Darkome

Uno de los libros que más me ha desafiado en el aspecto científico de la ciencia ficción ha sido Darkome, de Hannu Rajaniemi. La biología no es ni de lejos un área en la que yo tenga conocimientos como para comprobar lo que postula el autor finlandés, pero conociendo su labor profesional en HelixNano da confianza en que la ciencia de la novela sea sólida.

Darkome está situada en un futuro cercano, donde las manipulaciones genéticas están a la orden del día, tanto para lo bueno como para lo malo. Tras años oscuros en que las plagas creadas por terroristas asolaban a los humanos, existen herramientas, en manos de multinacionales, que permiten modificar el RNA de forma casi instantánea para hacer frente a nuevas amenazas. Pero algunos reductos antimonopolistas siguen investigando por su cuenta para hacer frente a estos peligros.

Darkome me ha recordado mucho al estilo de escritura de Cory Doctorow, salvando las distancias sobre todo en su percepción de los monopolios y la cultura del software libre, pero las ideas básicas son similares, sobre todo la cultura del trabajo mediante app para salir del paso, la esclavitud del software propietario…

La especulación científica es, simplemente, apasionante. Me maravilla cómo conceptos de recombinación y manipulación genética maridan con escenas de acción. En este sentido, la novela es simplemente espectacular. Es ciencia ficción dura, pero accesible gracias a una prosa que fluya con bastante facilidad. Reconozco que no me he parado a investigar a fondo cada una de las numerosas ideas que lanza el finlandés, ni siquiera creo que tuviera la capacidad para entenderlo todo, pero la ciencia suena bastante verosímil. Desde la idea de una supervisión constante del cuerpo para conocer las amenazas y zanjarlas antes de que se conviertan en un peligro real, a la posibilidad de hackear instrumentos a base de prueba y error por entes no necesariamente conscientes, la experiencia lectora es arrebatadora.

Donde quizá falla un poco es en la construcción de personajes, no digo que caigan en el arquetipo del bueno muy bueno y el malo malísimo, pero sí que les falta algo de definición e incluso diría que de empatía. Y tampoco sabía que la obra era la primera de una serie, pero el final queda bastante abierto para nuevas entregas, así que imagino que Rajaniemi estará trabajando en ellas, sin duda en el aspecto científico pero también en el ético, en los debates que la manipulación del genoma humano puede llegar a generar.

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