Horizonte Lunar

Ahora que se ha anunciado la reedición el año que viene de esta obra, con nueva portada, ilustraciones interiores y revisada, me doy cuenta de que quizá esta reseña haya quedado un poco desfasada, ya que puede no ser la misma obra que leáis vosotros.

A Horizonte Lunar innegablemente le faltaba una revisión porque tenía fallos de edición. Como supongo que este problema estará soslayado con la siguiente publicación puedo centrarme en otros aspectos.

Se nota que es una obra primeriza por los cambios de ritmo tan bruscos pero al mismo tiempo es patente que la escritora que se estaba formando tras estas páginas tenía una imaginación desbordante y ganas de romper moldes. Esa protagonista femenina, por ejemplo, no es lo habitual en una space opera.

Horizonte Lunar exige al lector que se haga una composición de lugar cuando le faltan muchas piezas del puzle y eso, que puede ser una buena baza cuando se da suficiente información durante la narración, se convierte en algo frustrante cuando al final descubres que la información que te faltaba solo aparece en los anexos. No tengo problema en que no se me explique todo, pero tampoco me gusta que se hagan cientos de referencias a hechos de los que no tenemos conocimiento y no vamos a tener. Lo que puede ser interesante para dar un atisbo del trabajo de creación del mundo llega a cansar cuando se convierte en una constante.

Las escenas de acción, que las hay y bastantes, están bien narradas. Son muy cinéticas sin caer en un problema habitual, cuando parecen mal coregrafiadas. No obstante, que todas tengan lugar dentro de una nave espacial y que haya alegre reparto de disparos láser y otros proyectiles, aliñado de apertura de esclusas sin que haya problemas de despresurización me saca de la narración. Salvando este obstáculo, si lo que buscas es diversión espacial sin complicaciones, Horizonte Lunar cumplirá su cometido.

Me gustaría saber si Felicidad tiene intención de volver a este mundo, pues sin duda será muy agradable leer lo que salga de una pluma más experimentada en un universo con tantas posibilidades.

Despertares

Uno de mis planes para #leoautorasoct es compartir la mayoría de mis lecturas con mi compañero de fatigas habitual en estos lares. Mientras él terminaba su último libro antes de ponernos con Winterglass de Benjanun Sriduangkaew, yo me encontré con un pequeño hueco que decidí pasar leyendo Despertares de Felicidad Martínez.

Partiendo de la base de que no conozco el multiverso de Víctor Conde (creo que leí un libro pero se ha debido colar entre los intersticios de mi memoria) tenía que juzgar Despertares como obra individual, sin poder situarla correctamente en su contexto. Esto no ha supuesto ninguna dificultad, ya que Felicidad cuenta la historia que le interesa, que podría ubicarse en otro escenario y solo con una pequeña modificación la incluye en el multiverso. Vale que esa modificación también le da fuerza a la historia, así que el recurso resulta ser elegante y oportuno.

El relato es claramente deudor de obra muy buenas como Anatema de Neal Stephenson, con esos monjes que son trasuntos de filósofos naturales cuya fe son las leyes físicas. En este sentido la narración es totalmente verosímil, con una orden que se encarga del depósito del conocimiento y su estudio, casi como en el medievo. Cuando aparece un cambio, existe una reacción en contra para proteger el orden establecido.

También hay otra obra de un escritor recientemente fallecido a la que no voy a hacer referencia por que podríamos entrar en el escabroso terreno del spoiler, pero que es patente y que inevitablemente anula parte del efecto sorpresa que buscaba la autora.

El ritmo es rápido y la propia brevedad de la obra juega a su favor. La prosa de Felicidad, va directa al grano sin florituras y recuerda a otras obras suyas como La mirada extraña (sería posible incluso que este relato encajara dentro de ese mismo libro porque es otra forma de ver al alien, al ser ajeno a nosotros).

En definitiva, estamos ante una novela corta de consumo inmediato y que encima estuvo gratis durante el día del libro. Ideal para un aperitivo mientras seguimos esperando su siguiente obra (ni presión ni nada, ¿eh, Felicidad?).

La mirada extraña

miradaLa última lectura que logré colar en octubre fue La mirada extraña de Felicidad Martínez. Venía acompañada de buenas recomendaciones, pero por alguna razón no encontraba el momento para leerlo. Craso error.

El libro se compone de cuatro novelas cortas escritas desde el punto de vista de diversas sociedades alienígenas. El despliegue de ideas del que hace gala Felicidad, a pesar de la presencia de referentes bastante claros, es envidiable.

Aquí no tenemos que sufrir la miopía antropomorfizante de un observador humano, lo cual no deja de ser positivo. Pero eso sí, requiere un esfuerzo por parte del lector, ya que no hay ningún tipo de ayuda para situarnos en el escenario en que transcurren los hechos. Por supuesto, también el manejo del lenguaje influye en esta “dificultad” a la hora de entrar en la obra. Pero es una labor que merece la pena.

Hablando del lenguaje, hay un ejemplo que me gustaría destacar, aunque sea solo uno entre muchos. Las especies extraterrestres no hacen uso de herramientas y eso hace que dialoguen de una manera particular. Por ejemplo, cuando requieren información de otro miembro de su especie, utilizan el verbo “desembucha” íntimamente asociado con la digestión, que es la necesidad principal de la mayoría de los seres vivos y por tanto influye en su forma de expresarse. De hecho, el número de palabras asociados con la ingesta de alimentos y su posterior tratamiento es a veces abrumadora.

Un problema que veo en la lectura de La mirada extraña es el orden de lectura. Entiendo que habrá sido una decisión pensada, pero no puede dejar de extrañarme que algunos de los hechos que nos relata Felicidad al final del libro estén situado cronológicamente antes que los demás. Puede que sea un efecto buscado, pero no deja de crear un poco de confusión.

Recomiendo encarecidamente su lectura.