La auditora, de Jon Bilbao y Javier Peinado, es un tebeo de lectura desasosegante, con un futuro distópico a lo Blade Runner pero localizado en un pequeño pueblo en vez de una gran metrópolis.
En el pasado se crearon robots tan similares a los seres humanos que en el exterior son prácticamente indistinguibles. El rechazo de la sociedad hizo que se dejaran de producir, pero un movimiento adquirió todas las unidades que existían y las “liberó” por el mundo. Así que ahora es posible convivir con un robot sin tener conocimiento de ello.
Como decía anteriormente, La auditora se desarrolla en un pequeño pueblo costero que en realidad es propiedad de una sola familia que lo explota como si de una fábrica se tratara. Las personas trabajan en sus casas y están agobiadas para llegar a conseguir la producción mensual, que les permitirá seguir viviendo en la localidad. Se puede interpretar el tebeo como una crítica al caciquismo de los dueños, pero entiendo que este no es el mensaje principal de la obra. El hecho de que algunos actos especialmente crueles queden impunes refuerza esta impresión personal.
El dibujo y sobre todo el color verde enfermizo que impregna cada viñeta describe muy bien el ambiente malsano de las fábricas empeñadas en aumentar la productividad a pesar de la contaminación y sirve como hilo conductor a toda la narración.
La intolerancia a lo extraño y el temor al cambio también son mensajes que intentan transmitir los autores, con algunos personajes que transitan por el “valle inquietante” en lo que deviene en una caza de brujas para localizar al robot infiltrado.
Hay otros detalles que son bastante obvios para un lector habitual de ciencia ficción y quizá por eso el tebeo no acaba de ser del todo redondo. El desarrollo científico y tecnológico no ha servido para mejorar las vidas de los humanos, más bien para encadenarlos a una servidumbre feudal, al capricho de la familia dueña del pueblo. Pero esto ya lo hemos visto en innumerables ocasiones, así como la idea central del “extraño entre nosotros”, pero sin haber desarrollado un test Voight-Kampff que nos permita salir de duda.
Me llamó mucho la atención el anuncio de esta novela en su momento, así que culpo a los malvados estrategas de marketing de haberme leído la novela.
Hotston escoge el camino del thriller futurista aunque bastante verosímil en sus comienzos, con la implantación generalizada del “crédito social”, un medidor de la confianza que se puede tener en cada persona basándose en su historial. Algo que vemos cada vez más cerca y que puede dar lugar a interesantes discusiones, tomando como premisa la necesidad individual frente a la colectiva, por ejemplo. O la pérdida de privacidad, sin ir más lejos. Sin embargo, la novela no sigue esos derroteros. La protagonista, una banquera con un crédito impecable, recibe de parte de un antiguo novio un disco duro que puede alterar el equilibrio de la política mundial y se ve envuelta en una huida hacia delante mientras piensa qué hacer con semejante problema.
La ejecución del libro deja bastante que desear, no sé si por la excesiva ingenuidad de la protagonista o por el imprescindible ejercicio de suspensión de la incredulidad para que el lector acepte que las distintas agencias y poderes fácticos implicados en la trama no escojan una solución más “directa” para hacerse con lo que necesitan y ansían.
Los demás personajes tampoco es que aporten mucho a la trama, salvo algún momento trágico que parece realmente impostado. Quizá sea por la decepción de quien espera otro resultado, pero no puedo recomendar este libro para nada.
The Undefeated es una novela corta de ciencia ficción con una protagonista absoluta que en el ocaso de su vida vuelve a visitar los lugares de su infancia. Pero no es una historia sentimental y de hecho tiene un trasfondo reivindicativo que por desgracia se pierde por la languidez de los hechos narrados.
El viaje de la protagonista se aleja del centro de la Commonwealth, una confederación de planetas que parece estar bajo la amenaza de un enemigo poco claro. Al ir en contra de las mareas migratorias que buscan la seguridad de los mundos interiores, puede reflexionar sobre su pasado y su vida. Podría ser interesante saber qué le ha ocurrido a esta periodista y escritora, pero la verdad es que su relato tiene pocos alicientes, solo ver lo bien que se lo ha ido pasando de viaje en viaje disfrutando del privilegio de su fortuna heredada.
La autora crea un tipo de personaje denominados jenjer que no define demasiado en un principio, pero que serán importantes en el desarrollos de la historia. El paralelismo de estos seres con los esclavos es tan evidente como un tanto zafio. Unidos a los humanos por contrato y dependientes de estos para conseguir las medicinas que les permiten seguir vivos, se consideran propiedad del humano correspondiente.
Y esto es prácticamente todo, porque el libro no da para más. Está escrito con una prosa fluida y es tan breve que se puede leer prácticamente de un tirón, pero realmente aporta muy poco al lector. Quizá si las reflexiones sobre la esclavitud hubieran estado un poco más afiladas o si la acción hubiera resultado más interesante el libro mejoraría, pero está lejos de ser una lectura recomendable. Me temo que pasará al olvido con gran velocidad por su poca sustancia.
Es difícil escribir una reseña sobre la tercera parte de una trilogía, caminando sobre el fino alambre del spoiler sin desvelar nada de la trama de los libros anteriores. Si a esto añadimos que los libros de Luna no destacan precisamente por su brevedad, el ejercicio resulta incluso más difícil. Así que me perdonaréis si hablo un poco de generalidades, podremos entrar en más detalle si así lo queréis por alguna red social.
La primera entrega de Luna me impactó mucho, no solo por la calidad de McDonald como autor, algo que no creo que nadie ponga en duda, si no por el mundo apasionante que había creado. Una sociedad en la que tienes que pagar hasta por el aire que respiras y una plétora de personajes profundos y tridimensionales que contaban una historia épica en el espacio. Imposible resistirse.
La segunda entrega, quizá por las expectativas generadas, por el síndrome del segundo libro o por una combinación de factores no me llenó tanto, aún siendo una lectura muy recomendable.
Con la lectura del tercer libro me encontré en la tesitura de decidir si alcanzaba las cotas del primero o se quedaba a la altura del segundo. Y lo cierto es que como final de trilogía es perfecto, aunque desgraciadamente no ha logrado la fascinación que ejerció sobre mí Luna sí que corrige algunos errores de Wolf Moon.
Hay algunos personajes nuevos y entornos que no conocíamos o de los que no se hablaba en profundidad en los otros dos libros que resultan tener un papel relevante en este libro, como la Universidad de Farside y sus descubrimientos científicos. Pero el libro sigue siendo el relato de una lucha de poder entre distintas facciones, una historia de venganza y de enfrentamiento de proporciones astronómicas.
De las cinco grandes familias (los Dragones de la Luna) queda claro que la favorita del autor o al menos la que más foco consigue son los Corta. De hecho, gran parte del hilo conductor del libro gira sobre la custodia de uno de los vástagos de la familia, por la que luchan distintas facciones con intrigas, complots, abogados… y cuchillos si hace falta. Resulta muy interesante ver cómo se desarrolla este “Juego de Tronos”, con peones que se van moviendo en una estrategia compleja y peligrosa.
Y sin embargo, lo más importante siguen siendo los personajes y sus relaciones. No existe ningún personaje que sea esencialmente bueno, pero sí que los hay malos, tan estigmatizados por sus acciones pasadas que el autor les busca un final ignominioso acorde al sufrimiento que han causado. Este es uno de los pasajes más duros de la historia, por lo que ocurre y por lo que representa.
En ocasiones he comentado que algunas de las grandes familias están un poco desaprovechadas y creo que el autor ha intentado repartir más el protagonismo en algunos pasajes, aunque los Asamoah siguen siendo prácticamente desconocidos.
Me resultan muy atractivos los distintos proyectos que se van presentando para el futuro de la Luna, aunque en el fondo lo que se está discutiendo es el futuro de la Humanidad. El hecho de que se recurra a la violencia para imponer un criterio u otro haría sonrojar a Asimov pero resulta tan terrible como realista.
Luna: Moon Rising es un final muy digno para una gran trilogía de ciencia ficción de futuro cercano, uno de los más complicados de escribir sin quedar desfasado enseguida.
Uno de los lanzamientos más esperados de este año era sin duda alguna la continuación de la maravillosa Children of Time, como ya se comentó en el último episodio del año pasado de los VerdHugos.
Adrian Tchaikovsky ha decidido ofrecernos una obra muy ambiciosa, que eleva a la enésima potencia la estructura que utilizaba en la primera entrega. Si lo que buscas es especulación sobre el desarrollo de razas alienígenas y su interrelación con los humanos este es sin duda tu libro, aunque no puedo decir que sea una obra perfecta.
El autor vuelve a dividir la narración entre el presente y el pasado, pero en esta ocasión con un gambito muy arriesgado, ya que las acciones del pasado influyen mucho en el futuro, condicionando gran parte de la narración a las acciones de la otra línea temporal. El autor sale bastante airoso de esta apuesta con una mezcla de ocultación de información y audacia, así como con oficio narrativo.
Pero hay otro problema añadido y es la dificultad intrínseca derivada de un primer contacto con una civilización alienígena. Y aquí Tchaikovsky no termina de conseguirlo. Porque no estamos hablando solo de uno, o de dos contactos y la complejidad de las interacciones a veces se le va de las manos. La falta de unas referencias en las que basarse para entender estas interacciones dificulta mucho el proceso lector. A pesar de que hay bases comunes que tienden puentes entre culturas, las diferencias intrínsecas de cada especie exigen mucho para el disfrute del libro. Estas diferencias también hacen que la empatía en ocasiones brille por su ausencia, no solo en el libro si no también por parte del lector.
Me ha gustado mucho la especulación científica que muestra Children of Ruin. De especial importancia son la biología y la lingüística, pero no se limita a desarrollar estos dos campos. No quiero ni imaginar la ingente cantidad de documentación que ha tenido que manejar el autor para ofrecernos esta novela tan compleja.
Algo que no me ha terminado de convencer tampoco es el final de la historia, no sé si llamarlo ingenuo o excesivamente optimista. Pero me ha encantado cómo se habla sobre los problemas inherentes al desarrollo de la civilización y la tecnología (sobrepoblación, contaminación…) desde otra perspectiva. Es un gran valor añadido a la novela.
A pesar de no ser plato de mi gusto, también hay algunas escenas de terror horriblemente inquietantes de esas que vas leyendo con el corazón en un puño, algo que añade tensión a un libro que en ocasiones no tiene un ritmo excesivamente acelerado.
No puedo dejar de recomendar este libro, aunque eso sí, primero hay que leer Children of Time porque Children of Ruin no se puede considerar una lectura independiente.
El 11 de noviembre de este mismo año Tachyon publicará The New Voices of Science Fiction, una recopilación coordinada por Jacob Weisman y Hannu Rajaniemi.
Yo no sé vosotros pero tanto el planteamiento como los autores que conozco hacen que aumente muchísimo mi interés por este libro. Los autores confirmados son: Rebecca Roanhorse, Amal El-Mohtar, Alice Sola Kim, Sam J. Miller, E. Lily Yu, Rich Larson, Vina Jie-Min Prasad, Sarah Pinsker, Darcie Little Badger, S. Qiouyi Lu, Kelly Robson, Suzanne Palmer, Nino Cipri, David Erik Nelson, Amman Sabet, Jamie Walsh y más.
La portada es de Matt Dixon con diseño de Elizabeth Story.
Esperaba con mucha ilusión el final de la tetralogía de ciencia ficción de Emma Newman con obras tan destacadas como Before Mars, Planetfall o mi preferida After Atlas.
Al principio de la lectura cuando vi que volvían a aparecer Carl y Travis, dos personajes tan importantes en After Atlas mis expectativas aumentaron, pero fue tan solo un espejismo. Siguiendo la lógica interna de la serie, que va concediendo el protagonismo a distintos personajes y situaciones, Carl y Travis solo son personajes muy secundarios en Atlas Alone. Prácticamente todo el peso de la narración recae sobre Dee en el periplo de Atlas, la nave espacial que ha dejado atrás la Tierra en busca de un nuevo planeta en el que asentarse.
El juego de la autora para conseguir que cada libro sea de lectura independiente cronológicamente se viene abajo en este último volumen, porque parte de la importancia de la trama destripa el final de After Atlas. Era una apuesta muy interesante, pero casi imposible de seguir manteniendo conforme iba aumentando el número de volúmenes de la serie.
Sin embargo, el principal problema con el que me he encontrado en esta novela ha sido la previsibilidad. Los giros de guion que deberían sorprendernos no lo consiguen en absoluto. No me molesta que la mayor parte de la novela se narre desde la inmersión en una realidad virtual u otra, ya que es el futuro al que parecemos estar abocados, pero los detalles escabrosos de estos juegos inmersivos me parecen superfluos y más que añadir carga psicológica al libro se la restan.
Los cuatro libros que conforman esta laxa tetralogía tratan la perspectiva psicológica de los personajes de una forma respetuosa y concienzuda y Atlas Alone no es una excepción. Uno de los pilares fundamentales en torno a los que gira la novela es cómo afrontar la pérdida y seguir adelante, aunque el tratamiento del duelo quizá sea menos acertado que en las otras entregas.
La crítica a los extremismos religiosos es extremadamente dura, rozando el esperpento, porque el hecho de que los “malos” sean tan recalcitrantemente malvados entra en conflicto con las que se supone son sus propias creencias. Pero, viendo lo que los extremismos han conseguido a lo largo de la historia de la Humanidad, lo mismo la autora se queda hasta corta.
La prosa de Emma es tan melodiosa como nos tiene acostumbrados, así que no deja de ser una lástima que esta última entrega de la serie no alcance el nivel de las anteriores.
PD: me indican que no es el último libro de la saga, así que leerá gustosa las siguientes entregas para ver con qué nos sorprende la autora la próxima vez.
Hoy tengo el gran placer de presentar esta entrevista a una autora que me encanta, Emma Newman. Además he contado con la colaboración de @mertonio y @odo para su realización, lo que ha hecho la tarea incluso mejor. Podéis leer la entrevista en inglés aquí.
¿Podrías decirnos si alguna editorial española se ha puesto en contacto contigo para traducir tus libros? ¿Cuál sería tu frase comercial para la serie Split Worlds en España?
Ninguna editorial española se ha puesto en contacto conmigo para traducir la serie Split Worlds. Si pudiera tratar de vendérsela a algún editor español, creo que le diría:
Split Worlds es una serie de fantasía urbana finalizada, repleta de hechiceros locos, hadas malvadas y dinastías familiares luchando por el poder. Explora la libertad personal, la responsabilidad social y la forma en que el patriarcado puede destruir las vidas de hombres y mujeres. También tiene una gárgola parlante y una fuerte protagonista femenina.
Escribes tanto fantasía
como ciencia ficción. ¿Qué género prefieres escribir? ¿Usas una aproximación
diferente para cada uno?
No creo tener preferencia alguna, para mí la narración es lo más importante, más que el género en que se pueda encuadrar la historia. Me gustan cosas distintas de cada uno de esos géneros. En ciencia ficción, me encanta estudiar la tecnología actual y pensar cómo puede desarrollarse en el futuro y cómo esos cambios causarán un impacto en la experiencia humana.
Cuando escribo fantasía (de momento, solo fantasía urbana), me gusta pensar cómo la magia puede influir en las estructuras de poder y el impacto que tendría en la sociedad y en el día a día.
Eres bien conocida como
escritora y también como lectora de audiolibros. ¿Es diferente actuar en tus
propios audiolibros en contraste con los de otros autores?
¡Al narrar mis propios libros no necesito prepararme demasiado! Ya conozco la historia y a los personajes y qué acentos necesito. Me encanta tener la oportunidad de interpretar mi propio trabajo, ya que significa que puedo representar a los personajes tal y como me los imaginé.
Cuando narro libros escritos por otros autores, hay mucho trabajo que hacer antes de pisar el estudio. Leo el libro, tomo notas sobre qué pasa en cada capítulo y apuntes detallados sobre cada personaje. Busco las palabras que no estoy segura de cómo se pronuncian y subrayo los diálogos que necesitan distintos acentos. Si hay personajes que hablan con distintos acentos que no soy capaz de ejecutar, necesito adquirir esa habilidad. Eso puede suponer mucho trabajo.
Me encanta la narración de audiolibros, es un trabajo interesante y desafiante. Es como entrar en el libro. ¡También es agotador!
¿Lees tus frases en voz
alta mientras escribes para hacerte una idea de cómo sonarán en un audiolibro?
Siempre leo mi trabajo en voz alta como una parte fundamental de mi proceso de escritura. Creo que es la mejor manera de suavizar la prosa y “sentir” si el diálogo suena realista. A veces lo que dicen los personajes suena bien en la página, pero cuando lo lees en voz alta… ¡te das cuenta de que nadie habla así en la vida real!
En una newsletter reciente, nos dijiste que estabas pensando autopublicar nuevas historias en la serie Industrial Magic. ¿Qué nos puedes contar sobre esto?
¡Ese es mi intención! Por ahora estoy centrada en producir versiones en audiolibro de las dos primerasnovelas cortas (que fueron publicadas por Tor.com), algo que estoy haciendo en asociación con el estudio de grabación donde realizo la mayor parte de mi trabajo como narradora. Una vez que haya terminado este trabajo, escribiré la siguiente novela corta de la serie y pienso publicarla a finales de año.
He leído con mucho interés los tres libros publicados hasta ahora en la serie Planetfall Universe. Son muy distintos entre sí, pero a la vez comparten ciertas características. ¿Cómo planificaste que la serie se desarrollara así?
¡Para ser sincera, nunca la planeé como una serie! Cuando escribí Planetfall, sabía que iba a ser una novela independiente y no sabía si alguien querría publicarla. Cuando Ace/Roc la compraron, me pidieron una segunda novela. Tenía algunas ideas vagas sobre un bebé dejado atrás por uno de los colonos de Planetfall, y quería explorar cómo era la Tierra que habían dejado atrás.
Planetfall fue un éxito tan rotundo que me compraron otras dos novelas. En ese punto ya tenía la idea un thriller psicológico situado en Marte, y una vez terminado, sabía qué quería explorar en Atlas Alone. Como todos están situados en el mismo universo, tenía sentido que hubiera conexiones entre los libros, compartiendo personajes, y que los acontecimientos importantes crearán consecuencias en todos ellos. Ha sido muy divertido unir los libros en un universo compartido, manteniendo la libertad de las novelas independientes.
Muchos de los personajes en la serie de Planetfall Universe sufren trastornos mentales (ansiedad, depresión…). Me conmovió especialmente la depresión post-natal de Before Mars. ¿Cómo te las arreglas para escribir personalidades complejas con estos problemas?
Es una combinación de tomar cosas de mi experiencia personal e investigar un montón. Me diagnosticaron un trastorno de ansiedad hace muchos años y, aunque no es la misma enfermedad mental que tiene Ren (la protagonista de Planetfall), hay suficiente en común para que pueda hablar de los elementos compartidos con autenticidad. Hay una escena en la que ella tiene un ataque de pánico y mucha gente ha comentado que resulta difícil de leer por lo realista que es, y eso es porque escribí lo que yo misma había experimentado. En cuanto a otros aspectos de la enfermedad de Ren, escribir sobre ellos requiere investigación y empatía. También he sufrido depresión post-natal, así que de nuevo pude basarme en mis propios recuerdos al escribir Before Mars. Fue muy duro, en realidad.
En After Atlas podemos ver algunos de los problemas que la vigilancia continua y la pérdida de privacidad pueden ocasionar en la sociedad, así como el poder de las megacorporaciones. ¿Tratabas de escribir la novela como una advertencia?
Estaba en mi mente, desde luego, aunque lo que realmente me preocupaba en el momento de desarrollar el mundo de After Atlas era el acuerdo del TTIP (Área de Libre Comercio Trasatlántico), que parecía que iba a firmarse en aquella época. Estaba realmente preocupada por cómo podría dar a las empresas el poder de denunciar a los gobiernos, y en la línea temporal de las novelas de Planetfall Universe, el TTIP fue ratificado y las corporaciones usan ese poder para someter financieramente a los gobiernos de forma que, a todos los efectos, dan un golpe de estado y controlan todos los aspectos de la sociedad, lo que conduce a los “corp-gorbs” de After Atlas.
Afortunadamente, el TTIP no se firmó en el mundo real, pero las cosas han empeorado en otros aspectos desde entonces. Mis novelas son políticas, como siempre lo ha sido la ciencia ficción, y escribir sobre cómo las cosas podrían evolucionar es mi forma de llamar la atención sobre ellas.
Hay gran expectación con tu próxima novela, Atlas Alone. Como el “¿final?” te la serie de Planetfall Universe (por decirlo de alguna manera), ¿qué podemos saber del libro?
No lo veo como el final de la
serie, ya que me gustaría escribir más novelas situadas en ese universo, pero
podría tomarme un pequeño descanso antes de hacerlo.
La protagonista de Atlas Alone es Dee, la mejor amiga de Carlos en After Atlas. Se sitúa seis meses después del final de esa novela. Trata sobre recuperarse de un trauma, los juegos inmersivos y la venganza.
¿Te gusta ir a festivales literarios
como la Worldcon? ¿Qué
prefieres hacer cuando vas?
¡Sí me gusta! He ido a varias
Worldcons y espero con ganas la de este año en Dublín.
Como alguien a quien las
multitudes le causan dificultades, y que es bastante tímida, me cuestan mucho
trabajo, pero merece la pena. Tengo muchos amigos que sólo veo en estos
eventos, así que me encanta aprovechar para ponerme al día, y también con
profesionales de la industria, como mis editores y mi agente.
Me gusta mantenerme activa en ellos si puedo, y siempre me encanta que me pongan en el programa, ya que veo estos eventos como una forma de devolver algo a la comunidad. Siempre que puedo, hago mi taller sobre escritura y ansiedad, que ha ayudado a mucha gente. También es maravilloso encontrarme con gente a la que le gusta mi trabajo.
¿Qué nos puedes contar de tus nuevos proyectos?
He comenzado a escribir de forma regular cuentos situados en el universo de Planetfall para los subscritores de mi newsletter, algo que estoy disfrutando mucho.
Recientemente he comenzado a pintar, y para mi sorpresa, ¡he vendido algunos de mis primeros cuadros! Mi primera exposición será en una convención en Inglaterra y es súper emocionante.
En cuanto a mi próxima novela, bueno, todavía no puedo decir cuál va a ser, porque estoy esperando ciertas noticias. Pero, pase lo que pase, planeo escribir más novelas cortas de la serie Industrial Magic y también estoy preparando una nueva propuesta en YouTube. ¡Voy a estar muy ocupada!
De nuevo, muchas gracias a Emma por ofrecerse a realizar la entrevista a pesar de estar en plena vorágine por la publicación de Atlas Alone. Espero que os haya gustado la entrevista que a mí me parece interesantísima.
Me encantan las historias de viajes en el tiempo. Me gusta como los autores van buscando las soluciones a las posibles paradojas temporales o toman el atajo de las realidades alternativas que colapsan cuando los viajeros las abandonas o alguna de las otras posibilidades que van surgiendo.
Es por eso que cuando supe de la publicación de Permafrost por parte de uno de mis escritores favoritos, supe que tenía que leerla cuanto antes. Además, su escasa longitud la hacía un aperitivo delicioso entre lecturas que me iban a consumir más tiempo.
Lo primero que destaca es su ambientación en Rusia, un escenario algo atípico, ya que por suerte o por desgracia estamos acostumbrados a que TODO pase en Estados Unidos. Se agradece un pequeño cambio de localización geográfica, aunque salvo por algunos detalles, no es que influya especialmente en la trama.
Debido precisamente a las pocas páginas que utiliza Reynolds para Permafrost, es difícil de analizar sin caer en el spoiler, algo que siempre me gusta evitar. Podríamos decir que la “teoría del tiempo” no es especialmente novedosa, pero que su solución para las paradojas es coherente con el entramado que crea.
A veces el autor se pone trampas a sí mismo, como con la mención de un aparato que no tiene sentido hasta que, mucho más adelante en la lectura, descubrimos que es imprescindible para que uno de los viajeros en el tiempo se pueda comunicar. Pero si nos habíamos fijado en este detalle, la “revelación” relacionada con este viajero ya no es tal.
También merece especial atención el escenario preapocalíptico en el que comienza el libro, terriblemente verosímil y la causa de que se preparen estos viajes en el tiempo para buscar una solución en la que no parecen tener mucha confianza pero que es su única posibilidad. Este inicio da el grado de tensión suficiente para desencadenar toda la aventura y justificar muchas acciones moralmente reprochables.
De lo que no cabe duda es de que si te gustan los viajes en el tiempo, Permafrost no te defraudará.
En esta ocasión solo hay obras de ficción en la revista, bastante equilibrada en este aspecto. Los relatos tienen puntos de vista bastante diferenciados, aunque mi preferido sin duda es “The Roost of Ash and Fire”.
Tideline Treasures, or Growing up along the Mile-High Dyke de Jaap Boekestein y Tais Teng
Relato situado en un mundo postapocalíptico con una rígida estructura social que divide a los humanos según la edad que tengan y la tarea que les haya sido encomendada. La búsqueda de material genético de especies extintas para su “resurrección” es el hilo conductor de la historia, pero es algo laxo.
The Roost of Ash and Fire de David Walton
Más que recomendable este relato de una civilización con alienígenas que asemejan pájaros, con un sistema matriarcal fuertemente establecido y con una tecnología desarrollada de una forma orgánica. ¿Cómo se enfrentaría a un suceso catastrófico?
The Lord of Rivers deWanxiang Fengnian
No me ha convencido este relato que mezcla el despertar de una Inteligencia Artificial con la muerte térmica del Universo. Promete más de lo que da.
No Body Enough deDantzel Cherry
Entrañable historia en un mundo donde cada persona está unida a otros avatares para formar una auténtica “persona”. La autora nos da una lección sobre cómo afrontar la pérdida y la depresión.
An Actual Fish deNatalia Theodoridou
No entiendo lo que nos pretende decir esta historia que no merece la pena para nada.
The Peculiar Gravity of Home de Beth Cato
Relato con un toque feminista sobre una colonia lunar y las dificultades de abastecimiento que sufre. Con gatos. Muchos gatos.
The Zest for Life de N.R.M. Roshak
Lo que comienza siendo un relato divertido y una posibilidad de acabar con la plaga del plástico de nuestro días, termina con una moraleja que dará que pensar sobre las adicciones y sus causas. Recomendable.
The Token de Mike Resnick
Un cuento con regusto a ciencia ficción antigua, tanto en el planteamiento como en la resolución e incluso en la escritura. Con un desarrollo parecido a los cuentos de Isaac Asimov sobre los robots pero con más picardía.
To Save a Human deSvyatoslav Loginov
Un buen broche final para la revista. Los humanos han ido evolucionando hacia la conexión permanente a la red en detrimento de su desarrollo físico, pero algunos cuerpos rechazan los chips que se implantan nada más nacer, quedando como apestados. El escenario es una planeta de paso, donde se acumulan los restos de las naves que pasan por allí en su periplo, lo que ha dado lugar a una flora y fauna de lo más peculiar.
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