Carcoma

Ni un día me ha durado esta novela corta, así de inmersiva me ha resultado. Se trata de una historia durísima, principalmente por los posos de realidad que fueron su origen. Layla Martínez ha conseguido retratar de forma fehaciente el horror rural de unas vidas condenadas al sufrimiento y la rabia sin posibilidad de huida.

Me ha atrapado con esa mezcla de cristianismo rancio y creencia en los rezos mientras con la otra mano se busca la colaboración de las sombras. La envidia que anida en cada corazón, el desprecio a los demás, la altanería de los más pudientes que no dudan en pisotear a aquellos que están por debajo en la escala social… Carcoma es un grito desesperado contra las desigualdades sociales y el status quo inamovible de las áreas rurales, donde los señoritos siguen campando a sus anchas.

La narración de los capítulos se va alternando entre una joven y su abuela, condenadas ambas a malvivir en la casa familiar, que oculta secretos oscuros tras cada puerta. Es una historia cruda en la que cada frase es un puñetazo al estómago del lector, en la que cada alusión a la genealogía de las narradoras apuntalará el momento presente y sus condiciones. El mal no se circunscribe a la familia, ya que de pasada seremos conscientes de cómo unos hermanos abandonan a su hermana a su suerte cuando ha dejado de ser útil cuidando a su madre, por ejemplo, o como las maledicencias de la gente se enquistan y crean pozos de podredumbre en las almas de los habitantes del pueblo.

La historia se remonta incluso a antes de la Guerra Civil, porque los recuerdos de la abuela llegan hasta entonces, tenemos casi un siglo de dolor concentrado en algo más de 100 páginas, con un prosa eficiente y muy cercana, con diferencias sutiles pero palpables en cada capítulo, donde se nota que la formación de la nieta, aunque insuficiente, es algo mayor que la de abuela, que tuvo que servir desde su más tierna infancia.

Tampoco se puede dejar de lado el machismo imperante en la sociedad, que condena desde el principio de sus días a la desdicha a las habitantes de la casa, una casa que también juega un papel protagonista en la historia.

Carcoma me parece una historia tan visceral como necesaria.