Mirrorstrike

Benjanun Sriduangkaew continúa sorprendiéndonos con sus adaptaciones de cuentos infantiles tradicionales. En esta ocasión se trata de la continuación de Winterglass, de la que ya hablamos en su momento.

Como Mirrorstrike es una segunda parte, la autora puede dar por supuesto que ya conocemos el mundo en el que se desarrolla la historia y por lo tanto se centra más en la intriga política, lo que hace que esta entrega sea más intensa. Comparte personajes con los que ya conocimos en el primer libro, pero tiene algunos nuevos que resultarán fundamentales para el desarrollo de la trama.

Volvemos a ser testigos de las tórridas escenas de sexo lésbico a las que nos tiene acostumbradas la autora, algo que parece casi su marca de agua. Pero no es esto lo más importante, lo que más nos preocupará es saber si un plan orquestado desde hace décadas podrá llegar a buen puerto. Cuando es necesario asimilarse con el enemigo de tal manera que casi nos volvemos indistinguibles de su forma de pensar, ¿es posible mantener el plan original o habrá que adaptarse? Esta lucha interna está muy bien trazada en los párrafos de Benjanun, donde podemos sentir como la lucha interna puede desgarrar al corazón más firme.

También me gustaría destacar la belleza fría y aterradora de alguna de las descripciones que la autora nos brinda. Se me ha quedado grabada especialmente la escena en la que las víctimas de un envenenamiento se convierten en cristal mientras se van licuando sus órganos internos, pero esto es solo un ejemplo.

Mirrorstrike es una continuación perfecta para Winterglass, ya que retoma los mismos temas y les da una nueva vuelta de hoja. Algunos aspectos de los libros pueden resultar desagradables para cierto tipo de público, pero una vez advertido este hecho, creo que quien disfrutara de Winterglass en particular o de la obra de Sriduangkaew en general, gustará de esta lectura.

Interference

Semiosis fue una agradable sorpresa cuando la leí en su momento, así que esperaba con interés lo que me ofrecería su continuación, Interference.

La premisa desde la que se parte es el envío de una nueva expedición humana desde la Tierra al planeta Pax. Teniendo en cuenta las distancias, se concibe como una misión de ida y vuelta pero aceptando que los miembros de la tripulación no volverán exactamente a la misma Tierra que dejaron. Razón de más para querer pertenecer a la misión si en nuestro planeta las cosas no están muy bien.

En el primer capítulo nos encontramos con un nada velado homenaje a LeGuin y su “Los que se alejan de Omelas”, aunque con una nueva vuelta de tuerca que lo hace aún más complicado de asimilar. La situación en la Tierra es distópica, pero no se examina muy a fondo, sirve como escenario inicial de la obra pero luego el foco cambia hacia Pax.

La interacción entre las distintas especies de Pax sigue conformando la base del desarrollo de la novela de Sue Burke, pero en esta ocasión el elemento que propicia el conflicto es la llegada de los terrestres, humanos como los primeros colonizadores del planeta, pero tan distintos como podríamos imaginar. Ni sus motivaciones ni su conocimiento del entorno son comparables, así que presenciamos una nueva relación con una especie casi alienígena.

El regusto a ciencia ficción clásica sigue presente, con algunas escenas muy simplificadas y diálogos que se podrían haber explotado más. En ocasiones me parecía que la extrañeza inextricable a una relación con otra especie se volvía demasiado maniquea y los conflictos se resolvían de forma apresurada.

El final del libro invita a la reflexión. Tengo ganas de saber cuál es vuestra opinión sobre este libro, que en mí ha provocado sentimientos enfrentados.

A Conspiracy of Truths

Lo primero que me atrajo del libro fue su portada y como buscaba alguna lectura para seguir con el proyecto #LeoAutorasOct me decidí a comprar A Conspiracy of Truths.

Alexandra Rowland escoge como protagonista a un contador de historias y es lógico que su novela sea entre otras una recopilación de cuentos. Cada relato tiene una intención distinta y a veces tiene narradores distintos, pero la idea subyacente es la misma: el poder de la narración. Cómo con la voz y la historia se pueden plantar semillas de rebelión contra un sistema corrupto o mandar un mensaje admonitorio a un ser querido.

Por la propia naturaleza del libro, hay partes que gustarán más o menos, dependiendo de los sentimientos que nos provoque cada cuento. No es una colección de relatos ya que existe un hilo conductor fuerte que es el que hace avanzar la historia, pero es cierto que este flujo se ve interrumpido con cierta frecuencia por los otros relatos.

Rowland utiliza un recurso que no sé si me ha acabado de convencer. Dirige el libro hacia una persona que mantiene oculta durante casi toda la novela pero le habla en segunda persona, como buscando que nos identifiquemos con este misterioso desconocido. Este hecho incomoda en algunas ocasiones y quizá podría haber encontrado otro artificio para justificar la recopilación de memorias e historias del protagonista.

Los personajes son bastante particulares, pero como los conocemos a todos a través de la óptica del protagonista, que no es precisamente lo que se podría llamar un narrador confiable, por lo que también queda de parte del lector emitir un juicio sobre las acciones que llevan a cabo y sus consecuencias.

Me gusta cómo se representa el sistema legal del mundo como una farsa dispuesta para recibir sobornos en caso de que se tercie, sin una carrera de abogacía ni unas normas claras que sirvan como base para la toma de decisiones. Del mismo modo, el sistema de gobierno representado, aunque supuestamente democrático, no lo es en el fondo, por mucho que los participantes se quieran engañar creyéndolo.

A Conspiracy of Truths es un libro para leer de forma pausada y disfrutar de cada párrafo.

To be Taught, if Fortunate

Becky Chambers abandona el universo Wayfarers para escribir una novela corta mucho más personal, en la que aún se ven su característico optimismo, que nos lleva a encuadrarlo dentro del subgénero conocido como hopepunk.

To be Taught, if Fortunate es el relato de una exploración espacial particular, para lo que sería habitual en el género. Para empezar, la financiación de todo el programa espacial no es ni respaldada por un gobierno ni por una empresa, si no que es una especie de crowdfunding abierto al público. Si esto no es empezar con optimismo, pocas cosas se me ocurren que puedan dar más señal de la fe en la bondad intrínseca de la humanidad.

Becky se ha documentado profundamente sobre algunos temas biológicos y especula de forma muy cercana y haciéndolo fácilmente comprensible para el lector sobre una posibilidad para la adaptación del ser humano a la vida en el espacio. Que esta opción pueda ser real o no en un futuro relativamente cercano es más difícil de creer, pero no por ello deja de ser interesante plantearla.

La investigación científica es la base de toda la historia, que esta vez recae menos en los personajes aunque claro, siendo de Chambers son adorables. Me gusta cómo vuelca la pasión por la ciencia en las páginas, haciendo entretenido lo que podría ser bastante árido, como la clasificación de nuevas especies descubiertas en otros planetas.

La prosa de la autora sigue siendo tan pulida como nos tiene acostumbrados y vuelvo a insistir en que la usa de una forma muy didáctica, casi como si aparte de una novela corta de ciencia ficción estuviéramos leyendo un ensayo novelado.

Como contrapunto, he de decir que aunque los planetas visitados son distintos, quizá el propio proceso de exploración de cada planeta puede llegar a resultar repetitivo. La longitud de la obra ayuda a soslayar este inconveniente.

Lo que sí me parece una apuesta arriesgada es un final tan abierto que invita a la reflexión. Me ha dejado pensando sobre cuál sería mi respuesta a la pregunta que mandan los protagonistas y creo que eso era lo que pretendía la autora precisamente.

A Little Hatred

Joe Abercrombie ha vuelto y vuelve con sus características literarias más agudizadas que nunca y también con algunas innovaciones que añaden un nuevo interés a la lectura de sus novelas, por si antes tuviera poco.

A Little Hatred es el comienzo de una trilogía en la que Abercrombie, muy perfeccionista, ha utilizado un método nuevo. Ha escrito los tres libros del tirón y aunque todavía quedan revisiones por hacer, en realidad la publicación de las novelas va a ser mucho más continuada de lo habitual. Esto, a pesar de haberle llevado más tiempo, le ha permitido tener más control de la obra en su totalidad, de la trilogía propiamente dicha, pero supongo que es algo que podremos observar con más claridad en las siguientes entregas.

Sobre el libro en sí, creo que una de las cosas más certeras del autor ha sido cómo gestionar el relevo generacional de su historia. Aunque algunos personajes de los libros anteriores siguen teniendo presencia, vemos cómo van perdiendo protagonismo en favor de la savia nueva que va llenando las páginas. Y no solo las páginas, si no también nuestros corazones, porque con ese cuidado especial que le caracteriza, los personajes (aún los que cometen los actos más atroces) se van haciendo querer.

Es la primera vez que leo a Abercrombie directamente en inglés y he de decir que no me ha resultado especialmente difícil aunque no se trata de una prosa excesivamente clara, pero sí que es muy fluida. Una vez te acostumbras a la forma de hablar de cada región, el ritmo te va llevando por cada página con una facilidad pasmosa.

Me gustaría también hacer hincapié en la evolución de la historia, ya que ahora nos encontramos en una época industrial donde la lucha obrera cobra una gran importancia en la narración. Resulta impactante el contraste de la guerras del norte, donde las batallas siguen siendo una épica mezcla de sangre, despojos y armas afiladas, con la industria textil organizada en las zonas más avanzadas. Pero esta supuesta “civilización” no hace si no enmascarar la terrible realidad del trabajo esclavo y las condiciones infrahumanas en las que los trabajadores viven. Resulta incluso más estremecedor pensar que Abercrombie no está exagerando en absoluto.

El final, que se nota muy trabajado por el autor, no hace si no aumentar el interés por las próximas entregas, porque lo que se ha ido cociendo a lo largo de los capítulos anteriores estalla con gran intensidad. Me tranquiliza saber que el segundo libro ya está en camino, porque así la espera será menos tensa.

The Ten Thousand Doors of January

Es innegable una tendencia actual en la fantasía a algo que podríamos llamar “literatura de portales”. Me parece que esta tendencia empezó hace unos años con la trilogía The Magicians de Lev Grossman y sus viajes a Fillory, pero seguramente alguien con más conocimientos que yo podría indicar otro inicio. El caso es que los portales han vuelto a nuestras vidas y parece que para quedarse. Ahí tenemos a Seanan McGuire y su exitosa serie Wayward Child o la propia autora de esta novela, Alix E. Harrow, ganadora del premio Hugo por otro relato de puertas mágicas.

The Ten Thousand Doors of January tiene un gusto a fantasía clásica que resulta muy agradable para el lector más veterano, que se encuentra con lugares que no conoce pero que le recuerdan a otros por los que si ha transitado. En este sentido, la autora es muy hábil dejándonos entrever otros mundos pero sin definirlos apenas, solo dando unas pequeñas pinceladas de lo que podríamos encontrarnos allí. En los mundos en los que se va desarrollando la historia sí que hay más descripciones y ahí es donde la autora saca a relucir todo su arsenal de comparaciones y estilos. Me ha fascinado la prosa que utiliza, capaz de decir mucho con pocas palabras. Creo que este es uno de los puntos más destacables de la obra, el placer estético de la lectura.

El hecho de que la protagonista sea una persona de color también es importante, en parte por el desarrollo de la historia en sí, pero principalmente como alegato antirracista. El momento temporal en que se sitúa, a principios del siglo XX, también ayuda a que este factor incremente su importancia, y cubre de un velo misterioso las investigaciones que se llevan a cabo para encontrar nuevas puertas, porque en aquella época el mundo no estaba tan precisamente cartografiado como ahora. Un acierto, otro más, de la autora.

Creo que la historia de amor que se va descubriendo a través de cartas y otras referencias también es un pilar importante en la novela. Un amor que ocurre casi por casualidad pero que es capaz de afrontar las más terribles adversidades y complots para llegar a buen puerto también es algo que quedará en nuestra memoria tras haber leído el libro.

Quizá el punto más flojo del libro sean los enemigos, que parecen terribles en primera instancia pero que acaban deshaciéndose con una facilidad pasmosa para lo que se podría esperar de los miembros de una sociedad secreta dedicados a la conservación del status quo.

Creo que The Ten Thousand Doors of January es un libro del que se va a hablar mucho a lo largo de los próximos meses y  no me extrañaría verlo en alguna lista de nominados para el año próximo.

En órbita con Thomas Pesquet

He de reconocer que cuando compré este tebeo no sabía muy bien qué me iba a encontrar, pero conocer el día a día de un astronauta sí que me llamaba la atención, así que me hice con él por un volunto, que ha resultado ser muy acertado.

Con un dibujo desenfadado y algo caricaturesco, Marion Montagne nos cuenta la historia de Thomas Pesquet, astronauta francés. Aunque seguimos sus pasos, en realidad Montagne nos da un curso acelerado de la carrera de cualquier astronauta y aprenderemos tanto de la burocracia de las misiones espaciales como de la preparación necesaria para hacer un EVA. Todo ello impregnado de humor y chistes recurrentes (¿cómo van al servicio los astronautas en el espacio?) que hacen de la lectura un placer. La idolatría a la figura de Gagarin merece un comentario aparte, convirtiéndose casi en el hilo conductor de la historia.

Aunque son más de 200 páginas, en ningún momento se hace pesado y contiene más información de la que podríamos llegar a suponer echándole solo un vistazo. Creo que la labor de documentación de la autora es digna de mención, pero aún lo es más su capacidad de síntesis. En cuanto al dibujo, aunque cumple perfectamente su función, en alguna ocasión me hubiera gustado que las viñetas fueran un poquito más grandes, para ver los detalles que a veces se pierden.

En órbita con Thomas Pesquet es una lectura que recomendaría a cualquier interesado en el espacio y me parece especialmente indicado para acercar la ciencia al público más joven, que aprenderá casi sin darse cuenta. Además, ya se sabe, en el espacio nadie puede oir tus risas.

Early Riser

Me lo paso muy bien leyendo las novelas de Thursday Next, así que cuando vi que se publicaba una novela aislada de este mundo, decidí probar a ver qué nos ofrecía Jasper Fforde. Sus características habituales están ahí, ese humor británico que a veces puede llegar a resultar exasperante y una imaginación desbordada, pero la falta de un marco de referencia más grande quizá juegue en contra de Early Riser.

La raza humana hiberna para sobrevivir a los inviernos tremendamente fríos de la Tierra. No es una novedad que haya ocurrido por el cambio climático, si no que es así desde el principio de los tiempos. En este escenario tan novedoso, Fforde utiliza todo un nuevo vocabulario que juego con los términos invernales para contarnos la historia de Charlie, que protagoniza la novela y que formará parte del selecto grupo de humanos que no hiberna para que los demás puedan hacerlo sin temor.

El autor juega con el lenguaje con una habilidad sorprendente, siendo este quizá el aspecto más destacado de la novela o al menos el que más me ha llamado la atención. Por ejemplo, el término winsomniac hace referencia a las personas con dificultades para entrar en el largo sueño invernal. Pero hay muchas más que dejaré que vayáis descubriendo vosotros mismos.

Como ya digo, el trabajo de worldbuilding es muy atractivo, pero por desgracia la historia no lo es tanto. Se queda a medio camino entre el thriller de espionaje y una novela costumbrista sin acabar de decidirse por un camino u otro. Los personajes, necesariamente pocos por las características del mundo, son muy pero que muy peculiares, como los zombies que son reutilizados para realizar tareas repetitivas de forma muy competitiva y barata. Si, en la novela salen zombies, pero solo si no son atendidos adecuadamente recurren al canibalismo. En caso contrario, son dóciles y llevaderos. Esto puede parecer absurdo, pero dentro de la lógica interna de la novela es consistente. Del mismo modo, la remuneración de un trabajo no se mide solo en el sueldo, si no que se considera una mejora importante el hecho de disponer de doble ración de pudding para ir acumulando reservas para el invierno.

Como ya digo no me ha terminado de convencer la historia, pero eso no quiere decir que la novela no sea entretenida. Además, tiene un precio muy competitivo en formato electrónico, por si necesitabais un empujoncito que os animara a leerla.

The House of Sundering Flames

Por fin he podido leer la entrega final de la trilogía Dominion of the Fallen de mi admirada Aliette de Bodard. The House of Sundering Flames nos trae un final muy esperado para la trilogía, un personaje nuevo destinado a desequilibrar todo el entramado de las Casas de París y, en general, una muy buena lectura.

Siempre me gusta destacar la calidad de la prosa de Aliette, capaz de evocar la belleza incluso en la decadencia así que esta tercera entrega no iba a quedarse atrás. Pero también es importante ver cómo los acontecimientos que se han ido desarrollando a lo largo de las páginas van convergiendo en un final acorde con la intensidad que esperábamos.

En el libro seremos testigos de cómo la bondad puede aparecer incluso en los lugares más inesperados y cómo las ambiciones desmedidas pueden dar al traste con las instituciones establecidas a lo largo del tiempo. Aunque el foco de la historia dejó atrás en su momento a la casa Silverspires para pasar a los Hawthorn (la debilidad de la autora por Asmodeus es bastante clara), personajes del pasado vuelven a aparecer para jugar un papel importante.

También es destacable la representación de parejas no heterosexuales, siempre desde el respeto, siendo el ejemplo más claro Asmodeus y Thuan, que han conseguido limar sus diferencias para transformar un matrimonio de conveniencia en una relación más sana, aún con sus altibajos. Me gusta especialmente la representación de los niños en el libro. En la fantasía también hay peques y no todos tienen que estar destinados a ser el héroe de las mil caras, puede que solo quieran jugar.

Me ha resultado muy entretenido buscar las pequeñas debilidades de la autora, como las referencias a las plumas y alguna que otra tuckerización en los personajes secundarios, incluidos supongo como broma privada.

En conclusión, The House of Sundering Flames es un final brillante y adecuado para una trilogía que ha marcado un antes y un después en la carrera de Aliette. Pero, sin duda, lo mejor está por llegar.

Mission Critical

Ya avisamos sobre su publicación y gracias a la generosidad de Rebellion Publishing pude hacerme con un ejemplar de esta obra en la pasada Worldcon.

“This is Not the Way Home” de Greg Egan

Un relato de menos carga hard de lo que nos tiene acostumbrados Greg Egan y que me ha recordado a uno de los relatos contenidos en The Eagle has Landed, por supuesto con diferencias. Me parece un inicio un tanto flojo para la antología, aunque la historia de supervivencia en la Luna prometía más en un principio.


“Rescue Party” de Aliette de Bodard

Me gusta cómo trata Aliette el tema de la apropiación cultural llevado quizá al extremo. Es un relato alegórico e inteligente, que contrapone el valor de tus recuerdos y memorias con tu aportación a la sociedad en una balanza que no parece muy equilibrada.


“Devil in the Dust” de Linda Nagata

Parece que Linda Nagata sigue especializándose en ciencia ficción militarista y “Devil in the Dust” es un nuevo ejemplo de esto. El uso de máquinas de Von Neuman como enemigo a batir no es novedoso, pero quizá si la negativa a utilizar otras IA como ayuda en la batalla.


“Hanging Gardens” de Gregory Feeley

Ha despertado tan poco interés en mí que cuando estaba escribiendo la reseña he tenido que volver a leer algunas páginas para acordarme de qué pasaba. Prescindible.


“The One Who Was There” de John Barnes

En este relato es mucho más curiosa e interesante la reflexión sobre la necesidad de la presencia física de los investigadores y científicos en la zona “cero” del estudio que la narración de la periodista que sirve como hilo conductor.


“By the Warmth of Their Calculus” de Tobias S. Buckell

Buckell es un autor al que me gustaría conocer más en profundidad, porque lo que voy leyendo suyo me gusta. En este inmersivo relato, se habla de temas tan interesantes como el desarrollo de tecnología biológica para esquivar el ataque de máquinas de Von Neuman programadas para aniquilar las civilizaciones cuando van evolucionando. Sin embargo, también se hace hincapié en el valor de las decisiones humanas y las soluciones creativas cuando el protocolo resulta ser demasiado rígido.


“Mutata Superesse” de Jason Fischer and Sean Williams

Este cuento tiene un cierto toque irónico que para mí no acaba de funcionar, intentando hacer gracietas en una situación de rescate llevada a cabo por humanos modificados.


“The Empty Gun” de Yoon Ha Lee

Yoon Ha Lee ya había dedicado un cuento maravilloso a un arma con capacidades especiales y en “The Empty Gun” repite el esquema, aunque hay que reconocer que no le sale tan bien como en Flower, Mercy, Needle, Chain.


“Genesong” de Peter F. Hamilton

Hamilton no es un especialista en distancias cortas y en este caso se nota, le falta espacio para desarrollar una idea que podría ser interesante pero que se queda en el gérmen.


“Something in the Air” de Carolyn Ives Gilman

Probablemente mi lectura favorita de la antología por una aproximación muy original al colapso de la función de onda y a la imposibilidad de estudiar un sistema sin modificarlo por este propio estudio.


“Lost in Splendour” de John Meaney

Aunque intenta hablarnos sobre la brecha generacional que inevitablemente existirá entre los humanos “base” y los “mejorados”, creo que el autor no acaba de centrar la historia.


“The Agreement” de Dominica Phetteplace

Interesante este relato sobre astronautas compitiendo para conseguir llegar a Marte que a mitad de camino se transforma en otro tipo de narración, con otros protagonistas y negociaciones interplanetarias.


“The Fires of Prometheus” de Allen M. Steele

Una misión de rescate condenada a fracasar para recuperar a un moribundo que decide utilizar sus últimas horas de vida para que nombre quede en los anales de la Historia. Muy buen relato con un giro final que lo completa.


“Ice Breakers” de Kristine Kathryn Rusch

No me ha terminado de convencer el cuento de Kristine Kathryn Rusch, con una resolución bastante obvia y con una serie de catastróficas desdichas algo monótona.


“Cyclopterus” de Peter Watts

Apasionado alegato ecologista de un autor que no duda en apoyar la resistencia activa contra el abuso al que sometemos al planeta. Bueno colofón para la antología.

Las antologías de relatos son casi por definición desiguales, pero creo que Strahan hizo bien en cerrar la serie Infinity para tener espacio para otros proyectos como este.