The Splinter King

Con lo que me gustó The Black Coast, estaba claro que no pasaría mucho tiempo antes de que continuara con la lectura de la trilogía de Mike Brooks. Brooks apuesta por ampliar el mundo y casting de personajes para evitar el temido síndrome del segundo libro, y a fe mía que la apuesta es ganadora.

El número de puntos de vista y de protagonistas cuyos caminos se entrecruzan crece exponencialmente (bueno, exagero un poco, pero crecer crece) en The Splinter King, pero el autor ha conseguido equilibrar todas las tramas y servirnos una historia absorbente e intrincada a la vez que divertida y emocionante. Lo que antes se desarrollaba prácticamente en un solo pueblo, ahora se expande por toda la geografía imaginada para estas crónicas. El hecho de las distancias sean tan grandes también le sirve a Brooks para ir jugando con la información de la que dispone cada personaje, mientras que nosotros lo sabemos todos desde nuestra posición omnisciente. El escritor ha salido jugar sus bazas presentándonos tanto batallas como relaciones románticas, en un tapiz donde mezcla hilos de distintas tonalidades para dar lugar a una obra mayor que la suma de sus partes.

Aunque el aumento de personajes vaya en detrimento del protagonismo de Daimon y Saana, también tendremos nuestra ración de los recién casados mientras siguen resolviendo los conflictos que surgen entre sus dos pueblos, unidos frente a la adversidad. La trama de la princesa Tila cobra más importancia y podremos verla enfrentarse a una amenaza terrible recurriendo a su inteligencia y a sus influencias, pero también repartiendo estopa a base de lanzamientos de cuchillos. Otros puntos de vista que me han gustado mucho son los de Zhanna, en un arco de rito de madurez muy bien construido y el de Darel, saliendo de la sombra alargada que tanto su padre como su hermano lanzaban sobre él y demostrándose a sí mismo que su título no es solo una herencia por ser vos quién sois. Y muchos otros como Jaya o Marin. Es que este libro es un no parar, una visión caleidoscópica de una historia muy completa.

Quizá resulte un tanto extraño que la amenaza exterior apenas aparezca en unos párrafos de todo un libro que por otra parte tiene una longitud considerable, casi 700 páginas, pero es que no hace falta. Bastante tienen ya los habitantes de este mundo con sobrevivir a sus rencillas internas y sus luchas de poder como para tener que preocuparse por una amenaza que apenas se vislumbra en el horizonte.

También es muy recomendable la lectura crítica de los choques culturales inevitables cuando se conviven miembros de distintas culturas, con lenguajes, usos y costumbres diferentes que habrán de armonizar.

Muy pero que muy recomendable.

The Black Coast

He disfrutado muchísimo con The Black Coast, una obra que a pesar de no ser una novedad muy reciente o precisamente por eso y por tener ya publicada toda la trilogía ha entrado en mi radar. Y me considero afortunada por ello, porque es una historia fantástica con perspectiva de género, con algo de magia y con un uso del idioma que parece chocante al principio pero que luego encaja perfectamente en el relato.

El libro comienza con lo que parece una escaramuza más de las muchas que sufren los poblados costeros de Narida, a manos de los temibles Irwenians. Esto nos puede recordar mucho a los ataque vikingos a las costas británicas y no iríamos muy desencaminados si no fuera porque Mike Brooks decide que los invasores en este caso vienen en son de paz, buscando asentamiento lejos de sus propias tierras, que penden amenazadas por un poder superior. Un poco como los movimientos de los pueblos germanos que se vieron empujados por los hunos a bajar por Europa.

Décadas de recelo y de mala sangre, así como el código de honor de los invadidos impedirían inmediatamente un entendimiento, pero el sentido común, quizá el menos común de los sentidos, prevalece y se llega a un acuerdo tenso e inestable para ambas sociedades. Pero que la sangre no llegara al río de primeras no significa que las diferencias culturales no dejen de provocar conflictos, para los que se necesitará mucha mano izquierda, sobre todo cuando se de a conocer el acuerdo al que se ha llegado entre los responsables de cada facción.

Sin entrar mucho más en el meollo de la novela, me gustaría hablar un poco más sobre cómo está escrita. Los dos pueblos que cruzan sus caminos hablan lenguas distintas y su concepción del mundo es tan distinta que a veces resulta casi imposible entenderse, por no poder expresar ideas que no tienen acogida en el idioma que se está aprendiendo. Por ejemplo, la cabecilla de “los invasores” empezará a llamarse a sí misma hombre porque en el idioma de Narida es imposible que una posición de poder la ocupe una figura femenina. Para esta situación quizá un tanto rocambolesca, el autor hace uso de un singular mayestático y varias perífrasis para reforzar el género percibido, que no tiene por qué ser el biológico. Como cuando se dice: “pues esta hermana tuya me dijo no sé qué ” en vez de decir “pues Lola me dijo no sé qué”. Como si hacer uso de los nombres propios no fuera suficientemente explícito en el lenguaje. Es una cosa muy curiosa y que a pesar de la extrañeza que cause en un principio, una vez se entra en el juego te permite entrever lo que piensan los personajes a través de los diálogos sin necesidad de monólogos interiores.

El clan invasor no conoce el papel y no tiene registros escritos, lo que sorprende sobremanera a los habitantes de Narida, ya que se preguntan entonces cómo saben qué pertenece a cada uno. Y la respuesta es lapidaria: si una persona no sabe si una gallina es suya o no, es que no le hacía mucha falta desde el principio.

Aunque hay poca magia a lo largo de la novela, hay dos puntos de vista un poco más marginales a lo largo del relato que yo creo que tomarán mayor relevancia en las siguientes entregas y van dejado el camino sembrado para lo que pretende recoger Brooks. Yo al menos no creo que pase mucho tiempo sin leer el siguiente.

Portada de The Godbreaker

Ya sabemos cuál será la portada de The Godbreaker, la tercer y última entrega de The God-King Chronicles del autor Mike Brooks, que Orbit publicará el 26 de junio.

Esta es la sinopsis:

The ultimate epic fantasy trilogy ends in this battle-filled finale from Mike Brooks – Two armies will clash – led by two fearsome generals. Rumour claims one is a demon, and the other is a god reborn…

In the West, Marin and Alazar are in the army of the Godsworn following Tyrun, who claims to be Nari Reborn. In the East, the demon known as The Golden lands with Tjakorsha at its back, looking to slay a god. In the City of Islands, Jeya and Bulang try to survive as factions seek to use Bulang’s ancestry for their own gain. In the South, Daimon and Saana fight to keep the peace they brokered alive amid the onset of war. And in amongst it all is Tila Narida, the Divine Princess, who has always turned chaos to her own advantage…

The legacy of Narida’s God-Kings spans a continent, and will end in blood

Mi traducción:

La trilogía de fantasía épica de Mike Brooks termina con esta final plagado de batallas, en el que chocarán dos ejércitos liderados por dos terribles generales. Los rumores dicen que uno de ellos es un demonio y el otro un dios renacido…

En el Oeste, Marin y Alazar están en el ejército de Godsworn siguiendo a Tyrun, quien proclama ser Nari renacido. En el Este, el demonio conocido como El Dorado arriba con Tjakorsha En el Oeste, Marin y Alazar están en el ejército de Godsworn siguiendo a Tyrun, quien proclama ser Nari renacido. En el Este, el demonio conocido como El Dorado arriba con Tjakorsha tras él, intentando matar a un dios. En la Ciudad de las Islas, Jeya y Bulang tratan de sobrevivir mientras distintas facciones buscan utilizar la ascendencia de Bulang para su propio beneficio. En el Sur, Daimon y Saana luchan para mantener la paz en mitad del inicio de la guerra. Y entre todos ellos está Tila Narida, la princesa divina, que siempre cons

Esta es la portada, con diseño de Matthew Burne y arte de Anato Finnstark: