otro tema que también me gustó mucho es la forma de tratar la magia, muy al estilo de Brandon Sanderson, aunque las reglas quizá no estén definidas tan estrictamente como el escritor de Nebraska nos tiene acostumbrados. Las distintas posibilidades, con los magos que manejan la pólvora como si fuera maná mientras que los privilegiados acceden directamente a otro plano también dan mucho juego.

El ritmo de la narración va in crescendo. Se suceden las escenas de acción con otras más reflexivas, pero siempre manteniendo el interés sobre qué sucederá a continuación, tanto con la vida de los personajes como con las intrigas palaciegas y traiciones que pueblan sus páginas. Aquí puede tener tanta importancia un gran mago como una lavandera, dependiendo de las circunstancias.

McClellan se permite incluso el lujo de introducir algunos toques de humor en su historia, muy sutiles pero efectivos. ¡Incluso hay sexo! No explícito, pero existe. En otras novelas de fantasía parece que los humanos se reproducen por esporas.

En el lado negativo, el hecho de que sea solo la primera parte de una trilogía parece dejar lo mejor para las siguientes entregas. El mundo en que se desarrolla, fuera de los escenarios donde tiene lugar la acción propiamente dicha queda muy desdibujado. Las rencillas entre países se presuponen, pero se le da más valor a un hecho aislado que influye en Tamas que a siglos de Historia. Y algo que me gustaría también ver es algo más de protagonismo por parte de los personajes femeninos.

Death’s End

El fin de una de las lecturas que más me ha impactado dentro de la ciencia ficción y a su vez una de las que más trabajo me ha costado leer.

El despliegue de imaginación e ideas del que hace gala Liu Cixin es difícilmente equiparable a cualquier otro libro que haya leído. Por su propia originalidad y alcance, el esfuerzo que he tenido que dedicar a la lectura para intentar comprenderlo todo ha sido muy grande, aunque satisfactorio.

Gran parte del misterio de esta novela es desvelar la información que obtenemos mediante fábulas. Me gustaría hacer especial hincapié en el estilo de escritura de estas fábulas, capaz de almacenar información de vital importancia en un envoltorio aparentemente destinado al público infantil. Además, estos relatos por sí solos están escritos de una manera muy atractiva, y me atrevería a decir que distinta al resto de la novela, de forma que podemos ver una faceta alternativa del escritor de ciencia ficción dura.

Este comentario viene también a luchar contra una sensación que he tenido a lo largo de la lectura de la trilogía entera. Los personajes no tienen mucha profundidad, solo son un vehículo para exponer las ideas de Liu Cixin. Todavía no sé y creo que nunca lo sabré si esta extrañeza que me causa su prosa es debida a la forma de escribir en China en general o a su forma de escribir en particular. En ocasiones es arduo avanzar y no solo por las ideas, que también, si no por la forma de comportarse de los individuos. Muchas de sus acciones chocan frontalmente con lo que quizá se pueda definir como “moral” (quizá debería añadir occidental).

Al principio de la narración hay algunos momentos en que se ve venir cuál será el siguiente giro, pero esto solo me ha ocurrido al principio y de forma puntual. Conforme se va avanzando en el tiempo resulta casi imposible adivinar qué derroteros va a tomar la historia. Reconozco que en un momento de la lectura me vi totalmente superada por los conceptos. Aunque estaban explicados razonablemente mi inteligencia o mi imaginación no daban para tanto.

Death’s End es una novela de ideas, pero ¡qué ideas!.

Company Town

companytown¿Qué mejor ocasión que aprovechar #leoAutorasOct para volver a leer a Madeline Ashby? Mis experiencias anteriores habían sido más o menos gratas, así que también sentía curiosidad por ver la evolución de Ashby como escritora. Los astros por fin se habían alineado.

Como en los libros anteriores, el personaje principal es el pilar fundamental en el que se basa la novela y en Company Town está excelentemente dibujado. Hwa es una auténtica hija de puta como ella misma reconoce, pero este humilde origen no es óbice para su personalidad. Y es que aunque su madre la culpa de todos sus males, a pesar del accidente que se llevó por delante a su querido hermano y de tener una enfermedad que marca su rostro y hace peligrar su vida, ella sigue hacia delante. Con fuerza. Es todo un ejemplo.

Su trabajo es ser guardaespaldas de “consortes”, un servicio legal en una ciudad construida alrededor de una plataforma petrolífera. Un entorno aislado y autosuficiente, que sirve a la autora para desarrollar su historia sin interferencias del exterior. Hay una pequeña escena en la península de Terranova, pero eso todo.

Aunque como ya digo su principal atractivo es la fuerza de Hwa, Ashby deja caer algunas perlas durante toda la narración. La posibilidad de filtrar lo que se quiere ver o no gracias a los “aumentos” artificiales, los tratamientos para prolongar la longevidad, un proyecto de clase sobre naves generacionales… Un montón de información que nos sitúa en una ciencia ficción de futuro cercano, como la obra de Ramez Naam, por ejemplo. ¡Qué pena que la autora no dedique algo más de tiempo a esto!

La historia, por otra parte, es muy típica. Aunque las desigualdades sociales son más que evidentes, tampoco se habla mucho sobre esa injusticia. Sin querer entrar en el escabroso terreno del spoiler, los giros y sorpresas de guion no lo son tanto.

Es por esto que tras acabar la novela me queda una sensación agridulce, porque pienso que podría haber dado lugar a una obra más redonda con las ideas y los personajes de los que partía, pero al final se queda en un pasatiempo. Perfectamente disfrutable, pero menor.

Si queréis catar un poco de lo que es Company Town, hay un capítulo que sirve como relato para la antología Upgraded de Neil Clarke.

Press Start to Play

Hubo un tiempo en que jugué bastante a distintas consolas, así que la premisa de esta antología me pareció cuando menos llamativa.

God Mode—Daniel H. Wilson

No me parece el mejor relato para comenzar una antología, con algo de solipsismo pero realmente aburrido.

NPC—Charles Yu

Una forma de representar las elecciones que tiene que hacer uno en la vida y que pretende presentarse como algo original, pero que me recuerda demasiado a Santiago García Albás.

Respawn—Hiroshi Sakurazaka (traducido por Nathan Collins)

Esta otra historia también me recuerda demasiado a otra lectura, concretamente Touch de Claire North.

Desert Walk—S.R. Mastrantone

Solo por el hecho de que salga una Master System esta historia ya ganó muchos puntos, pero el inquietante desarrollo de los acontecimientos lo hace aún más interesante. Leyendas urbanas bien hiladas, no como en Armada.

Rat Catcher’s Yellows—Charlie Jane Anders

Preciosa la historia de amor a pesar de las adversidades y curiosa la utilización de los juegos como terapia.

1Up—Holly Black

Homenaje a las aventuras conversacionales y a la amistad online. Previsible pero entretenido.

Survival Horror—Seanan McGuire

Divertido relato juvenil en un mundo alternativo con dos primos enfrentándose a una maldición en un videojuego.

REAL—Django Wexler

Me gusta que varios de los relatos de esta antología jueguen con los puntos de unión entre el MUNDO REAL TM y en este relato Django Wexler lo hace especialmente bien. El secretismo entorno al desarrollo de un nuevo juego de realidad aumentada parece hoy más de actualidad que nunca.

Outliers—Nicole Feldringer

Computación distribuida y cambio climático unidos en un relato que se queda bastante plano.

<end game>—Chris Avellone

Escrito con un estilo realmente claustrofóbico e incluso repetitivo, es un homenaje explícito a un tipo de juego que ya no se lleva.

Save Me Plz—David Barr Kirtley

Kirtley es un autor que se prodiga poco, pero que lo hace con brillantez. En este caso juega con los típicos bugs que aparecen en los juegos y con una historia de amor.

The Relive Box—T.C. Boyle

Terrible relato sobre la poca resistencia del ser humano a la adicción, sea esta del tipo que sea. Revivir los momentos pasados nos impide disfrutar del presente y sin vivirlo ¿cómo se construyen los recuerdos para el futuro?

Roguelike—Marc Laidlaw

Narración burlesca sobre los típicos juegos prácticamente sin fin a los que nos enfrentamos una y otra vez afinando nuestras respuestas hasta avanzar lo máximo posible en ellos. El concepto es original, pero la factura es demasiado simple.

All of the People in Your Party Have Died—Robin Wasserman

Me ha aburrido este relato en que se confunden la realidad con un juego sobre la conquista del Oeste para niños.

RECOIL!—Micky Neilson

Gran homenaje a La Jungla de Cristal, entretenido sin ser pretencioso.

Anda’s Game—Cory Doctorow

Una antología sobre juegos sin Cory Doctorow me parecería incompleta. En este relato clásico, vemos la contraposición entre el mundo real y el virtual, con la típica moraleja. Si has leído Reamde, no te sorprenderá.

Coma Kings—Jessica Barber

Todos sabemos que los videojuegos son altamente adictivos, pero este relato estudia el momento en que la adicción alcanza niveles clínicamente preocupantes.

Stats—Marguerite K. Bennett

Aunque pretende ser una advertencia sobre la discriminación racial y sexual, me temo que cuento no está excesivamente bien llevado. Eso sí, no volverás a aceptar unas cláusulas de un software alegremente, ¿o sí?

Please Continue—Chris Kluwe

Lo que empieza como una típica historia de exceso de implicación en un videojuego acaba como un alegato contra otros tipos de juegos.

Creation Screen—Rhianna Pratchett

¿Cómo se vería a un jugador a través de los ojos del personaje que crea?

The Fresh Prince of Gamma World—Austin Grossman

¿Un juego programado en Pascal? Con ese principio ya me habían ganado. El desarrollo, no obstante, no para tanto. El contraste entre la vida “real” y el juego ya se ha utilizado hasta la saciedad.

Gamer’s End—Yoon Ha Lee

Otro relato en el universo de Ninefox Gambit, aunque sin la profundidad de los otros. Curioso para completistas.

The Clockwork Soldier—Ken Liu

Otra muestra más de un espléndido creador de historias cortas como es Ken Liu. Una aventura conversacional sirve como vehículo para explicar la profunda contradicción que conlleva impedir el progreso en aras de la seguridad. De paso, una discusión moral sobre el sentido del “yo”.

Killswitch—Catherynne M. Valente

Un juego al que solo se puede jugar una vez y que es una rareza excepcional entre los coleccionistas. Interesante y mucho más accesible que otras obras de Valente.

Twarrior—Andy Weir

El peor relato de la antología. Una red neuronal artificial venida a más.

Select Character—Hugh Howey

Un buen remate para la antología, un relato sobre las distintas formas que hay de jugar y los resultados inesperados si no aplicamos la forma habitual de hacer las cosas.

Press Start to Play es un compendio de relatos sólido aunque no excepcional.

Pirate Utopia

pirateEs triste decir que lo mejor de una lectura es su brevedad, pero en este caso realmente me alegro de haber acabado pronto con Pirate Utopia. Bruce Sterling nos ofrece en esta novella una historia alternativa, en el periodo inmediatamente posterior a la Primera Guerra Mundial, por aquel entonces todavía conocida como la Gran Guerra (¡qué ilusos éramos!).

“¿Historia alternativa? ¡Seguro que me interesa!” pensé en su momento. Pero la verdad es que aparte de meter algunos personajes famosos en la historia como Houdini, Lovecraft…  y situar la escena en un pueblo yugoslavo, lo demás no tiene la más mínima enjundia. La obsesión por utilizar los apodos de los personajes en vez de sus nombres verdaderos, la insistencia en que uno de los personajes es sordo (parece que fuéramos nosotros los duros de oído y hubiera que recordárnoslo), el hecho de que el que parece el personaje más interesante (el famoso Prophet) ni siquiera aparezca… Todo son obstáculos para disfrutar del libro.

Es el apartado de “extras” del libro el que puede despertar más nuestra atención. Las ilustraciones cumplen excelentemente su función, aún sin ser una conocedora de la corriente futurista lo que he podido investigar parece acorde a lo que se muestra en el libro (con las limitaciones implícitas de una edición digital). Las entrevistas al final de la publicación también sirven para poner en contexto el libro y conocer algo de la escena de la ciencia ficción en Italia. Es solo que estos contenidos añadidos no consiguen mejorar la narración principal. Una oportunidad perdida.

La mirada extraña

miradaLa última lectura que logré colar en octubre fue La mirada extraña de Felicidad Martínez. Venía acompañada de buenas recomendaciones, pero por alguna razón no encontraba el momento para leerlo. Craso error.

El libro se compone de cuatro novelas cortas escritas desde el punto de vista de diversas sociedades alienígenas. El despliegue de ideas del que hace gala Felicidad, a pesar de la presencia de referentes bastante claros, es envidiable.

Aquí no tenemos que sufrir la miopía antropomorfizante de un observador humano, lo cual no deja de ser positivo. Pero eso sí, requiere un esfuerzo por parte del lector, ya que no hay ningún tipo de ayuda para situarnos en el escenario en que transcurren los hechos. Por supuesto, también el manejo del lenguaje influye en esta “dificultad” a la hora de entrar en la obra. Pero es una labor que merece la pena.

Hablando del lenguaje, hay un ejemplo que me gustaría destacar, aunque sea solo uno entre muchos. Las especies extraterrestres no hacen uso de herramientas y eso hace que dialoguen de una manera particular. Por ejemplo, cuando requieren información de otro miembro de su especie, utilizan el verbo “desembucha” íntimamente asociado con la digestión, que es la necesidad principal de la mayoría de los seres vivos y por tanto influye en su forma de expresarse. De hecho, el número de palabras asociados con la ingesta de alimentos y su posterior tratamiento es a veces abrumadora.

Un problema que veo en la lectura de La mirada extraña es el orden de lectura. Entiendo que habrá sido una decisión pensada, pero no puede dejar de extrañarme que algunos de los hechos que nos relata Felicidad al final del libro estén situado cronológicamente antes que los demás. Puede que sea un efecto buscado, pero no deja de crear un poco de confusión.

Recomiendo encarecidamente su lectura.

Miniatures : The Very Short Fiction by John Scalzi

miniaturesDicen que lo bueno, si breve, dos veces bueno y en este libro se ve que John Scalzi ha aplicado esta máxima a lo largo de su carrera. Es muy difícil conjugar humor y ciencia ficción (acordaos de Willful Child, bueno, mejor no os acordéis) pero en esta serie de pequeñas historias lo consigue plenamente.

Del mismo modo que Redshirts se convertía en una broma pesada debido a su longitud, aquí la chispa humorística consigue mantenerse encendida hasta concatenar carcajada tras carcajada.

No existe un hilo conductor que aúne las historias contenidas en este corto volumen, pero sí que aparecen temas recurrentes en el californiano. En vez de ciencia ficción de primer encuentro, se explaya en las contradicciones en que pueden incurrir las distintas culturas alienígenas en la convivencia más habitual, siempre desde el punto de vista humano. ¿Por qué este bola de pelo alienígena me chilla cuando me da la razón? ¿Estará mutando este ser o simplemente tiene un problema de acné?

Se nota que Scalzi se curtió como escritor de columnas en diversos medios, puliendo así la inmediatez que una carrera periodística reclama, pero aplicándola a la ficción.

Otro de esos temas que se repiten es la posible relación de la humanidad con una inteligencia artificial. ¿Nos destruirían o se aliarían con nosotros? ¿Y si nuestros electrodomésticos pudieran hablar sobre nuestras costumbres?

El autor estadounidense, bastante activo en twitter, también nos regala algunas obras de microficción en las que utilizó esta plataforma como medio. Especialmente graciosas son las dos que desarrolló mientras se aburría en un viaje en avión. A lo Brandon Sanderson, pero en versión corta.

Algunas veces se dice: “este libro me lo acabé en dos sentadas”. En esta ocasión sería una falsedad, porque me lo acabé en una.

The Four Thousand, the Eight Hundred

fourthousand-djGreg Egan es un autor que no aparece por mi blog todo lo que debería porque realmente le tengo mucho respeto. Creo que hay obras suyas que superarían mi capacidad de comprensión, pero también es cierto que es capaz de escribir auténticas obras maestras. Cuando Subterranean Press decidió publicar The Four Thousand, the Eight Hundred (originalmente salió en Asimov) me pareció una buena idea volver a acercarme al autor australiano.

La acción se desarrolla en unas colonias humanas en el cinturón de asteroides. Siendo Egan quien es innegablemente esta historia se puede etiquetar como ciencia ficción dura, con cálculos de trayectorias balísticas entre asteroides y virus programados para no causar daño al infectado, si no vergüenza.

No obstante, el tema principal de esta novella es algo tan cercano como una crisis de refugiados. Y es que cuando se quiere buscar una excusa para discriminar a un grupo determinado de la sociedad, no hace falta escarbar mucho. Una simple búsqueda genealógica y ya tenemos la excusa perfecta. ¿Han de pagar los nietos por los pecados, si es que los hubo, de los abuelos?  Si la mayoría decide que sí, sí. Es imposible leer estas pocas páginas y no acordarse del nazismo, pero parece que la raza humana no aprende de sus errores.

La discusión filosófica en la que se centra la novela es el valor de una vida humana y la capacidad de elegir. Algo tan complejo como fascinante. Es una pena que el autor no se haya explayado más en esta historia, que queda un poco coja frente a otras obras suyas. Es recomendable su lectura, aunque no esté entre lo más destacado del australiano.