The Art of Destiny es la segunda entrega de la saga War Arts, de la que ya disponemos del primer volumen en español, El arte de la profecía con traducción de María José Lacomba.
En este volumen seguiremos con la historia de Jian, el héroe profetizado que cayó en desgracia en The Art of Prophecy, convertido en un joven “normal” que sigue estudiando al amparo de Taishi, su mentora y que sigue siendo el mejor personaje del libro de largo. Han pasado tres años, se supone que están de incógnito, pero el carácter justiciero de Jian hace que sea prácticamente imposible que no intervenga cuando ve injusticias a su alrededor, así que su plan de ocultamiento corre grave peligro.
Chu continúa con la narración utilizando las mismas hebras que tejía en su novela anterior, artes marciales, algo de magia, conspiraciones políticas y todo regado de mucho, mucho humor. El humor ya sabemos que es un tema muy particular y que lo que me puede parecer hilarante a mí no haría ni enarcar una ceja a cualquier otra persona, pero he de decir que, al menos en mi caso, Chu acierta de lleno. ¿Por qué? Por que me hace mucha gracia las contradicciones entre lo que se supone que se debe hacer y lo que se acaba haciendo y este libro está plagado de ellas. Especialmente destacable me parece el desarrollo de los personajes que están infiltrados en la corte, pero que ya que están allí pues dan rienda suelta a su pasión por el teatro, por poner un ejemplo. ¿Podemos dejar este asesinato para después de la función? Es un humor bastante simple, pero que funciona muy bien.
The Art of Destiny no sería un libro de Wesley Chu si no tuviera un fuerte componente de artes marciales. Tranquilos, que el autor taiwanés estadounidense no se queda corto en este aspecto tampoco. Los enfrentamientos entre distintos estilos y escuelas de lucha son maravillosos, están narrados de una manera muy cinematográfica y me encantaría verlos en vivo.
¿Qué problemas tiene la novela? Primero, la poca interacción entre los distintos puntos de vida. No sé si es síndrome de segundo libro y todo se aclarará en el tercero, pero cada capítulo parece ir por un camino totalmente distinto de los demás, sin solución de continuidad. También es cierto que algunas acciones de los personajes parecen forzadas e ingenuas, bien sea porque le convienen al autor, bien sea porque con tanto golpe en la cabeza los personajes se están volviendo más tontos que un cepazo en un llano. Además, ¿era necesario acabar con ese pedazo de cliffhanger? Menos mal que falta poco para que salga la siguiente entrega.









