The Art of Prophecy

Le tenía un poco perdida la pista a Wesley Chu, aunque reconozco que es uno de los autores que más me gusta cuando narra combates, junto con Fonda Lee. Pero cuando vi que tenía la oportunidad de leer The Art of Prophecy, su nueva novela fantástica, no dejé pasar la oportunidad.

Chu nos ha regalado un libro que no viene a reinventar el género de la fantasía, pero que todo lo hace tan bien que nos tiene entretenidísimos durante las más de quinientas páginas que conforman esta primera entrega de una saga. La novela tiene una estructura bastante simple a pesar de los cuatro puntos de vista de los que disfrutaremos, con los cambios de escenario bastante bien medidos y sin necesidad de recurrir al cliffhanger constante. Además, las historias de los cuatro narradores están bastante equilibradas en cuanto a interés y ritmo, todo un acierto por su parte.

El libro comienza con la visita de una maestra de la guerra (no es que me estuviera acordando de Michelle Yeoh al ver la presentación del personaje, no, para nada) de mediana edad al lugar donde se está formando el elegido, el héroe que la profecía ha marcado como salvador del reino… pero se llevará un buen chasco al ver al niño malcriado en el que se ha transformado por la intervención de muchos maestrillos más preocupados por su provecho personal que por el bien de su pupilo. Ella estará dispuesta a enderezar su camino por los métodos que sean necesarios, pero una serie de acontecimientos los obligarán a huir con poco más que la ropa que llevan puesta.

El comienzo, como habéis podido ver, no es ni original ni muy prometedor, pero el autor lo compensa con los añadidos que le va haciendo al mundo, especialmente con las técnicas marciales que a mí me encantan, pero también con sus toques de magia y con la aparición de otros personajes que van añadiendo capas y capas de interés a algo que quizá comienza descafeínado.

Se nota que Wesley Chu ha trabajado especialmente en darle a cada personaje su propia voz y un trasfondo complejo, lo cual se agradece porque si no, la novela no se sostendría. Cada lector tendrá un personaje favorita, sin duda, pero es precisamente esa capacidad de elección entre varios lo que hace tan ameno y entretenido el libro, con sus toques de humor incluidos.

The Art of Prophecy me parece una excelente introducción a una nueva saga, estoy deseando saber qué pasará en la siguiente entrega.

Fantasmas de verde jade

He disfrutado un montón con la primera entrega de la saga La Sociedad de Lundenwich, escrita por Víctor Sellés y dirigida a un público juvenil, aunque es perfectamente disfrutable a cualquier edad.

El escenario de la obra es un trasunto del Londres victoriano con espíritus y magia, con sus toques dickensianos de pobres huérfanos abandonados a su suerte y amenazas del más allá. El autor consigue presentarnos a la vez el mundo en que discurre la narración y los personajes que nos la contarán, en un ejercicio bien compensado de exposición de la información que deja margen para la imaginación del lector. Las explicaciones son sencillas y perfectamente aceptables, sin necesidad de entrar en mucha profundidad.

Aunque el protagonista de la novela es el joven Thomas Blackpole, es cierto que comparte importancia con los otros miembros de la Sociedad de Lundenwich, lo que hace que en los capítulos estén bastante compensadas las apariciones de los personajes y sus acciones. El ritmo y la acción no decaen en ningún momento, cosa que se agradece. No faltan los cadáveres a los postres para estos irregulares de Baker Street espiritistas, pero el autor diluye siempre la violencia para convertir la lectura en un pasatiempo agradable.

Quizá se le note demasiado que es la primera entrega de una saga porque se centra más en la descripción del mundo y en las interacciones entre los personajes que en el propio misterio que se supone que es el hilo conductor de la novela, ya que se resuelve un tanto precipitadamente, pero el dinamismo de la obra y el hecho de que se lee en dos sentadas hace que se puedan omitir estos pequeños detalles.

La verdad, tengo mucha curiosidad por saber más de las andanzas de los jóvenes de la Sociedad de Lundenwich. Sin duda, que cuenten conmigo para el próximo misterio.

Frontier

A veces los esfuerzos publicitarios que se hacen en el mundo editorial confunden más que ayudan en la promoción de los libros. Frontier, para mí, es claramente un western crepuscular situado en el futuro, en una Tierra abandonada a su suerte por el imperio galáctico y manejada a su antojo por una religión obcecada en la antigua grandeza del planeta. Pues nada de esto aparece como tal en la publicidad, haciendo referencias a Becky Chambers o Sam J. Miller, grandes escritores sin duda pero que no parecen un referente especialmente acertado.

Las elecciones que hace para llevar a cabo la narración de su historia Grace Curtis pueden ser bastante controvertidas. El hilo conductor de la historia, es la búsqueda de una persona. Pero la autora decide no identificar a la buscadora y contar el viaje a base de retazos de historias donde este personaje no es la protagonista. Así consigue una sensación de extrañeza y un alejamiento que no sé si es lo que más le conviene a la historia, pero que es muy llamativo. Muy del estilo del tropo del forastero que llega a la ciudad y no deja de encontrarse problemas.

Las distintas situaciones en las que se va encontrando la extraña son descorazonadoras y bastante representativas del escenario planteado. Una Tierra abandonada, con las consecuencias del cambio climático, con una religión sectaria y unos representantes de la ley abusivos. En general el tono de la novela es bastante triste.

La labor de la narradora del audiolibro es encomiable. Lauryn Allman consigue impregnar toda su locución de ese tono nostálgico y desesperanzado que es la base de la novela.

El último tercio de la novela cambia los recursos que se estaban utilizando, algo que puede ser demasiado tardío para quien no haya conectado con la novela desde el principio y descolocar a quien si haya entrado en el juego. De nuevo, una decisión arriesgada por parte de la autora. A mí personalmente esta parte final es la que más me ha convencido, pero puedo entender perfectamente que algún lector no haya llegado al final del libro por las sensaciones de lejanía que se provocan en los dos primeros tercios.

Frontier es una novela melancólica en la que resulta difícil entrar. Atrevida en su planteamiento, recuerda en algunos momentos a Cántico por Leibowitz y a Stark Holborn, pero con un camino propio.

The Seven Moons of Maali Almeida

Pienso que es bueno salirse de las lecturas más habituales de nombres conocidos para encontrar obras que nunca esperábamos que nos fueran a impactar. Es por esta razón que decidí darle una oportunidad a The Seven Moons of Maali Almeida, esperando una historia con algo de fantasía, pero Shehan Karunatilaka utiliza este recurso solo para mostrarnos la convulsa historia política de Sri Lanka el siglo pasado, sin ahondar mucho en la parte no realista de su historia.

Maali Almeida es un reconocido fotógrafo de guerra que muere en circunstancias que no se aclararán hasta muy avanzado el libro. Según le informan en la ajetreada sala de espera de la muerte, dispone de siete lunas para arreglar sus asuntos pendientes y pasar al más allá. No es muy original el planteamiento, parece un poco la secuela de Ghost aunque sí que me parece divertido las trabas burocráticas que conforman gran parte de las escenas de Maali en la antesala de su futuro definitivo.

Maali no sabe quién le mató si es que lo hicieron, pero sospecha que está relacionado con las fotografías de guerra que ha hecho a lo largo de los años donde expone las corruptelas y la crueldad de aquellos que están en el poder o de los que luchan por arrebatárselo. Afortunadamente, hay unos cuantos párrafos dedicados a explicar la sopa de letras que conforman todas las siglas de las distintas facciones enfrentadas.

Para una total desconocedora de la historia de Sri Lanka como soy, The Seven Moons of Maali Almeida sirve para conocer un poco los tejemanejes de las grandes potencias en la isla, que tras sufrir su pasado colonial tampoco salió muy bien parada tras los acuerdos de 1948. El hecho de tener tan cerca un vecino tan poderoso como India tampoco sirve para su “tranquilidad espiritual”.

Hay otro aspecto que define al protagonista de la obra, su homosexualidad encubierta. Es algo que le define intrínsecamente, pues tener que ocultar su naturaleza le obligará a mantener tan solo relaciones esporádicas con la inestabilidad que conlleva.

La novela está bastante bien escrita y resulta interesante, pero como digo su encuadre en el género fantástico es poco más que casual, por la necesidad de tener un instrumento que le permita relatar los sucesos de su vida pasada. Si en vez de hablar de fantasmas nos refiriéramos a viajes en el tiempo o alguna otra añagaza del estilo, el libro tampoco sufriría demasiados cambios.

En cuanto a la narración en audiolibro, obra de Shivantha Wijesinha, me parece correcta, pero tampoco me ha entusiasmado. Es cierto que el libro se me ha hecho un poco largo aún sabiendo que solo iba a extenderse durante siete lunas, porque mi capacidad de absorber horrores de la guerra tiene cierto límite.

Lost in the Moment and Found

Es enero, y enero significa nueva entrega de la saga Wayward Children de Seanan McGuire, que ya va por el octavo libro (y lo que le quede). Lost in the Moment and Found es un libro de transición, se puede considerar prácticamente independiente de los otros aunque haya algún que otro cameo para los seguidores de la serie. No sé si lo quieren publicitar como una nueva “puerta” (guiño, guiño, codazo, codazo) de entrada a la serie o como una historia para dar más trasfondo al universo creado por al autora, pero lo de lectura independiente es totalmente cierto.

El libro comienza con un comentario de la autora muy acertado y necesario, porque es verdad que leyendo esta historia lo he pasado realmente mal. Ha sido una experiencia terrible y eso que no llega a ocurrir nada. Pero ser testigos de como el padrastro de la protagonista utiliza todos los recursos en su mano para aislarla de su madre y proceder a aprovecharse de ella es devastador. Esta parte realista es de muy difícil digestión.

Afortunadamente, esta parte acaba relativamente pronto. Por desgracia para Antsy, la niña protagonista, el lugar al que llega también tiene trampas ocultas. Primero es todo fascinante, con múltiples probabilidades en cada rincón. Llega a un establecimiento en el que acaban todas las cosas perdidas y es capaz de viajar de manera constante a través de los muchísimos mundos que son accesibles desde un nexo como es esta tienda de objetos perdidos. Pero todo tiene un coste y una niña tan pequeña no es capaz de discernir las consecuencias de sus actos, hasta que quizá sea tarde.

La lectura de este libro me ha dejado sentimientos encontrados. En primer lugar, por la dureza desgarradora de los primeros capítulos, tan realistas que hacen daño. Pero por otra parte, dentro del universo de los Wayward Children me parece un libro muy de transición, que aporta poco al escenario general y que parece de compromiso o de relleno por parte de la autora. Y lo peor es que habrá que esperar otro año para ver hacia dónde dirige sus párrafos.

Cástor y Pólux

Los Dioscuros son unas figuras bastante conocidas en la mitología griega, así que quizá no iba a resultar fácil innovar en su historia, pero Alejandro Marcos Ortega lo consigue respetando la forma de narración a la que estamos más o menos acostumbrados cuando leemos sobre mitología pero introduciendo novedades muy atractivas, como la mitología vasca. Nos resultará familiar el uso de diversos apodos para referirse a cada personaje, como el dios de pies alados, el tonante, los Tindáridas…

El libro está repartido en capítulos que pertenecen a cada uno de los gemelos, alternando la narración y variando el tiempo en el que transcurren los hechos. Mientras que el relato de Cástor se sitúa en la juventud de ambos, lo que cuenta Pólux ya sucede en el final de la vida de su hermano. El autor respeta esta forma de estructura la novela que parece hecha ex profeso para unas voces que acabaron compartiendo la eternidad.

Quizá la parte que contiene más novedades es el viaje de Cástor a la tierra de los vascones, porque nos encontramos con unos seres mitológicos totalmente desconocidos para mí que resultan muy atractivos. Es cierto que a veces es difícil sentir empatía por un protagonista que considera bárbaros a todos los que se encuentra, desde su superioridad aquea, pero el tiempo y las circunstancias lo van poniendo en su sitio. Esta itinerancia por mar y tierra despertará la curiosidad del lector, y al menos en mi caso ha servido para que explore algunas leyendas del norte de la península.

La parte de la novela que sigue las andanzas de Pólux es necesariamente más crepuscular, tanto por el momento temporal en que se sitúa como por la tarea que el púgil decide desempeñar. Me has gustado mucho la elección del narrador, ya que Hermes nos lo muestra todo a través del tamiz de su divinidad, que no deja de ser bastante humana en sus anhelos. Es menos sorprendente en el sentido de que tanto el itinerario como el elenco de personajes con los que Pólux se relaciona son más conocidos, pero quizá por ello también sea más emotivo. Además que hacia el final del libro, las reflexiones sobre la inmortalidad de Clitemnestra son oro puro.

Estamos ante una novela de ritmo sosegado que puede que no sea del agrado de todos los lectores, pero que a mí me ha parecido más que atractiva. Si a esto unimos la estupenda edición del libro a la que ya nos tiene acostumbrados la editorial, se trata de un firme candidato a ser revelación del año 2022.

Monstruos ordinarios

Sentía mucha curiosidad por este libro, pero la verdad es que su longitud me echaba un poco para atrás. Cuando vi que estaba en audiolibro en español, empecé a escucharlo y he de decir que aunque al principio me echó un poco para atrás que estuviera en español sudamericano (creo que el acento es mejicano, pero no tengo tanta pericia auditiva como para afirmarlo), en realidad no ha supuesto ningún problema, salvo algunos usos del idioma que suenan algo raros a un hablante español.

Monstruos ordinarios es una novela de fantasía muy oscura, con sus toques de terror y escenas realmente macabras, pero a pesar de que todo esto no suele ser plato de mi gusto, la novela sí que me ha convencido totalmente. El hecho de situar a personas con talentos especiales en el siglo XIX ya ha sido utilizada con anterioridad (sin ir más lejos, por Alan Moore), por eso JM Miró prefiere cargar las tintas en la descripción del entramado mágico de su mundo y sobre todo, en un elenco de personajes con vidas tortuosas y pasados terribles.

Se trata de un libro coral, al que se le podría quizá poner como defecto la gran extensión y tal vez la parsimonia y el detalle con que se describe cada escena, aunque lo cierto es que no tiene problemas de ritmo y una vez que se entra en la ambientación, se disfruta cada momento. Por cierto, hay que tener en cuenta que es la primera parte de una trilogía, así que aunque se puede disfrutar de la lectura como un todo, no deja de ser verdad que algunas de las tramas quedan abiertas para las siguientes entregas.

Como decía, quizá lo más importante de la obra son los personajes que pueblan sus páginas, desde los chicos cuya búsqueda y rescate acaparan las primeras decenas de páginas hasta los adultos y otros talentos ya más establecidos que conforman las dos últimas terceras partes de la novela. Miró hace una exposición descarnada de la condición humana, sin poner trabas a la maldad del racismo, el clasismo, la explotación infantil… todas las historias del pasado de los caracteres están plagadas de dolor y sufrimiento, pero son totalmente verosímiles aún con la existencia del factor sobrenatural. Niños de 9 años trabajando como deshollinadores que quedan atrapados en las chimeneas, ratas de teatro que a cambio de los restos de la comida de la compañía de actores trabajan de solo a sol, artistas de circo que muestran sus peculiaridades ante un público sediento de novedad…

El autor, que como vemos no nos protege de las consecuencias del terror ordinario, lo hace aún menos con las del terror sobrenatural. Seremos testigos de la creación de gigantes de carne con trozos de cadáveres, de desmembramientos a manos de monstruos no muertos y de muertes de infantes para saciar el ansia de otros monstruos. No es un libro que se recree en el gore, pero desde luego no le hace ascos.

La trama, que en un principio podría parecer más simple de lo que es en realidad (estos son los malos y estos son los buenos) en realidad oculta planes y paradojas que iremos conociendo poco a poco en el despliegue de capítulos. Se me hace raro en la traducción que Alejandro Romero Álvarez haya preferido dejar bastantes términos en el inglés original, siempre he pensado que la tendencia en la traducción es “castellanizar” todo lo posible (que me disculpen los traductores si estoy equivocada). El caso es que casi todos los elementos que forman parte del “otro mundo”, mantienen sus nombres en inglés en esta ocasión.

La narración del audiolibro por parte de Santiago Padilla es muy buena, adaptándose en cada momento al personaje del elenco al que está encarnando.

Sin duda, recomiendo la lectura de la obra, pero sabiendo a lo que nos veremos expuestos.

Ashes of Man

No me cabe duda de que la saga de The Sun Eater de Christopher Ruocchio es una de las mejores spaces operas del siglo, pero por la razón que sea está pasando bastante desapercibida en España. Con Ashes of Man todavía no llega a su final, con un protagonista ya mayor que sigue sirviendo a su emperador pero que ya no cuenta ni con la fuerza y el entusiasmo de la juventud ni con el apoyo de sus compañeros que han ido cayendo por el camino. El enemigo sigue insaciable en su proyecto de acabar con la Humanidad, de devorarla, aunque eso ni siquiera es lo más terrible que desean hacer.

Hablar de la quinta entrega de una saga sin entrar en el cenagoso terreno del destripe es una misión muy complicada, así que me temo que mi reseña sobre Ashes of Man estará más orientada a mis sensaciones durante la lectura que al análisis de la propia obra. Nos encontramos ante una novela profundamente pesimista, con un protagonista destrozado por las pérdidas y el dolor acumulado a través de décadas y décadas de deambular por el espacio. Ruocchio sigue utilizando su conocimiento de la cultura clásica para apuntillar muchas de las reflexiones que trufan el libro, lo que nos hace pensar que la historia siempre está condenada a repetirse y que los Imperios acaban cayendo, ya sea a manos de los bárbaros venidos del norte o de los codiciosos alienígenas que nos consideran alimento.

¿Quedan cosas sin explicar? Sí, pero por esa misma razón tiene mucho mérito el colofón que nos ofrece el autor, centrado más en las reflexiones de un héroe destrozado, en increíble contraste con el joven inocente que conocimos en la primera entrega, al que las mareas del tiempo han ido agostando, que nos transmite su herencia aún a sabiendas de la inutilidad del gesto. Un joven que aún recuerda las lecciones de Gibson, el tutor que guio sus pasos desde el comienzo cual Aristóteles con Alejandro Magno, pero que se ve aún más marcado por su relación con Valka, su verdadero amor.

Es cierto que originalmente Ashes of Man y la entrega anterior, Kingdoms of Death, se iban a publicar como un solo volumen pero hubo que partirlos por su tamaño, como las últimas entregas de la saga de Ken Liu. Lo cierto es que no he notado problemas con el ritmo y el autor se ha cuidado de dar relevancia a los personajes secundarios para que no nos cansemos de una historia que podía estar centrada única y exclusivamente en Hadrian Marlowe. La presentación de un nuevo personaje nos da una idea de hacia dónde pueden ir encaminados los tiros en las siguientes entregas, pero la imaginación desbordante de Ruocchio hace que ni siquiera me atreva a intuir qué es lo que puede pasar a continuación.

Ojalá algún día podamos disfrutar de la saga en español.

The Terraformers

He leído muchas de las obras que ha publicado Annalee Newitz, tanto en ficción como en no ficción y siempre las había disfrutado en mayor o menor medida. Por eso ha sido bastante decepcionante encontrarme con The Terraformers, con una historia que a priori parecía interesante pero con la que no he conseguido conectar en ningún momento.

La idea de que en un futuro bastante lejano la terraformación de planetas sea una inversión a muy largo plazo es indudablemente original. Newitz la aprovecha para hacer una crítica al capitalismo y propugnar el valor de lo público, algo que también es muy en su línea. Pero la forma de hacerlo es plana y aburrida, con unos personajes que no consiguen atraer la atención del lector en ningún momento y con un maniqueísmo bastante exagerado.

El caso es que las ideas son muy interesantes, como el tratamiento de los monómeros para prolongar la vida de los terraformadores a muchos siglos salvando de este modo el enorme plazo inherente a este tipo de labores. La sociedad creada, con habitantes que se “decantan” modificando su ADN para adaptarse a cada necesidad es también atractiva, pero le autore se pierde un poco en su búsqueda de la igualdad entre los personajes, ya sean Homo Sapiens, Homo Diversus, trenes voladores, vacas modificadas o lombrices de tierra que resuelven algoritmos (prometo que no me estoy inventando nada, todos aparecen en el libro con un papel más o menos relevante).

Quizá lo más interesante del libro sea la creación de The Great Bargain, una revolución ocurrida en el pasado lejano en la Tierra en la que lo que hasta entonces se consideraban animales entran a formar parte de lo que se considera un ser sintiente e inteligente, con las modificaciones necesarias para poder comunicarse con los demás y expresar sus opiniones. Sinceramente, me dejó muy descolocada desde el principio este concepto, porque supone cambiar totalmente todas nuestras ideas preconcebidas sobre qué es inteligencia.

Como decía, los conceptos e ideas con los que trabajo Newitz son atractivos y originales, pero la ejecución es demasiado trabada y muy plana. Al contrario que Kim Stanley Robinson, quizá una de las grandes referencias a la hora de plantear nuevos sistemas, Newitz no profundiza en los aspectos más técnicos, pero es que tampoco lo hace en los aspectos éticos, quedándose en una tierra de nadie que me ha dejado indiferente y aburrida. No puedo recomendar el libro, aunque me gustaría que alguna persona que lo haya leído y disfrutado me hiciera ver qué es lo que ha valorado más, porque yo he sido incapaz.

Moral Code

Comencé a escuchar el audiolibro de Moral Code sin muchas expectativas porque los autores me eran desconocidos, pero el tema de las inteligencias artificiales me atrae mucho, sobre todo aplicado a un futuro muy cercano como es el caso. Además, se hace hincapié en el aspecto ético de la creación y el uso de este tipo de inteligencias, algo de lo que ya nos da pistas el título del libro, que me parece muy pero que muy adecuado.

El comienzo es bastante prometedor, ya que conoceremos a Keira, una ingeniera que ha desarrollado su propia IA, llamada Elly. Cuando estaban desarrollando una labor humanitaria se encuentran en una situación límite por un terremoto y ahí da comienzo la relación de ambas con Roy Brandt, el desarrollador de unos nanorobots que en secreto realizan tareas de salvamento… y otras muchas cosas.

Tras este encuentro casual y muchas conversaciones, Keira y Roy se dan cuenta de que si unen sus fuerzas conseguirán mejorar mucho los nanorobots, sobre todo con el MoralOS, el sistema operativo que sirve como brújula moral para Elly pero que es aplicable en otros entornos.

Como veis, la premisa es muy interesante, pero el libro se va diluyendo poco a poco. Primero, porque hay cierta ingenuidad en las ideas que se van exponiendo, pero también porque no se entra en mucha profundidad en las bases de todo el andamiaje ético. ¿Cómo se define la moralidad? En un momento nos dicen que se han tenido en cuenta muchas religiones, filosofías… pero queda todo un poco en el aire. Y la verdad, me cansa un poco el punto de vista totalmente occidental de todos los libros que he leído que tratan este tema (esto probablemente es culpa mía, de mis sesgos de lectura). Sin ir mucho más lejos, en la Hispacon tuve la oportunidad de asistir a una charla sobre el ghost japonés, esa alma que se atribuye a todas las cosas en el mundo que cambiaría totalmente la percepción de lo que es una inteligencia artificial.

Aunque esta inocencia ingenua es el problema de fondo, también hay otros elementos que me hicieron bajar un poco la apreciación del libro. Por ejemplo, el maniqueísmo para distinguir a los “buenos” de los “malos”, la creencia de que las agencias gubernamentales estadounidenses iban a utilizar esta tecnología punta solo y exclusivamente para el bien y el empecinamiento de la protagonista con que la defensa de los niños ha de ser la principal prioridad de cualquier ser moral. El libro es entretenido, pero no rompedor.

La narración de Veronica Pace es muy correcta, pero le falta un poco de alma. Es posible que mi opinión se haya visto influida por la pequeña decepción que ha supuesto el desarrollo del libro, que tenía unos buenos mimbres para su desarrollo pero que ha acabado siendo uno más del montón.