Coldwire

Tengo un problema con el cyberpunk y en general con la ciencia ficción de futuro cercano sobre hackeos y mundos en la nube, un poco de deformación profesional porque he estado en CPDs de todo tipo, de los que se puede comer en el suelo y de los que te traen recuerdos del Vietnam. Así que cuando se cuelan en granjas de servidores como Pedro por su casa o se llevan servidores físicos bajo el brazo como quien compra una barra de pan, mi suspensión de la incredulidad alcanza niveles estratosféricos. Coldwire no es una excepción, así que mi valoración se ha visto sin duda afectada a la baja por esto.

En cuanto a la historia en sí, también tiene un tono marcadamente juvenil que simplifica mucho la trama, así como la propia prosa de la autora. La decisión mantener dos puntos de vista con unas protagonistas diferentes pero sin voz propia, prácticamente intercambiables, da muchas pistas sobre el futuro desarrollo de la novela. Es una lástima porque se tocan temas bastante interesantes, aunque no excesivamente novedosos, como la avaricia inconmensurable de las grandes corporaciones o las dificultades de los niños de etnias distintas adoptados por una sociedad en la que siempre destacarán por su físico “extraño”, pero es que los giros de la trama son demasiado obvios desde el principio de la novela, bien sea por que la autora no ha querido complicarse mucho, bien sea porque ya venimos de vuelta de muchas lecturas que buscan epatar con las sorpresas finales.

Coldwire es solo el principio de una trilogía, pero creo que ya he tenido suficiente con la primera entrega como para saber que no soy su público objetivo.

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