Ganadores premios Ignotus 2015

Con un poco de retraso, aquí os traigo los ganadores de los premios Ignotus 2015.

Novela

El mapa del caos, de Félix J. Palma

Novela corta

Los centinelas del tiempo, de Javier Negrete, en Mañana todavía

Cuento

“Casas rojas”, de Nieves Delgado, en Alucinadas

Antología

Terra Nova 3, de Varios Autores

Artículo

“20 autores de relatos de ciencia ficción que deberías estar leyendo”, de Elías F. Combarro

Ilustración

Cubierta de Retrofuturismos, de Alejandro Colucci

Producción audiovisual

Los Verdhugos, de Varios Autores. Podcast

Revista

Scifiworld

Novela extranjera

El marciano, de Andy Weir

Cuento extranjero

“El jugador”, de Paolo Bacigalupi, Terra Nova 3

Sitio Web

La tercera fundación, de La asociación Cultural Los Conseguidores

¡Enhorabuena a los ganadores! Y por supuesto, muchísimas gracias por vuestros votos.

Tabla de contenidos Dreams of distant shores

En junio del año que viene Tachyon publicará Dreams of distant shores, una colección de relatos cortos de Patricia A. McKillip.

Aquí tenéis los relatos que la componen, así como la portada.

“Weird”
“Mer” (original)
“The Gorgon in the Cupboard”
“Which Witch”
“Edith and Harry Go Motoring” (original)
“Alien” (original)
“Something Rich and Strange”

dreams

Ganadores premios British Fantasy 2015

Se han dado a conocer los ganadores de los premios British Fantasy de este año.

Mejor novela de fantasía (premio Robert Holdstock)

Cuckoo Song de Frances Hardinge (Macmillan Children’s Books)

Mejor novela de terror (premio August Derleth)

No One Gets Out Alive de Adam Nevill (Macmillan)

Mejor novella

Newspaper Heart de Stephen Volk (The Spectral Book of Horror Stories)

Mejor historia corta

“A Woman’s Place” de Emma Newman (Two Hundred and Twenty-One Baker Streets)

Mejor antología

Lightspeed: Women Destroy Science Fiction Special Issue editado por Christie Yant (Lightspeed Magazine)

Mejor colección

Nick Nightmare Investigates de Adrian Cole (The Alchemy Press and Airgedlámh Publications)

Mejor editorial independiente

Fox Spirit Books (Adele Wearing)

Mejor cómic

Through the Woods de Emily Carroll (Margaret K. McElderry Books)

Mejor artista

Karla Ortiz

Mejor no ficción

Letters to Arkham: The Letters of Ramsey Campbell and August Derleth, 1961–1971 editado por S.T. Joshi (PS Publishing)

Mejor magazine

Holdfast Magazine editado por Laurel Sills y Lucy Smee (Laurel Sills and Lucy Smee)

Mejor película/episodio de TV

Guardians of the Galaxy: James Gunn y Nicole Perlman (Marvel Studios)

Mejor recién llegado (premio Sydney J. Bounds)

Sarah Lotz, por The Three (Hodder & Stoughton)

Premio especial British Fantasy Society (premio Karl Edward Wagner)

Juliet E. McKenna

¡Enhorabuena a los ganadores!

The Furies of Calderon

furiascalderonHay algunos libros que mi amigo Miquel Codony define como “guilty pleasures”, esos que lees aún a sabiendas de que no son de gran calidad, pero que disfrutas de todas formas.

Con The Furies of Calderon nos encontramos ante un claro ejemplo de esto. Una historia bastante tópica, que sigue casi paso a paso el Manual para escribir fantasía, con su joven personaje incomprendido con algo que le diferencia de los demás, su amenaza externa, los problemas en los que se ve envuelto a su pesar… todo dentro del guión acostumbrado.

Lo que salva a este libro del montón es el oficio con el que escribe Butcher, que sabe lo que nos gusta y que consigue a base de cliffhangers y cambios de puntos de vista una narración bastante fluida, que aunque no se sale de los cauces habituales consigue engancharte para seguir leyendo.

El sistema de magia que se emplea consiste en asociarse con alguna de las Furias que pueblan el reino y que permiten utilizar los elementos a tu favor (agua, aire, tierra…) aunque no se explica en profundidad, parece bastante equilibrado aunque esto no se podrá comprobar hasta que veamos cómo siguen las demás entregas de la serie Codex Alera.

Con un toque juvenil, es una novela para leer bastante rápido que entretiene, lo cual sin duda era el objetivo de su autor.

Trece monos

Trece monosTrece monos es el esperado regreso de César Mallorquí a la literatura de género y es innegable que se trata de un gran regreso. Los cuentos contenidos en esta recopilación, de muy variada factura, merecen la pena en su mayoría por sí mismos, pero todos unidos forman una más que recomendable lectura.

El decimoquinto movimiento

Ya comenté este estupendo relato, una forma inmejorable de comenzar la recopilación. Es obvio que al releerlo se pierde algo de la sorpresa pero nos deja centrarnos en la forma encomiable en que está escrito.

Virus

Un cuento que desborda imaginación, que acaba siendo un poco tonto pero que aún así resulta divertido.

Cuento de verano

En su blog, César regala cada Navidad un pequeño relato de ambientación más o menos navideña, y este cuento es uno de ellos. Basándose en una historia archiconocida, la de mister Scrooge y sus fantasmas, pero dándole una de vuelta de tuerca bastante cruel nos encontramos con una historia que nos puede arrancar una sonrisa o una mueca.

El regalo

Otro de los relatos navideños del autor, aunque en esta ocasión sea más corto y a mi entender, bastante previsible.

El muro de un trillón de euros

Muy curioso este relato seleccionado para una antología europea por Andreas Eschbasch. Aunque predomina la nostalgia, me gusta mucho la forma de afrontar la historia de unos ancianos que ven prolongada su vida mediante técnicas artificiales, pero que prefieren refugiarse en sus recuerdos antes que afrontar la realidad.

Fiat tenebrae

La historia subyacente a este relato me recuerda poderosamente a otro también basado en las teorías de Pierre Teilhard de Chardin, aunque soy incapaz de situarlo. Pero a pesar de las similitudes, las variaciones son los suficientemente interesantes como para resistir la comparación.

La isla del cartógrafo

Romántico cuento sobre el único regalo que un pobre cartógrafo puede dedicar a su amada, una isla inventada.

Ensayo general

Esta historia es casi un chiste, que tiene algo de gracia pero que tampoco es memorable. El niño Jesús y los magos de oriente en otra versión.

El jardín prohibido

Bastante obvio, lo mejor de “El jardín prohibido” es la ambientación donde está situada la acción.

Océano

Curiosa aproximación a la creación de la inteligencia artificial, con cierto tono mesiánico que no me acaba de convencer.

Cien monos

Otra broma del autor para los lectores, esta mucho más afilada que las anteriores que acabará dando nombre a la antología.

Todos los pequeños pecados

Imposible no leer este relato sin acordarse de la serie Me llamo Earl, con la búsqueda del protagonista de remedar errores del pasado.

Naturaleza humana

Un muy buen final de la antología, con una historia conspiranoica de mayor profundidad de la esperada y con un final muy duro.

Merece la pena hacerse con esta antología. Si no la tienes, no sé a qué estás esperando.

The traitor

Traitor-Baru1Haciendo un juego de palabras bastante chusco, diría que me he sentido “traicionada” por este libro. Venía haciendo bastante ruido mediático, incluso autores que me gustan mucho hablaban maravillas de él. Y sin embargo, conforme lo iba leyendo, me sentía cada vez más decepcionada.

Hay que concederle a Seth Dickinson cierta originalidad en el planteamiento, ya que la fantasía normalmente no se centra en las aventuras de un contable. El autor le concede mucha importancia a los registros, a la moneda, al comercio… a todas esas cosas que son la base de la civilización, los engranajes que hacen que todo lo demás funcione.

Desgraciadamente, lo que no consigue es que estos temas resulten interesantes.

Baru Cormorant es una joven muy inteligente que vive en una isla que está siendo “colonizada” de forma silenciosa por el Imperio. Poco a poco van cambiando las costumbres de los isleños, forzándoles a negociar con su moneda, a seguir su forma de pensar. Toman a los más jóvenes y les dan la “oportunidad” de estudiar en sus Escuelas siendo así como consiguen moldear a su gusto a lo más granado de la próxima generación.

La estricta moral del nuevo imperio choca frontalmente con las tendencias de esta tierra, donde los matrimonios de tres personas son moneda común. La propia Baru tiene dos padres y una madre y su orientación sexual no da lugar a dudas, ella es lesbiana. Éste será el eje sobre el que girará toda la novela, la negación por parte de Baru de su naturaleza para adaptarse a las exigencias del Imperio.

Sin querer desvelar más de la trama, me gustaría notar que el cambio de escenario que ocurre a continuación es algo brusco, con el objetivo claro de dejar abierto el camino a posibles secuelas.

Las traciones dentro de traiciones, las intrigas políticas y los intercambios pensando en el propio beneficio se suceden en la vida de Baru, pero desgraciadamente Dickinson no consigue que sean creíbles y, lo que es peor, no consigue que capten mi atención. Lo más positivo que puedo decir de este libro es que me ha hecho ponerme al día de otras lecturas, porque siempre buscaba la menor oportunidad para dejarlo de lado. Es muy triste decir esto de una obra, pero es lo cierto.

No puedo recomendar esta novela, que nunca ha llegado a funcionar para mí.

Domnall and the Borrowed Child

domnallDentro de la nueva línea de Tor de novelas cortas, se va a publicar Domnall and the Borrowed Child de Sylvia Spruck Wrigley.

He tenido la ocasión de leerla con cierta antelación y me ha parecido una historia casi canónica de las relaciones de las hadas con los humanos, pero con un pequeño giro que la hace algo más llamativa.

El protagonista es un explorador de la corte feérica. A pesar de su “inmortalidad” siente el paso de los años y habla con nostalgia sobre el pasado, cuando estaba en la cumbre de sus capacidades. Le encargan una difícil misión, tendrá que cambiar un bebé humano por un hada que está tan enferma que solo la leche materna podrá curar su dolencia. Se entregará a esta misión con todo su empeño y sus algo mermadas facultades y tendrán que resolver todas las dificultades que encuentre a su paso.

Si os suena algo tópico es porque lo es. Las historias feéricas con intercambios de niños son de lo más habitual y yo busco algo más atrevido en mis lecturas. A pesar de estar bien narrado y tener ciertos momentos narrativamente tensos, al final queda como una historia más que no nos dejará huella.

Guest Post : Writing the novel of my heart

alietteHoy tenemos el honor de recibir la visita de Aliette de Bodard, que ha escrito un post especial sobre su nueva novela The house of shattered wings. Después podéis leer la traducción que he pergeñado (pido disculpas por adelantado).

Writing the novel of my heart, or why I nuked Paris

The House of Shattered Wings started as a very different novel.

Originally, I sat down in 2011 or 2012 with my agent, and we discussed projects I wanted to take forward. The one we ended up agreeing on as the most sellable was a urban fantasy set in Paris: I loved the subgenre, but felt I wanted to set it somewhere different (and in any case didn’t feel qualified to set it in an Anglophone country, not even in London where I’d actually lived).

Over the year that followed, I wrote a synopsis, then three sample chapters, of a fantasy set in 21st Century Paris, where rival families of magicians fought each other for influence. The main character, Hélène Roulière, was Vietnamese-French, and struggling to find her place in families mostly drawn from the upper-class aristocracy and bourgeoisie. The novel’s plot found her family under attack, and Hélène fighting to preserve her husband and children, even as her easy certainties crumbled around her.

There were a lot of familiar preoccupations in this novel: Hélène’s struggles with her heritage, the importance of homes and hearths, factions fighting each other for influence; and the deadly secrets that could weaken families, and tear them apart. On paper, it sounded like a wonderful thing. In practise, however, it never really came alive. I had several chats with friends, and with my agent, and reluctantly came to the conclusion that it wasn’t working because I didn’t really believe in this world: in particular, I couldn’t get a grip on the magic, and couldn’t believe in an essentially unchanged 21st Century with large magical factions present (I know people have done it very well, and very believably! I just couldn’t make it work for me).

Regretfully, I scrapped the entire thing, consigning it to the “drafts that didn’t work” folder on my machine. I decided I needed an entirely new setting, and an entirely new plot: something I could actually feel enthusiasm about. Hunting through the scraps folder, I found two old drafts, both novelettes. They were both set in the same universe: a city named Silverspires, where Fallen angels regularly appear, bewildered and lost in the wake of leaving Heaven; and are mercilessly hunted for the magic in their bones. The main character, Samantha, teamed up with a Fallen named Caliel, and attempts to take new Fallen to safety before they are hunted down and killed. Silverspires itself was a sort of dreamy cross between 19th and 20th Century, with silver bullets and mobile phones on the one hand, and on the other Irish immigrants and tenements straight out of Charles Dickens.

The stories were only half-finished–one literally stopped mid-sentence, as a main character got mortally shot (at that point it was 12000 words long, and I must have got discouraged I would never sell it). I toyed with taking them up again, but again I felt there was something missing; something which didn’t quite click for me. I (bravely) decided to set aside the novel problem for now, and focus on writing short fiction.

A couple of months later, I was visiting fellow writer Rochita Loenen-Ruiz in the Netherlands, and discussing the novel I was attempting to write. I mentioned my Silverspires stories, and Rochita looked at me long and hard before saying, “you know, this would totally make an awesome novel, and there’s no reason why it couldn’t take place in Paris”.

I felt as though lightning has struck me between the eyes.

Of course. Of course it wasn’t Silverspires I wanted, but Paris: a wildly different city where magic ruled and Fallen angels tumbled from the sky, where life was dangerous and short but still worth living and clinging to; and where Great Houses, each with their own philosophy and rules, fought each other for magical dominance. I wanted familiar streets, the ones I’d grown up with all my life; the rhythm and rules of a society from the books I’d read as a child–still that weird cross between modernity and tradition, but coming from the Belle Epoque rather than the Victorian Age.

At that point, I stopped, and wondered why there would be that kind of society–and realised that the answer was that it was a 20th Century society looking back to a golden age; and that the easy reason why that would happen was because something catastrophic had happened between the Belle Epoque and the current day. From there, it seemed almost natural to introduce a magical war: instead of WWI being fought between countries, I had it fought between magical factions; and had the resulting conflagration deeply and irremediably nuke Paris, razing Notre-Dame and the Grands Magasins, and making the Seine run black with ashes and the pollution of spell residues.

And that was the beginning of The House of Shattered Wings. Of course, there was still a lot of work: figuring out the magical factions and why they’d got there, how the history and geography of the city had changed, and doing some general worldbuilding and cleaning up (to take just one example, the mobile phones were incompatible with the devastated city and its lack of infrastructure, but it took me two drafts and gentle prodding from my agent to realise this). And then I needed an actual plot where things happened…

The resulting novel is a composite of both these attempts, and I can still clearly see bits and pieces of both: the families have become Houses, but the intrigues between magical factions still take centre stage; one character, Philippe, is Vietnamese, and as out of place as Hélène was in the urban fantasy. Silverspires became a House rather than a city; the drug made from Fallen bones was renamed angel essence, and characters from the Silverspires short stories (Lucifer Morningstar, Asmodeus) were lifted wholesale and twisted slightly sideways to make them fit in this new universe. But equally, it’s a novel and a setting that is now totally its own thing, with its own rules, own internal consistency, and a universe that felt to me like it was breathing and living, and one I could comfortably set a novel into.

And the moral of this story is: in case of doubt, one should always nuke Notre-Dame!

Escribiendo la novela de mi corazón, o por qué bombardeé París

The House of Shattered Wings empezó como una novela muy diferente.

En sus comienzos, me senté en 2011 o 2012 con mi agente, y hablamos sobre los proyectos que quería afrontar. Acabamos poniéndonos de acuerdo en que el más “vendible” sería una fantasía urbana situada en París: me encanta el subgénero, pero quería ubicarlo en un sitio distinto (de todas formas, no me sentía preparada para localizar la novela en un país anglófono, ni siquiera en Londres donde había vivido).

Durante el año siguiente, escribí una sinopsis y capítulos de ejemplo de una fantasía situada en un París del siglo XXI, donde familias de magos rivales se enfrentaban entre ellas para conseguir el poder. El personaje principal, Hélène Roulière, era una franco-vietnamita que luchaba para encontrar su lugar en estas familias de la alta aristocracia y burguesía. La trama de la novela se basaba en un ataque a su familia ante el que Hélène intentaba preservar a su marido y familia, mientras sus certezas se derrumbaban.

Había muchas preocupaciones familiares en esta novela: la herencia de Hélène, la importancia de los hogares y los corazones, facciones que se enfrentan una a otra para conseguir poder y los secretos mortales que pueden debilitar a las familias y destrozarlas. Sobre el papel, sonaba muy bien. En la práctica, sin embargo, nunca llegó a realizarse. Hablé muchas veces con amigos y con mi agente, y reticentemente llegué a la conclusión de que no funcionaba porque no creía en ese mundo: en particular, no me creía la magia y el hecho de que el siglo XXI no hubiera cambiado apenas incluso con grandes poderes mágicos presentes (conozco gente que lo ha hecho y muy bien pero para mí simplemente no funcionaba).

A regañadientes, me deshice de todo, guardándolo en la carpeta “borradores que no funcionaron”. Decidí que necesita un escenario totalmente nuevo así como una trama totalmente nueva: algo que me entusiasmara. Rebuscando en esta carpeta, encontré dos borradores antiguos, dos novelettes. Ambos estaban situados en el mismo universo: una ciudad llamada Silverspires, donde ángeles Caídos aparecen regularmente, asombrados y perdidos al despertar fuera del Cielo; son perseguidos sin misericordia por la magia de sus huesos. El personaje principal, Samantha, forma un equipo con un Caído llamado Caliel e intenta salvar a un nuevo Caído antes de los capturen y los maten. Silverspires en sí misma era un cruce soñado entre los siglos XIX y XX, con balas de plata y teléfonos móviles por un lado y por el otro lado inmigrantes irlandeses y suburbios directamente sacados de Charles Dickens.

Las historias estaban a medio hacer – una de ellas literalmente se quedaba en mitad de una frase, porque un personaje principal recibía un disparo mortal (en ese momento tenía 12000 palabras, y supongo que pensé que nunca lo vendería). Jugué con la idea de empezarlas de nuevo, pero también sentía que faltaba algo; algo que no terminaba de funcionar. Decidí (valientemente) dejar de lado la novela y concentrarme en la ficción corta.

Un par de meses después, estaba visitando a mi amiga Rochita Loenen-Ruiz en los Países Bajos, hablando sobre la novela que estaba intentando escribir. Mencioné mis historias de Silverspires, y Rochita me miró largo rato antes de decirme, “sabes, esto sería una novela estupendo y no hay ninguna razón por la que no debería ocurrir en París”.

Me sentí como si un rayo me hubiera atravesado entre los ojos.

Por supuesto. Por supuesto que no quería Silverspires, quería París: una ciudad radicalmente diferente donde la magia mandaría y los ángeles cayeran del cielo, donde la vida fuera peligrosa y corta pero mereciera la pena luchar por ella; donde las Grandes Casas, cada una con su propia filosofía y reglas, se enfrentaran por el poder mágico. Quería calles familiares, esas en las que yo había crecido; el ritmo y las reglas de una sociedad de los libros que leía de pequeña – ese extraño cruce entre modernidad y tradición, pero partiendo de la Belle Epoque en vez de la era victoriana.

En aquel momento me paré y me pregunté por qué se habría creado ese tipo de sociedad- y me di cuenta de que la respuesta estaba en la sociedad del siglo XX mirando atrás a una edad de oro; y la razón por la que esto ocurriría sería sencilla : algo catastrófico habría sucedido entre la Belle Epoque y el presente. Desde ahí, parecía casi natural introducir una guerra mágica: en vez de que la Primera Guerra Mundial se disputara entre países, enfrenté a facciones mágicas; la conflagración resultante destrozó profunda e irremediablemente París, demolió Notre-Dame y los Grands Magasins e hizo que el Sena se volviera negro con las cenizas y la contaminación residual de los hechizos.

Y ese fue el comienzo de The House of Shattered Wings. Por supuesto, quedaba mucho trabajo: imaginar las facciones mágicas y por qué llegaron a dónde estaba, cómo la historia y la geografía de la ciudad habían cambiado, trabajos generales de wordbuilding y de limpieza… (por ejemplo, los teléfonos móviles eran incompatibles con la ciudad devastada y su falta de infraestructura, pero necesité dos borradores y un “amable aviso” de mi agente para darme cuenta). Y entonces necesité una verdadera trama donde ocurrieran cosas…

La novela resultante es una mezcla de ambos intentos, y puedo ver claramente piezas de cada uno de ellos: las familias se han convertido en casas, pero las intrigas entre ellas siguen siendo primordiales, una personaje, Philippe, es vietnamita, y está tan fuera de lugar como Hélène lo estaba en mi fantasía urbana. Silverspires se transformó en una casa en vez de una ciudad, la droga hecha a partir de huesos de Caídos la renombré como angel essence, e importé algunos personajes de las historias cortas de Silverspires (Lucifer Morningstar, Asmodeus) tal cual con pequeños cambios para adaptarlos al nuevo universo. Pero del mismo modo, es una novela y un escenario totalmente distintos, con sus propias reglas, su propia consistencia interna y un universo que me parecía vivo, en el que podía acomodar la historia.

La moraleja de la historia es: en caso de duda, ¡destrozar Notre-Dame!

The republic of thieves

republicthievesEstoy segura de que no soy la única persona que quedó totalmente fascinada por Las mentiras de Locke Lamora. La carta de presentación de Scott Lynch aunaba una trama interesante con unos personajes arrebatadores, y era un extraordinario comienzo para una saga de siete volúmenes previstos.

Aunque Red seas under red skies, la segunda entrega, perdía algo de fuelle, no por eso dejaba de ser una lectura muy entretenida.

Se esperaba con mucha expectación la aparición de The republic of thieves en el 2013, pero lo cierto es que cuando se publicó la respuesta popular no fue la esperada. Tras haber leído el libro, lo entiendo perfectamente.

La tercera entrega de la saga de los Caballeros Bastardos es un libro de relleno. Como tal, es perfectamente disfrutable, pero no consigue emocionar como ese brillantísimo primer hito que fue Las mentiras de Locke Lamora y es una lástima.

Es una lástima porque tenía los elementos necesarios para una historia sobresaliente. Para empezar, por fin conocemos a Sabetha, que fue una presencia constante en toda la vida de Locke pero de la que apenas conocíamos nada.

Es un lástima porque Lynch se enreda en una narración con dos líneas temporales, el pasado y el presente que a veces se le escapan de las manos, porque se desequilibran una a otra. Combina episodios muy cortos de una con otros más largos y el relato queda descompensado.

Y es una lástima porque la relación entre Locke y Sabetha que debería servir como base para toda la historia es tan tormentosa e ilógica que lo que en un principio puede parecer divertido, con constantes pullas y enfrentamientos intelectuales, acaba por resultar cansado de leer.

No todo es negativo en el libro, que es indudablemente divertido aunque no colme mis expectativas. Los timos a gran escala que preparan los protagonistas, inmersos en una carrera por amañar unas elecciones sin duda son de lo más curioso. Se ve que trampear con los votos es algo atemporal. Y las revelaciones que se hacen sobre el pasado de los personajes no hacen si no incrementar nuestro interés por su futuro.

Sin duda el autor deja el terreno preparado para las siguientes novelas, donde volveremos a encontrarnos a Jean y a Locke, y suponemos que a Sabetha enfrentados a una oscura figura del pasado. Lo malo es que no sé si el camino habrá merecido la pena.