The Bastard Legion : Friendly Fire

Hace unos días Gavin Smith estaba ofreciendo por Twitter códigos para escuchar el audiolibro de The Bastard Legion : Friendly Fire y tuve la suerte de poder ponerme en contacto con él para hacerme con uno. Ya había leído la primera entrega de la serie y sentía cierta curiosidad por saber cómo había continuado la historia, ya que tenía mucho potencial.

Las virtudes que ya estaban presentes en la primera historia de Miska Storrow aquí aparecen aumentadas. Los diálogos son realmente divertidos y el hecho de ya conocer el escenario libera al autor de explicaciones superfluas para permitirle ir más al grano. Se trata de un libro tremendamente ágil, con unas escenas de acción que parecen coregrafiadas por un experto en combate armado. Es cierto que la extrapolación de las agencias americanas habituales (CIA, NSA, FBI…)  en el espacio es de una gran simplicidad y que hay algún que otro momento de batiburrillo de siglas para definir armas, pero el resultado acaba siendo más limpio que otros libros de ciencia ficción militarista. El hecho de que la misión encargada a Miska sea dentro de las operaciones encubiertas más oscuras imaginables también le permite ponerse en contacto con muchas bandas criminales, de nuevo, meras extensiones de las ya existentes (cosa nostra, yakuza…). Me chirría un poco una expresión en italiano que creo que no está bien escrita, pero es un detalle nimio (el plural de “soldato”, sería “soldati”, creo yo).

La gran cantidad de recursos a su disposición dentro de la “plantilla” de The Bastard Legion no está bien reflejada, ya que vuelve a utilizar más o menos los mismos personajes, cuando podría haber escogido otros distintos más acordes a la misión. Sin embargo, es hasta cierto punto comprensible, aunque yo no lo comparta, que vuelva a hacer uso de los mercenarios que ya conoce.

De los personajes secundarios no pertenecientes a la Legión me quedo con cierto familiar de uno de los soldados, que sería un molde perfecto para cualquier definición de “tipa dura”.

Además, Smith se reserva para el final una vuelta de tuerca que nos deja con mucho interés por seguir leyendo la siguiente entrega y consigue cambiar un entretenimiento palomitero más que correcto aunque no memorable por una novela que afianza más un universo con muchas posibilidades.

En cuanto a la calidad del audiolibro, he de decir que la narración Amy Finnegan es estupenda. La dicción es muy clara y aunque algunas veces ha de impostar la voz en exceso para recrear las distintas características de los personajes, por lo general hace muy buen trabajo identificando cada uno de ellos. Narra un libro de acción sin dejarse llevar en ningún momento por la rapidez de las escenas, manteniendo en todo momento la claridad en la exposición. Muy buen trabajo.

Time Was

Esta historia ha sido una pequeña decepción para mí. No me considero una experta en la obra de Ian McDonald, ese puesto está reservado para @odo, pero innegablemente he disfrutado mucho con las obras suyas que he leído, especialmente las últimas de Luna.

El principal problema con Time Was es que se trata de una historia que ya nos han contado muchas veces, con otros protagonistas, en otras situaciones, pero el hilo conductor es de sobra conocido. Por lo tanto, habría que fijarse en los detalles para que se marcara la diferencia. No niego que la ambientación post-Brexit le da interés y hay algunos detalles bibliófilos que harán las delicias de los enamorados de los libros, pero en realidad el camino es tan, pero tan conocido que estos pequeños detalles no consiguen compensar el tedio.

La longitud de la obra es muy corta, algo que juega a su favor, ya que McDonald no nos entretiene por muchos vericuetos. Algunos hay, pero son de poca importancia. El relato también habla de ciertas estructuras y acontecimientos de la historia del Reino Unido que yo desconocía, pero que supongo que para un lector anglosajón serían también más de lo mismo.

Como principales mensajes a favor de su lectura, se podría destacar su marcado tinte antibelicista y su tratamiento “normalizado” de una relación homosexual. Sin embargo, estos dos puntos son anecdóticos en el fluir del relato.

Estilísticamente la prosa es bastante funcional y adaptada al pensamiento del personaje principal. Esto no consigue superar la decepción, creo que se trata de una oportunidad perdida de dar una vuelta de tuerca a uno de los tropos más utilizados en la ciencia ficción.

The Freeze-Frame Revolution

Peter Watts es un escritor complejo, que no da facilidades al lector, pero que compensa en ocasiones el esfuerzo que hemos de realizar para adentrarnos en su obra con destellos de genio.

Empecé The Freeze-Frame Revolution con muchas ganas y he de confesar que cuando lo estaba terminando durante una cena solitaria, no fui capaz de despegar los ojos de la pantalla hasta acabarlo. No temía que los empleados del restaurante me recogieran justos con los restos de la comida a escobazos, porque ni siquiera me di cuenta del paso del tiempo. Hasta ese nivel de fascinación y ensimismamiento me llevó la historia.

El eje sobre el que gira todo el argumento es la definición de inteligencia. Quizá por deformación lectora, siempre he concebido las inteligencias artificiales como unos entes de capacidades tan superiores a las humanas que casi se convierten en incognoscibles. Pero Watts juega con el límite de esta inteligencia, utilizando una IA “tonta”, en el sentido de que es muy buena en los cálculos que hace pero le falta la chispa de genio que le permita saltar a deducciones no lineales, por ejemplo.

Existe un gran contraste en dos de las dimensiones en las que se desarrolla la  novela. El emplazamiento de The Freeze-Frame Revolution en una nave-meteorito cuya misión consiste en abrir puertas en el espacio, así que se trata de un espacio confinado (aunque muy extenso) imbuido en la inmensidad. Del mismo modo, la escala temporal de la misión es enorme, pero el tiempo que están conscientes los humanos apenas alcanza las semanas cada dos o tres milenios, porque solo se les despierta cuando algo no va según lo previsto.

Resulta casi imposible creer que se pueda llevar a cabo un motín en esta nave cuando los humanos apenas coinciden en sus turnos y cada vez que despiertan no saben cuánto tiempo ha pasado. Además, la IA de la nave ejerce una constante supervisión tanto de sus constantes vitales como de sus conversaciones, de sus relaciones… Y sin embargo, el ingenio humano es capaz de superar estos obstáculos, porque al fin y al cabo la inteligencia supervisora lo que hace es realizar algoritmos que analizan la relación costo-beneficio entre las acciones que realiza y el resultado que obtiene. Por lo tanto, no “merece la pena” supervisar cada nimio detalle si está dentro de los parámetros que algún programador pensó hace milenios.

Estos intersticios son los que aprovecha la tripulación para su “revolución”. Estos humanos no se están enfrentado a la inteligencia artificial que controla la nave, se están enfrentando a los ingenieros que en su momento programaron sus rutinas. Y este enfrentamiento dilatado en el tiempo resulta apasionante.

The Freeze-Frame Revolution es una novela tan interesante que apenas puedo esperar a que la leáis para comentarla en profundidad sin caer en el spoiler. Espero que pronto caiga en vuestras manos.

Galactic Empires

He tardado muchísimo en terminar de leer Galactic Empires, no por falta de interés, si no por el tamaño desmesurado de la recopilación. Algunos relatos ya los había leído, pero la mayoría no.

“Winning Peace” de Paul J. McAuley

Una historia algo tópica para dar comienzo a la antología, sobre cómo intentar recuperar un antiguo objeto valioso sin arriesgar la propia vida, utilizando esclavo.

“Night’s Slow Poison” de Ann Leckie

Pequeña historia situada en el universo de Ancillary Justice, sobre el exceso de confianza en las situaciones de poder. Como historia de espías no es muy recordable.

“All the Painted Stars” de Gwendolyn Clare

Relato sobre la posibilidad de adaptación a una nueva tarea cuando se está tan identificado con el trabajo anterior que casi casi define tu personalidad. Me ha gustado.

“Firstborn” de Brandon Sanderson

Este cuento es muy inocente, demasiado. Las aspiraciones de un “hermano menor” que nunca es capaz de alcanzar las cuotas de su antecesor y cosecha fracaso tras fracaso. Esconde una lección moral, pero es poco creíble.

“Riding the Crocodile” de Greg Egan

Con el asombroso escenario que nos suele regalar Egan, asistimos a una historia de búsqueda de nuevos objetivos para luchar contra el aburrimiento, toda vez que la vida se ha convertido en una repetición de hechos totalmente previsible.

“The Lost Princess Man” de John Barnes

Engaños envueltos en engaños, lo que en un principio pudiera parecer un relato medieval se transforma en una operación a gran escala. Divertido y sorprendente, merece la pena.

“The Waiting Stars” de Aliette de Bodard

Una de las primeras obras que leí de Aliette de Bodard y una excelente muestra de lo que puede dar de sí el Universo de Xuya.

“Alien Archeology” de Neal Asher

Un relato relacionado con la trilogía Transformation que me sirvió de puerta de entrada a la obra de Neal Asher. Vemos una historia de Penny Royale antes de que se desarrollen los acontencimientos de Dark Intelligence y sus continuaciones. Anecdóticamente es llamativo, pero no sé si su lectura sería completa sin conocer el resto de la historia.

“The Muse of Empires Lost” de Paul Berger

Mezcla entre space opera y cuento de control mental, con aspectos biológicos así como tecnológicos, curioso relato sobre una civilización perdida.

“Ghostweight” de Yoon Ha Lee

Esta es la historia de una venganza llevada hasta extremos insospechados, pero también lo es de las traciones que más duelen, que son las que nos hacemos a nosotros mismos.

Lo primero que llama la atención poderosamente en la prosa de este escritor es la cadencia pausada de las frases, aún las utilizadas para describir actos atroces. Las raíces coreanas del autor se hacen patentes en el uso de animales, tapices y símbolos como abstracciones para las interfaces de uso de las armas. También se aprecian pequeños toques matemáticos y computacionales para aderezar el relato. En conjunto, el resultado es muy bueno.

“A Cold Heart” de Tobias S. Buckell

Con un original uso de la segunda persona para narrar la historia y un curioso trasfondo de satrapías espaciales, el autor caribeño nos embarca en una aventura ágil aunque previsible que deja un buen sabor de boca.

“The Colonel Returns to the Stars” de Robert Silverberg

Cuando has dedicado toda tu vida a un trabajo en concreto, cuando llega el retiro hay veces en que es imposible sustraerse a la fuerza de la costumbre. Un relato entretenido pero que deja poco poso.

“The Impossibles” de Kristine Kathryn Rusch

Situado en el universo de The Disappeared en esta ocasión la autora se centra más en los entresijos legales de los casos en los que se ven inmersos varias especies alienígenas. Divertido y con un toque de profundidad que me ha gustado.

“Utriusque Cosmi” de Robert Charles Wilson

Especies en busca de la trascendencia que dedican su existencia a recoger a otro seres en peligro de extinción y embarcados en una lucha constante contra un enemigo incognoscible. Complejo relato en el que el punto de vista humano nos ayuda a comprender parte de la historia.

“Section Seven” de John G. Hemry

Aventuras de una sección secreta encargada del trabajo sucio del Imperio, me gusta cómo trata los temas de la estandarización y la normalización, algo muy importante en el mundo de la ingeniería.

“The Invisible Empire of Ascending Light” de Ken Scholes

Una aproximación diferente al tema de la divinidad y su continuidad en el poder. Bastante apreciable.

“The Man with the Golden Balloon” de Robert Reed

En la línea de los relatos de Robert Reed, se tratan escalas de tiempo increíblemente grandes. Y sin embargo, contrasta con la historia narrada, que es casi una fábula local.

“Looking Through Lace” de Ruth Nestvold

Me ha entretenido mucho este acercamiento al estudio de la lingüística de mundos desconocidos, pero en cierta manera comprensibles. Aunque los giros finales son previsibles, como es previsible la mezquindad humana, no deja de ser una aproximación distinta y por lo tanto apreciable.

“A Letter from the Emperor” de Steve Rasnic Tem

Las dificultades de comunicación en un imperio enormemente grande y los huecos que se producen en esta situación dan lugar a una historia íntima y tierna.

“The Wayfarer’s Advice” de Melinda M. Snodgrass

Bastante previsible esta historia de amor que fue supedita al deber y al que la casualidad da una nueva posibilidad, aunque breve.

“Seven Years from Home” de Naomi Novik

Muy chulo este relato contra el colonialismo, con una tecnología biológica respetuosa con el medio ambiente que me ha maravillado.

“Verthandi’s Ring” de Ian McDonald

De gran escala temporal y poder lírico, es un gran final para una antología un tanto irregular.

Esta recopilación de Neil Clarke, parte de una definición un tanto laxa de imperio galáctico para dar cabida a muchos relatos. Aunque se me haya hecho larga, no puedo negar su interés.

Contenidos de The Best of British Science Fiction 2017

Ya conocemos cuáles serán los contenidos de The Best of British Science Fiction 2017 una recopilación que publicará Newcon Press. La selección corre a cargo de Donna Scott.

“Blinders” – Tyler Keevil
“In the Night of the Comet (2017)” – Adam Roberts
“The Walls of Tithonium Chasma” – Tim Major
“3.8 Missions” – Katie Gray
“Over You” – Jaine Fenn
“The Ghosts of Europa Will Keep You Trapped in a Prison You Make for Yourself” – Matt Dovey
“Uniquo” – Aliya Whiteley
“Looking for Laika” – Laura Mauro
“A Good Citizen” – Anne Charnock
“Mercury Teardrops” – Jeff Noon
“The Nightingales in Plàtres” – Natalia Theodoridou
“The Road to the Sea” – Lavie Tidhar
“When I Close My Eyes” – Chris Barnham
“Targets” – Eric Brown
“London Calling” – Philip A. Suggars
“The Last Word” – Ken MacLeod
“After the Atrocity” – Ian Creasey
“Voicemail” – Karen McCreedy
“Green Boughs Will Cover Thee” – Sarah Byrne
“Airless” – N.J. Ramsden
“Product Recall” – Robert Bagnall
“The Endling Market” – E. J. Swift

Aquí tenéis la portada obra de Les Edwards:

Mañana cruzaremos el Ganges

Mañana cruzaremos el Ganges es un libro duro. Me ha costado trabajo leerlo, por varios factores, entre los que destacaría la verosimilitud de los hechos. Se sitúa en el futuro, en una Europa unida bajo un Estado opresor, pero con unas leyes aceptadas por todos. Eso es lo terrible, los ciudadanos ven la injusticia pero la acatan como algo normal. Cuando hay ejecuciones públicas, las multitudes se agolpan para presenciarlas. Cuando las nuevas leyes recortan más y más derechos en aras de la seguridad ciudadana, ninguna voz se alza en contra. Es más, llega un momento en que se crea un sistema para poder saber dónde se encuentra una persona en un determinado momento, al alcance de cualquiera y no se interpreta como una violación de la privacidad, porque la privacidad prácticamente no existe.

Es un libro muy inquietante. No sé si el autor pretendía dotarlo de carácter admonitorio, pero lo que sí hace es una crítica salvaje a la inexistente libertad de prensa. Las noticias son filtradas por el gobierno, que se encarga de aleccionar a los medios sobre cómo informar al pueblo. La protagonista es periodista, y comienza el libro teniendo que dejar su carrera freelance debido a una nueva ley que obliga a los informadores a estar en plantilla de algún medio, coartando por lo tanto su libertad.

El estilo de Ekaitz es muy frío, quizá en exceso. Entiendo que al encarnarse en una mujer de mediana edad, una periodista para más señas (el libro está narrado en primera persona), el tono venga supeditado a este personaje, pero en ocasiones me parece demasiado aséptico. Las frases son cortantes, no se para en descripciones y los sentimientos se encuentran bajo siete candados.

El momento temporal en que se sitúa la narración es el pasado, ya que Eva Warren está recordando lo que le sucedió hace años. Esta elección también resta algo de fuerza al libro, ya que sabemos que a ella no le va a pasar nada fulminante.

En definitiva, se trata de un libro para reflexionar, con algunos aspectos mejorables, pero que presenta un futuro distópico inquietante por lo creíble que resulta.

Mañana cruzaremos el Ganges esá publicado por Ediciones El Transbordador.

Proyecto Marte

Ya sé que llego a la fiesta con algo de retraso, pero nunca es tarde si la dicha es buena. Proyecto Marte es un libro más que recomendable, volviendo a poner en entredicho el prejuicio sobre la calidad de lo que se escribe por estos lares.

El formato fix-up es muy utilizado en la ciencia ficción para unir relatos que puedan tener algo en común, como Central Station de Lavie Tidhar y tantos otros. Proyecto Marte utiliza esta estructura, hilvanando una historia larga es escala temporal pero corta en el sentido de que solo vemos pequeñas escenas cada vez más alejadas en el tiempo. Como forzosamente se ha de dejar de lado la implicación empática con unos personajes que solo aparecen fugazmente a lo largo del libro (aunque veamos algo de evolución en ellos en distintos momentos), la tensión de la obra debe recaer sobre las ideas.  La mezcla de temas que se tratan es extensa, deteniéndose en muchos de los tropos más típicos de la ciencia ficción y rindiendo homenajes nada velados a los grandes maestros de la ciencia ficción (esa ciudad llamada Trántor y las menciones a la psicohistoria como una ciencia establecida, por ejemplo).

A veces la estructura juega en contra del desarrollo, porque algunos relatos tienen más interés que otros. Pero creo que la brevedad de Proyecto Marte le permite salir airoso de este envite.

Proyecto Marte también tiene fallos. Añadido a la incorrección física de las “ventanas” a las que hace referencia, conocida por el autor y comentada en el propio libro, hay un aspecto que me resulta difícil de creer. A pesar de la dilatación temporal tan grande, los cambios en la raza humana son bastante discretos, cuando no directamente minúsculos. Es cierto que se llega a una relación simbiótica de la que no voy a hablar más en profundidad por no desvelar sorpresas, pero aparte de esto no hay cambios relevantes. Quizá sea una decisión consciente porque si ya resulta difícil empatizar con unos personajes tan fugaces, si encima fueran demasiado alejados a la Humanidad Como La Conocemos TM el libro haría aguas emocionalmente, pero me gustaría pensar que se hubiera podido llegar a una solución de compromiso. El autor ya está emplazado para una conversación al respecto (quizá esto suena demasiado amenazante, pero prometo someterme a las tres leyes de la robótica cual R. Daneel Olivaw).

La edición presenta algunos problemas de corrección, que sin llegar a acumularse para impedir la lectura sí que molestan en algunos momentos. Espero que el autor lo solucione para una hipotética segunda edición.

En definitiva, recomiendo la lectura de Proyecto Marte y me gustaría saber en con qué otros proyectos nos sorprenderá Salart. Desde luego, cuenta con mi interés.

Killing Gravity

Últimamente me encuentro con libros que aún siendo correctos no me deslumbran, me parecen convencionales. No sé si será debido a la “Adacción” de la que ya hablé hace un tiempo o a la experiencia lectora, pero no acabo de sorprenderme con según qué libros.

Killing Gravity es un buen ejemplo. Tiene elementos interesantes, una protagonista con un pasado cuando menos intrigante, un escenario espacial atractivo y un desarrollo correcto, pero que me recuerda demasiado a otras obras.

Otro problema que le veo al libro es que no acaba de decidirse entre ser un primer capítulo de una novela más larga o un relato contenido en sí mismo. Tiene comienzo, nudo y desenlace pero como historia individual queda un poco endeble y como primera entrega de una saga se ventila de un plumazo los orígenes del personaje principal. Me temo que juega a abarcar mucho, pero se queda en tierra de nadie.

No obstante, tiene algunos elementos que me gustan. Principalmente, la figura de Seven, ese acompañante “felino” que seguro que dará juego en el futuro y algunos personajes secundarios que pueden llegar a desarrollarse de una forma atractiva.

La prosa es directa y sin concesiones. Las descripciones de los entornos son como instantáneas que nos permiten hacernos una composición de lugar. Por contraste, los combates están narrados con gran crudeza pero con una cualidad casi cinemática, muy visual. Y tiene algunos toques de humor bastante negro que le vienen bien a la narración.

No quiero decir que sea la enésima repetición de la “fugitiva entrenada para ser una asesina perfecta” porque hay otros elementos en la coctelera de Corey J. White como para salirse del camino habitual, pero la narración se tendría que desarrollar más para que veamos la auténtica valía de la saga. Afortunadamente, dentro de poco se publicará Void Black Shadow, la siguiente entrega que nos sacará de dudas.

The Tea Master and the Detective

Tuve la suerte de poder leer The Tea Master and the Detective anticipadamente gracias a la propia autora y es de sobra conocida mi admiración por su obra así que me resulta especialmente difícil hacer una reseña totalmente imparcial. Aún así, espero no escribir cegada por la admiración y valoraré pros y contras.

Con The Tea Master and the Detective Aliette vuelve al universo de Xuya, pero esta vez con un giro distinto. Desarrolla una nueva historia “detectivesca” como en On a Red Station, Drifting pero sigue los pasos de Doyle creando un misterio “holmesiano”, si me permitís la expresión. Los personajes son trasuntos de Watson y Holmes, pero adaptados a su universo de space opera. Son reconocibles pero a la vez son diferentes de los originales. Este movimiento no es fácil, no se trata solo de cambiar el género o que Watson siga siendo veterano de guerra, se trata de que el trauma que arrastra forme parte de la historia, por ejemplo. En este sentido, Aliette ha conseguido imbricar este homenaje con una ambientación futurista en un universo que ya tiene bastante relatos a sus espaldas, sin que se note forzado. Un gran reto, pero uno resuelto de forma elegante y efectiva por la autora.

El misterio en sí no es especialmente complejo, sin llegar a resultar decepcionante. Quizá constreñido por su longitud, la resolución es bastante lineal. Sirve como carta de presentación para los personajes y como oportunidad de lucimiento de sus cualidades deductivas, pero no llega a dejar poso. De Bodard ya hizo gala de sus cualidades como escritora noir en su estupenda trilogía Obsidian and Blood, así que quizá en una extensión mayor hubiéramos podido disfrutar algo más de la investigación.

Lo que más me alegra es el interés de la propia autora en volver a explorar el universo de estos personajes, con una química comprobada y con un escenario consolidado como Xuya para que le sirva de telón de fondo. Espero no equivocarme con esta esperanza.

Gnomon

He invertido mucho tiempo en la lectura de Gnomon, la titánica obra de Nick Harkaway. También he pasado tiempo pensando en la reseña, no porque (como se dijo de Mike Oldfield en su día) en una obra tan larga forzosamente te tiene que gustar una parte, si no porque creo que tiene muchas ideas interesantes.

Lo primero que chocará al lector es la estructura tan extraña escogida por el autor para contar su historia. Recuerda a la utilizada en El Atlas de las Nubes, pero como si a este libro le hubiéramos añadido un triple tirabuzón carpado. La subjetividad de la narración da juego para esto y más, pero aún así no deja de ser una apuesta muy arriesgada de la que no sale necesariamente exitoso siempre.

El argumento subyacente es de rabiosa actualidad. En un futuro Reino Unido post-Brexit la vigilancia y la supervisión por parte del Estado es constante y aceptada, casi unánimamente, con regocijo. La seguridad es mayor si todo está supervisado, ¿pero dónde queda la libertad? La pesadilla de Doctorow y Orwell hecha realidad.

¿Cuál es la minúscula contrapartida de este perfecto y maravilloso sistema? Algunas veces hay que hacer “lecturas mentales” de algunas personas para estabilizar el entramado. Es un procedimiento probado, nunca pasa nada, … hasta que pasa.

Gnomon, no obstante, es mucho más que esto. La inteligencia y el conocimiento de la cultura clásica de Harkaway sale a relucir en más de una ocasión, así como su capacidad para hilar historias interesantes. Pero tiene un problema de fondo, que se aprecia más conforme vas pasando páginas y es que el autor se “recrea” en su propia complejidad. Las cualidades oníricas de algunos de los pasajes y la subjetividad en general le permiten hacer lo que quiere con el libro, saltándose sus propias reglas y creando una sucesión de Deus ex machina que acaba resultando irritante, cuando no directamente agotadora. Creo que se podría haber reducido mucho, MUCHO, el volumen del libro y eso que habríamos salido ganando.

Las múltiples capas que forman Gnomon se relacionan de muy diversas maneras, desde la repetición de palabras claves a las que hay que estar atento a otras un poco más burdas, en las que el autor prácticamente te lleva de la mano hasta el descubrimiento. Hubiera preferido ir uniendo yo los hilos, pero no sé si la ausencia de algunos infodumps hubiera soslayado el problema de la longitud.

La novela hace honor a su nombre como algo que se sale de lo habitual, es una lectura fascinante pero exige un esfuerzo continuado al lector que no muchos estarán dispuestos a entregar.