Reseña-entrevista de Cenital, de Emilio Bueso: el caleidoscopio del fin de los días

Uno de los libros de ciencia ficción española de los que más he oído hablar últimamente ha sido Cenital, la novela postapocalíptica de Emilio Bueso y la primera novela que leo del autor. No será la última. Lo he devorado en poco más de dos días y me hace mucha ilusión reseñarlo, más ahora que ha ganado el Premio Celsius 2012 en La Semana Negra de Gijón. Tiene virtudes, defectos, y todo aquello que me hace disfrutar cuando me siento a escribir una reseña. En este caso, además, la ilusión es doble porque Emilio Bueso ha accedido a responder algunas preguntas sobre el libro, así que más que una reseña esto es una entrevista/reseña. A ver cómo sale. Ya adelanto que mi reseña tiende claramente a lo positivo pero parece que los astros se han confabulado y Pedro, a.k.a Leemaslibros, ha sacado al mismo tiempo una reseña que parece un reflejo especular negativo de la mía. Podéis leer aquí. Qué puedo decir… él se equivoca y yo no 😉

Cenital

La premisa de Cenital es tan sencilla como aterradora: en 2014 se agotan las reservas de combustibles fósiles del mundo y con ello se derrumba de forma catastrófica el dominio de la cultura humana sobre el planeta. Es aterradora por la proximidad del fin, por la intensidad del planteamiento de Bueso y por el barniz de verosimilitud que consigue darle al sembrar el texto de referencias a autores y documentos, publicados en nuestra realidad, que ya hoy predicen un fin muy similar al de la novela. Me parece que “conspiranoico” describe bien el tono de Cenital, por más que Bueso confiese no compartir esa manera de ver la realidad:

Yo no creo en las teorías de la conspiración. Entre otras cosas porque si lo del cenit del petróleo fuera una de ellas a mí no me habrían permitido acercarme a una tercera edición de Cenital.

Yo, personalmente, y aunque haga entre poco y nada para prepararme, creo que Cenital habla de una crisis que acabará por llegar… aunque espero que las consecuencias sean algo menos dramáticas, o mucho menos, que en la novela. Bueso, ante la pregunta de si cree que estamos cerca de la situación que describe en Cenital, nos dice:

Las existencias de hidrocarburos disponibles son un activo estratégico para todos y cada uno de los principales exportadores. Hablo de países como Irán  Venezuela, Rusia, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos… Unos estados criminales y/o criminalizados, nada transparentes, a menudo considerados como poco democráticos y cuya solvencia y fuentes de financiación a futuros dependen de las reservas declaradas.

Con todo resulta imposible saber cuánto petróleo queda a ciencia cierta, incluso para los hombres más poderosos del mundo. Algunos analistas dicen que ya casi no queda petróleo barato, que tanto secretismo es en parte debido a que la mayor parte de los pozos han superado su cénit de producción. Y el hecho parece ser que los principales yacimientos, como Campo Ghawar, que es de donde ARAMCO obtiene el 65% de sus exportaciones, están ya más secos que un Martini.

Las referencias y fragmentos de documentos que pueblan el texto se integran sin estridencias en la estructura de la novela, un collage caleidoscópico que constituye el mayor acierto del libro. Se trata de documentos de fuentes muy diversas y numerosas y he querido saber algo sobre el proceso de documentacion de Cenital:

Violar a un oso polar me habría resultado más fácil.

Que esto no se trataba de documentar la crisis energética y nada más. Había que simular buena parte de un colapso social global creíble y que hacerlo mostrando cierto nivel de detalle cuando el foco desciende a ras de suelo. Sé que en este libro algunas cosas, como los personajes, se muestran únicamente desde un plano cenital, pero hay otras que no, que se examinan con detenimiento… Hay suspensiones de incredulidad que no pueden vencerse si, por ejemplo, no explicas cómo se hace para poner en marcha en un mundo sin carburantes un coche que lleva cinco años parado.

BuesoBueso diseña una subtrama principal, en la que explica la historia de la ecoaldea Cenital y su intento de construir una comunidad sostenible autosuficiente capaz de protegerse del resto del mundo, e hilvana a su alrededor una serie de textos que la complementan, la refuerzan y, sobretodo, la matizan. Y le dan interés, pues la historia principal por sí sola está casi desprovista de conflicto hasta sus etapas finales y no dedica mucha atención a la construcción de personajes. En cualquier caso, el autor quiebra la linealidad de la historia e intercala tres tipos de textos diferentes: los relatos individuales de las vidas de los miembros que componen la comunidad —donde se encuentran mis páginas favoritas del libro—, las soflamas incendiarias que escribió Destral —el líder mesiánico de la comunidad— en su blog antes del colapso pensando ya en organizar la ecoaldea y, finalmente, extractos de documentos auténticos que conectan la novela con nuestra realidad y la convierten en una advertencia. Mi sensación era que es una estructura muy meditada y me podía imaginar la infinitud de ajustes que tuvo que ir haciendo Emilio Bueso durante el proceso de escritura de la novela, y así se lo comenté a él en mi entrevista. Su respuesta da fe de mi perspicacia:

Yo improviso. Mis historias encajan por sí solas o son descartadas.

Salvando algún retoque menor y alguna cosa en la que me metió mi editor, el orden y la estructura de Cenital fueron escritos tal cual. O casi.

Pues será así, pero la novela transmite una sensación de flexibilidad y agilidad que compensa las limitaciones de Bueso para darle voz a sus personajes y conseguir una prosa uniformemente hermosa. En Cenital, el punto fuerte de Bueso es la estructura y se convierte en coreógrafo que utiliza el polifonismo para enfatizar subtextos, matizar la construcción de personajes y, en conjunto, convertir su novela en una herramienta de reflexión con más resonancias que las que sugiere una lectura superficial. Emilio nos explicó porqué le gustaba ir modificando nuestra percepción de los personajes:

Tú aclara desde el principio y al detalle qué clase de fulano es el protagonista de la historia y ya tienes ahí un libro que ni sorprenderá a nadie ni desplegará grandes misterios. Está claro que no puedes poner el foco sobre un tío del que no se sabe nada, pero eh, guardarte unos ases con él casi siempre es una buena jugada en el plano narrativo.

La novela adolece de cierta idealización de la forma de vida “neoprimitivista” de la ecoaldea, aunque en muchos sentidos se matiza a si misma a medida que despliega el arsenal de relatos de los diferentes personajes. Que a los habitantes de la ecoaldea la catástrofe mundial solo sirviera para hacerles mejor personas era algo que me irritaba y que restaba algún punto a la verosimilitud de la historia, aunque luego eso se corrigiera un poco. No es una opción casual, a juzgar por el comentario del autor:

Pero eso es porque el sistema socioeconómico del que formamos parte ahora mismo premia ante todo a los psicópatas y a los hijos de puta.

No exagero ni estoy opinando. Así, premiando a los desalmados y a los desaprensivos, es como funciona la política moderna y así es como se han organizado todas las corporaciones que nos quedan. La ética en las organizaciones ya no es que haya desaparecido, es que su mera presencia es objeto de castigo hoy día.

No todo son aciertos. Emilio Bueso me ha parecido un escritor muy sólido al que seguiré con atención (empezando por leer sus novelas anteriores), pero Cenital tiene algunas limitaciones que no niegan su grandeza y que ya he apuntado antes. Los diálogos, especialmente, sufren una falta de naturalidad que amenaza con convertirlos en meros vehículos de la advertencia moralizante del libro, contribuyendo poco a una construcción de personajes que, en otros sentidos, es tratada con mucho mimo por parte del autor. Que sí, que el libro es una advertencia (entre otras cosas) y que esa es parte de su gracia, pero con una mayor atención al sonido de los diálogos la lectura hubiera sido aún más memorable y el impacto de la novela se hubiera multiplicado. Esta falta de naturalidad también se nota, aunque en menor medida, cuando Bueso se esfuerza más por escribir grandes frases, cuando lo suyo es conseguir grandes escenas: estoy pensando en el capítulo de Carnaval, en un complejo turístico abandonado que evoca una desolación total en primera línea de una playa erosionada por las olas en la que naufraga un barco cuya tripulación ha muerto, o en la historia de Braqui la outsider y su lento acercarse a la comunidad de la ecoaldea, o… en realidad, estoy pensando en muchas otras escenas. A Bueso le pregunté por cómo las escribía, por cuáles eran sus fragmentos preferidos y cuáles los que más difícil le resultó escribir:

Guardo un buen recuerdo del desenlace, que aunque yo ya lo adivinaba a media novela, no dejó de sorprenderme. Y también me gustó el capítulo del personaje que vive extramuros. Fue duro escribir la historia de la chavala a la que le aplastan la cabeza, pero mucho más duro se me hizo escribir un capítulo que… al final deseché, quedó censurado. Me costaba leerlo hasta a mí. Y oye, explicaba muchas cosas acerca de lo más chungo que pasa en la ecoaldea. Hablaba del personaje más siniestro de todo Cenital: el abortador del pueblo.

Ahí Bueso es grande, cuando no fuerza el lenguaje, cuando, como él dice, “improvisa”:

Si yo deliberara antes de escribir lo que haría sería no escribir y dedicarme a cualquier otra cosa, que hasta meter barcos dentro de botellas resulta más interesante y rentable que hacer novelas, ahora mismo. Yo en esto me muevo a espasmos, me abandono a mis impulsos. Y escribo como un animal. No es pose, es lo que hay. Pregunta a mis amigos, o a las personas que trabajan conmigo.

Para mí, el resultado final de Cenital es mayor que la suma de sus partes. Se trata de una novela notable que puede ocupar un lugar importante en el género en nuestro país. Es una reflexión escalofriante y sutil que se despliega lenta, sobre la carrera sin sentido y sin frenos hacia el muro al que se precipita la humanidad, pero también encuentra tiempo para explorar otros temas como el mesianismo, la comunidad y, perdonadme el lugar común, la naturaleza del ser humano. También es una fábula moralizante que carga las tintas en un tono de advertencia que le cae como anillo al dedo y que pondrá los pelos de punta a cualquier lector más o menos consciente de lo que está pasando a su alrededor, especialmente en estos tiempos de mierda que corren.

Muy recomendable.

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