Esperance

Braking Day fue una buena carta de presentación para Adam Oyebanji, al menos para mí, aunque sus obras posteriores ya no se puedan enmarcar en el género. Con Esperance nos ofrece un thriller de investigación policíaca con toques de ciencia ficción, pero aunque consigue mantener constantemente la tensión, lo cierto es que los misterios y sus resoluciones son bastante previsibles.

Esperance está dividida en dos voces narrativas, por un lado la de Ethan Krol, un detective que deberá resolver unos asesinatos aparentemente por ahogamiento en agua salada en mitad de Chicago y por otro lado, Abi Eniola, una extraña mujer que aparece en Bristol y no parece entender nada de lo que sucede a su alrededor, aunque cuenta con recursos y capacidades muy por encima de lo normal. Oyebanji los mantiene separados durante bastante tiempo, aunque al final estarán destinados a encontrarse

Decía Sherlock Holmes que cuando se han eliminado todas las posibilidades, lo que queda, por muy improbable que parezca, tiene que ser verdad. Y este llega a ser el razonamiento de Krol, porque conforme se van a acumulando las víctimas, incluso niños, no vislumbra ningún hilo conductor de las muertes que entre dentro de lo plausible.

Reconozco que el libro está escrito con cierto humor, sobre todo en la forma de hablar de Abi que utiliza un slang bastante desfasado o en los problemas de comunicación entre los súbditos británicos y los americanos. Como buen thriller que se precie también tiene enfrentamientos, persecuciones y acción, muchas acción. El lector continúa atrapado en la lectura a la espera de la explicación que unirá a los dos personajes y justificará sus acciones, pero la verdad es la más que previsible razón de los asesinatos se nos desvela un tanto por birlibirloque y no llega a sorprendernos.

Mención aparte merece Hollie Rogers, la “compañera” que irá con Abi de aventuras y que le irá interpretando el mundo actual sobre la marcha. Vale que no tiene mucho arraigo en su comunidad y vale que gracias a Abi tendrá accesos a recursos que nunca podría haber imaginado, pero… en fin… ¿irse con alguien a quien acabas de conocer a Chicago tras ver cómo dejaba fuera de juego a un matón con una velocidad imperceptible por el ojo humano? ¿Creer que te vas a librar de tus deudas con el hampa local por la buena voluntad de una desconocida? Hay gente que confiada, muy confiada y luego está Hollie.

Adam Oyebanji nos ofrece con Esperance una novela entretenida pero de poca sustancia, con un toque sutil de ciencia ficción que la hace posible pero que destaca dentro del género.

Braking Day

Braking Day es una novela que ha pasado prácticamente desapercibida entre los lectores a los que sigo, no sé si por que su autor Adam Oyebanji es bastante desconocido o porque las historias sobre naves generacionales están pasadas de moda. Y es una lástima, porque tiene su parte de ciencia ficción dura (pero sin atragantarnos), su misterio, sus personajes entrañables y su crítica social. Y todo bien conjuntado para dar lugar a una lectura muy entretenida.

Podríamos decir que para la supervivencia de una nave generacional es bastante normal que la estructura social sea bastante rígida, prácticamente militar, con los oficiales tomando decisiones y los tripulantes siguiendo órdenes sin salirse del plan previamente establecido, so pena de dar al traste con una misión que llevará décadas en el mejor de los casos. Esto lo refleja muy bien Oyebanji y es el principal motor de la historia, ya que el narrador es un joven que aspira a ser ingeniero como ascenso social desde su humilde cuna. Y en ningún momento dejan de recordarle que él no pertenece a la élite.

La acción tiene lugar en la Arquímedes, una nave generacional que en compañía de otras dos dejó atrás la Tierra en manos de las inteligencias artificiales y los pusilánimes humanos que cedieron todas las decisiones a estas IAs. Se acerca el día del frenado, porque el viaje está casi terminando, pero las tensiones entre distintas facciones dentro de la propia flota no dejan de emerger, cada vez más enconadas.

El tropo de las naves generacionales está bastante trillado y es difícil ser original al respecto. Oyebanji soslaya esto mezclando el mensaje político con un poco de bildungsroman aliñado con algunas escenas de acción y una tensión creciente, así que no es que haya venido a revolucionar el género, pero sí a revitalizarlo un poquito.

El uso del lenguaje específico de cada nave es un detalle especialmente inteligente, ya que nos muestra que a pesar de compartir el viaje la deriva y el aislamiento de cada sociedad, aunque no sea estanca, puede provocar estos cambios.

No quisiera entrar más en el detalle del libro, que guarda sorpresas y alegrías para quien le de una oportunidad. Ojalá os haya convencido y podamos hablar de él con más profundidad.