They Promised Me the Gun Wasn’t Loaded

Los superhéroes están de moda. Hace ya tiempo que los ingresos por películas superan a los de la venta de los propios tebeos y los temas “superheroicos” están muy presentes en la sociedad, por lo que es normal que la literatura también tenga ejemplos de este tipo. Desde Viciouso la más reciente Vengeful,pasando por Pronto seré invencible o la patria Mundo de Dioses, cada vez hay más novelas que se pueden enmarcar en este género.

Cuando leí They Promised Me the Gun Wasn’t Loaded ni siquiera sabía que se trataba de la segunda entrega de una serie (a veces pasa, se pone una a leer a lo loco y se entera después de las cosas), pero esto no ha sido óbice para disfrutar de la lectura, aunque es posible que me haya perdido referencias. No ha sido importante, pues he disfrutado como pocas veces riendo a mandíbula batiente.

El mundo está poblado por seres superpoderosos de luz (Sparks) y seres malvados de sombra (Darklings) pero no todo es blanco y negro, por supuesto. En un principio pensé que el objetivo de James Alan Gardner, además de ser bastante irreverente, era ignorar todas las leyes de la física cuando no contravenirlas directamente, pero el libro tiene bastante más. Si hace falta, ya vendrá José Manuel Uría a hablarnos sobre la física del universo Gardner y seguro que encuentra alguna forma de justificarlo.

La protagonista, Jools, es una estudiante de biología que ha adquirido recientemente superpoderes junto a sus compañeras de piso debido a… (¡oh, sorpresa!) un accidente en un laboratorio. Parece que todo el libro se reduce a unos conceptos bastante simplistas (luz contra oscuridad, tecnología contra magia, bien contra mal…) pero el autor es capaz de desarrollar una trama bastante alocada con un ritmo envidiable, burlarse de nuestras ideas preconcebidas y de paso, crear una ropa interior de origen orgánico capaz de contener el traje de superhéroe correspondiente y vestir al usuario en menos de dos segundos (eso sí que es tecnología avanzada y lo demás son paparruchas) .

La característica principal del libro es el humor que aparece en muchos de los párrafos especialmente basándose en comparaciones con el mundo animal (al fin y al cabo la protagonista es bióloga) pero también metiéndose con el mundo universitario y, por si no os habíais dado cuenta, con la física.

El ritmo está bien llevado, las referencias a conceptos biológicos se mezclan con las menciones a actores de películas hongkonesas como Iron Monkey, hay incluso algunas pequeñas dosis de reflexión sobre lo que realmente significaría tener este tipo de poder, en una novela equilibrada y principalmente entretenida.

Me he quedado con una muy buena sensación al leerlo y con ganas de coger el primer libro de la serie… y los siguientes también.

La danza del gohut

Se han juntado dos razones para que acabara leyendo La danza del gohut. La primera, como creo que la de bastantes otros, es la recomendación que hizo Alex en el último programa de los VerdHugos de 2018. Pero es que además, tengo el propósito de leer más libros escritos originalmente en español, ya que últimamente el inglés está monopolizando mis lecturas y me temo que influyendo mucho también en cómo escribo.

Ferrán Varela escribe una historia de opuestos que acaban complementándose. Como bien expresa Mariano Villarreal en el prólogo el taoísmo es una de las interpretaciones filosóficas que emanan de la historia. Pero es cierto que no es el único tema que se explora en poco más de cien páginas. También se explaya sobre la posibilidad de redención de las faltas cometidas, las consabidas desigualdades sociales (sea en un mundo pseudomedieval, sea en nuestro propio momento temporal) y las responsabilidades impuestas por la sociedad.

La estructura del relato, que decide comenzar casi por el final, se adapta como un guante a esta compleja mezcla de intenciones. Indudablemente quita algo de fuerza a la narración porque ya sabemos algo de lo que pasará, pero es un problema mínimo comparado con la libertad que ofrece saber hacia dónde encamina sus pasos el autor, permitiéndole centrarse en otros aspectos.

Me ha encantado la prosa que utiliza Varela, buscando en todo momento la palabra adecuada, mencionando por ejemplo un bargueño cuando perfectamente podría haber dicho mueble, consiguiendo así una riqueza léxica que hace resaltar aún más la obra.

También me parece destacable la creación del mundo, cómo deja entrever algo mucho más complejo de lo que somos capaces de leer en un espacio tan corto, con detalles como el juego La toma del castillo, del que indudablemente me gustaría conocer las reglas o la estructura universitaria en la que la tutora aspira a ascender.

En definitiva, recomiendo mucho la lectura de La danza del gohut. Y ahora tendré que seguir buscando las recomendaciones de Alex, porque desde luego con esta ha dado en la diana.

Vigilance

Esta lectura es tan corta e intensa como un puñetazo sin avisar en el estómago. Es claramente deudora de The Running Man, aunque le da otra vuelta de tuerca a la historia.

Robert Jackson Bennett nos sitúa en unos Estados Unidos deshumanizados, que han quedado atrás en la supremacía global, claramente adelantados por los chinos. Y esto no ha hecho si no agudizar los problemas de una sociedad obsesionada con las armas como “protección” contra los ataques del “enemigo”, un ente que no está muy definido pero que amenaza cada uno de sus pasos. En medio de este clima de paranoia, un show televisivo ofrece la carnaza que les reafirma en sus opiniones. Vigilance es un tiroteo sobre inocentes que no se sabe cuándo tendrá lugar, pero para el que hay que estar preparado. Los índices de audiencia son sencillamente brutales, pero aún así el marketing quiere más… y dispone de herramientas para ello.

El autor utiliza de manera muy acertada el ritmo de la historia y la violencia inherente a este tipo de relato. El clima de miedo que ahoga a la sociedad estadounidense en el año 2030 es terreno próspero para la venta de armas masiva, en una extrapolación no sé si demasiado exagerada de lo que ocurre en la actualidad. Y sin embargo, lo más preocupante no es esto. Es la verosimilitud de las reflexiones que en algunos momentos aparecen, como la insensibilidad que acaba resultando de la exposición continua a la violencia. En particular hay un pasaje sobre la muerte de niños que resulta especialmente sobrecogedor, en una suerte de círculo vicioso que hace que los espectadores no sean capaces de apartar los ojos de la televisión.

El hecho de que se utilicen dos puntos de vista para enfrentar distintas opiniones me parece bastante acertado, aunque la mayor carga de la narración la lleve el alto ejecutivo de marketing responsable del programa televisivo.

Recomiendo Vigilance a quien desee leer un mensaje político muy fuerte en contra de la proliferación masiva de las armas, con algunos toques futuristas pero sobrecogedor por lo verosímil que llega a resultar.

Future Science Fiction Digest, Issue 1

Cuando Alex Shvartsman me hizo llegar un ejemplar de esta revista me llamó mucho la atención, sobre todo por la intención de hacer llegar al público angloparlante obras de autores traducidos, algo muy poco habitual. El resultado es sin duda curioso y tengo por seguro que seguiré leyendo las siguientes entregas.

The Rule of Three de Lawrence M. Schoen

El gobierno y las corporaciones chinas están haciendo grandes esfuerzos para acercar la ciencia ficción de su país a occidente y también para el caso contrario. Este relato está inspirado en la estancia del autor en el SF Camp en Danzhai.

Cuando un extraterrestre aterriza en la Tierra no lo hace en ningún lugar conocido, si no en lo más recóndito de China. En este relato veremos una historia de primer contacto pero con un toque especial, ya que solo las cosas muy sencillas están dentro de la Regla de Tres que rige las relaciones de los extraterrestres. El relato, desgraciadamente, pierde interés conforme va avanzando, pero no deja de ser una narración curiosa para el lector.

SisiMumu de Walter Dinjos

Notable relato sobre la desigualdad de las clases y la explotación de unos humanos a manos de otros. En un entorno apocalíptico, con la Tierra carcomida por la radiación, la clase en el poder ejerce su preeminencia mediante la administración de nanomedicinas capaces de combatir las consecuencias de esa exposición nuclear, el único pago que recibe la tribu explotada que continúa viviendo en el planeta. Mezclado a su vez con exploración espacial en búsqueda de una solución para la Tierra, se trata de un cuento muy recomendable de un autor que desgraciadamente nos dejó en 2018.

The Emperor of Death de Marina y Sergey Dyachenko, traducido por Julia Meitov Hersey

Hace bastante tiempo tuve la oportunidad de leer Vita Nostra, una muy buena novela de los autores rusos Marina y Sergey Dyachenko, pero no había leído nada más de ellos. Este relato de nuevo me pone en el buen camino para volver intentar a conocer su ingente producción, ya que está bien medido y tiene la dosis justa de misterio para que quieras seguir leyendo. ¿Qué ocurre con un joven nacido en el espacio que es el único superviviente de su viaje espacial?

Profile: The Dyachenkos de Julia Meitov Hersey

Interesante artículo sobre los autores rusos que no hace si no incrementar mi interés por su obra.

One Bad Unit de Steve Kopka

Entrenida historia sobre un desarrollador de nanobots, protegido quizá en exceso por sus valiosísimos conocimientos que decide un día escapar de la jaula en la que está encerrado, aunque solo sea temporalmente.

A Vaccine for the Virus of Empire? Phoebe Barton

Un ensayo quizá demasiado corto sobre la inherente necesidad de la existencia de un Imperio en la gran mayoría de las obras de ciencia ficción.

The Substance of Ideas de Clelia Farris, traducido por Rachel Cordasco

Curioso relato sobre el amor y las adicciones, en una sociedad dividida en dos estamentos muy diferenciados en un mundo lejano. Me gusta más la parte de exploración al comienzo que el desarrollo propio de la historia, pero creo que es un producto sólido.

In All Possible Futures de Dantzel Cherry

Un robot capaz de prever las diferentes consecuencias y universos paralelos a los que puede dar lugar las decisiones que afectan a sus dueños protagoniza este corto relato.

A Conversation with Javier Grillo-Marxuach y José Molina de Joshua Sky

Entrevista a dos figuras de la TV totalmente desconocidas para mí, en el que logras aprender algo sobre ese mundillo.

Perfection de Mike Resnick

Debo tener algún problema con la obra de este autor porque la mayoría de los relatos que voy leyendo suyos no me convencen. En este caso la narración gira entorno a la búsqueda de la mujer ideal, pero claro ¿no habrá una mujer ideal distinta para cada sujeto?

Wordfall de Liang Ling, traducido por Nathan Faries y Zhao Li

Para mi gusto, el mejor relato de la revista y que puede justificar por si mismo la compra de este número. De nuevo una historia de primer contacto, pero esta vez desde el punto de vista de un padre obsesionado con el trabajo a bordo de la nave que es incapaz de dejar sus responsabilidades de lado para ocuparse de su hijo. Tierno y a la vez especulativo, merece la pena leerlo.

Espero con intriga los contenidos del siguiente número de esta revista, que seguro tendrá un lugar reservado en mis lecturas.

In an Absent Dream

En cuanto cayó en mis manos me puse a leer In an Absent Dream, la cuarta entrega de la saga Wayward Children de Seanan McGuire.

Escrito con el estilo totalmente inmersivo de la autora, se trata de una precuela que nos retrotrae en el tiempo hasta 1964, para contarnos la historia de Katherine, a quien ya conocíamos de Every Heart a Doorway.

Utilizando como telón de fondo el Goblin Market de Christina Rosetti (presente en varias obras de fantasía de la cultura anglosajona) y su idea de trato justo, McGuire nos hace reflexionar sobre el verdadero sentido de la amistad y el necesario sacrificio para buscar la justicia. Lo que comienza como una aventurilla infantil se va volviendo más oscura conforme va pasando el tiempo, del mismo modo que la vida nos va enseñando poco a poco que no hay nada gratis y que todo tiene un precio.

Otra reflexión muy acertada de la autora es la necesidad de seleccionar nuestro camino entre las múltiples posibilidades que se nos presentan, ya que resulta totalmente imposible llegar a un equilibro para afrontar todas las decisiones que la existencia nos va poniendo por delante. Se trata de un relato de rito de paso, de alcanzar la madurez psicológica cuando la madurez física todavía no está al alcance.

Quizá esta entrega no es tan brillante como las dos primeras, que eran realmente excepcionales, pero aún así la lectura es absorbente y rápida, y nos deja con ganas de más entregas de esta serie que ha venido al mundo de la fantasía para sentar cátedra.

Static Ruin

En esta última publicación de su Voidwitch Saga, Corey J. White aprovecha para atar los cabos sueltos que había ido dejando en las dos entregas anteriores, cerrando de manera bastante correcta una trilogía que estaba algo desequilibrada desde un principio por los increíbles poderes de la protagonista.

White escarba un poco en el pasado que todavía desconocíamos de Mars Xi, cuando va a buscar sus auténticos orígenes para lo que debe ponerse en contacto con su padre.

Static Ruin está menos centrada en la acción que las anteriores y tiene algunos pasajes reflexivos muy interesantes sobre la manipulación genética y los límites de la exploración científica, pero tampoco ahonda lo suficiente en este dilema moral como para distraernos de la principal función de esta publicación, que es cerrar la historia con un final aceptable, dejando abierta la posibilidad de una continuación.

El autor busca una carga emocional que en las entregas anteriores ya se vislumbraba pero que aquí alcanza su cénit. Me gustan algunas pequeñas pinceladas que añaden algo de humor a una historia que de por sí es terriblemente oscura y creo que Corey J. White es un autor interesante al que seguir. Como pronto volveremos a tener noticias suyas, es probable que vuelva a visitar el blog.

Flip

Cuando entrevistamos a Derek Kunsken en los VerdHugos, nos habló de sus proyectos dentro del mundo del cómic con mucho entusiasmo, así que cuando tuve la oportunidad de tener en mis manos una muestra de su trabajo de la mano de Markosia Publishing, lo leí con gran interés.

Portada de Flip

He de decir que Flip es una recopilatorio de historias cortas en mundos alternativos en cómic, recordando en cierto modo Universo! de Albert Monteys, pero salvando las distancias.

Como toda colección de relatos, los hay que me gustan más y que me gustan menos, pero sin duda se trata de una lectura ágil y variada, ya que tanto el tono de las historias como el tipo de dibujo son radicalmente distintos.

Los temas de cada cuento varía desde algo típico como las bifurcaciones que pueden ocurrir en la vida según las decisiones que vayamos tomando a otras con más contenido, como el cambio de la edad en que se recibe la pensión para disfrutar la juventud sin tener que trabajar para luego tener que acabar la vida devolviendo todo lo que se disfrutó al principio. Por la propia naturaleza de los relatos aunque la idea pueda ser brillante no está suficientemente explotada, o al menos a mí me hubiera gustado que se profundizara más en ese aspecto.

En el apartado gráfico, me resulta especialmente llamativa la historia de los gorilas luchadores, porque tiene un estilo cartoon y un colorido infantil muy en contraste con el tono general del resto de Flip, más tradicional, si me permitís la expresión. Que el personaje principal se oculte tras la máscara de luchador para afianzar su personalidad es una ventana abierta a su verdadera fragilidad interna.

Flip se pone a la venta a finales de este mes.

The Stars Now Unclaimed

Hay novelas que te atrapan con su ritmo y si eres capaz de dejarte llevar, las disfrutas como un paquete de palomitas en su punto de sal. The Stars Now Unclaimed es un buen ejemplo, un libro que quiere jugar a ser space opera y que tiene muchos toques de ciencia ficción militarista aderezado con misteriosos poderes que pueden cambiar el rumbo de la galaxia.

Con los mimbres mencionados anteriormente sería realmente difícil conseguir una novela original, pero Drew Williams tiene otra intención: busca la diversión pura para el lector. ¡Y vaya si la encuentra!

Lo más destacable del libro son las escenas de acción que se encadenan una tras otra. Somos testigos de batallas espaciales, asaltos armados con tecnología obsoleta que se va desmoronando en las manos, ataques a planetas enteros en los que entran en juego defensas orbitales y escaramuzas con pocos integrantes que tiene lugar en EVA. Y todo está narrado de forma divertida, siempre que apretemos el botón de suspensión de la incredulidad. Por que todo, absolutamente todo, lo hace la misma persona. Olvidaos de Lara Croft o Honor Harrington, porque Jane hace que sus hazañas parezcan méritos para conseguir medallas de boy scouts.

Las razas alienígenas que aparecen en el libro son excesivamente antropomórficas y la situación planetaria del último refugio es rocambolesca, pero como ya he mencionado con anterioridad, no tenemos que ponernos escrupulosos con la verosimilitud de la historia, si no simplemente dejarnos llevar y disfrutarla.

Me gustaría también mencionar el humor que destilan algunas de las escenas, simple pero efectivo. El libro tiene un marcado carácter cinematográfico y como tal hay que tomarlo. ¿Quieres algo que te recuerde a Star Wars con mucha acción? Este es tu libro.

The Ocean at the End of the Lane

No me considero ninguna experta en Neil Gaiman, un autor del que he leído más bien poco y que creo que no se ajusta en demasía a mis gustos literarios. Pero, como hay que probar cosas distintas en esta vida y hacía ya tiempo que tenía pendiente The Ocean at the End of the Lane, dediqué unos días a su lectura.

La historia la relata el protagonista en primera persona, cuando ya adulto, vuelve al hogar de su infancia para un funeral y comienza recordar las peripecias que vivió con siete años, que prácticamente había olvidado. Por esta misma razón, se trata de un narrador no confiable, ya que lo que cuenta se puede interpretar de muchas maneras, como el producto de la imaginación de un niño o como una aventura de hadas real. Esta indefinición es uno de los pilares de la narración, teñida de realismo mágico.

La historia parece un tanto autobiográfica, hasta el punto en que un relato sobre criaturas que desean imponer su presencia en un mundo que no es el suyo pueda serlo, pero la descripción del protagonista recuerda por momentos a la infancia de Neil Gaiman, por lo que he podido informarme.

Las barreras entre el mundo mágico y el real son difusas en algunas zonas y hay criaturas que aprovechan estos intersticios para invadir el terreno que no les pertenece. Me ha recordado mucho a Coraline, una de las pocas obras del autor que conozco.

El relato es pausado y aunque tiene momentos de miedo y algo macabros, en realidad The Ocean at the End of the Lane es una versión un tanto descafeinada de obras que ya conocemos del autor. La prosa es musical y consigue ponernos en la piel del protagonista y el ritmo está bien llevado, pero no por ello deja de ser una obra menor.

Si eres seguidor de Neil Gaiman sin duda ya habrás leído esta obra y si no es así, probablemente preferirás empezar por otras de más renombre y reconocimiento. The Ocean at the End of the Lane se queda en un terreno de nadie que hace que pase desapercibida.

The Ocean at the End of the Lane está traducido al español por Mónica Faerna García-Bermejo.

The Winter Road

En esta ocasión he tenido la suerte de compartir lectura y reseña con Antonio Díaz. Os proponemos un juego, ¿sabríais decir quién ha escrito cada párrafo del post?

The Winter Road es la nueva novela de Adrian Selby un autor que ya nos llamó la atención con su primer libro Snakewood y al que decidimos seguir la pista tanto Antonio Díaz (@mertonio) como yo.

Esta novela está situada en el mismo mundo que Snakewood y se pueden ver muchas de las características ya patentes de la forma de escribir del autor, como el uso de un lenguaje coloquial y gramaticalmente incorrecto, en el que cuesta introducirse.

Aunque en esta novela ése recurso está menos exagerado que en Snakewood, sigue siendo un tanto molesto.

Selby utiliza de nuevo el sistema de pociones y brebajes que tanto nos gustó en su primera novela. Guerra biológica en el medievo. Pero me parece menos fresco y sugerente.

Es cierto que los personajes parecen farmacopeas andantes, haciendo especial hincapié tanto en los materiales necesarios como en las recetas que hay que seguir para la confección de las pócimas. De hecho, se da mucha importancia al aspecto económico de la narración, la relación entre coste y beneficio, tanto pecuniaria como físicamente.

También el aspecto físico de la gente es importante. Si has pasado un tiempo guerreando habrás tomado pociones y brebajes que te cambian permanentemente el color de la piel, que se convierte en una señal de estatus (o un estigma). A pesar del esfuerzo en retratar la sociedad de The Winter Road, el resultado es un tanto genérico. No encuentro rasgos distintivos de la clásica sociedad low fantasy.

Este es uno de los fallos de la novela, pero a mi entender tiene un problema estructural más grave. Mientras que nos estaba contando una historia se le va la mano con una trama que podía parecer secundaria pero que acaba siendo lo más importante del libro.

El juego de la novela con los dos momentos temporales (presente y pasado) me da a entender que es un desarrollo argumental buscado, pero pienso que habría sido más interesante una novela sobre las vicisitudes de la construcción de la carretera per se que el western crepuscular que resulta siendo.

Y el cambio de estilo narrativo “tradicional” al epistolar de los últimos capítulos no hace si no acentuar la sensación de un cambio de planes, de una pérdida de interés por terminar la narración una vez que se ha acabado la historia de venganza engañosamente secundaria.

También utiliza las cartas para dilatar temporalmente la narración, aumentado bastante la cantidad de hechos que ocurren a base de elipsis muy bien tratadas. Y casi como coda, consigue enlazar The Winter Road con Snakewood, aunque solo sea tangencialmente.

Sin embargo a mí el final epistolar me parece imprescindible. Sin él la historia queda inconclusa en cierto modo. Ésta es la segunda oportunidad que le damos a Selby, y aunque ninguna de sus novelas es mala, les sigue faltando algo para terminar de despegar. Para poder atreverme con él una vez más, la premisa tendría que ser terriblemente atractiva.