La última sonrisa en Sunder City

La selección de títulos con la que ha presentado su proyecto editorial Gamon en España me parecía muy acertada, con títulos de los que ya había hablado por aquí como Promise of Blood y Kings of the Wyld. Así que cuando tuve la oportunidad de leer La última sonrisa en Sunder City no la dejé escapar.

Lo más atractivo de libro es la construcción del entorno en el que tiene lugar la acción. Un mundo donde la magia dejó de existir por acción de los humanos, con consecuencias terribles para el resto de las criaturas que lo poblaban, todas mágicas y todas afectadas en mayor o menor medida por esta catástrofe. Los vampiros ya no pueden chupar sangre, las banshees pierden su voz… El resentimiento y la nostalgia por un pasado que no volverá son la fuerza motriz de una novela que narra la investigación de un caso de desaparición por parte de Fetch Phillips.

Se trata de una novela crespuscular, con tintes noir porque la investigación detectivesca es el hilo conductor que nos llevará a lo largo de las páginas de libro. Aunque el propio Phillips no se define como detective privado si no como hombre a sueldo, lo cierto es que cumple punto por punto las características comunes casi arquetípicas de estos personajes. Alcoholismo, adicción sustancias nocivas, violencia, soledad y cierta cabezonería para llegar hasta el fondo de los asuntos le pese a quien le pese. Luke Arnold utiliza estos recursos para construir una historia bastante tópica pero bien traída que a su vez enlaza con el pasado del protagonista. La prosa es funcional pero se adapta muy bien a lo que se quiere contar. El ritmo de la novela es constante y en ningún momento se hace pesado, favorecido también por la propia longitud de la obra, que no llega a las 300 páginas.

Arnold aprovecha para sentar las bases de un mundo que puede ser escenario para más historias, pero sin dar la sensación de que estamos ante una primera entrega de una saga. El libro es autoconclusivo y cierra bien el relato, pero claro, queda todo un mundo por explorar, especialmente las relaciones entre las razas mágicas tan perjudicadas por los humanos con un fondo de racismo que puede dar mucho juego. Ya existe una nueva entrega de las aventuras (más bien desventuras) de Fetch Phillips.

En cuanto a la edición en sí, es un libro en tapa dura con un tipo de letra que favorece mucho la lectura. La traducción es de Federico Cristante y aunque he de reconocer que algunas frases y giros me han descolocado, también es posible que sea debido a que ya no estoy acostumbrada a leer traducciones.

Los dioses muertos

Cuando oí hablar por primera vez de este libro, supe que me lo iba a leer relativamente pronto, porque el tema de la mitología me interesa mucho y esas referencias de ciencia ficción parecían totalmente acorde con mis gusto. Afortunadamente, no ha pasado mucho tiempo hasta que lo he podido tener en mis manos y disfrutar. tanto de la lectura como del propio libro como objeto, ya que cada vez leo menos en papel y hay que decir que las ediciones físicas de El Transbordador son bellísimas. En esta ocasión, me atrajeron en primer lugar las ilustraciones que trae la novela, con esa herencia hierática que podría parecer perteneciente a otra mitología pero que se adapta perfectamente al tema tratado.

Sobre la novela en sí, es importante darse cuenta de que el tono de la prosa escogida por José Antonio Fideu Martínez, grandilocuente y ceremonioso, se ajusta como un guante a la historia de Prometeo, reconvertido de Titán bondadoso a héroe griego. También resulta muy atractiva la elección del narrador, un testigo involucrado en los hechos pero a la vez lo suficientemente alejado como para exponer lo que ocurre de forma clara e inevitablemente influida por la admiración que el héroe le provoca.

Ya se ha comentado en redes la transición entre géneros que va teniendo lugar a lo largo de la novela. En este sentido el referente claro es la obra Javier Negrete con su saga de Tramórea, pero mucho más condensada. La ejecución de este cambio me parece muy bien llevada a cabo, primero con sutiles indicaciones por parte del autor y posteriormente con revelaciones mucho más clarificadoras.

Las escenas de acción están bastante bien narradas, con ese recurso narrativo de centrarse en la lucha de los héroes dejando en la sombra el resto de la batalla como si se tratara de simple atrezzo. Y sin duda un añadido muy atractivo es la presencia de otras mitologías, aunque solo se haga referencia a ellas como enemigos y no se profundice en esas culturas.

Me gustaría también recalcar la presencia femenina en la obra, una diferencia fundamental respecto a las obras que le sirven de inspiración ya que en esta ocasión sí tienen un papel relevante en la novela, aunque no protagonista. Pandora se viste de Hipatia para repartir el conocimiento oculto a todos sus seguidores y desvelar la trama oculta en una sociedad aparentemente meritocrática y casi paradisíaca, sobre todo en contraste con el mundo exterior.

Por supuesto, recomiendo la lectura de Los dioses muertos a cualquier aficionado al fantástico español. Estoy deseando comentarla con alguno de vosotros a ver qué os ha parecido.

Las aventuras del caballero Kosmas

En este año Perucho tenía que empezar a tapar algunos de los muchos huecos que tengo en el fantástico español. Quizá Las aventuras del caballero Kosmas no era la puerta de entrada más adecuada, pero era la que tenía más a mano y he de reconocer que la he acabado en un suspiro.

Se trata de una novela bizantina, con su viaje de autodescubrimiento, una “road movie” a lo antiguo. Los toques fantásticos son escasos, pero existen, con la presencia de autómatas y animales fantásticos. Me ha recordado un poco a Baudolino, de Umberto Eco, pero mucho más contenida y algo más accesible.

La lectura puede ser ágil o más pausada si nos ponemos a buscar todas las referencias de las que habla Perucho, cuya erudición es palpable casi en cada párrafo. En ocasiones esto puede resultar un impedimento para el avance de la trama, ya que tenemos textos en idiomas muy variados, a veces acompañados de traducción y en otras ocasiones, no.

También se puede considerar la obra como un canto al cristianismo, ya que sus páginas están plagadas de santos de la Edad Media que entablan conversaciones con el protagonista y también muchas referencias al Concilio de Toledo o la herejía arriana. Por momentos he sentido que volvía a las clases de sociales, pero de una forma más entretenida que la que tenían mis profesores de dar clase. Algunas discusiones teológicas me pasaban por encima, eso también he de reconocerlo.

Lo que resulta muy curioso en el libro es la presencia de anacronismos, como por ejemplo las libertades que se toma el autor para definir ciudades con textos que se escribirán en un futuro muy posterior al tiempo en que se sitúa la novela, en una suerte de flash forward sin mucha explicación, más que el capricho del propio autor.

Mi impresión es que este no era el libro más adecuado para conocer la obra de Joan Perucho, pero es no quiere decir que no vaya a seguir investigando. Esas lagunas de conocimiento no van a desaparecer solas.

Un poco de odio

Por si os parecieron poco las colaboraciones de lujo que tuvimos la semana pasada, aquí os traigo otra que no les va a la zaga. Pablo Bueno ha tenido a bien enviarnos su reseña sobre Un poco de odio, la versión traducida de A Little Hatred que ya comentamos por aquí.

Hace ya unas semanas el sello Runas publicó Un poco de odio, de Joe Abercrombie. La esperada continuación del mundo de La primera ley parece haber sido acogida con bastante entusiasmo por unos fans que cada vez cuentan con más fieles entre sus filas.

Y es que, a nuestro juicio, la espera ha merecido la pena. En esta nueva trilogía que comienza se nota que el bueno de Joe ha perfeccionado su método y todo funciona como un reloj.

Para empezar, hay que decir que el mundo no se ha detenido mientras esperábamos. La sociedad y la tecnología han seguido evolucionando de suerte que nos meten de lleno en una revolución industrial que nos recuerda a la de nuestra propia historia: fábricas expeliendo humo negro, barrios insalubres con trabajadores hacinados, revueltas obreras y destrucción de maquinaria… nuestro propio pasado se repite en Un poco de odio, pero a través de un espejo muy logrado.

Y es que Abercrombie tiene, al menos, dos talentos que descollan entre los demás: en primer lugar ese olfato prodigioso para captar la contradicción y la ironía en el pensamiento, en las intenciones y en las obras de los hombres. Es capaz de urdir intrigas como quien cose un jersey usando hilos de intereses que, ahí radica lo sorprendente, son tan propios de la realidad en que vivimos.

Y, por otra parte, está su extraordinaria capacidad para crear personajes y hacer que los conozcamos y que, los amemos o los odiemos, siempre nos fascinen. Y en esta ocasión no defrauda, sobre todo al presentarnos a toda una vieja guardia de buenos conocidos y, sobre todo, y digámoslo así, a los herederos más o menos naturales de estos. Dos o tres párrafos es todo lo que le hace falta para que primero nos interesemos y luego le cojamos cariño a la desconocida que abre la historia. Poco más o menos pasa con los demás.

Una de las cuestiones que más se han comentado es si es necesario conocer todo lo que va antes para leer este libro y la respuesta, sin duda alguna, es “no”. A los lectores veteranos les esperan grandes reencuentros, sorpresas y una mayor profundidad en la trama, pero, pese a esto, creo que puede ser una buena entrada a este mundo para quien todavía no conozca a Abercrombie. Sobre todo teniendo en cuenta que casi la totalidad de la acción recae sobre los hombros de los personajes recién llegados.

Yo, por mi parte, solo puedo recomendar a @Lordgrimdark más y más a cada libro suyo que leo.

La traducción al español ha corrido a cargo de Manu Viciano.

Espero que os haya gustado la colaboración de Pablo. Él ya sabe que tiene las puertas abiertas para cuando le apetezca comentar algo.

El Laberinto Invisible

Leer la obra de Víctor Guisado no me ha resultado fácil. La he leído al principio del confinamiento y eso ha pesado gravemente en mi capacidad de concentración. A pesar de esta dificultad, he disfrutado enormemente con la bellísima prosa a la que nos tiene acostumbrados el autor. Mirad la primera frase del libro, para que sirva como ejemplo:

Mi hermano lleva enredados en su cabello cinco asteroides silenciosos, varias luciérnagas capitán y quién sabe cuántas metáforas de eco nulo.

No es fácil describir El Laberinto Invisible, ya que la originalidad de la propia obra impide clasificarla. Se puede decir que si te gustó Me tragó el igualma de seguro te encantará esta nueva novela, pero eso sería injusto para un lector que todavía no haya podido acercarse a su obra.

La historia que nos narra Víctor es la historia de dos hermanos mellizos, indisolublemente unidos por las circunstancias de su nacimiento pero también por las de su crianza, en un mundo aparentemente abandonado pero plagado de peligros y maravillas. La imaginación que desborda en cada página es trepidante y el lenguaje que utiliza para expresar sus ideas es aún más increíble.

El universo en el que se desarrolla esta huida hacia delante que tanto nos asombra está unido con los otros relatos del mismo autor, en un cosmos sorprendente que no deja de ampliarse ante nuestros ojos. Ver el mundo a través de los ojos de una niña nos permite asombrarnos con nuevos descubrimientos que quizá para otros fueran sucecos comunes, pero que se despliegan ante nosotros con apasionante detalle.

Se trata de un libro para leer de forma pausada e ir degustándola poco a poco, porque también es cierto que en ocasiones la prosa puede llegar a resultar agobiante, dependiendo del gusto de cada uno. Es una novela episódica, así que es recomendable espaciar cada capítulo para poder seguir disfrutando de la obra del autor extremeño.

Lágrimas en la lluvia

Sé que hay gente muy ordenada en sus lecturas, que ya saben cuál va a ser su lista de libros de aquí a Navidad, pero yo soy mucho más ecléctica y a veces me influyen las causas más rocambolescas, como la que me llevó a leer Lágrimas en la lluvia. Y es que en un viaje de tren dio la casualidad de que me tocó en el asiento de atrás de la autora, la reconocí y me trató con tanta amabilidad que decidí “devolverle el favor” leyendo su obra, aunque lógicamente ella no vaya a enterarse nunca.

Es una lástima que no me hubiera puesto antes con este libro, porque me ha gustado mucho. La labor de construcción de mundo y el escenario donde representa la obra es magnífica, con una profundidad que hace que realmente sea creíble ese escenario madrileño perteneciente a los Estados Unidos de la Tierra. Vale que parte del trabajo ya se lo había hecho Philip K Dick con la creación de los replicantes, pero es innegable que Rosa Montero toma una idea muy buena y la adorna con una prosa estupenda y un trabajo de documentación innegable.

Aunque la trama policial no esté a la altura del resto de la novela, algo que era muy complicado, es cierto que la protagonista se lleva el foco en cada momento y es un personaje muy atractivo. Con la cantinela que repite sobre el tiempo que le queda de vida consigue mucha cercanía con el lector, pero la autora también se encarga de poner distancia con su excéntrico tatuaje o sus ojos de pupilas gatunas. Juega con estos detalles de una manera muy sutil, pero muy efectiva.

Es cierto que utiliza algunos pasajes que son infodumps de libro, pero no me parece que estén especialmente mal engarzados con la narración, ya que va dando pistas sobre el calado de la conspiración que se cierne sobre los EUT. Este recurso lo utiliza principalmente para el trasfondo histórico de la novela, mientras que los temas más actuales o más específicos en los que nos tiene que transmitir información sí que los intercala dentro del flujo de la obra.

Me parece una novela que hace la ciencia ficción muy accesible a un público no acostumbrado al género. Puede que a un lector más bregado le sepa a poco, aunque ya digo que a mí sí me ha gustado, pero creo que merece la pena acercarse al mundo de Bruna Husky.

Mención especial para la labor de los dos lectores del libro, Neus Sendra y Jordi Boixaderas, que tienen una preciosa voz que hace de la lectura del libro un placer aunque solo sea por escucharles. En esta ocasión, al tratarse de una narración en español, no he necesitado centrarme tanto en mi traducción interior del texto (la falta de bilingüismo es lo que tiene) y he podido disfrutar de la experiencia estética de oir unas voces tan hermosas.

En órbita con Thomas Pesquet

He de reconocer que cuando compré este tebeo no sabía muy bien qué me iba a encontrar, pero conocer el día a día de un astronauta sí que me llamaba la atención, así que me hice con él por un volunto, que ha resultado ser muy acertado.

Con un dibujo desenfadado y algo caricaturesco, Marion Montagne nos cuenta la historia de Thomas Pesquet, astronauta francés. Aunque seguimos sus pasos, en realidad Montagne nos da un curso acelerado de la carrera de cualquier astronauta y aprenderemos tanto de la burocracia de las misiones espaciales como de la preparación necesaria para hacer un EVA. Todo ello impregnado de humor y chistes recurrentes (¿cómo van al servicio los astronautas en el espacio?) que hacen de la lectura un placer. La idolatría a la figura de Gagarin merece un comentario aparte, convirtiéndose casi en el hilo conductor de la historia.

Aunque son más de 200 páginas, en ningún momento se hace pesado y contiene más información de la que podríamos llegar a suponer echándole solo un vistazo. Creo que la labor de documentación de la autora es digna de mención, pero aún lo es más su capacidad de síntesis. En cuanto al dibujo, aunque cumple perfectamente su función, en alguna ocasión me hubiera gustado que las viñetas fueran un poquito más grandes, para ver los detalles que a veces se pierden.

En órbita con Thomas Pesquet es una lectura que recomendaría a cualquier interesado en el espacio y me parece especialmente indicado para acercar la ciencia al público más joven, que aprenderá casi sin darse cuenta. Además, ya se sabe, en el espacio nadie puede oir tus risas.

La auditora

La auditora, de Jon Bilbao y Javier Peinado, es un tebeo de lectura desasosegante, con un futuro distópico a lo Blade Runner pero localizado en un pequeño pueblo en vez de una gran metrópolis.

En el pasado se crearon robots tan similares a los seres humanos que en el exterior son prácticamente indistinguibles. El rechazo de la sociedad hizo que se dejaran de producir, pero un movimiento adquirió todas las unidades que existían y las “liberó” por el mundo. Así que ahora es posible convivir con un robot sin tener conocimiento de ello.

Como decía anteriormente, La auditora se desarrolla en un pequeño pueblo costero que en realidad es propiedad de una sola familia que lo explota como si de una fábrica se tratara. Las personas trabajan en sus casas y están agobiadas para llegar a conseguir la producción mensual, que les permitirá seguir viviendo en la localidad. Se puede interpretar el tebeo como una crítica al caciquismo de los dueños, pero entiendo que este no es el mensaje principal de la obra. El hecho de que algunos actos especialmente crueles queden impunes refuerza esta impresión personal.

El dibujo y sobre todo el color verde enfermizo que impregna cada viñeta describe muy bien el ambiente malsano de las fábricas empeñadas en aumentar la productividad a pesar de la contaminación y sirve como hilo conductor a toda la narración.

La intolerancia a lo extraño y el temor al cambio también son mensajes que intentan transmitir los autores, con algunos personajes que transitan por el “valle inquietante” en lo que deviene en una caza de brujas para localizar al robot infiltrado.

Hay otros detalles que son bastante obvios para un lector habitual de ciencia ficción y quizá por eso el tebeo no acaba de ser del todo redondo. El desarrollo científico y tecnológico no ha servido para mejorar las vidas de los humanos, más bien para encadenarlos a una servidumbre feudal, al capricho de la familia dueña del pueblo. Pero esto ya lo hemos visto en innumerables ocasiones, así como la idea central del “extraño entre nosotros”, pero sin haber desarrollado un test Voight-Kampff que nos permita salir de duda.

Lago negro de tus ojos

Algunos guionistas de cómics, sobre todo los que también son ilustradores, utilizan storyboards para comunicar sus ideas al dibujante que finalmente las plasmará en las páginas del tebeo, utilizando un medio visual para transmitir algo que habitualmente se hace por escrito. Guillem López se apropia de esta idea añadiéndole un nuevo giro de tuerca, ya que lo que hace es transmitirnos por medio de la palabra escrita aquello que normalmente nos llega a través del medio visual.

En el aspecto formal me parece muy interesante la aplicación de esta y otras técnicas durante la escritura de la novela. Aunque está relatada en primera persona, la falibilidad intrínseca a alguien que está narrando sus recuerdos se une el poca confianza que inspira un narrador no confiable.

Es también todo un logro el ambiente opresivo que exuda cada página del libro, con una sensación de asfixia que se apropia del lector nada más empezar las primeras páginas.

Sobre la trama, el punto de partida es la vuelta al pueblo del que salió huyendo de una periodista encargada de investigar un fenómeno cósmico que todavía no ha sido convenientemente explicado. Pero el contraste entre esa laguna misteriosa que parece una puerta a otro mundo y las miserias de la vida en un lugar donde todo el mundo se conoce quizá no causa tanta impresión como esperaba. Lo que si mueve la curiosidad son las alusiones veladas al pasado de la periodista, dejando entrever una historia oscura y terrible.

El desarrollo de Lago negro de tus ojos, sin embargo, camina por otros derroteros. He de reconocer que el género de terror no es de mi gusto, así que no he sido capaz de disfrutar el último libro de Guillem López como me hubiera apetecido. El desasosiego y en ocasiones el asco me impedía seguir con la lectura de una forma constante, aunque entiendo que hay muchos seguidores del género que disfrutarán enormemente del libro.