Titanium Noir

Me encanta cuando los autores mezclan géneros y les salen obras redondas, como hace Nick Harkaway con este Titanium Noir, una novela detectivesca noir cuya premisa está inextricablemente unida a la ciencia ficción.

Harkaway utiliza de manera estupenda todos los tropos del género, con un detective amargado por su pasado, una policía corrupta, poderosos magnates que hacen lo que desean desde su posición privilegiada, alguna que otra tunda bien recibida… pero es que además lo mezcla con un elemento de ciencia ficción que le da un nuevo barniz a todo esto. La existencia de los titanes, humanos tratados con una medicina que les permite ser prácticamente inmortales, pero que tiene como efectos secundarios el crecimiento desmesurado de su físico, así como de sus apetitos.

El protagonista de la historia es Cal Sounder, un detective que trabaja para la policía cuando el caso es especialmente sensible por afectar a alguno de estos titanes, una élite muy selecta de millonarios. Su misión en esta novela será investigar la muerte de Roddy Tebbit, un titán muy distinto a los demás.

El tono del libro está muy conseguido, con esa pátina de hastío que impregna casi toda la literatura noir, pero con momentos brillantes provocados por la suma de ese elemento discordante que es el T7, el tratamiento genético que vuelve inmortales a sus usuarios. Seremos testigos de sus efectos casi en primera persona, desde los casos de éxito a los fallos que crean seres grotescos.

Titanium Noir es una novela inteligente y en ocasiones divertida, pero que también lleva asociado un mensaje en contra de las diferencias sociales que promueve el capitalismo extremo.

Llaman especialmente la atención los cuidados diálogos del libro, con los que Cal va intentando obtener la información que necesita para continuar investigando el caso.

Lo que me ha gustado menos del libro es la resolución del misterio, que me parece un poco tramposa pero en general estamos ante una novela estupenda que no deberíais dejar escapar.

Gnomon

He invertido mucho tiempo en la lectura de Gnomon, la titánica obra de Nick Harkaway. También he pasado tiempo pensando en la reseña, no porque (como se dijo de Mike Oldfield en su día) en una obra tan larga forzosamente te tiene que gustar una parte, si no porque creo que tiene muchas ideas interesantes.

Lo primero que chocará al lector es la estructura tan extraña escogida por el autor para contar su historia. Recuerda a la utilizada en El Atlas de las Nubes, pero como si a este libro le hubiéramos añadido un triple tirabuzón carpado. La subjetividad de la narración da juego para esto y más, pero aún así no deja de ser una apuesta muy arriesgada de la que no sale necesariamente exitoso siempre.

El argumento subyacente es de rabiosa actualidad. En un futuro Reino Unido post-Brexit la vigilancia y la supervisión por parte del Estado es constante y aceptada, casi unánimamente, con regocijo. La seguridad es mayor si todo está supervisado, ¿pero dónde queda la libertad? La pesadilla de Doctorow y Orwell hecha realidad.

¿Cuál es la minúscula contrapartida de este perfecto y maravilloso sistema? Algunas veces hay que hacer “lecturas mentales” de algunas personas para estabilizar el entramado. Es un procedimiento probado, nunca pasa nada, … hasta que pasa.

Gnomon, no obstante, es mucho más que esto. La inteligencia y el conocimiento de la cultura clásica de Harkaway sale a relucir en más de una ocasión, así como su capacidad para hilar historias interesantes. Pero tiene un problema de fondo, que se aprecia más conforme vas pasando páginas y es que el autor se “recrea” en su propia complejidad. Las cualidades oníricas de algunos de los pasajes y la subjetividad en general le permiten hacer lo que quiere con el libro, saltándose sus propias reglas y creando una sucesión de Deus ex machina que acaba resultando irritante, cuando no directamente agotadora. Creo que se podría haber reducido mucho, MUCHO, el volumen del libro y eso que habríamos salido ganando.

Las múltiples capas que forman Gnomon se relacionan de muy diversas maneras, desde la repetición de palabras claves a las que hay que estar atento a otras un poco más burdas, en las que el autor prácticamente te lleva de la mano hasta el descubrimiento. Hubiera preferido ir uniendo yo los hilos, pero no sé si la ausencia de algunos infodumps hubiera soslayado el problema de la longitud.

La novela hace honor a su nombre como algo que se sale de lo habitual, es una lectura fascinante pero exige un esfuerzo continuado al lector que no muchos estarán dispuestos a entregar.