The Ashfire King

Lo peor que se puede decir de un libro es que te ha dejado indiferente y me temo que la novela de Chelsea Abdullah, continuación de The Stardust Thief ha seguido ese camino. Y no por que el libro no tuviera visos de ser una lectura interesante, trasladando a los personajes a un nuevo reino enterrado en las arenas nada más comenzar, si no más bien porque se pierde un poco la magia y el sentido de la maravilla que rezumaba en la primera entrega.

Chelsea Abdullah ayuda a los desmemoriados como yo con un resumen de lo acontecido en el primer libro, cosa que se agradece mucho aunque quizá no sea lo suficientemente extenso. La decisión de hacerlo aparte y no incluirlo en el propio tejido de la novela facilita que el comienzo de The Ashfire King no se haga pesado. Se incluyen también esos relatos externos que tanto dinamizaban el origen de la saga, aunque en esta ocasión son más cortos. ¿Qué ha fallado entonces? Pues que lo que era original y llamativo, ahora es un poco repetitivo y añadir romance a la mezcla no la mejora, más bien la vuelve algo más insulsa.

Abdullah ha pretendido caminar en la fina línea que divide la novela juvenil de la adulta y creo que la jugada no le acaba de salir. La perspectiva de los personajes, algunos con cientos de años a sus espaldas es un poco inmadura y aunque hacia el final del libro la cosa va mejorando, son muchas las páginas que no aportan nada a la narración. Quizá sufra un poco del síndrome del segundo libro, pero mientras lo leía mi mente divagaba a menudo y son casi 600 páginas de divagación. Algo ha fallado para no conseguir atraparme del todo.

La construcción del mundo sigue siendo el aspecto más atractivo de la novela, una ambientación desértica realmente atractiva, con una amenaza de desaparición que debería aumentar el ritmo del libro, aunque al final sigue siendo bastante pausado. La evolución de los personajes y sus relaciones, aunque existe, es un punto débil del libro, que quizá no dedica la suficiente atención a los diálogos que sustentan las maquinaciones políticas que sirven como motor de la acción.

Probablemente lea el último libro de la saga más por completitud que por otra cosa, pero espero que el colofón de una historia que empezó bastante bien me deje más huella que esta meta volante.

The Crystal Heir

The Crystal Heir es un proyecto muy personal de Brendan Noble, cuidado hasta el más mínimo detalle por parte del autor, que utilizó el Kickstarter para ilustrar la novela y dotarla de varios planos y mapas sobre todo para ilustrar las batallas que tienen lugar en el transcurso de la lectura. Esto ayuda a que el libro, que es en ocasiones algo árido, entre mejor por el ojo.

El tema principal sobre el que gira la novela es el auge del fascismo, con una facción en el poder que hará todo lo necesario para perpetuarse en él y deshacerse de la clase baja a los que considera perfectamente intercambiables unos por otros e indignos de cualquier tipo de atención. No es menos cierto que esta intriga política viene mezclada con un sistema mágico bastante complejo con unos increíbles costes asociados, pero la semilla subyacente bajo toda esta parafernalia es la lucha por la hegemonía de una raza sobre todas las demás.

The Crystal Heir es un libro largo y algo descompensado en cuanto al ritmo, ya que Noble gusta de recrearse en ciertas escenas mientras que pasa volando por otras. La panoplia de personajes que aparecen a lo largo de sus páginas es en ocasiones apabullante y lo que parecía una plantilla bastante amplia en la primera entrega se desborda de manera descontrolada en esta segunda. Y sin embargo, tiene algo que te hace seguir leyendo, no sé si el coste hundido de todas las horas que ya le has dedicado o simplemente la curiosidad por saber en qué desembocará todo, sobre todo porque la construcción de mundo sigue ahondando en el reino de los espíritus y sus relaciones con los intrincados sistemas de magia, que tienen su miga y que siguen sin estar completamente explicados.

Aunque el libro adolece de falta de ritmo, no es menos cierto que en el último cuarto de la lectura Noble pisa el acelerador a lo bestia, resolviendo muchas de la situaciones que ha ido planteando con anterioridad y dejando el camino expedito a una tercera entrega que tendrá el reto de ser un buen colofón para una saga compleja y retadora como es esta.

The Tiger and the Wolf

Hace ya tiempo que di por imposible ponerme al día con toda la obra de Adrian Tchaikovsky, si a duras penas soy capaz de seguir su producción actual, ¿cómo podría leerme todos sus libros más antiguos? Pero a veces los astros se alinean y, con la excusa de la publicación en español de The Tiger and the Wolf, con traducción de Núria Gres Llort, ya me falta uno menos de su catálogo por leer.

Vaya por delante que The Tiger and the Wolf es un libro muy largo, por lo que comprometerá bastante tiempo de nuestra lectura. Sus casi seiscientas páginas esconden una construcción de mundo sencillamente epatante, con todos sus personajes cambiaformas. Dependiendo de la tribu a la que pertenezcan pueden mutar en un animal determinado. Pero claro, cada una de estas tribus y de estas transformaciones tienen también sus peculiaridades, lo que da un juego maravilloso a un autor tan versado como Tchaikovsky en la exploración de las diversas posibilidades de un sistema mágico. Oro puro para engarzar pequeñas joyas fantásticas. Las peculiares características de cada animal influyen también en la idiosincrasia de cada tribu, afectando a sus costumbres y desarrollo. Terreno sembrado para el conflicto, pero también para acrecentar nuestro interés por la historia.

La protagonista de la historia es Maniye, cuya herencia mixta entre lobo y tigre la marca como alguien diferente en quien quizá su tribu no pueda confiar. Al autor le gustan estos espacios liminales, como el bosque mágico de City of Last Chances y se mueve como pez en el agua en estas zonas con contrastes tan exagerados. El elenco de personajes a su alrededor es muy rico y variado y desempeñan un papel muy importante en la novela, e imagino que también en las siguientes entregas, que tengo bastante interés en leer.

La novela también tiene algunos problemas, principalmente su longitud, a pesar de la fama que me precede sobre leer tochos (ejem, Marcheto, ejem) no es menos cierto que tantas páginas con bastante problemas de ritmo requieren bastante tiempo para leerlas. Creo que el autor ha ido afinando su sentido del ritmo conforme ha ido publicando más, no olvidemos que esta novela es de 2016.

The Viscount St. Albans

Hay una fina línea que separa, al menos en mi mente, el romantasy más fantástico del romance paranormal más tipo Corín Tellado. Natania Barron navega esta frontera imaginaria con estilo y aunque el comienzo de The Viscount St. Albans parecía más centrado en el amor, luego va cobrando fuerza la intriga y la lucha de poderes entre distintas facciones, lo cual es más de mi agrado.

Ha pasado algo de tiempo desde los hechos acontecidos en Netherford Hall y la historia se centrará en la maldición vampírica que ha caído sobre Viola y su aparentemente imposible relación con Silas el vizconde del título. El foco de esta segunda novela deja a Edith y Poppy en un segundo plano, aunque sus apariciones siguen siendo relevantes. Es un paso de testigo muy bien llevado por la autora, que además nos va presentando nuevos personajes que, sin duda, protagonizarán la siguiente entrega de la saga. ¡Vampiros! ¡Hombres lobo! ¡Hadas!

La ambientación en la época de la Regencia está muy bien conseguida, con ese estilo que se podría llamar fantasía costumbrista pero que otras personas me han definido, de manera muy acertada, como fantasía de tacitas. El proceso de conversión a vampiresa resulta ser todo un quebradero de cabeza ya que el conocimiento que pudiera haber al respecto se ha perdido por el camino. Esto deja el camino expedito para que Barron conjure nuevas ideas y dirija la trama hacia donde más le interesa, con algunas revelaciones inesperadas pero no por ello menos oportunas en el desarrollo de la historia. Es un libro que trata sobre los cambios, los buscados y los impuestos, y sobre cómo sobrellevarlos de la manera más adecuada posible. También es una novela sobre la amistad y el aprecio a la familia encontrada sin contraponerlo con las relaciones con la familia sanguínea.

No me cabe duda que la presencia de Roland de Grateloup, el vividor hijo de la High Witch tendrá un papel mucho más relevante en las siguientes entregas, porque lo cierto es que roba cada escena en la que aparece.

De nuevo nos encontramos ante una novela de lectura agradable, que no viene a revolucionar el género pero que te hace pasar un buen rato.

The Immesurable Heaven

La sinopsis de The Immesurable Heaven me llamó la atención desde el primer momento en que la vi, prometiendo una space opera con variadísimas especies alienígenas, realidades alternativas que florecen como flores tras una lluvia de mayo y un preciado mapa para saber cómo navegar por estos mundos. Just my cup of tea.

Quizá mis expectativas estaban demasiado altas, pero conforme iba avanzando la lectura me parecía que Caspar Geon había dejado que su imaginación para crear distintas criaturas corriera sin riendas pero que no fue capaz de formar una trama bien conectada que diera soporte a todo el despliegue pirotécnico de razas que interactúan en las páginas de su obra.

La idea de partida, con infinitos mundos entre los que se puede navegar pero solo en una dirección, ocupando cuerpos distintos que permiten investigar las riquezas y misterios de cada lugar es apasionante. Si a esto le añadimos la presencia de una amenaza que parece capaz de revertir las leyes de la física para volver de los mundos mas profundos y una raza de seres tan avanzados que viven en el corazón de las estrellas (los Throlken), sonaba apasionante. Pero, por desgracia, solo sonaba. Los conceptos con los que quiere jugar son fascinantes, pero la ejecución es demasiado plana.

Los personajes, de nombres bastante curiosos, no evolucionan a lo largo del libro. Y la extrañeza que cualquier lector esperaría encontrar en las relaciones entre una miríada de criaturas tan infinitamente distintas ni está ni se la espera, gracias al idioma universal impuesto por los Throlken. Si al menos hubiese una trama que sostuviera la historia, aunque los personajes no fueran muy carismáticos la novela tendría visos de salvación, pero es que tampoco es así, con lo que nos encontramos con un libro que cojea en muchos de los pilares que conforman una buena novela. Es por ello que no puedo recomendarla, a pesar de que me hubiera gustado.

Blood of the Old Kings

Esperaba que una obra de un autor coreano me sorprendiera mucho más de lo que lo ha hecho Blood of the Old Kings que tiene demasiado sabor a fantasía convencional y típica y poco a novedosa y original. La obra es de Sung-Il Kim traducida al inglés por Anton Hur.

El Imperio ha conquistado el mundo gracias al poder que de sus generadores mágicos alimentados por los cadáveres de los magos, que se convierten en simples baterías tras su muerte. En vida, ya no estudian conjuros, supeditados siempre a ese futuro funesto. La novela se articula en tres puntos de vista, bastante diferenciados. Loran busca venganza por el asesinato de su familia y llegará a un acuerdo con un dragón para conseguirla. Arienne está predestinada a ser la batería de uno de esos generadores de magia, pero cuando empieza a escuchar la voz de un poderoso nigromante en su mente, todo cambiará. Y Cain sobrevive en las calles de la capital del imperio como buenamente puede, hasta que su mentor amanece asesinado.

La trama es bastante simple y el estilo de escritura, también. Los personajes no tienen suficiente profundidad, en especial Cain que empieza como un interesante trasunto detectivesco, pero que pronto pierde esa cualidad que quizá era la más atractiva. Reconozco que me complace que haya protagonistas femeninas pero no vienen acompañadas de personalidad y el tropo de la “venganza por haber acabado con mi familia” debe ser de los más manidos de la fantasía.

Algo más novedoso, aunque tampoco tanto, es la transformación mercantilista del sistema mágico en una simple central de cogeneración, donde metes un finado con poder mágico y obtienes energía a cambio. De ahí surge la necesidad de proteger los sistemas de mayor potencia, para poder seguir nutriendo al mundo de su electricidad. Lo malo es que, por ejemplo, Adrian Tchaikovsky ya explora esta posibilidad en su saga de los Tiranos Filósofos cuando los Palleseen extraen la magia de los dioses de las demás culturas, así que tampoco es tan novedoso.

. El final es bastante ambiguo, como dejando espacio para las continuaciones que están anunciadas para finales de este año, pero que sinceramente no sé si leeré. No puedo recomendar una lectura que me ha dejado bastante indiferente.

Wearing the Lion

Reconozco que es muy difícil hacer un retelling de la mitología griega que suene original, llevamos siglos revisitando estas historias y es complicado no contar algo que ya hayamos visto. John Wiswell encima se decide por los mitos más conocidos, las doce pruebas de Hércules, que hemos visto narradas hasta la saciedad.

Si bien es cierto que su aproximación añade el toque moderno de la familia encontrada versus la familia biológica y cierto tono chistoso al principio con la relación entre Heracles y Hera, idolatrando a su mayor enemiga, la novela en general aporta poco al lector.

Los distintos puntos de vista intentan alterar un poco el ritmo para el lector, pero retorcer cada mito con animales para que Heracles vaya acompañado de su zoo particular es repetir en demasía un patrón que acaba resultando cansino. Y ese problema, la repetición, es el principal escollo para disfrutar de la lectura. Es que siempre estamos dándole vueltas a lo mismo, la culpabilidad de Heracles por el ataque de las furias, la culpabilidad de Hera por dejarse llevar por sus impulsos, la culpabilidad de las Furias por hacer caso a su propia naturaleza… Es todo lo mismo una y otra vez.

Además, la prosa tampoco es que esté muy refinada. Vale que Hera tiene una cornamenta que llega desde aquí hasta Lima, pero repetir tantísimas veces “my dipshit husband” no es que vaya a aportar mucho a la novela, más bien inciden en lo repetitiva que es, incidiendo aún más en su principal problema.

John Wiswell intenta humanizar al dios más humano, pero no lo consigue de una manera que sea atractiva para el lector. Esperaba algo más del ganador del premio Nebula, la verdad.

The Martian Contingency

Los libros de la saga Lady Astronaut de Mary Robinette Kowal son un viejo conocido con el que puedes pasar un buen rato pero no te consigue sorprender. La cuarta entrega de la saga sigue esos mismos derroteros, una novela entretenida, pero con una fórmula que ya parece algo agotada.

Kowal decide volver a darle todo el protagonismo a Elma York, que al fin y al cabo es la piedra fundacional de toda la saga, pero la falta de un hilo conductor en la novela hace que su protagonismo sea un poco vano. Mientras en las entregas anteriores Elma se enfrentaba contra viento y marea para conseguir sus objetivos y un poco de igualdad, aquí está un poco a verlas venir. No es menos cierto que algunas de las decisiones que toma son importantes, pero el tono general es bastante laxo.

En el libro se tratan temas de relevancia de los que la autora ya se hizo eco en las entregas anteriores: el racismo, el sexismo… pero que el causante del problema que tendrán que resolver en Marte sea un suceso que aconteció fuera de los focos y del marco temporal del libro, deja en entredicho toda la novela. Y no hay un proceso de investigación claro, solo deslices de los que sí estuvieron presentes, dando lugar a situaciones incómodas. En los epílogos la autora habla de que el elemento que utiliza para cohesionar toda la novela es el calendario, pues la verdad es que la consistencia está bastante desleída.

Como historia alternativa, cada vez que pasa el tiempo en la saga debería divergir más del punto de partida con la caída del meteorito, pero Kowal sigue tomando como referencias su conocimiento de la historia de este periodo determinado. Si eso es congruente o no con los hechos que acontecen, queda a juicio del lector.

Me gusta que se justifique la progresión de la enfermedad del doctor York que acabará en los acontecimientos que dieron lugar al relato fundacional de la saga, aunque solo sea para compensar las constantes referencias a la vida sexual “normal” de la pareja. Hay un límite al número de comparaciones con lanzamientos de cohetes que se pueden utilizar en una novela y la autora hace ya tiempo que la sobrepasó.

Desconozco si The Martian Contingency es la última entrega de la saga, pero creo que el relato ya no da para mucho más.

Gods of the Wyrdwood

Tengo un poco dejado de lado a R.J. Barker como autor, probablemente por los tochazos que se marca, pero no es menos cierto que Gods of the Wyrdwood merece la pena a pesar de su extensión.

Al libro le cuesta arrancar y esto puede ser un obstáculo para el lector pero una vez superado este tramo algo más arduo, la verdad es que fluye bien. El mundo creado por Barker, con sus dioses y sus bosques tan pantagruélicos como incognoscibles, se asemeja al nuestro en cuanto a las rencillas y los abusos de poder que perpetran los poderosos contra los más débiles. La novela tiene un marcado tono ecologista, ya que se hace mucho hincapié en el uso de los recursos del bosque siempre que no se le haga daño, desde la utilización de la madera caída como la extracción de esencia vital de los árboles. Creo que este es el camino en el que se profundizará en las siguientes entregas de la saga Forsaken.

En cuanto al sistema mágico, me parece un gran acierto la presencia de una especie de organismo simbiótico (o parasitario, según se vea) que otorga poderes a los humanos siempre que se los alimente adecuadamente. Representa muy bien tanto la corrupción de los que siguen el camino más fácil como las dificultades y las posibles recompensas morales de los que exploran otras posibilidades según su brújula moral.

También es original la estructura familiar que sustenta los distintos pueblos que recorren los protagonistas, en una especie de fórmula lineal que recuerda un poco a Robert Heinlein. No es que ayude mucho a la comprensión que el autor haya decidido sumergirnos directamente en la terminología como quien tira a alguien que no sabe nada a un profundo pozo de tiburones, pero aquí somos lectores de género y hemos venido a jugar.

El escritor ha decidido utilizar en los episodios de flasback en los que iremos conociendo el pasado de los personajes la segunda persona del singular, saliéndose de lo habitual y presentando un pequeño desafío al lector, aunque nada comparado con el maremágnum de terminología que también nos rodeará. Al final del libro se atisba una posible explicación para esta elección, que me gustaría comentar con algún lector que ya haya disfrutado del libro.

Gods of the Wyrdwood, aunque complejo y algo desafiante al principio, es un principio excelente para una serie que no tardaré mucho en seguir leyendo.

Six Wild Crowns

No me cabe duda de que cada nación mira con especial cariño a su propia historia mientras desprecia un tanto la de los demás. Es por esto que la premisa de Six Wild Crowns que se basa un poco (pero muy poquito) en la historia de Enrique VIII quizá sea de más interés para el mundo anglosajón que para nosotros, que vemos más la historia del primera cabeza de la iglesia anglicana como un vividor aprovechado de insaciable apetito sexual que iba quitándose de en medio a sus esposas como el que se sacude el polvo del camino. Afortunadamente o no, porque la sinopsis en ese sentido es bastante engañosa, la relación de este libro con la historia tal y como creemos conocerla es tangencial, como mucho.

Se dice que el rey deberá tomar seis esposas que guarden simultáneamente seis castillos para que el poder mágico defensivo de su Dios proteja el reino de Elben. Así que cuando Enrique toma por esposa a Boleyn, completa el sexteto que le proporciona el poder necesario para defender su reino. Boleyn está localmente enamorada de su marido, culmen de la masculinidad, pero su carácter inquieto la llevará a explorar la magia del mundo y lo que descubrirá iniciará un conflicto de consecuencias inesperadas.

Six Wild Crowns es un libro que pretende alentar la sororidad, pero lo hace de una forma un tanto basta. El harén de Enrique está relativamente aislado y no se relacionan entre ellas, ya que daría mala imagen, o eso es lo que se supone, ya que la realidad sobre la fuente del poder y las consecuencias de su uso es bastante más oscura. La representación femenina de esposas es bastante variada, desde la joven e inocente a la más mayor con gran experiencia, la que utiliza sus argucias para evitar las visitas nocturnas del rey o la que directamente cree que es tonta y actúa en consecuencia. Pero que todas estén subyugadas por el poder del patriarcado es dar un mensaje demasiado directo sin ninguna sutileza.

¿Los dragones de la cubierta? Publicidad engañosa, ya os lo digo yo, es que tienen una presencia tan testimonial que la verdad, mejor que Holly Race los hubiera obviado del todo.

El libro, a pesar de los variados puntos de vista, resulta un tanto monótono. La intriga cortesana es demasiado previsible y el tono en general resulta bastante aburrido. Aunque Olivia Dowd como narradora del audiolibro cumple con su función, el material de partida tampoco da para mucho más. Y, para más inri, el final es un cliff hanging literal, que no sé si merecerá la pena resolver.