Native Tongue

Hoy toca reseñar un libro con bastantes años a sus espaldas y del que no sabía nada antes de ponerme a leerlo, solo que su inclusión en una colección como SF Masterworks nos indica que nos encontramos ante una obra importante en la historia del género. Justo cuando estaba terminándolo salió la noticia de su publicación en catalán, pero ya os digo que cuando salió en español en su momento pasó totalmente desapercibido de mi radar, bastante ineficaz en aquella época.

Native Tongue nos narra una distopía mundial, con las mujeres en una situación degradante y abusiva, ya que por ley se las considera seres inferiores.

Como muestra, un botón:

“The natural limitations of women being a clear and present danger to the national welfare when not constrained by the careful and constant supervision of a responsible male citizen, all citizens of the United States of the female gender shall be deemed legally minors, regardless of their chronological age…”

A lo largo del libro no hace sino ahondarse en esta tesis tan denigrante, que no tiene nada que envidiar a la opresión de El cuento de la criada, por ejemplo. En este sentido, la lectura ha sido algo complicada para mí, porque a pesar del tono muy pero que muy exagerado del escenario y su condición admonitoria, resulta terrible pensar que en algunos lugares no está alejado de la realidad.

El otro componente sobre el que gira la novela es la comunicación con entidades alienígenas, que está en manos de un conjunto de familias de lingüistas dedicados en exclusiva a esta tarea desde su más tierna infancia. Aquí no hay problema con que el trabajo lo lleven a cabo hombre o mujeres, aunque se sigue considerando inferior el resultado obtenido por las mujeres, a pesar de ser un falacia.

A pesar de mi desconocimiento del área y de que me hubiera gustado que esta parte estuviera más desarrollada, es cierto que la autora da algunos esbozos de cómo podría ser la comunicación con otras especies alienígenas, aunque en realidad el proceso de “emparejado” entre el nativo alienígena y el humano que aprenderá el idioma depende de un elemento que no se explica para nada. También dedica espacio a definir lo que sería la creación de un nuevo lenguaje partiendo de cero, algo que resulta fascinante.

Por otra parte, tenemos las acciones del Gobierno que utilizará cualquier medio para intentar emular el “secreto” de los lingüistas, para no depender de estas poderosísimas familias en sus relaciones con los extraterrestres, sean comerciales o de otro tipo.

La prosa está muy cuidada y como ya digo, si pudiéramos creer por algún momento que esta distopía fuera cierta, la lectura no puede ser más desasosegante. El estado de sumisión total de la mujer, las escuelas de mujeres para que las futuras esposas sepan comportarse como es debido, la imposibilidad de salirse del camino marcado… son más y más clavos que se van introduciendo en nuestra conciencia.

También es cierto que a pesar de que la acción se desarrolla dentro de 200 años, los cambios tecnológicos apenas son visibles. Teniendo en cuenta que hay colonias espaciales (aunque solo se mencionan de pasada) y que el comercio con otras especies es floreciente, no se notan casi diferencias con la Tierra en la que se escribió el libro, algo que resulta chocante. Hay algunos otros fallos estructurales más, como la aseveración de que el nuevo lenguaje mejorará la vida de las mujeres, sin argumentar cómo lo hará, por ejemplo. La novela tiene continuaciones, pero no sé si seguiré con ellas porque Native Tongue es bastante autocontenida.

How to Live Safely in a Science Fictional Universe

Esta novela de Charles Yu siempre había llamado mi atención, pero de alguna manera no encontraba el momento para leerla. Finalmente, animada por la recomendación de mi amigo Elías Combarro, le di la oportunidad que se merecía.

Nos encontramos con una estupenda una obra sobre viajes en el tiempo, donde se ha generalizado el uso de máquinas que permiten viajar al pasado (el futuro sigue siendo inaccesible). Y a pesar de que la parte especulativa sobre cómo podría funcionar “teóricamente” un invento de este tipo es bastante sólida, no es la baza principal de la novela, aunque me apasiona el tratamiento de las paradojas temporales que lleva a cabo el autor. Y es que How to Live Safely in a Science Fictional Universe es un maravilloso ejercicio sobre las consecuencias de la culpa y el remordimiento en la psique humana.

El protagonista es Charles Yu, un técnico de las propias máquinas y la narración está escrita completamente en una primera persona que consigue transmitir muchos de los sentimientos del propio Yu al lector. Es cierto que hay algunos conatos de humor que pueden servir como contrapunto a una historia que por momentos resulta deprimente, pero cuando el humor principalmente se basa en un autodesprecio bastante afilado, no hace si no cimentar la empatía que acabamos sintiendo por Yu.

También es fundamental hablar sobre la relación padre-hijo que se desarrolla ante nuestros ojos, cómo la obsesión por el tiempo y sus entresijos impide que se despliegue de una forma sana. No deja de resultar irónico que tenga que dedicar tanto tiempo para la creación de la máquina para conseguir el tiempo que quiere ofrecerle a su familia. Esta paradoja no nos es para nada desconocida en el mundo moderno y es una de las lecciones que podemos aprender con la lectura.

En esta ocasión, he disfrutado de la versión en audiolibro de la novela, narrada por James Yaegashi, que tiene una dicción muy clara y que “actúa” en la historia, algo que cada vez me gusta más.

The Quantum Garden

The Quantum Magician fue una más que grata sorpresa en su momento y después de conocer en persona a Derek Kunsken, no podía pasar mucho tiempo hasta que The Quantum Garden cayera en mi poder.

Esta novela sigue la historia de la primera entrega, así que no hace falta ni presentar a los personajes ni establecer una situación de partida, porque ya los conocemos. En este caso la crisis puede desequilibrar los grandes poderes del universo conocido, porque entra en juego un elemento que hasta entonces no se podía concebir. La posibilidad de viajar en el tiempo puede ser real y hay que actuar en consecuencia.

La aproximación que realiza Kunsken a los viajes en el tiempo es quizá la más conocida, tipo Regreso al Futuro, pero sin la fotografía de familia que va desapareciendo que le servía a McFly para saber si iba por buen camino. En este libro, los protagonistas van a ciegas, ya que apenas tienen información del momento en el pasado al que viajan y pronto verán cosas que pueden quebrantar la causalidad, algo que tendría consecuencias desconocidas.

El autor utiliza estos problemas de causa y efecto de forma bastante clásica, pero aún así consigue ir elevando la tensión con gran acierto conforme van avanzando las páginas. Aunque la resolución final no resulte excesivamente sorprendente, es más que correcta. Es cierto que algunas de las líneas de diáologo y descripción que utiliza tienen algo más de tecnojerga que de especulación cuántica, pero son un vehículo necesario para el desarrollo de los acontecimientos.

Sin embargo, lo que más me ha gustado del libro con diferencia es la aparición del Horto Quantus y la belleza con que se describe su existencia. Creados quiza a través de un accidente espacio temporal y con su existencia pendiente de un hilo por su situación en un planeta que puede sufrir radiaciones asesinas, sirven como contrapunto al resto del libro, a la trama en sí con sus intrigas y sus conspiranoicas acusaciones y en general a la complejidad del ser humano en las múltiples variantes que el autor canadiense ha creado para nosotros. Quizá solo por eso, la lectura merecería la pena, pero estamos hablando de un libro más completo que solo esta característica.

Aunque pierde algo de la chispa que tenía en la primera entrega, The Quantum Garden es una gran secuela que gustará a los aficionados a los viajes en el tiempo, que parecen que vuelven a estar de moda si es que alguna vez dejaron de estarlo.

The Future of Another Timeline

Los libros de viajes en el tiempo son una de mis debilidades. Me encanta cómo los autores se enfrentan a las paradojas, cómo eligen cuál de las muchas teorías que se pueden tomar como base de partida para “justificar” el viaje en el tiempo y cómo la aplican.

Había mucha expectación con The Future of Another Timeline. Annalee Newitz ya me había convencido cuando escribió Autonomous así que de entrada la novela lo tenía todo para gustarme.

Newitz ha conseguido cumplir mis expectativas. Nos presenta una historia tipo Regreso al Futuro con viajes al pasado para intentar editar los “errores” que puedan dar lugar a futuros distópicos. Con un fuerte componente feminista y unos personajes muy atractivos, las varias líneas temporales que se manejan en la novela confluyen de forma natural y muy estudiada. Pero es que el propio libro ya nos advierte, es el futuro de OTRA línea temporal, así que la situación de partida no es la que conocemos nosotros. Puede que algunas de las referencias que pueblan sus páginas sean basadas en hechos reales o directamente inventadas y queda de nuestra mano realizar alguna investigación para saber qué es verdad y qué no.

Es muy cierto que la novela sufre de un cierto “ombliguismo” en el sentido de que solo parece ser importante la historia de los EE.UU., aún cuando las máquinas que permiten viajar en el tiempo están situadas en varios lugares del mundo. Me hubiera gustado que el alcance del libro hubiera sido mayor, pero me temo que eso sería un objetivo demasiado ambicioso para una sola entrega.

También resulta muy interesante la descripción de la escena punk de principios de los noventa, que influye de manera decisiva en la vida de las dos protagonistas principales de la historia. Ese aire nihilista y subversivo le viene muy bien a la obra.

La autora consigue ser coherente en las distintas “ediciones” que van realizando en la línea temporal, aunque siempre me queda la misma duda en este tipo de libros. Si las máquinas del tiempo siguen funcionando ¿qué impide que el “enemigo” no vuelva a las andadas en cualquier momento y deshaga todo el trabajo realizado? Vale que la existencias de un almacén donde se guarda información a salvo de los cambios temporales provee de una salida de emergencia para mandar información a los posibles futuros, pero no deja de ser un truco sacado de la manga.

Como punto final, destacar precisamente que el alegato feminista es el hilo conductor de toda la novela, con referencias a un futuro aterrador que solo se atisba en algunas conversaciones, pero que puede servir como advertencia para continuar la lucha temporal. Un libro que hay que leer.

A Song for a New Day

Sarah Pinsker es una de las voces más personales que he leído últimamente en la ciencia ficción, con algunos relatos cortos de esos que se te quedan clavados en la memoria y con el divertidísimo “And Then There Were (N-One)” como colofón. Así que cuando tuve la oportunidad de leer su primera novela, A Song for a New Day, no dudé en hacerlo.

A Song for a New Day nos va relatando dos líneas temporales, antes y después de que el temor a atentados terroristas y a infecciones provoque la prohibición de cualquier tipo de reunión. Esto influye en los deportes de masas y sobre todo, en los conciertos en directo, que pasan a ser movimientos clandestinos que se dan a conocer por el boca a boca. Pinsker es música además de escritora y es innegable la pasión con la que hablar de las canciones, de las giras, de la música en general y de los directos en particular. Si asistes o has asistido a conciertos, te hará volver a sentir esa conexión especial que puede dar la música en vivo.

Los dos personajes principales tienen visiones muy distintas de la vida, una desde la perspectiva de alguien que vivió antes de la prohibición (y encima música para más señas) y otra desde la de una joven que solo ha conocido el mundo tal y como es ahora, sin apenas relaciones interpersonales si no son online y con una estricta separación de clases que te impide progresar por más que lo intentes.

Se puede interpretar como una novela con cierto componente distópico, ya que la mayoría de las familias ha ido buscando el aislamiento para protegerse de unos riesgos que tampoco está claro que sigan estando presentes. La sociedad ha cambiado y se prima por encima de todo la conectividad permanente y la inmersión en mundos virtuales, que ofrecen lo que la vida real ya no es capaz de dar.

Es una lectura que da que pensar, comenzando por lo verosímil de la trama, ya que ese aislamiento social está a la orden del día y continuando por el control de una sociedad a la que se le impide reunirse y organizarse, siempre por su bien. Me gusta ver cómo las grandes corporaciones instigan que prosiga el status quo que les reporta pingües beneficios. Quizá la aproximación de Pinsker es un poco ingenua y menos reivindicativa de lo que podría haber sido, pero el mensaje de fondo está ahí para quien quiera verlo.

Sea Change

Nancy Kress escribe en esta ocasión sobre un futuro tan cercano y verosímil que llega a resultar realmente inquietante.

Lo primero que llama la atención de Sea Change es su protagonista, una mujer activista de mediana edad con una tragedia en su pasado que además de su trabajo en un despacho de abogados desarrolla una doble vida como parte de una célula clandestina a favor de las modificaciones genéticas. No nos encontramos ante un joven idealista que lucha contra el sistema, en cambio vemos a una señora que ha sufrido mucho y aún así se sigue arriesgando por lo que considera justo. Me encanta este aspecto, y el valor que la experiencia le da a sus intervenciones.

La investigación de modificaciones genéticas de las plantas y animales está prohibida y se considera terrorismo desde que un error dio lugar a una epidemia localizada. No estamos hablando de un virus que se haya extendido y haya acabado con la humanidad, se podría incluso considerar un hecho aislado, pero las repercusiones son muchas, porque sin modificación genética para mejorar los cultivos, hay gente que pasa hambre.

Me gusta la utilización de técnicas de lo más antiguo para el funcionamiento de la célula y de esta forma esquivar la vigilancia online constante. En ocasiones parecía estar leyendo un relato sobre la Resistencia en la Segunda Guerra Mundial.

Además, Kress es capaz de introducir un nuevo elemento que dota de más originalidad a la obra, ya que parte de la novela corta se desarrolla en una reserva india, con sus particularidades tanto legales como culturales. Me ha sorprendido este giro, y también la protesta velada de la autora sobre la injusta situación de este colectivo.

No podía falta el elemento biológico que está explicado con una claridad pasmosa y que puede dar lugar a un debate bastante encendido sobre la necesidad o no de la modificación genética de los seres vivos y ante todo, sobre quién debería llevar a cabo esta investigación. ¿Solo tenemos en cuenta los objetivos económicos? Parece que esta es un camino destinado al fracaso.

En definitiva Sea Change me parece una lectura más que recomendable, escrita con maestría y que deja paso a la reflexión.

Interference

Semiosis fue una agradable sorpresa cuando la leí en su momento, así que esperaba con interés lo que me ofrecería su continuación, Interference.

La premisa desde la que se parte es el envío de una nueva expedición humana desde la Tierra al planeta Pax. Teniendo en cuenta las distancias, se concibe como una misión de ida y vuelta pero aceptando que los miembros de la tripulación no volverán exactamente a la misma Tierra que dejaron. Razón de más para querer pertenecer a la misión si en nuestro planeta las cosas no están muy bien.

En el primer capítulo nos encontramos con un nada velado homenaje a LeGuin y su “Los que se alejan de Omelas”, aunque con una nueva vuelta de tuerca que lo hace aún más complicado de asimilar. La situación en la Tierra es distópica, pero no se examina muy a fondo, sirve como escenario inicial de la obra pero luego el foco cambia hacia Pax.

La interacción entre las distintas especies de Pax sigue conformando la base del desarrollo de la novela de Sue Burke, pero en esta ocasión el elemento que propicia el conflicto es la llegada de los terrestres, humanos como los primeros colonizadores del planeta, pero tan distintos como podríamos imaginar. Ni sus motivaciones ni su conocimiento del entorno son comparables, así que presenciamos una nueva relación con una especie casi alienígena.

El regusto a ciencia ficción clásica sigue presente, con algunas escenas muy simplificadas y diálogos que se podrían haber explotado más. En ocasiones me parecía que la extrañeza inextricable a una relación con otra especie se volvía demasiado maniquea y los conflictos se resolvían de forma apresurada.

El final del libro invita a la reflexión. Tengo ganas de saber cuál es vuestra opinión sobre este libro, que en mí ha provocado sentimientos enfrentados.

To be Taught, if Fortunate

Becky Chambers abandona el universo Wayfarers para escribir una novela corta mucho más personal, en la que aún se ven su característico optimismo, que nos lleva a encuadrarlo dentro del subgénero conocido como hopepunk.

To be Taught, if Fortunate es el relato de una exploración espacial particular, para lo que sería habitual en el género. Para empezar, la financiación de todo el programa espacial no es ni respaldada por un gobierno ni por una empresa, si no que es una especie de crowdfunding abierto al público. Si esto no es empezar con optimismo, pocas cosas se me ocurren que puedan dar más señal de la fe en la bondad intrínseca de la humanidad.

Becky se ha documentado profundamente sobre algunos temas biológicos y especula de forma muy cercana y haciéndolo fácilmente comprensible para el lector sobre una posibilidad para la adaptación del ser humano a la vida en el espacio. Que esta opción pueda ser real o no en un futuro relativamente cercano es más difícil de creer, pero no por ello deja de ser interesante plantearla.

La investigación científica es la base de toda la historia, que esta vez recae menos en los personajes aunque claro, siendo de Chambers son adorables. Me gusta cómo vuelca la pasión por la ciencia en las páginas, haciendo entretenido lo que podría ser bastante árido, como la clasificación de nuevas especies descubiertas en otros planetas.

La prosa de la autora sigue siendo tan pulida como nos tiene acostumbrados y vuelvo a insistir en que la usa de una forma muy didáctica, casi como si aparte de una novela corta de ciencia ficción estuviéramos leyendo un ensayo novelado.

Como contrapunto, he de decir que aunque los planetas visitados son distintos, quizá el propio proceso de exploración de cada planeta puede llegar a resultar repetitivo. La longitud de la obra ayuda a soslayar este inconveniente.

Lo que sí me parece una apuesta arriesgada es un final tan abierto que invita a la reflexión. Me ha dejado pensando sobre cuál sería mi respuesta a la pregunta que mandan los protagonistas y creo que eso era lo que pretendía la autora precisamente.

Early Riser

Me lo paso muy bien leyendo las novelas de Thursday Next, así que cuando vi que se publicaba una novela aislada de este mundo, decidí probar a ver qué nos ofrecía Jasper Fforde. Sus características habituales están ahí, ese humor británico que a veces puede llegar a resultar exasperante y una imaginación desbordada, pero la falta de un marco de referencia más grande quizá juegue en contra de Early Riser.

La raza humana hiberna para sobrevivir a los inviernos tremendamente fríos de la Tierra. No es una novedad que haya ocurrido por el cambio climático, si no que es así desde el principio de los tiempos. En este escenario tan novedoso, Fforde utiliza todo un nuevo vocabulario que juego con los términos invernales para contarnos la historia de Charlie, que protagoniza la novela y que formará parte del selecto grupo de humanos que no hiberna para que los demás puedan hacerlo sin temor.

El autor juega con el lenguaje con una habilidad sorprendente, siendo este quizá el aspecto más destacado de la novela o al menos el que más me ha llamado la atención. Por ejemplo, el término winsomniac hace referencia a las personas con dificultades para entrar en el largo sueño invernal. Pero hay muchas más que dejaré que vayáis descubriendo vosotros mismos.

Como ya digo, el trabajo de worldbuilding es muy atractivo, pero por desgracia la historia no lo es tanto. Se queda a medio camino entre el thriller de espionaje y una novela costumbrista sin acabar de decidirse por un camino u otro. Los personajes, necesariamente pocos por las características del mundo, son muy pero que muy peculiares, como los zombies que son reutilizados para realizar tareas repetitivas de forma muy competitiva y barata. Si, en la novela salen zombies, pero solo si no son atendidos adecuadamente recurren al canibalismo. En caso contrario, son dóciles y llevaderos. Esto puede parecer absurdo, pero dentro de la lógica interna de la novela es consistente. Del mismo modo, la remuneración de un trabajo no se mide solo en el sueldo, si no que se considera una mejora importante el hecho de disponer de doble ración de pudding para ir acumulando reservas para el invierno.

Como ya digo no me ha terminado de convencer la historia, pero eso no quiere decir que la novela no sea entretenida. Además, tiene un precio muy competitivo en formato electrónico, por si necesitabais un empujoncito que os animara a leerla.

The Rosewater Insurrection

Rosewater fue una de las lecturas más sorprendentes para mí en su momento, una novela de ciencia ficción que tocaba tantos palos que no parecía que fuera posible ligarlos todos, pero Tade Thompson lo consiguió sin problemas.

Tenía interés en la lectura de la continuación y aunque no alcanza el nivel de la entrega anterior, algo muy complicado, si que resulta una lectura adictiva e intrigante.

Lo primero que llama la atención en The Rosewater Insurrection es el cambio de protagonista. La figura de Kaaro deja de ser omnipresente para dar paso a un reparto algo más coral. Esto es un cambio bueno para el libro, ya que aunque Kaaro es un personaje muy atractivo con su moral ambivalente, quizá estaba un poco sobreexpuesto en Rosewater. Aquí sigue representando un papel importante, pero no es el centro sobre el que gira la trama.

Al convertirse en una novela con varios protagonistas, Thompson maneja varias tramas intentando no dar más importancia a unas que a otras, algo que no acaba de funcionar. Mientras que la trama de intrigas políticas del alcalde de Rosewater parece zarandeada por circunstancias ajenas a sus decisiones, la de Aminat avanza de manera firme hacia su objetivo. Hay detalles de humor en la novela, como cuando el presidente de Nigeria le manda fotos pornográficas al alcalde, pero son los menos.

Uno de los principales valores de la novela sigue siendo su situación geográfica en Nigeria, con sus particularidades locales y ese aire de afrofuturismo que tan bien le sienta a un relato de colonización, como reflexión sobre un pasado que quizá pudiera llegar a repetirse con unos actores venidos de otro mundo.

Sin embargo, lo que me ha resultado más interesante es la comunicación con los alienígenas y su plan para conseguir la salvación de la especie. Como de tapadillo se hace una reflexión sobre lo que significa realmente existir, sobre la relación de la memoria con la corporeidad para formar un ente sintiente que creo que será la base para la última entrega de la trilogía. Estoy más que interesada en ver cómo concluye la historia y hace ya tiempo que tengo reservado The Rosewater Redemption. Veremos cómo consigue Tade Thompson dar fin a la historia.