The Ruin of Angels

Creo que no será ninguna novedad para un lector habitual del blog que Max Gladstone es un autor que me encanta. En algún programa de VerdHugos he recomendado sus libros y realmente me haría muy feliz que alguna vez sus obras llegarán a ver la luz en español, por que creo que lo merece.

Por todo lo anterior no será sorprendente que esta reseña de The Ruin of Angels sea muy elogiosa, pero es que puede que nos encontremos ante la mejor entrega de su Craft Sequence.

La novela comienza con un tono de humor muy marcado, aprovechando  situaciones incómodas cotidianas revestidas de una pátina de fantasía, que permite acomodar al lector en un mundo que no conoce pero en el que se encuentra con problemas habituales, como cuando el pasajero de delante en un vuelo comercial se dedica a reclinar el asiento sin pensar en tu comodidad. Pero claro, si en vez de un avión normal estamos hablando de un dragón, la cosa cambia. ¿O no?

Este tono ligero es una pequeña trampa del autor, para pronto lanzarnos a una espiral de acción. De nuevo los personajes callejeros cobran una vital importancia en la historia, como ya sucedió en Two Serpents Rise, algo que podría llegar a entenderse como una marca personal del autor. Pero esto es solo un detalle más en el elenco de protagonistas que desfilan ante nuestros ojos. Y he aquí un detalle que quiero resaltar. Prácticamente todos los personajes son mujeres, de una u otra orientación sexual y en ningún momento parece forzado. Aquí me podéis responder a lo George RR Martin y decirme que como las mujeres son personas es normal que las describa bien, pero no por ello voy a dejar de alabarle el gusto y el trabajo que se ha tomado.

Dentro de esa habilidad para mezclar lo corriente con lo fantástico, se encuentra la idea sobre la que gira la novela. Una ciudad dentro de la misma ciudad no es nada nuevo, ya lo sé. Ahí está The City and The City de Mièville sin ir más lejos. Pero que en un mundo de fantasía se deje entrever que se puede navegar entre ambas ciudades gracias al colapso de la función de onda me parece un hito destacable. Y no puedo comentar más en profundidad por no entrar en el azaroso tema de los spoilers, pero el proyecto sobre el que trabajan algunos de los personajes es verdaderamente revolucionario.

La variedad de temas que se tratan en el libro es grande, desde el amor casi reverencial a los libros antiguos a las adicciones y sus consecuencias pasando por su marchamo habitual de crítica contra el capitalismo desenfrenado. Pero me interesa también detenerme en la relación fraternal de Kai y Ley. Una relación totalmente creíble, basada en el amor pero que necesita distancia para florecer, capaz de enfrentarse a las adversidades y en la que se puede confiar contra viento y marea.

Un problema que tiene The Ruin of Angels es que es la sexta entrega de la secuencia y aunque Max ha intentado que cada una sea de lectura más o menos independiente, me temo que el bagaje que portamos los que hemos leído los libros anteriores nos permite disfrutar muchísimo más de este. No quiero decir que sea una novela que no se pueda leer de forma independiente (el departamento de marketing de Tor.com ya se ha encargado de ello al cambiar el título y el estilo de las portadas) pero no lo recomiendo. Hay otras novelas que me parecen una puerta de entrada mejor a esta serie, como por ejemplo Three Parts Dead.

Horizonte Lunar

Ahora que se ha anunciado la reedición el año que viene de esta obra, con nueva portada, ilustraciones interiores y revisada, me doy cuenta de que quizá esta reseña haya quedado un poco desfasada, ya que puede no ser la misma obra que leáis vosotros.

A Horizonte Lunar innegablemente le faltaba una revisión porque tenía fallos de edición. Como supongo que este problema estará soslayado con la siguiente publicación puedo centrarme en otros aspectos.

Se nota que es una obra primeriza por los cambios de ritmo tan bruscos pero al mismo tiempo es patente que la escritora que se estaba formando tras estas páginas tenía una imaginación desbordante y ganas de romper moldes. Esa protagonista femenina, por ejemplo, no es lo habitual en una space opera.

Horizonte Lunar exige al lector que se haga una composición de lugar cuando le faltan muchas piezas del puzle y eso, que puede ser una buena baza cuando se da suficiente información durante la narración, se convierte en algo frustrante cuando al final descubres que la información que te faltaba solo aparece en los anexos. No tengo problema en que no se me explique todo, pero tampoco me gusta que se hagan cientos de referencias a hechos de los que no tenemos conocimiento y no vamos a tener. Lo que puede ser interesante para dar un atisbo del trabajo de creación del mundo llega a cansar cuando se convierte en una constante.

Las escenas de acción, que las hay y bastantes, están bien narradas. Son muy cinéticas sin caer en un problema habitual, cuando parecen mal coregrafiadas. No obstante, que todas tengan lugar dentro de una nave espacial y que haya alegre reparto de disparos láser y otros proyectiles, aliñado de apertura de esclusas sin que haya problemas de despresurización me saca de la narración. Salvando este obstáculo, si lo que buscas es diversión espacial sin complicaciones, Horizonte Lunar cumplirá su cometido.

Me gustaría saber si Felicidad tiene intención de volver a este mundo, pues sin duda será muy agradable leer lo que salga de una pluma más experimentada en un universo con tantas posibilidades.

The Sisters of the Crescent Empress

Aunque la primera entrega de la duología Waning Moon tenía sus defectos, también sentía la curiosidad suficiente como para emprender la lectura de este The Sisters of the Crescent Empress.

La prosa utilizada por Likitalo sigue estando adaptada a la narración. El proceso de maduración de las hermanas en su exilio siberiano está llevado a cabo de manera soberbia, pero la historia vuelve a transitar por caminos conocidos, demasiado frecuentes. Reconozco que se me ha hecho pesada por momentos, quizá por la impaciencia por llegar al final, pero principalmente porque para ser una novela corta la noto algo inflada. La estructura de un capítulo dedicado a cada hermana es un acierto, con los cambios narrativos de cada punto de vista, pero creo que se podría haber condensado más para obtener un resultado más redondo.

A pesar de este inconveniente, en el tercio final de la narración, cuando vemos acercarse el desenlace, el ritmo mejora mucho, aunque no llegue a compensar lo anterior.

El uso de la magia, más insinuado que otra cosa, tiene demasiado de Deus ex machina para mi gusto, favoreciendo el resultado final que buscaba la autora. El mundo en el que se desarrolla la historia está poco definido, poniendo todo el foco de nuevo en los personajes. La relación entre las hermanas mayores, la irrupción de Sibilia que pasa a ser una pieza fundamental de la narración, el eje sobre el que gira la supervivencia de la familia… todas estas interacciones están muy bien descritas. Lo que me lleva a pensar que Leena Likitalo es una autora que nos puede dar alguna que otra sorpresa en el futuro, cuando pula los problemas que existen en este libro y en el anterior.

What makes this book so great

En el podcast de los VerdHugos donde tuvimos la suerte de contar con Álvaro Zinos-Amaro como invitado salió a colación este libro. Y como hacía tiempo que lo tenía en mente pero nunca acababa de empezar a leerlo y me cuadraba para #leoautorasoct,  pues me puse con él. Todo es cuestión del momento.

Jo Walton es una reseñadora que se basa en los sentimientos que despiertan los libros que lee. Por lo tanto, en este libro no encontraremos sesudos análisis sobre las estructuras utilizadas o sobre la prosa utilizada. No digo que no haga referencia a estos u otros recursos literarios, pero los capítulos no se basan solo en esto. Walton es una asidua lectora (deja en pañales mi ritmo de lectura y el de otros muchos) pero también dedica mucho tiempo a releer libros. Esta curiosa costumbre, le permite reflexionar sobre muchos libros de una forma más profunda que las sensaciones tras una primera lectura. Por lo tanto, nos encontramos ante unas reseñas que funcionan a varios niveles.

Quizá la principal característica es la brevedad de cada capítulo. Conviene recordar que estos artículos fueron en primer lugar publicados en Tor.com, por lo que el medio utilizado para su publicación indudablemente influye en la forma de exposición. Son reflexiones rápidas y directas, que invitan al comentario por parte de los lectores. Son esbozos de lo que podría ser un comentario más completo, pero con las líneas maestras que permitirían profundizar en una obra de así desearlo. La autora se adapta muy bien a este medio, destacando los puntos positivos de las obras sin evitar los spoilers pero avisando en todo momento de ellos.

Los artículos, obviamente, son de interés variable. Cuando escribe sobre obras de las que nunca había oído hablar pero que pueden ser interesantes consigue captar mi atención, pero también llega un momento en que se pone a analizar pormenorizadamente una saga fantástica que ni me va ni me viene en que el libro se vuelve pesado. Esta volubilidad, esta inconstancia en el interés es para mí el principal problema de What Makes this Book so Great?, pero me temo que es algo inherente al propio libro.

Quizá la forma de aproximarse a What Makes this Book so Great? debería ser en pequeñas dosis, como estaba pensado en un principio con la publicación semanal en Tor. A mí se me ha acabado atragantanto en algunos momentos puntuales, a pesar de que Walton expone de una forma entretenida sus opiniones sobre los libros, sobre la lectura y sobre el género.

¿Habéis leído este libro? ¿Os ha conseguido acercar a algún libro que no conocíais o releer un viejo amigo?

Mandelbrot the Magnificient

Es sorprendente lograr en apenas un puñado de páginas hablar sobre todos los temas que habla Liz Ziemska en Mandelbrot the Magnificient, aunque mi visión preferida es pensar cómo refleja la magia de las matemáticas.

La autora narra una autobiografía fictica escrita por el propio Mandelbrot que, ya anciano, rememora su infancia inmerso en la segunda guerra mundial. Las creencias judías de su familia y la experiencia previa de su madre en el guetto de Varsovia les permiten prever la situación de peligro extremo en que los sitúa la subida de Hitler al poder y huyen a Francia anticipándose a la invasión de su país. La situación en París, no obstante, sigue siendo peligrosa y consiguen irse a otro municipio francés buscando el anonimato.

Aunque el contexto histórico es importante, lo que me fascina del libro es el amor por las matemáticas que se puede ver en cada frase. Está escrito de una manera muy bella pero es que la relación entre la magia y las matemáticas es simple y compleja a la vez, al igual que el conjunto de Mandelbrot se puede generar con una sencilla fórmula pero es infinitamente complejo (frase de @odo). Lo mismo que el joven Mandelbrot se enamora de las matemáticas por las conversaciones que mantiene con su tío sobre esta ciencia, yo me enamoré de las frases que utiliza la autora para describir el aislamiento del pobre Benoit, que apenas se relaciona con los demás por no delatar su origen no francés pero que también descubre la belleza de la naturaleza y de las funciones gracias a ese aislamiento.

Os pongo un ejemplo para que juzguéis por vosotros mismos la extraordinaria prosa de Liz Ziemska, hablando sobre el conjunto de Mandelbrot y la representación gráfica de cien millones de iteraciones sobre él:

Some people believe it is the thumbprint of G-d, but I prefer to think of it as a geometrical depiction of an eternally existing self-reproducing chaotic and inflationary universe.

La inclusión de estudios sobre la Cábala y su enigmática relación la realidad proporciona una excusa para que la autora hable someramente sobre religión. Y aunque la historia está situada en la mitad del siglo pasado, tiene vigencia en un tema tan actual como es el acoso escolar, que Benoit sufre por su condición sospechosa de ser judío, pero que es agravado por su brillantez. Incluso su madre le pide que haga los exámenes bien pero no demasiado bien.

No sé si comprendiendo las matemáticas subyacentes a la historia el relato se podría disfrutar aún más, ya que yo he contado con la inestimable ayuda de mi amigo Elías para los asuntos más espinosos, pero creo que el libro es maravillosamente disfrutable hasta para un lego en la materia.

Austral

Por norma general, la ciencia ficción que habla de un futuro cercano con tintes ecológicos es eminentemente pesimista. En libros como The Water Knife, las consecuencias del cambio climático hacen aflorar los peores instintos del ser humano mientras lucha por la supervivencia.

Sin embargo, la aproximación que hace Paul McAuley en Austral es diferente. El derretimiento de los casquetes polares, conlleva la aparición de nuevas superficies habitables, que deberán ser acondicionadas para que el ser humano pueda sobrevivir ante temperaturas extremas. Por supuesto que hay problemas, pero también hay gente que se pone manos a la obra para solucionarlos.

Además, Austral es una trama mucho más íntima, en la que el paisaje nevado e inhóspito sirve como marco e influye tanto en los actos como en la motivación de la protagonista sin quitar en ningún momento importancia a los sentimientos de los personajes. Con un pasado y un futuro marcado por las decisiones de su familia, Austral es una husky, una humana genéticamente modificada para adaptarse a la vida en un entorno hostil. Por ello mismo, es una paria en la sociedad, con un gobierno que legisla en contra de su comunidad y que no perdona los errores de su juventud.

Me gustaría hacer especial hincapié en la utilización del lenguaje por parte de McAuley, capaz de utilizar eufemismos como cutlery al referirse a las armas de los matones o vocabulario de origen australiano para “localizar” la obra. Sin embargo, lo que me ha maravillado es la inclusión de la palabra ecopoet. Añadir una connotación a una palabra que ya existe, relacionándola con la ecopoiesis me parece un golpe de genio, capaz de humanizar y cargar de empatía la labor de los biólogos, ingenieros y demás personal especializado que lucha por terraformar la Tierra. La formación como botánico de Paul McAuley le permite hablar con propiedad de las modificaciones que llevan a cabo estos ecopoetas, de una forma consistente y creíble.

Pero es que la parte científica sirve para apoyar algunos de los momentos más emotivos del libro, como cuando Austral encuentra un pequeño pájaro congelado.

La persona a la que Austral dirige sus palabras también ayuda desde el principio a que el lector cree un vínculo emocional con el libro, que recorre la fina línea entre el sentimiento y la razón sin acabar de volcarse en ninguna de las dos áreas.

También le encuentro problemas, por desgracia. La necesidad de volcar información que desconocemos sobre el pasado de la protagonista, hace que el autor incrustre relatos tipo flashback en mitad de la narración, que lastran el ritmo. A pesar de que nos dejan ver la evolución de los ecopoetas y las múltiples decisiones políticas al respecto, me hubiera gustado más que se hubiera utilizado otro recurso para mostrarlo, en vez de este “como ya sabes Bob” modernizado.

Además, la presencia de un libro que parece una versión muy simplificada del de La Era del Diamante de Neal Stephenson me parece un recurso algo tosco, para que la joven que lo utiliza pueda equilibrar el peso de las historias de Austral.

En cuanto a la denuncia sobre las desigualdades, también me parece que podría haber sido un poco más refinada, aunque no negaré que McAuley soslaya la dificultad intrínseca de tratar un tema candente como este de forma elegante y aleccionadora, creando un nuevo tipo de oprimido, el husky del que hablábamos con anterioridad.

En definitiva, recomiendo mucho este libro, que a pesar de sus inconvenientes ha sido una lectura más que entretenida.

The Goblin Emperor

Algunas veces pienso en crear una sección del blog que se llame “Y mira que me lo habían recomendado y no lo leí”, para hablar precisamente de libros que cuando acabas por leerlo tienes que darle gracias al recomendador.

The Goblin Emperor no es original por su ambientación fantástica, aunque este imperio feudal tiene ciertos matices de modernidad tecnológica. El protagonista es Maia, mitad elfo mitad goblin que accede al poder cuando en un desgraciado accidente fallecen tanto el antiguo emperador como toda la línea sucesoria hasta llegar a él, el hijo olvidado y exiliado. Pero el hecho de haber sido criado lejos de los fastos de la corte le puede servir para afrontar el gobierno con otro talante.

Hasta aquí, nada nuevo bajo el sol. No obstante, el libro tiene un toque inocente que hace que le cojas cariño a los personajes. Maia se ve enterrado literalmente entre protocolos, capas de ropa e intrigas políticas, y aunque muchas veces se ve superado, nunca se da por rendido. Esta persistencia unida a su bonhomía consigue que empatices realmente con él y que te preocupes cuando él se preocupa, que es casi siempre, para eso es el emperador.

Resulta algo difícil entrar en el libro por dos razones principalmente: el lenguaje y la genealogía.

El plural mayestático es solo un ejemplo del lenguaje arcaizante que Katherine Addison (alias de Sarah Monette) utiliza constantemente. Sobre todo es perceptible en los soliloquios del propio Maia, en su forma de enfrentarse a sus propios dilemas morales. La invención de algunos términos supone un pequeño obstáculo al principio, pero una vez controlados, la historia sigue fluyendo

Más complicado aún es hacerse con los nombres de los personajes (aunque haya un anexo dedicado a ello) ya que una misma persona puede responder por su apellido, su nombre, cambiar su título… Entiendo que esta retórica es necesaria para dotar de credibilidad al libro, pero a mi me ha costado algo de trabajo entrar en el juego.

Salvados estos obstáculos, la trama fluye con elegancia, hacia un destino no muy sorprendente, pero no por ello el viaje es menos disfrutable. En resumidas cuentas, una lectura muy agradable con una cierta curva de aprendizaje al principio que merece la pena afrontar.

Por cierto, gracias, Josep María y Antonio.

Ironclads

Ironclads ha significado una pequeña decepción para mí, que estaba viendo como lo que iba leyendo de Tchaikovsky me iba convenciendo cada vez más, con la estupenda Children of Time como obra más interesante, pero sin desmerecer Spiderlight o Dogs of War.

Sin embargo, esta nueva historia resulta ser demasiado tópica en su desarrollo, cuando no en su concepción. El discurso primordial es una crítica social sobre las desigualdades económicas y el poder de las grandes corporaciones.

La novela se sitúa en un futuro cercano y para situarnos el autor hace guiños al Brexit sin llegar a mencionarlo nunca, aunque particularmente lo que más me gusta es la distinción cruda y realista que hace entre la carne de cañón y las élites de la guerra. En este sentido, el libro es una vuelta al pasado bélico, aunque sea con la más moderna tecnología. Este contraste histórico se ve reforzado por las “ideas” que se enfrentan, capitalismo contra comunismo, aunque esto es solo una fachada para ocultar el verdadero objetivo, que es exclusivamente económico.

El apartado militarista me parece correcto, con toda la parafernalia relacionada con las operaciones encubiertas y la tecnología aplicada a la destrucción a varios niveles. También me gusta que las modificaciones no sean exclusivamente armamento añadido y si me permitís una comparación comiquera, algunos enfrentamientos recuerdan a Namor contra Iron Man, carne contra metal.

El ritmo de la historia es bastante elevado, como corresponde a una obra de ciencia ficción militar. Las escaramuzas y batallas son entretenidas y no demasiado confusas.

Hasta ahora parece que todo bien. ¿Qué es lo que ha fallado para mí en Ironclads entonces?

Creo que el autor abusa de la amenaza desconocida a la que se enfrenta el equipo protagonista, cuando es bastante patente por donde van los tiros. La conspiración es transparente desde el minuto uno y ninguno de los giros de la trama consigue hacerte pestañear, ya que todo parece seguir un guión prefijado que ya hemos leído con anterioridad. Además, avanzar de encuentro casual en encuentro casual no favorece para nada la tensión que debería ir creciendo.

Es por esto que no puedo ponerle mejor nota al libro, que prometía más de lo que realmente entrega. No por ello voy a dejar de lado a su autor, porque hasta el mejor escribano tiene algún borrón.

Dogs of War

He de admitir que devoré Dogs of War en poco tiempo. Es un libro muy rápido y entretenido, quizá por que no entra en profundidad en ninguno de los muchos palos que toca, pero también por que el autor consigue despertar nuestra lado empático haciendo que nos preocupe el devenir de las vidas de los protagonistas. Y esto no es nada fácil si los personajes no son ni siquiera personas, sin entrar en el hecho de que sean humanos.

Tchaikovsky se está especializando en antropomorfizar animales, ya sea de forma física como en Spiderlight o a través de su psique como en Children of Time. Este recurso, que no es nada fácil de usar, le permite crear paralelismos y ahondar en lo que realmente significa ser humano.

Decía antes que el autor toca muchos temas y ese es quizá uno de los problemas de la novela, que va cambiando conforme vas pasando las páginas de una novela de ciencia ficción militar a una discusión sobre el transhumanismo y el futuro de la humanidad pasando por una fase que simula los juicios de Nuremberg (y me dejo cosas en el tintero, pero habrá que dejar espacio a la sorpresa). No es que este vaivén sea para mí un incoveniente de por sí, pero me temo que Adrian no consigue que estos tránsitos sean fluidos,  aparecen de forma algo brusca, rompiendo el agradable ritmo que tenía la lectura. Este ritmo se recupera pronto, pero en poco tiempo llega otro cambio que tiene el mismo inconveniente, en una suerte de movimiento pendular que consigue desconcertarte.

Somos testigos de los hechos principalmente a través de los ojos de Rex, una bioform creada para liderar un grupo entrenado de expertos en combate. Vemos cómo Rex va evolucionando en una maduración similar, salvando las distancias, a aquella de la que fuimos testigos en la excepcional Flores para Algernon. Mucho del material genético de Rex es de origen canino, y el autor aprovecha este hecho para ensalzar las cualidades que tradicionalmente se asocian con los perros, como la lealtad (reforzada al más puro estilo Pavloviano), el olfato o el instinto de manada. Este proceso de madurez vertebra el libro, pero para ofrecer otros puntos de vista Tchaikovsky introduce otros elementos, como capítulos prospectivos de gran interés y sembrados de ideas interesantes (supuestamente extraídos del libros The Beast Within). Por desgracia, los otros personajes a los que da voz en ocasiones, como Honey y HumOS me parecen claramente desaprovechados. Ya sé que no se puede tener todo, pero ¿un plantígrado en la universidad? Esto está pidiendo a gritos un spin-off.

Dogs of War también se puede leer como un libro con los primeros pasos hacia el transhumanismo y los problemas que esto pudiera causar. Aunque en general el miedo impregna las relaciones con estos nuevos “seres” y con los que vendrán, se van viendo pequeños avances y cambios en la opinión pública, más dispuesta a acoger las novedades si estas muestran sus debilidades a la vez que sus ventajas inherentes. Dogs of War es realmente optimista en este sentido, quizá demasiado, pero no puedo dejar de recordar otros libros también en esta misma onda, como Nexus de Ramez Naam o algunos relatos de Upgraded.

No sé si el nombre del libro es un homenaje a Frederick Forsyth o un guiño a las novelas militares y no estoy segura de que represente lo que realmente vas a encontrar en este volumen, pero tengo por seguro que si le das una oportunidad te gustará. Cada vez me estoy aficionando a este escritor. Tengo por ahí Ironclads y no creo que tarde mucho en ponerme con él.

The Bohr Maker

¡Por fin! Por fin he leído un libro de Linda Nagata que me convence. Probablemente sea debido a que sus últimos trabajos han derivado hacia la ciencia ficción militarista, un subgénero que no es de mis favoritos, pero siempre me parecía que le faltaba algo a esta autora para convencerme. Sin embargo, con The Bohr Maker, a pesar de no estar exenta de fallos, el final de la película ha sido muy distinto.

Siempre me ha llamado la atención el uso de la biotecnología en las novelas de ciencia ficción, ya que parece un camino verosímil hacia el futuro de la humanidad. En este caso, el “objeto de deseo” sobre el que gira toda la novela es la posesión del llamado Bohr Maker, una obra maestra de la nanotecnología que permite la modificación del propio cuerpo para adaptarse y autoevolucionar, si se me permite la expresión. Ya sea para utilizarlo o para destruirlo, todos los personajes del libro pelean por él, menos la receptora, que se encuentra inmersa sin comerlo ni beberlo en esta lucha de poder.

El principio de la novela es un poco sorprendente, porque Nagata nos coloca en un escenario donde no parece haber nada de tecnología. Y digo parece porque de soslayo nos muestra una avance que haría las delicias de cualquier ecologista actual, algún tipo de nanomaquinaria que transforma toda la contaminación de los ríos en alimento para los humanos.

También me parece muy conseguido la idea de interactuar con otros seres humanos a través de una presencia “fantasmal” en sus cerebros. Poder viajar entre localizaciones cambiando de cuerpo y utilizar a otros seres, no necesariamente humanos, como “porteadores”.  Aunque estas ideas ahora no resultan tan originales, en un libro del año 95 no eran conceptos tan trillados.

Sin embargo, lo que más me interesa de la novela es su situación temporal. La narración nos deja en un punto anterior a la Singularidad, que se vislumbra en el futuro pero que el gobierno intenta impedir a toda costa. Y es que trabar el desarrollo y la investigación en la tecnología es como ponerle puertas al campo, una labor fútil condenada al fracaso. Más aún cuando la propia policía hace uso de esta tecnología para impedir los delitos. Nagata utiliza de una forma muy inteligente la hipótesis Gaia para explicar la resistencia al cambio de una parte de los humanos, escudándose en la inteligencia de la propia Tierra para compensar los desvaríos de sus hijos, al tiempo que da voz mediante el primer posthumano a los abanderados del cambio. La novela es un diálogo con argumentos a favor y en contra de esta evolución.

Los personajes, aunque bien caracterizados y perfectamente distinguibles, adolecen de falta de empatía. Phousita sí es capaz de despertar sentimientos en el lector, pero los demás son demasiado fríos y cerebrales para conseguirlo. Cumplen su función perfectamente de exponer las ideas de la autora, pero en conjunto se les notan un poco los hilos con los que los va moviendo Nagata, con unas transiciones poco naturales y cierta ofuscación con sus obsesiones personales.

Un libro definitivamente recomendable, uno de los mejores de este #leoautorasoct en el que estoy embarcada.