Empire of Sand

Hace un tiempo hubo una oferta de Orbit que ponía a un precio muy atractivo algunos novelas de debut. Entre otras, me hice con Empire of Sand, atraída por la promesa de una historia fantástica en una ambientación distinta de la habitual.

Ciertamente, la ambientación cumple lo que promete. Basado en una parte de la historia de la India desconocida para mí (el imperio mogol) nos encontramos ante una época de excepcional expansión del imperio con un sistema mágico basado en el control a través de la danza de los sueños de los dioses durmientes. Por esa parte, poco hay que objetar.

Por desgracia, la novela no funciona en la lectura. El ritmo es exasperantemente lento, parsimonioso hasta decir basta. Los capítulos pasan por delante de nuestros ojos a cámara lenta, mientras la protagonista practica y practica los movimientos necesarios para perpetuar en el poder al líder religioso del imperio. Si al menos hubiera alguna intriga palaciega podría aumentar mi interés, pero no es así, porque todo el personal adora al líder.

El problema no es solo la forma en qué está contada la novela, si no también lo que se cuenta, que despierta muy poco interés. Se podría haber explorado el conflicto de castas entre los nobles y los Amrithi pero solo sabemos que los segundos están oprimidos y están dejando de aparecer por las ciudades. La descripción del mundo no tiene profundidad, solo hay unas cuantas ciudades que merecen mención y lo demás parece un vacío impenetrable.

Además, hacia el final del libro la trama avanza a base de casualidades y el final es tan previsible como aburrido. Y los personajes no se salvan de la quema. Al principio pudiera parecer que la protagonista va a ser una mujer fuerte a pesar de haber sido criada en el privilegio, pero esto es solo un espejismo. El resto del libro se deja llevar de un lado a otro y se convierte en un cascarón hueco, como el resto de los personajes.

Un libro decepcionante.

Gods, Monsters and the Lucky Peach

Sigo con mis lecturas de los nominados a los premios Nébula, y en esta ocasión le tocaba a Kelly Robson con Gods, Monsters and the Lucky Peach.

Me ha costado muchísimo introducirme en la lectura. Hay autores que no te explican nada y te dejan en mitad de la historia para que vayas reconstruyendo la narración con las pistas que te van dando. No estoy en contra de este artificio, pero me parece que Robson ha abusado de este recurso en esta novela corta. La idea es atractiva cuando menos, ya que los protagonistas están en una futura Tierra devastada ecológicamente e intentan llevar a cabo proyectos de terraformación, si me permitís la palabra.

Se habla mucho de gestión de proyectos, de análisis de costes-beneficios y mucha jerga tecnocrática para dotar de consistencia a un entorno que creo que podría haber llegado a resultar interesante, si se hubiera explorado de otra manera.

El mensaje ecologista que la autora nos hace llegar parece bastante claro, las acciones del pasado influyen irremediablemente en el futuro y si no somos capaces de solventar lo anterior, al menos deberemos esforzarnos en el presente para no empeorar más la situación. En este sentido, Robson acierta con el tono, que no es paternalista si no fáctico.

La complicación llega cuando entran en juego los viajes en el tiempo, que una misteriosa organización ofrece para poder obtener datos realistas desde los que extrapolar las necesidades para la restauración del medio ambiente. Parece bastante obvio que si al finalizar el salto atrás en el tiempo la línea creada colapsa, lo que pase en ese escenario no tiene que influir en el futuro.

También resulta muy extraño que los personajes tengan tentáculos o piernas extra u otras modificaciones corporales “por que sí”. Desde un principio me chocaba este hecho y no he sido capaz de entender para qué era necesario este detalle.

No he podido disfrutar con lo que me ofrecía Robson con esta obra y por eso no puedo aconsejarla, pero me gustaría conocer vuestra opinión para poder ver qué he pasado por alto.

The Black God’s Drums

Esta novela corta entró en mi radar por su nominación a los premios Nebula y me alegro de que haya sido así. Se trata de una historia situada en Nueva Orleans, pero en una corriente de tiempo alternativa realmente atractiva, que muestra menos de lo que en realidad se puede atisbar y que me deja con ganas de seguir explorando este mundo, si es que el autor vuelve a escribir algo con esta localización.

Aunque en principio la narración puede parecer un poco manida, con una huérfana que subsiste en los intersticios de la sociedad robando lo que puede, lo que realmente me fascina es el tapiz que se teje con las distintas naciones que han surgido de la desintegración de los Estados Unidos tras la guerra de Secesión. En esta mezcolanza de culturas, idiomas y razas, se puede notar la energía pulsante de una ciudad llena de vida.

También la presencia de dioses que intervienen en las vidas de los personajes es un añadido importante aunque no sea demasiado original. Lo cierto es que el autor, P. Djèlí Clark, ha tomado referencias bastante clásicas, como lo que he mencionado anteriormente o las aeronaves que navegan a sus anchas por los cielos pero ha añadido una salsa cajún personal que hace de The Black God’s Drums un aperitivo delicioso.

Me han gustado especialmente las menciones a distintas mitologías, especialmente africanas y caribeñas, con su plétora de divinidades veleidosas y vivarachas.

No es una lectura especialmente fácil porque algunos diálogos están escritos fonéticamente y tenemos que imaginarnos cómo se oye lo que está escrito para desvelar el verdadero significado. Esto solo ocurre en algunas ocasiones, pero al menos a mí me ha costado algo de trabajo desentrañar lo que se referenciaba en cada momento.

Quizá lo de menos sea la trama, con un desarrollo bastante previsible pero que deja abierta la puerta a nuevos relatos con los mismos protagonistas, donde quizá se podría profundizar en el delicado equilibrio de poderes que se ve entre bambalinas entre las distintas naciones libres del Caribe. Un autor al que habrá que seguir.

Infinite Detail

Infinite Detail es una novela contada a través de dos líneas temporales una antes y otras después del colapso de las redes de comunicación. En parte es una novela postapocalíptica si consideramos el fin de la civilización tal y como la conocemos como un apocalipsis, pero aunque las condiciones de vida son duras y los fascismos resurgen, no es que la humanidad corra peligro de extinguirse.

Aunque el comienzo de la novela es un tanto místico, con peregrinaciones para visitar a una artista que es capaz de recrear los últimos instantes de los fallecidos, en realidad nos encontramos ante una historia de futuro cercano, tan cercano como nos podamos imaginar. Es una crítica despiadada contra la falta de intimidad y la utilización de los datos de usuarios para alimentar los algoritmos de las Smart Cities. En algunas ocasiones Tim Maughan roza el adoctrinamiento pero estos bordes afilados se pueden esquivar si nos tomamos el libro como un aviso de la situación actual.

Es un escenario terrorífico por lo verosímil que resulta, ya que ahora mismo la economía mundial depende en gran medida de las redes de telecomunicaciones.

El estilo de Maughan es bastante seco y directo, probablemente influido por su labor periodística. Lo que no consigue es que logremos empatizar con los personajes, que parece estar colocados cuasi aleatoriamente para tener los encuentros oportunos que le permitan ir avanzando la trama.

Estamos ante una novela con mensaje, pero que no está acompañada por una narración agradable que haga llegar este mensaje con más facilidad o con unos personajes que nos lleguen a importar que consigan el mismo objetivo. Se acerca más a un ensayo que a una novela, pero no acaba de decidirse por ninguno de los dos caminos y por ello se resiente. Se podría comparar con algunas obras de Cory Doctorow así que si te gusta ese palo, probablemente disfrutes este Infinite Detail.

Edges

Cuando supe que Linda Nagata volvía a su universo Nanotech Succession (como The Bohr Maker) pero con una nueva puerta de entrada, el proyecto me gustó. Me pareció original esa “exploración inversa” del espacio, a la contra de la marea colonizadora que en un principio hizo expandirse a la humanidad.

Edges cover for Linda Nagatas’s Inverted Frontier Book 1 by artist Sarah Anne Langton

En este sentido, Edges cumple con lo que esperaba. Las ideas de la autora resultan muy interesantes, como las naves biológicas conformadas por distintas especies que trabajan en simbiosis aún siendo máquinas de Von Neumann tipo berserkero la evolución del concepto “ser humano” cuando el cuerpo es un elemento accesorio e intercambiable. De hecho, uno de los debates más interesantes se entabla cuando conocemos a las distintas “personalidades” que un personaje ha ido creando y afinando para asignarles tareas repetitivas. Son versiones de sí mismo optimizadas para una tarea particular sin capacidad de distracción. Incluso tienen modificada su capacidad de percibir el paso del tiempo. En un arranque de humor, Nagata los llama Apparátchiky es una definición sorprendentemente adecuada.

No obstante, el ritmo de la novela no acompaña a estas ideas. Es obvio que cuando se explora el espacio, con sus distancias gargantuescas, gran parte del tiempo se dedica a no “hacer nada”, pasando por criogenización o directamente almacenando la consciencia. Nagata no consigue que estos periodos de espera desaparezcan totalmente de la novela, aunque usa algunas elipsis y mete alguna trama secundaria de relleno. Por esto, en ocasiones la lectura se vuelve demasiado morosa.

Si conseguimos soslayar este hecho, bien bajo el influjo hipnótico de las ideas de la autora, bien por la curiosidad por saber qué se van a encontrar por el camino, Edges es un buen ejemplo de ciencia ficción dura explicada y atractiva.

Lo que no he sido capaz de juzgar con pleno conocimiento es si el libro se entendería mejor habiendo leído las entregas anteriores. Es una sensación un tanto extraña estar leyendo y pensar que te estás perdiendo referencias. El libro es perfectamente disfrutable de por sí, pero siempre me quedará la duda sobre si sería una experiencia más completa con este bagaje.

The Bird King

Tenía ganas de adentrarme en la obra de G. Willow Wilson, así que cuando vi la oportunidad de leer The Bird King, no lo dudé. Además, ese escenario en plena decadencia del reino de la Alhambra, donde Boabdil está a punto de rendirse ante los Reyes Católicos me resultó irresistible.

La fantasía de The Bird King es medieval y árabe, mezclando djinns con la Santa Inquisición. Esta presencia de la magia es sutil en un principio y luego se va complicando. Me recuerda un poco a Baudolino, de Umberto Eco.

La relación entre Fátima y Hassan es la base sobre la que bascula la narración. Su amistad y lealtad va evolucionando a través del libro, hasta llegar a algo más complejo que resulta difícil de definir, pero que es muy atractivo.

Me gustó sobre todo el ambiente decadente de la corte granadina, donde se sabe que la derrota está cerca pero aún así se sigue viviendo como si el destino todavía no se hubiera manifestado. El viaje que afronta la protagonista de la novela junto con sus compañeros me resulta familiar por visitar lugares muy conocidos, pero también me extraña que algunos topónimos sean modernos y otros antiguos (Salobreña y  Husn Al Nunakkab, por ejemplo).

Este aire de fantasía antigua se presenta al lector de múltiples formas, en la ambientación ya mencionada y también en la ingenuidad de los personajes, que observan el mundo y sus relaciones de una forma mucho más simple que en la actualidad. Pero me temo que también exige al lector entrar en este juego de confianza, de no pensar en profundidad en las consecuencias que deberían tener para los personajes las decisiones que toman. Si el lector acepta el juego, disfrutará de una novela pausada y reflexiva, pero si se pone a examinar en profundidad la trama, verá que hay algunos agujeros.

The Bird King es más una historia mítica que una novela fantástica habitual, con sus pros y sus contras. Para adentrarse en su lectura hay que tener presente esta distinción y dejarse llevar.

Senlin Ascends

Menuda joya se me había escapado entre las manos con este Senlin Ascends. Es complicado definir una novela como de aprendizaje cuando el protagonista principal ya no va a cumplir los treinta, pero creo que sería una buena hipótesis inicial. También es una novela de viajes y de descubrimiento de nuevos lugares, a pesar de que todos estos sitios estén situados geográficamente en el mismo lugar.

Por resumirlo de otra manera, se me ocurre esta sinopsis:

Cuando Senlin y su esposa en su viaje de novios se aproximan a la Torre de Babel, nunca podrían haber imaginado la aventura en la que se embarcaban. Este destino turístico prominente oculta mucho más de lo que ninguno de ellos podía esperar.

Al escribir suele ser difícil encontrar el equilibrio entre el escenario, los personajes y la propia trama. Josiah Bancroft comienza su narración de una forma excesivamente pausada para mi gusto, pero me parece que solo estaba cogiéndole el tempo a la novela. Lo que comienza siendo casi una charada acaba desarrollándose en un descubrimiento personal. No quiero incidir más en los misterios del libro, para dejar que os pueda sorprender del mismo modo que me pasó a mí, pero sí que hay otros aspectos que creo que son interesantes.

La caracterización de los personajes es notable. A pesar de parecer estereotipos al principio (un severo maestro de escuela, una esposa huida de un matrimonio de conveniencia…) el desarrollo es contrario al que esperaríamos y aún así, coherente con lo que va sucediendo. Me gustaría también incidir en el despliegue de imaginación de Bancroft conforme va describiendo cada nuevo espacio, pero esto es algo que se puede apreciar mejor conforme más avanzamos en la lectura de los siguientes tomos. Los múltiples detalles que va desgranando cada capítulo son semillitas que darán lugar a tramas complejas en las siguientes entregas.

En cuanto a la forma en la que está escrito, la prosa está bastante trabajada, pero baste decir que no pude evitar lanzarme sobre la segunda entrega conforme terminé la primera. No es solo la forma en la que está escrita, si no también lo que va contando. Bancroft ha sido capaz de despertar nuestra empatía casi desde el principio, pero seguimos leyendo por el interés de la trama y los misterios que se van desvelando. Y tampoco puedo pasar por alto las reflexiones sobre la naturaleza humana a las que dan lugar estos extractos de la sociedad acumulados uno sobre otro. Como un geólogo puede contar una historia estudiando los estratos, el autor es capaz de desarrollar una cronología completa a base de pinceladas, párrafos y lecturas. Os recomiendo muchísimo su lectura.

New Suns

Aquí os traigo la reseña de una de las antologías más esperadas del año, que parte de una idea muy interesante y que indudablemente tendrá continuaciones.

Galactic Tourist Industrial Complex de Tobías S. Buckell

Cuando la Tierra es un destino turístico prioritario es normal que la economía planetaria se vuelque en este sentido, dejando a la gran mayoría de la humanidad en una precaria posición. Es un relato algo flojo para comenzar la antología.

Deer Dancer de Kathleen Alcalá

Fantasías postapocalíptica sobre recuperar lo perdido utilizando las tradiciones, no me ha acabado de convencer.

The Virtue of Unfaithful Translations de Minsoo Kang

Estupendo relato reflejando la tradición de las letras asiáticas y la maravillosa labor de los traductores e intérpretes, cuya intervención puede equilibrar la balanza entre la guerra y la paz

Come Home to Atropos de Steven Barnes

Cruel relato sobre el script para un anuncio que vende lo único que puede ofrecer una tierra arrasada por los temporales, un resort para la eutanasia.

The Fine Print de Chinelo Omwualu

Un relato fantástico sobre el cambio de un yugo por otro y el coste de la verdadera libertad. Con aire arábigos pero con un final prometedor.

Unkind of Merche de Alex Jennings

No queda claro en ningún momento la finalidad de este relato, aparte de la amalgama de referencias a la cultura americana actual. Algo inconexo.

Burn the Ships de Alberto Yáñez

Un relato macabro y bastante desagradable sobre la lucha entre invasores e invadidos, con algo de creencia religiosa de por medio. Demasiado duro para mi gusto.

The Freedom of the Shifting Sea de Jayme Goh

Creía que ya pocas cosas me podrían sorprender en la fantasía pero estaba equivocada. Nunca me esperé un relato sobre relaciones lésbicas entre humanas y sirenas centípedas centenarias. Cosas veredes.

Three Variations on a Theme of Imperial Attire de E. Lili Yu

Estoy a favor de los retellings de fábulas y cuentos conocidos, así me gustaba la idea de una nueva aproximación al traje nuevo del emperador de la mano de E. Lili Yu, una autora que me normalmente me gusta. No es el mejor de sus cuentos pero dentro de la tónica general de la antología es bastante destacado.

Blood and Bells de Karin Lowachee

Una historia de clanes y violencia en un entorno distópico donde la búsqueda de la venganza por un crimen puede desequilibrar la tensa paz que se mantiene con las concesiones de todos los grupos implicados. No es demasiado llamativo.

Give Me Your Black Wings Oh Sister de Silvia Moreno-García

Corto relato de terror interesante dentro de la obra de la autora canadiense.

The Shadow We Cast Through Time de Indrapramit Das

Un relato complejo de primer contacto con una civilización alienígena en su propio planeta y de su integración en el folclore propio de la población.

The Robots of Eden de Anil Menon

Excelente relato sobre la diferencia de clases, esta vez articulado sobre la posibilidad de adquirir un “cerebro” que ayuda a controlar las emociones. Pero, ¿es mejor no sentir nada para no sufrir por ello?

Dumb House de Andrea Hairston

Hay una cierta querencia por los relatos surrealistas en la actualidad que no son para nada de mi gusto. En este cuento se mezcla la vigilancia y el big data con las tradiciones vudú, en una mezcolanza que no termina bien.

One Easy Trick de Hiromi Goto

De nuevo nos encontramos ante un relato surrealista, porque en un paseo campestre la protagonista de repente se ve liberada de su grasa abdominal y no voy a seguir hablando sobre la trama porque es absurda.

Harvest de Rebecca Roanhorse

Relato de terror realmente bien trabajado sobre las consecuencias del amor sin medida, con toques de cuento de hadas macabro mezclado con tradiciones de nativos norteamericanos.

Kelsey and the Burdened Breath de Darcie Little Badger

Un buen final para una antología bastante irregular, con una protagonista que recolecta últimos suspiros en la tradición más victoriana que se me ocurre. Sin embargo, no todas las muertes son igualmente tranquilas y algunas almas se aferran al mundo a pesar de todo.

Tenía mucho interés en este antología y reconozco que algunos relatos me han gustado mucho, pero me temo que es demasiado irregular para mí, con algunos cuentos que directamente no entiendo.

A Memory Called Empire

Este era sin duda uno de los libros más esperados del año, no solo por una portada arrebatadora, si no por todos los rumores que había alrededor de la publicación de esta primera novela.

Y es que las referencias a autores consagradísimos en la space opera como mi admirado Iain M. Banks no hacían si no aumentar el hype, algo quizás contraproducente para la lectura.

Afortunadamente, A Memory Called Empire es un libro que se mantiene perfectamente por sí mismo, sin necesidad de tantas comparaciones.

El universo en que se sitúa la acción está dominado por un Imperio que ha conquistado un territorio tras otro y que mantiene una tensa paz con otras colonias mineras, en un equilibrio inestable con as colonias mineras que depende mucho de los intereses comerciales y de las ganas de conquista que tenga el emperador de turno. Y sin embargo, hay algo que planea en el horizonte que puede llegar a cambiar la difícil situación de status quo actual.

Esta idea, obviamente, no es original. Y sin embargo, el punto de vista con el que trabaja la autora, dándole voz a la embajadora de una de estas colonias mineras, da la posibilidad de ver el imperio desde la perversa admiración que puede provocar el depredador que te amenaza. Y es que la seguridad que provee el imperio a sus habitantes permite que florezcan las artes, mientras que en los otros territorios bastante tienen con luchar por la supervivencia. Esta fascinación por el lenguaje, por la prosa y los versos más elaborados, se hacen patentes en los aspectos de la vida cotidiana. Por ejemplo, me asombra que la clave de cifrado de los mensajes de gobierno sea el último poema de moda, a pesar de la fragilidad inherente de una cifra basada en la sustitución.

La novedad más importante que nos trae la autora son los imagos, algo semejante a los implantes de antepasados que ya utiliza Aliette de Bodard en su ciclo de Xuya, pero dando un paso más en la integración entre las memorias pasadas y las presentes. La persona a la que se le implanta un imago, se “transforma” en otra, en una mezcla homogénea entre el pasado y el presente que permite avanzar hacia el futuro sin perder el conocimiento ya acumulado. Es una idea fascinante, sobre la que gira toda la novela, desde el punto de vista ajeno a esta costumbre, incomprensible para muchos de los que la conocen por primera vez.

Otros detalles también son entrañables, como los nombres de los miembros del imperio, consistentes en un número y otro nombre común. El hecho de que aún con esta nomenclatura tan extraña haya hueco para el cariño con motes personalizados aumenta la empatía que el lector siente por unos personajes, que ya de por sí se hacen de querer.

Existe un esfuerzo considerable por parte de la autora para que el lector se acostumbre a la terminología del universo de una forma natural, administrando la información pausadamente y engarzando cada fragmento para dar lugar a un mosaico complejo y hermoso a la vez.

El ritmo de la novela está bastante bien llevado, menos algunos momentos que rebajan la tensión creciente y un final para mí algo precipitado. Pero A Memory Called Empire es una estupenda primera novela, con ideas conocidas pero con nuevas perspectivas y una atención al detalle muy agradable. De las mejores lecturas del año, sin duda. No me extrañaría nada ver el premio Locus a primera novela en las estanterías de Arkady.

Alternate Routes

Me gusta mucho la manera en que Tim Powers utiliza los intersticios de la realidad para introducir su fantasía urbana y maravillosa. Personalmente prefiero sus libros más “históricos” como Declara que los situados en tiempos más modernos como Medusa’s Web.

Alternate Routes se puede clasificar dentro de la segunda categoría. Por la descripción del libro, nos encontramos ante la primera entrega de una serie, pero el libro está perfectamente contenido en sí mismo, dejando una puerta abierta a continuaciones pero sin que sea imprescindible su lectura.

La acción se desarrolla en la actualidad. La creación de autopistas por las que circulan filas prácticamente infinitas de coches han dado lugar a unas corrientes capaces de atraer a los fantasmas. Se ha creado toda una comunidad alrededor de este contacto con el otro mundo e incluso una agencia gubernamental se ocupa de los posibles asuntos fantasmagóricos.

Con estos mimbres Powers podría haber decidido crear una road movie, pero la novela sigue otros derroteros. Con una pareja de protagonistas poco consistente y un enemigo apenas definido el libro se tiene que aferrar firmemente al entorno para ofrecer algo interesante. Esto lo consigue el autor por momentos con sus referencias a la mitología griega y también con esa parafernalia de fantasmas que tan bien conocemos (los palíndromos, las matemáticas para aferrarse a la realidad, recitar rimas infantiles…) por otras obras, dándole la consistencia que le faltaba a la novela por otras partes.

Pero aún así, el resultado es decepcionante. El ritmo está bien llevado, pero es que el interés por la historia va decayendo conforme va avanzando la lectura. Los constantes deus ex machina nos hacen pensar que al final todo tiene que salir bien, por obra y gracia de Powers. Una de las escenas finales, la de la huida de la fábrica, es bastante psicodélica e inverosímil incluso en los términos en los que se suele mover el autor.

Es por todo esto que considero Alternate Routes una obra menos de Powers. Preferiría mucho que vuestra aproximación al autor fuera con otras de sus obras.