Rogue Protocol

Me temo que al personaje de Murderbot empiezan a vérsele las costuras o quizá el problema sea mío por haber leído esta tercera entrega demasiado pronto tras Artificial Condition.

Martha Wells sigue utilizando los mismos métodos para que avance la trama y para que conozcamos más al personaje. Si antes nos encontramos con un personaje como ART, en esta ocasión el robot con el que contrastamos es Miki, prácticamente un miembro de la familia de los trabajadores de la colonia a la que Murderbot va a continuar con su investigación.

El problema es que los recursos que en un principio podían parecer interesantes, cuando se repiten tanto acaban cansando. Se me han hecho insufribles los constantes paréntesis con los que se van apuntillando las frases de la protagonista, ya conocemos su tono irónico así que no creo que sea imprescindible seguir ahondando en la herida. Por otra parte, esta tercera entrega cae en un sentimentalismo demasiado evidente, forzando la mano del lector hasta casi provocar la reacción contraria a la buscada.

Como contrapunto, las escenas de combate están muy bien narradas, con un punto de tensión que favorece mucho la lectura, y con algunas intrigas que aunque no son muy complejas sí que le dan vidilla al libro.

No puedo decir que espere con ansia  la siguiente y última entrega de los diarios de Murderbot, porque necesito descansar de esta historia. Pero tampoco negaré que me gustaría ver a qué conclusión llega la autora con las pistas que ha ido sembrando entre todos los libros. Espero que el final de la serie vuelva a alcanzar un nivel aceptable para dejarme buen sabor de boca.

The Soldier

Sentía curiosidad por leer más cosas del universo creado por Neal Asher, porque aunque al final flojeaba, la trilogía que comenzó con Dark Intelligence tenía muchas partes que apelaban a mi fanatismo por la space opera.

The Soldier da comienzo a una nueva trilogía donde entra en juego un factor desequilibrante. La tecnología Jain, de la que hemos oído hablar con anterioridad pero de cuyas acciones no habíamos sido testigos directos (al menos en los libros que yo conozco de Asher, que obviamente no son tantos). Y es que “algo” que ha dejado atrás una civilización muy avanzada para ir destruyendo las nuevas civilizaciones galácticas que vayan surgiendo es una amenaza muy a tener en cuenta.

Tomando como excusa este grave peligro, Asher sigue ahondando en algunas de sus obsesiones. El desfile de personajes parece un muestrario de diferentes formas de locura y traumas, provocados principalmente por la hibridación de especies. Vemos como algunos de ellos son mezcla entre IA, humanos, prador, son víctimas de virus que les mutan… Casi casi un desfile de atrocidades.

También somos testigos del abismo insoslayable que diferencia a los humanos de las inteligencias artificiales, aún con aumentos neuronales no consiguen seguir el juego de estas mentes superiores, capaces de planificar con décadas de previsión y de cuantificar el valor de cada posible resultado de sus acciones.

Destacaría especialmente las explicaciones biológicas de algunas de las nuevas especies que aparecen a lo largo del libro. Concretamente la morfología de la autollamada “Especie” me resulta fascinante, seres físicamente encadenados a sus vástagos que conforman una sola unidad y que son capaces de mutarse a sí mismos para cumplir nuevas funciones.

También merecen la pena las descripciones de los enfrentamientos armados, con una tecnología tan avanzada que a veces resulta difícil de seguir. Sin embargo, le falta ese personaje central sobre el que gira toda la historia, ese Penny Royal que atrae y repele a todos los actores de la escena. Se trata de una obra más coral donde varios personajes representan su papel.

Se nota que es la primera entrega de una trilogía porque Asher despliega muchos hilos, personajes y escenas que quedan en vilo a la espera de la continuación. No se puede entender The Soldier como una obra completa ya que no tiene un final satisfactorio, pero sí como el comienzo de una llamativa historia que tengo intención de seguir leyendo.

El jugador impasible

Las nuevas publicaciones de Víctor Guisado son una cita ineludible en mi calendario, así que cuando salió a la venta este libro sabía que pronto iba a leerlo.

El jugador impasible y otros gritos camuflados de relato contiene cinco historias de diferente longitud. Uno de ellos fue mi puerta de entrada al autor y ya lo comenté en su momento, así que me  lancé a por los otros cuatro.

El tono de los relatos es distinto a lo que ya conocía de Víctor. A diferencia de la historia de Me tragó el igualma, estos gritos camuflados de relato son menos intimistas y quizá más reinvindicativos. El primero es extremadamente corto y puede servir de introducción para los demás, que no poseen un hilo conductor común, a no ser que sea el espíritu de superación humano.

La prosa de Víctor continúa enamorándome. A pesar de la aparición de algunos párrafos realmente largos, el uso magistral de las comas nos permite continuar con la lectura que podría volverse farragosa en otro caso.

Su forma de escribir tiene una musicalidad quizá más propia de la poesía, algo que consigue con palabras comunes y otras que no lo son tanto, pero sobre todo con una descripciones que sin llegar a ser exhaustivas si forman imágenes claras, quizá por las comparaciones originales y arriesgadas que hace.

No estoy segura de haber entendido en su totalidad el mensaje de los relatos, especialmente “El supermercado errante”. Me parece un alegato contra la pérdida de tiempo, pero entra un poco en conflicto con el mensaje de apreciar la belleza que se alega en “Los sueños de Alena” (que he de reconocer me ha recordado mucho en su parte final a un relato de Domingo Santos premiado con el Ignotus).

Quizá el relato que más impresión me ha causado ha sido el último, por tratar temas que me interesan mucho como la realidad virtual, por el uso de un narrador no confiable (que le viene a la historia como anillo al dedo) y por el mensaje que manda. En una aproximación distinta a la de Santiago García Albás y con una estructura de matrioshka, el autor nos relata una historia compleja con varios niveles de lectura, desde la visión postapocalíptica a la relación romántica con piezas que se engarzan en un collage que solo al final se desvela por completo. Complejo y absorbente solo por este cuento ya merecería la pena el libro, pero es que los demás también son interesantes.

Recomiendo este libro y en general, la obra de Víctor Guisado. ¿Para cuándo la siguiente publicación?

Infinity 8 : Amor y cadáveres

Infinity 8 es un proyecto que a priori me resultaba interesante. Dirigido por Lewis Trondheim, la idea es publicar 8 álbumes con equipos artísticos distintos pero con una base común, el viaje de una nave espacial con capacidad (limitada) de ver los futuros posibles y actuar en consecuencia para mejorar las perspectivas de supervivencia de los viajeros.

Al ser parte de un proyecto que se va a extender durante años, es importante que la primera entrega sea capaz de atraer nuestra atención y perdurar en la memoria hasta que esté disponible el siguiente capítulo.

La narración es un homenaje a las historias pulp de mediados del siglo pasado, cuando el rigor científico se dejaba a un lado para ofrecer más aventuras espaciales y diversión sin complicaciones. En este caso, ese marcado tono aventurero nos puede parecer un poco desfasado. La ciencia ficción ha avanzado mucho y quizá volver la vista atrás tanto quizá sea un punto en su contra, al menos para mí. Aunque la protagonista es una mujer, las constantes referencias sexistas a su físico, que resulta atractivo para cualquier macho alienígena que le cruce tampoco ayuda mucho. Me gustaría pensar que se enfoca este tratamiento como ironía, pero no soy capaz de verle la gracia.

La imaginación de los autores es innegable. Tomando como referencia ineludible a Valerian, desfilan antes nosotros todo tipo de extraterrestres, que en un arranque de optimismo son capaces de compartir el viaje sin apenas conflictos. Pero llega un momento de crisis en el que afloran los instintos más bajos y la tripulación ha de hacer frente a los problemas con soluciones cuando menos “imaginativas”.

En el aspecto gráfico, tanto el dibujo como el color acompañan perfectamente a la historia. Los estudios de personajes exploran nuevas anatomías alienígenas ajenas al típico BEM o al más típico todavía alien antropomórfo. La arquitectura de la nave está poco definida, ya que los amplísimos espacios interiores invitan  a pensar más en un hábitat planetario que una nave de transporte, pero cuando se sale al exterior se compensan estos defectos con un despliegue pirotécnico de recursos visuales bastante impactantes.

Entiendo que el guión flojea en varios aspectos y me gustaría pensar que en las siguientes entregas se va a corregir el rumbo, ya que mi curiosidad todavía persiste.

Artificial Condition

Continúan las aventuras de Murderbot, que han tenido muy buena acogida entre el público y que tiene prevista hasta cuatro entregas de las que os hemos ido informando puntualmente.

En esta ocasión, la protagonista necesita hacer auto-stop para llegar a una estación determinada para proseguir con sus investigaciones sobre su pasado. La forma de conseguir que la lleven es muy 3.0, ya que compra su pasaje dejando acceso a sus recursos audiovisulaes a la inteligencia que pilota la nave. Vamos, como si te dejo mi clave del Netflix mientras compartimos viaje. Pero lo que en un principio puede parecer una simple transacción comercial deviene en una relación más profunda, con un invitado que en muchas ocasiones roba el protagonismo a la propia Murderbot. Y es que ART, este nueva inteligencia artificial que conocemos, es muy distinta. Para empezar es mucho más inteligente, pero es menos “humana” en el sentido de que no posee la capacidad de empatizar, o al menos no la ha desarrollado. Necesita estudiar las reacciones de Murderbot para entender el entretenimiento multimedia que ha conseguido. Este aprendizaje se convierte en un tema recurrente en el libro. Pero sus otras capacidades compensan de sobra estas carencias. Hay veces que es capaz de robar los planos más importantes que deberían haber sido terreno de Murderbot, así de potente es el personaje.

La historia en sí es más normal. Con el humor irónico del que hace gala Wells en la saga, Murderbot es capaz de hacernos reír sin pretenderlo, con sus interpretaciones un tanto peregrinas del pensamiento humano. Ayuda a un grupo de trabajadores a intentar recuperar parte de su trabajo aunque sabe que se encaminan a una trampa, pero la casi simbiosis que consigue con ART hace el libro muy entretenido de leer.

No pasará mucho tiempo antes de que lea el siguiente, Rogue Protocol.

Acadie

Normalmente aplaudo la publicación de obras en formato más corto que la novela, por ventajas como la rapidez en la lectura y la “contundencia” en la aplicación de las ideas, pero en el caso de Acadie no lo puedo negar :  me he quedado con ganas de más.

El libro está muy bien planteado y la historia se cierra, pero me parece que el universo creado por el autor hubiera podido dar muchísimo más de sí.

Quizá el elemento más destacable de la narración es el humor que se nota en cada párrafo, con una ironía fina pero muy acertada en su crítica a la sociedad. Algunos de los nombres de las naves espaciales me recuerdan a la nomenclatura de la Cultura de Banks, pero sin llegar a su nivel. Además se plantean algunos interesantes disquisiciones sobre la manipulación genética, pero sin entrar en profundidad quizá debido precisamente a la longitud de la publicación. Por si faltara algo, también tenemos algunas máquinas de Von Neuman sumadas al cóctel que es algo que siempre anima el cotarro.

Quizá sea algo criticable el maniqueísmo con el que Hutchinson trata la sociedad en la que se desarrolla la acción, donde todo es de color de rosa y quizá por esa misma razón el giro final no llega a ser tan sorprendente… pero la verdad, se disculpa por haber escrito un relato divertido y con más profundidad de la esperada que se acaba en un suspiro.

Revenant Gun

Revenant Gun es la última entrega de la aclamada trilogía Machineries Of Empire, cuya primera entrega me fascinó continuada por la acertada pero de menor valía Raven Stratagem. Sentía curiosidad por saber cómo iba a finalizar el autor la historia, porque tenía los mimbres para una gran space opera.

Me costó entrar en el libro. La acción se sitúa 10 años después de Raven Stratagem.   aunque tiene algunos episodios de flashbacks dedicados a rellenar los huecos de la narración. Como una novela con varios puntos de vista, el tono de cada personaje está muy bien definido, pero me parece que falla en otro aspecto también crucial, la importancia de cada uno de ellos. El peso de la novela lo tiene Jedao, en sus varias encarnaciones (no voy a incidir más en este punto para evitar caer en el spoiler), pero me temo que Kujen se come cada una de las escenas en las que aparece. Volvemos a encontrarnos con Cheris, Brezan y otros miembros del elenco de la trilogía pero sus interacciones son un tanto torpes o tal vez excesivamente coregrafíadas. No se nota que la narración fluya, avanza a trompicones.

El humor que ya vimos en Extracurricular Activities también está presente y es algo que se agradece, ya que alivia algunos de los pasajes de espera entre escenas. Pero no compensan algunas escenas de dominación y de pura subyugación que resultan bastante duras.

Vuelve a hacerse especial hincapié en las matemáticas que se usan para la guerra, en esos calendarios que funcionan como magia y que según el número de “creyentes” influyen en la realidad cuántica de los alrededores. Me gusta también la aparición de un nuevo personaje, bastante inesperado, que entabla conversaciones importantes con Jedao. Sin embargo, se desaprovecha su potencial.

El autor se guarda en la manga algunas bazas para sorprendernos y las juega en el momento adecuado. El final parece bastante equilibrado y respetuoso con el resto de la trilogía, pero aún así Revenant Gun me parece algo floja en comparación con las anteriores entregas, sobre todo con la brillante Ninefox Gambit.

The Bastard Legion : Friendly Fire

Hace unos días Gavin Smith estaba ofreciendo por Twitter códigos para escuchar el audiolibro de The Bastard Legion : Friendly Fire y tuve la suerte de poder ponerme en contacto con él para hacerme con uno. Ya había leído la primera entrega de la serie y sentía cierta curiosidad por saber cómo había continuado la historia, ya que tenía mucho potencial.

Las virtudes que ya estaban presentes en la primera historia de Miska Storrow aquí aparecen aumentadas. Los diálogos son realmente divertidos y el hecho de ya conocer el escenario libera al autor de explicaciones superfluas para permitirle ir más al grano. Se trata de un libro tremendamente ágil, con unas escenas de acción que parecen coregrafiadas por un experto en combate armado. Es cierto que la extrapolación de las agencias americanas habituales (CIA, NSA, FBI…)  en el espacio es de una gran simplicidad y que hay algún que otro momento de batiburrillo de siglas para definir armas, pero el resultado acaba siendo más limpio que otros libros de ciencia ficción militarista. El hecho de que la misión encargada a Miska sea dentro de las operaciones encubiertas más oscuras imaginables también le permite ponerse en contacto con muchas bandas criminales, de nuevo, meras extensiones de las ya existentes (cosa nostra, yakuza…). Me chirría un poco una expresión en italiano que creo que no está bien escrita, pero es un detalle nimio (el plural de “soldato”, sería “soldati”, creo yo).

La gran cantidad de recursos a su disposición dentro de la “plantilla” de The Bastard Legion no está bien reflejada, ya que vuelve a utilizar más o menos los mismos personajes, cuando podría haber escogido otros distintos más acordes a la misión. Sin embargo, es hasta cierto punto comprensible, aunque yo no lo comparta, que vuelva a hacer uso de los mercenarios que ya conoce.

De los personajes secundarios no pertenecientes a la Legión me quedo con cierto familiar de uno de los soldados, que sería un molde perfecto para cualquier definición de “tipa dura”.

Además, Smith se reserva para el final una vuelta de tuerca que nos deja con mucho interés por seguir leyendo la siguiente entrega y consigue cambiar un entretenimiento palomitero más que correcto aunque no memorable por una novela que afianza más un universo con muchas posibilidades.

En cuanto a la calidad del audiolibro, he de decir que la narración Amy Finnegan es estupenda. La dicción es muy clara y aunque algunas veces ha de impostar la voz en exceso para recrear las distintas características de los personajes, por lo general hace muy buen trabajo identificando cada uno de ellos. Narra un libro de acción sin dejarse llevar en ningún momento por la rapidez de las escenas, manteniendo en todo momento la claridad en la exposición. Muy buen trabajo.

Time Was

Esta historia ha sido una pequeña decepción para mí. No me considero una experta en la obra de Ian McDonald, ese puesto está reservado para @odo, pero innegablemente he disfrutado mucho con las obras suyas que he leído, especialmente las últimas de Luna.

El principal problema con Time Was es que se trata de una historia que ya nos han contado muchas veces, con otros protagonistas, en otras situaciones, pero el hilo conductor es de sobra conocido. Por lo tanto, habría que fijarse en los detalles para que se marcara la diferencia. No niego que la ambientación post-Brexit le da interés y hay algunos detalles bibliófilos que harán las delicias de los enamorados de los libros, pero en realidad el camino es tan, pero tan conocido que estos pequeños detalles no consiguen compensar el tedio.

La longitud de la obra es muy corta, algo que juega a su favor, ya que McDonald no nos entretiene por muchos vericuetos. Algunos hay, pero son de poca importancia. El relato también habla de ciertas estructuras y acontecimientos de la historia del Reino Unido que yo desconocía, pero que supongo que para un lector anglosajón serían también más de lo mismo.

Como principales mensajes a favor de su lectura, se podría destacar su marcado tinte antibelicista y su tratamiento “normalizado” de una relación homosexual. Sin embargo, estos dos puntos son anecdóticos en el fluir del relato.

Estilísticamente la prosa es bastante funcional y adaptada al pensamiento del personaje principal. Esto no consigue superar la decepción, creo que se trata de una oportunidad perdida de dar una vuelta de tuerca a uno de los tropos más utilizados en la ciencia ficción.