A Night in the Lonesome October

Viviendo como vivimos esclavos de la tiranía de la novedad, este verano he hecho un esfuerzo consciente por leer libros no necesariamente recientes, aunque tampoco demasiado antiguos. Uno de los más antiguos que he leído es A Night in the Lonesome October de Roger Zelazny, una deliciosa obra de no demasiada extensión que nos vuelve a demostrar que el autor sabía cómo embelesar al lector con su prosa.

Lo primero que nos puede chocar un poco en la novela es la elección del narrador, ya que todo el peso de la historia recae sobre un perro que participa en algo llamado el gran juego, del que Zelazny irá dejando caer pistas para que nosotros mismos hagamos el trabajo detectivesco de saber a qué se refiere y nos vayamos entreteniendo en recoger toda la información para saber quiénes son sus participantes, sus acompañantes y sus objetivos.

Absolutamente todo el libro son referencias veladas a clásicos de la literatura de terror, algunas más claras que otras, pero creo que aunque el libro se pueda considerar un homenaje al género, en ningún momento se siente que genere miedo, si no más bien admiración hacia la sutil elegancia con la que Zelazny nos entretiene a la vez que nos hace pensar. Hay algunas partes que incluso nos hacen sonreír, al ver cómo se intercambian órganos humanos según las necesidades de cada jugador.

Es realmente difícil comentar más cosas sobre el libro sin caer en el spoiler, ya que la propia gracia de la obra es ir descubriendo los detalles personalmente. He visto que hay mucha gente que la relee para Halloween cada año, una tradición que entiendo perfectamente.

Es una lástima que esta fuera la última obra que publicó el autor en vida, ya que el varias veces ganador del Hugo murió demasiado joven. Quizá sea el momento de reivindicar que las nuevas generaciones se acerquen a este y otros autores que no por ser de hace varias décadas han perdido frescura.