Lo que me llamó la atención sobre Exo no fue ni su autor, Colin Brush, desconocido para mí, ni su cubierta, que tampoco es especialmente reseñable. Fue la sinopsis, que apuntaba a una mezcla entre John le Carré, John Scalzi y Kim Stanley Robinson. Aunque es cierto que esta primera novela no llega al nivel de estos autores, normal por otra parte, no es menos cierto que me ha tenido inmersa en la especulación de la que hace gala.
Por cierto, en esta ocasión el narrador del audiolibro, Gildart Jackson, ha influido negativamente en mi valoración. El ritmo de lectura era tan lento, que aún poniéndolo a 1,75x todavía me parecía demasiado pausado y eso que yo no soy mucho de acelerar los audiolibros. Para más inri, algunas de las voces de los personajes subían mucho el volumen en sus intervenciones (esto ya no sé si es cosa del lector o de la producción) por lo que te llevabas cada susto que no veas.
La Tierra se ha vuelto inhabitable por la presencia del Cauldron, un constructo topológico que se ha ido haciendo con los océanos y que es incompatible con la vida. La humanidad la dejó atrás y vive en estaciones y colonias espaciales donde buenamente puede, aunque algunos humanos todavía quedan en el planeta moribundo. En cuanto a la novela en sí, está formada por dos líneas temporales con algunos flashbacks en una de ella. Por un lado tenemos a la penitente Mae Jameson, una de las personas que sobreviven en la Tierra. Un día aciago encontrará a Siofra, la hija muda de uno de los investigadores del Cauldron, para luego dar con el cadáver del padre, en una escena de aparente suicidio que hace saltar todas las alarmas de su pasado como agente secreto. La otra línea temporal expone las páginas del diario de científico y su pareja, unos años antes de los hechos que narra Mae.
Tenemos entonces por una parte el misterio del asesinato del científico y por otro la investigación del ente, alienígena o no, que ha expulsado a la humanidad de su cuna. Existe cierta transferencia de información entre ambas líneas, lo que equilibra el distinto interés que nos pueda causar cada una de ellas. Mientras que en los diarios del científico vemos especulación científica con términos sobre hiperdimensiones y su topología, la parte dedicada a Mae y Siofra es más una historia de supervivencia y de investigación de las relaciones entre los personajes. La paranoia de los científicos con el Cauldron, cuya mera existencia les afecta tanto mentalmente como físicamente, está muy bien reflejada.
El relato es bastante desolador en ambos puntos de vista. Me atraía mucho la investigación sobre el Cauldron, que a mí me ha recordado en cierta forma a una amalgama entre los malabaristas de formas y el océano de Solaris. No estoy segura de haber interpretado correctamente todos los datos científicos, pero me ha parecido muy atractiva esta parte. Lo malo del libro o al menos lo que menos me ha gustado, es que se me hacía muy obvio qué iba a pasar a continuación, tanto en los orígenes de Xiofa como en la investigación de Mae. Y eso me ha sacado un poco del libro, que por otra parte es bastante deprimente. Colin Brush me parece un autor al que seguir, si pule un poco el estilo un tanto seco del que ha hecho gala en Exo y cierra mejor las tramas.
