The Freeze-Frame Revolution

Peter Watts es un escritor complejo, que no da facilidades al lector, pero que compensa en ocasiones el esfuerzo que hemos de realizar para adentrarnos en su obra con destellos de genio.

Empecé The Freeze-Frame Revolution con muchas ganas y he de confesar que cuando lo estaba terminando durante una cena solitaria, no fui capaz de despegar los ojos de la pantalla hasta acabarlo. No temía que los empleados del restaurante me recogieran justos con los restos de la comida a escobazos, porque ni siquiera me di cuenta del paso del tiempo. Hasta ese nivel de fascinación y ensimismamiento me llevó la historia.

El eje sobre el que gira todo el argumento es la definición de inteligencia. Quizá por deformación lectora, siempre he concebido las inteligencias artificiales como unos entes de capacidades tan superiores a las humanas que casi se convierten en incognoscibles. Pero Watts juega con el límite de esta inteligencia, utilizando una IA “tonta”, en el sentido de que es muy buena en los cálculos que hace pero le falta la chispa de genio que le permita saltar a deducciones no lineales, por ejemplo.

Existe un gran contraste en dos de las dimensiones en las que se desarrolla la  novela. El emplazamiento de The Freeze-Frame Revolution en una nave-meteorito cuya misión consiste en abrir puertas en el espacio, así que se trata de un espacio confinado (aunque muy extenso) imbuido en la inmensidad. Del mismo modo, la escala temporal de la misión es enorme, pero el tiempo que están conscientes los humanos apenas alcanza las semanas cada dos o tres milenios, porque solo se les despierta cuando algo no va según lo previsto.

Resulta casi imposible creer que se pueda llevar a cabo un motín en esta nave cuando los humanos apenas coinciden en sus turnos y cada vez que despiertan no saben cuánto tiempo ha pasado. Además, la IA de la nave ejerce una constante supervisión tanto de sus constantes vitales como de sus conversaciones, de sus relaciones… Y sin embargo, el ingenio humano es capaz de superar estos obstáculos, porque al fin y al cabo la inteligencia supervisora lo que hace es realizar algoritmos que analizan la relación costo-beneficio entre las acciones que realiza y el resultado que obtiene. Por lo tanto, no “merece la pena” supervisar cada nimio detalle si está dentro de los parámetros que algún programador pensó hace milenios.

Estos intersticios son los que aprovecha la tripulación para su “revolución”. Estos humanos no se están enfrentado a la inteligencia artificial que controla la nave, se están enfrentando a los ingenieros que en su momento programaron sus rutinas. Y este enfrentamiento dilatado en el tiempo resulta apasionante.

The Freeze-Frame Revolution es una novela tan interesante que apenas puedo esperar a que la leáis para comentarla en profundidad sin caer en el spoiler. Espero que pronto caiga en vuestras manos.

Galactic Empires

He tardado muchísimo en terminar de leer Galactic Empires, no por falta de interés, si no por el tamaño desmesurado de la recopilación. Algunos relatos ya los había leído, pero la mayoría no.

“Winning Peace” de Paul J. McAuley

Una historia algo tópica para dar comienzo a la antología, sobre cómo intentar recuperar un antiguo objeto valioso sin arriesgar la propia vida, utilizando esclavo.

“Night’s Slow Poison” de Ann Leckie

Pequeña historia situada en el universo de Ancillary Justice, sobre el exceso de confianza en las situaciones de poder. Como historia de espías no es muy recordable.

“All the Painted Stars” de Gwendolyn Clare

Relato sobre la posibilidad de adaptación a una nueva tarea cuando se está tan identificado con el trabajo anterior que casi casi define tu personalidad. Me ha gustado.

“Firstborn” de Brandon Sanderson

Este cuento es muy inocente, demasiado. Las aspiraciones de un “hermano menor” que nunca es capaz de alcanzar las cuotas de su antecesor y cosecha fracaso tras fracaso. Esconde una lección moral, pero es poco creíble.

“Riding the Crocodile” de Greg Egan

Con el asombroso escenario que nos suele regalar Egan, asistimos a una historia de búsqueda de nuevos objetivos para luchar contra el aburrimiento, toda vez que la vida se ha convertido en una repetición de hechos totalmente previsible.

“The Lost Princess Man” de John Barnes

Engaños envueltos en engaños, lo que en un principio pudiera parecer un relato medieval se transforma en una operación a gran escala. Divertido y sorprendente, merece la pena.

“The Waiting Stars” de Aliette de Bodard

Una de las primeras obras que leí de Aliette de Bodard y una excelente muestra de lo que puede dar de sí el Universo de Xuya.

“Alien Archeology” de Neal Asher

Un relato relacionado con la trilogía Transformation que me sirvió de puerta de entrada a la obra de Neal Asher. Vemos una historia de Penny Royale antes de que se desarrollen los acontencimientos de Dark Intelligence y sus continuaciones. Anecdóticamente es llamativo, pero no sé si su lectura sería completa sin conocer el resto de la historia.

“The Muse of Empires Lost” de Paul Berger

Mezcla entre space opera y cuento de control mental, con aspectos biológicos así como tecnológicos, curioso relato sobre una civilización perdida.

“Ghostweight” de Yoon Ha Lee

Esta es la historia de una venganza llevada hasta extremos insospechados, pero también lo es de las traciones que más duelen, que son las que nos hacemos a nosotros mismos.

Lo primero que llama la atención poderosamente en la prosa de este escritor es la cadencia pausada de las frases, aún las utilizadas para describir actos atroces. Las raíces coreanas del autor se hacen patentes en el uso de animales, tapices y símbolos como abstracciones para las interfaces de uso de las armas. También se aprecian pequeños toques matemáticos y computacionales para aderezar el relato. En conjunto, el resultado es muy bueno.

“A Cold Heart” de Tobias S. Buckell

Con un original uso de la segunda persona para narrar la historia y un curioso trasfondo de satrapías espaciales, el autor caribeño nos embarca en una aventura ágil aunque previsible que deja un buen sabor de boca.

“The Colonel Returns to the Stars” de Robert Silverberg

Cuando has dedicado toda tu vida a un trabajo en concreto, cuando llega el retiro hay veces en que es imposible sustraerse a la fuerza de la costumbre. Un relato entretenido pero que deja poco poso.

“The Impossibles” de Kristine Kathryn Rusch

Situado en el universo de The Disappeared en esta ocasión la autora se centra más en los entresijos legales de los casos en los que se ven inmersos varias especies alienígenas. Divertido y con un toque de profundidad que me ha gustado.

“Utriusque Cosmi” de Robert Charles Wilson

Especies en busca de la trascendencia que dedican su existencia a recoger a otro seres en peligro de extinción y embarcados en una lucha constante contra un enemigo incognoscible. Complejo relato en el que el punto de vista humano nos ayuda a comprender parte de la historia.

“Section Seven” de John G. Hemry

Aventuras de una sección secreta encargada del trabajo sucio del Imperio, me gusta cómo trata los temas de la estandarización y la normalización, algo muy importante en el mundo de la ingeniería.

“The Invisible Empire of Ascending Light” de Ken Scholes

Una aproximación diferente al tema de la divinidad y su continuidad en el poder. Bastante apreciable.

“The Man with the Golden Balloon” de Robert Reed

En la línea de los relatos de Robert Reed, se tratan escalas de tiempo increíblemente grandes. Y sin embargo, contrasta con la historia narrada, que es casi una fábula local.

“Looking Through Lace” de Ruth Nestvold

Me ha entretenido mucho este acercamiento al estudio de la lingüística de mundos desconocidos, pero en cierta manera comprensibles. Aunque los giros finales son previsibles, como es previsible la mezquindad humana, no deja de ser una aproximación distinta y por lo tanto apreciable.

“A Letter from the Emperor” de Steve Rasnic Tem

Las dificultades de comunicación en un imperio enormemente grande y los huecos que se producen en esta situación dan lugar a una historia íntima y tierna.

“The Wayfarer’s Advice” de Melinda M. Snodgrass

Bastante previsible esta historia de amor que fue supedita al deber y al que la casualidad da una nueva posibilidad, aunque breve.

“Seven Years from Home” de Naomi Novik

Muy chulo este relato contra el colonialismo, con una tecnología biológica respetuosa con el medio ambiente que me ha maravillado.

“Verthandi’s Ring” de Ian McDonald

De gran escala temporal y poder lírico, es un gran final para una antología un tanto irregular.

Esta recopilación de Neil Clarke, parte de una definición un tanto laxa de imperio galáctico para dar cabida a muchos relatos. Aunque se me haya hecho larga, no puedo negar su interés.

Mañana cruzaremos el Ganges

Mañana cruzaremos el Ganges es un libro duro. Me ha costado trabajo leerlo, por varios factores, entre los que destacaría la verosimilitud de los hechos. Se sitúa en el futuro, en una Europa unida bajo un Estado opresor, pero con unas leyes aceptadas por todos. Eso es lo terrible, los ciudadanos ven la injusticia pero la acatan como algo normal. Cuando hay ejecuciones públicas, las multitudes se agolpan para presenciarlas. Cuando las nuevas leyes recortan más y más derechos en aras de la seguridad ciudadana, ninguna voz se alza en contra. Es más, llega un momento en que se crea un sistema para poder saber dónde se encuentra una persona en un determinado momento, al alcance de cualquiera y no se interpreta como una violación de la privacidad, porque la privacidad prácticamente no existe.

Es un libro muy inquietante. No sé si el autor pretendía dotarlo de carácter admonitorio, pero lo que sí hace es una crítica salvaje a la inexistente libertad de prensa. Las noticias son filtradas por el gobierno, que se encarga de aleccionar a los medios sobre cómo informar al pueblo. La protagonista es periodista, y comienza el libro teniendo que dejar su carrera freelance debido a una nueva ley que obliga a los informadores a estar en plantilla de algún medio, coartando por lo tanto su libertad.

El estilo de Ekaitz es muy frío, quizá en exceso. Entiendo que al encarnarse en una mujer de mediana edad, una periodista para más señas (el libro está narrado en primera persona), el tono venga supeditado a este personaje, pero en ocasiones me parece demasiado aséptico. Las frases son cortantes, no se para en descripciones y los sentimientos se encuentran bajo siete candados.

El momento temporal en que se sitúa la narración es el pasado, ya que Eva Warren está recordando lo que le sucedió hace años. Esta elección también resta algo de fuerza al libro, ya que sabemos que a ella no le va a pasar nada fulminante.

En definitiva, se trata de un libro para reflexionar, con algunos aspectos mejorables, pero que presenta un futuro distópico inquietante por lo creíble que resulta.

Mañana cruzaremos el Ganges esá publicado por Ediciones El Transbordador.

Proyecto Marte

Ya sé que llego a la fiesta con algo de retraso, pero nunca es tarde si la dicha es buena. Proyecto Marte es un libro más que recomendable, volviendo a poner en entredicho el prejuicio sobre la calidad de lo que se escribe por estos lares.

El formato fix-up es muy utilizado en la ciencia ficción para unir relatos que puedan tener algo en común, como Central Station de Lavie Tidhar y tantos otros. Proyecto Marte utiliza esta estructura, hilvanando una historia larga es escala temporal pero corta en el sentido de que solo vemos pequeñas escenas cada vez más alejadas en el tiempo. Como forzosamente se ha de dejar de lado la implicación empática con unos personajes que solo aparecen fugazmente a lo largo del libro (aunque veamos algo de evolución en ellos en distintos momentos), la tensión de la obra debe recaer sobre las ideas.  La mezcla de temas que se tratan es extensa, deteniéndose en muchos de los tropos más típicos de la ciencia ficción y rindiendo homenajes nada velados a los grandes maestros de la ciencia ficción (esa ciudad llamada Trántor y las menciones a la psicohistoria como una ciencia establecida, por ejemplo).

A veces la estructura juega en contra del desarrollo, porque algunos relatos tienen más interés que otros. Pero creo que la brevedad de Proyecto Marte le permite salir airoso de este envite.

Proyecto Marte también tiene fallos. Añadido a la incorrección física de las “ventanas” a las que hace referencia, conocida por el autor y comentada en el propio libro, hay un aspecto que me resulta difícil de creer. A pesar de la dilatación temporal tan grande, los cambios en la raza humana son bastante discretos, cuando no directamente minúsculos. Es cierto que se llega a una relación simbiótica de la que no voy a hablar más en profundidad por no desvelar sorpresas, pero aparte de esto no hay cambios relevantes. Quizá sea una decisión consciente porque si ya resulta difícil empatizar con unos personajes tan fugaces, si encima fueran demasiado alejados a la Humanidad Como La Conocemos TM el libro haría aguas emocionalmente, pero me gustaría pensar que se hubiera podido llegar a una solución de compromiso. El autor ya está emplazado para una conversación al respecto (quizá esto suena demasiado amenazante, pero prometo someterme a las tres leyes de la robótica cual R. Daneel Olivaw).

La edición presenta algunos problemas de corrección, que sin llegar a acumularse para impedir la lectura sí que molestan en algunos momentos. Espero que el autor lo solucione para una hipotética segunda edición.

En definitiva, recomiendo la lectura de Proyecto Marte y me gustaría saber en con qué otros proyectos nos sorprenderá Salart. Desde luego, cuenta con mi interés.

Dayfall

Empecé a leer Dayfall un poco intrigada por la sinopsis, en la que se hablaba de una investigación criminal en un entorno urbano afectado por una noche perpetua. Como es obvio desde el título, este es un homenaje invertido a Nightfall de Asimov, pero pasado por un filtro noir. El propio autor se reconoce admirador de Raymond Chandler e intenta imitar su estilo en la obra, aunque me temo que no lo consigue.

La obra utiliza los recursos típicos de la novela negra, más que de la ciencia ficción. Quizá este sea el punto inicial por el que no me acabó de convencer desde un principio, ya que esperaba otra cosa. Pero lo cierto es que aún tratándola como una novela de investigación sin más, tanto los personajes como el desarrollo están faltos de vida. Que se utilice sangre fresca para llevar a cabo una investigación porque se sospecha de la corrupción de la propia policía no es algo novedoso. Pero es que encima se juega contra el reloj, en una cuenta atrás supuestamente frenética, y digo supuestamente porque difícilmente podría importarme menos que el sol salga o no.

Los personajes que van de duros por la vida también me cansan. La motivación del protagonista es consagrarse en la policía para dar el salto a la investigación privada me parece válida, pero las “intuiciones” que realiza a lo largo de la historia son tan inevitables como la muerte y los impuestos. Desde un principio el guión está establecido y no hace falta ser muy despierto para saber cómo va a terminar. El autor ha intentado mezclar dos géneros que normalmente maridan bien, pero el resultado final deja mucho que desear.

Y me parece una pena, por que pienso que el escenario, la ciudad de Nueva York, la que nunca duerme, sumergida en una noche eterna podría dar muchísimo juego. Los cambios geográficos debidos a la subida del nivel del mar también varían el paisaje urbano que estamos acostumbrados a imaginar. El problema es que la historia y los personajes, no acompañan para nada.

Zorglub : La hija de Z

He de reconocer que tengo una debilidad especial por el trabajo de José Luis Munuera, como ya se ha podido comprobar por estos lares. Así que cuando vi que se iba a iniciar una nueva línea de Spirou, pero tomando como personaje principal a Zorglub, fue inevitable que el ejemplar cayera en mis manos.

Munuera tiene una innegable vis cómica, visible en otros trabajos en solitario como Los Campbell que está muy presente en esta obra también. Pero no es lo único destacable del tomo. En la parte del guión se trata de una manera muy natural el conflicto generacional entre padres e hijos, la sobreprotección de los vástagos frente a la búsqueda de libertad de estos. Esta dinámica de enfrentamiento da lugar a unos diálogos francamente divertidos. Me encanta también como el autor se burla de sí mismo metiéndose con las continuaciones infinitas de contenidos audiovisuales dentro de un tebeo que de por sí es una nueva continuación. Quizá se cargan demasiado las tintas en el elemento antibelicista que sustenta la narración, pero por contra tenemos una integración racial perfectamente llevada a cabo.

El aspecto visual es sencillamente espectacular. Los personajes estilizados a los que nos tiene acostumbrados el autor se unen con un dinamismo tan bien conseguido en las escenas de acción que entran por el ojo como si se tratara de una secuencia cinemática. Además, hay que destacar que en la edición de Dibukks hay una maravillosa splash-page central en la que recrearse.

El tratamiento del color también es muy adecuado a la historia que se está contando. En general, me parece un muy buen inicio de serie, que cae algo en los tópicos pero que pretende desligarse del resto de Spirou para labrar su propio camino. Es una apuesta arriesgada pero que puede ser muy acertada.

Killing Gravity

Últimamente me encuentro con libros que aún siendo correctos no me deslumbran, me parecen convencionales. No sé si será debido a la “Adacción” de la que ya hablé hace un tiempo o a la experiencia lectora, pero no acabo de sorprenderme con según qué libros.

Killing Gravity es un buen ejemplo. Tiene elementos interesantes, una protagonista con un pasado cuando menos intrigante, un escenario espacial atractivo y un desarrollo correcto, pero que me recuerda demasiado a otras obras.

Otro problema que le veo al libro es que no acaba de decidirse entre ser un primer capítulo de una novela más larga o un relato contenido en sí mismo. Tiene comienzo, nudo y desenlace pero como historia individual queda un poco endeble y como primera entrega de una saga se ventila de un plumazo los orígenes del personaje principal. Me temo que juega a abarcar mucho, pero se queda en tierra de nadie.

No obstante, tiene algunos elementos que me gustan. Principalmente, la figura de Seven, ese acompañante “felino” que seguro que dará juego en el futuro y algunos personajes secundarios que pueden llegar a desarrollarse de una forma atractiva.

La prosa es directa y sin concesiones. Las descripciones de los entornos son como instantáneas que nos permiten hacernos una composición de lugar. Por contraste, los combates están narrados con gran crudeza pero con una cualidad casi cinemática, muy visual. Y tiene algunos toques de humor bastante negro que le vienen bien a la narración.

No quiero decir que sea la enésima repetición de la “fugitiva entrenada para ser una asesina perfecta” porque hay otros elementos en la coctelera de Corey J. White como para salirse del camino habitual, pero la narración se tendría que desarrollar más para que veamos la auténtica valía de la saga. Afortunadamente, dentro de poco se publicará Void Black Shadow, la siguiente entrega que nos sacará de dudas.

Special Purposes : First Strike Weapon

Me cuesta un gran esfuerzo leer literatura de terror, a pesar de haberlo intentando en ocasiones por aquello de ampliar miras. De entre todas las criaturas que campan a sus anchas por el género los zombies no son los que más odio (ese lugar me temo que está reservado para los vampiros), pero tampoco es que la casquería me agrade. Y sin embargo, pensé darle una oportunidad a Special Purposes : First Strike Weapon, por si el componente militar y de acción compensaba la otra parte. Grave error por mi parte.

La acción se sitúa en plena Guerra Fría, lo que permite a Gavin Smith hablar del conflicto entre EE.UU. y la U.R.S.S. Entiendo que esta situación temporal es una apuesta segura, para escenificar con facilidad quiénes son los “malos” y los “buenos”, sobre todo teniendo en cuenta quién realiza el ataque que causa el apocalipsis zombie. Este maniqueísmo tiene cierta modulación con los protagonistas de la historia, pero realmente lo que queda de manifiesto es la maldad intrínseca del ser humano, oculta bajo una ligera capa de civilización.

Sin ser una experta en la materia como ya digo, pero hablándolo con alguien que sí lo es, las situaciones del libro van de tópico en tópico. La huida por las calles de la ciudad, la reclusión en un recinto cerrado sin posibilidad de escapatoria, el campamento donde los ataques zombis sirven de espectáculo… todo ya conocido.

Quizá pueda resultar más interesante la panoplia de armamento de la que hacen uso los soldados. Si se hace una búsqueda de las distintos rifles de asalto, lanzagranadas o ametralladoras veremos que Smith ha hecho un buen trabajo de documentación en la materia.

En cuanto al gore, pues es abundante, como corresponde a un libro de este subgénero. Afortudanamente para mí, está concentrado en ciertas escenas de “acción” mientras que en otros momentos de reflexión o de tranquilidad hay incluso diálogos. Bastante secos y cortantes, pero adecuados a los personajes.

Con Special Purposes : First Strike Weapon se me han quitado las ganas de leer más libros de este tipo. Puede que a algún seguidor de los zombies le interese, pero está claro que conmigo no ha conseguido superar mi barrera de entrada.

Don’t Live for your Obituary

John Scalzi es un escritor prolífico que tiene las cosas muy claras y así las expone en su blog. Este libro consta de artículos seleccionados de esta publicación, por lo tanto si lees Whatever con cierta constancia te encontrarás cosas que recuerdas.

Don’t Live for your Obituary tiene todo lo bueno de los post de un blog exitoso. Los artículos que lo componen son directos, cortos y van muy al grano, lo cual es de agradecer. La brevedad y la concisión son aspectos importantes a la hora de escribir online, donde nuestra capacidad de atención se diluye a los pocos párrafos. Scalzi lo consigue de un modo directamente heredado de su pasado como periodista.

Existe cierta repetición en los temas tratados, como las polémicas con los Puppies, pero de forma general es una lectura muy ágil. Para evitar esta reiteración, también se puede optar por intercalar cada artículo con otro tipo de lecturas. El formato en el que se presenta se da mucho a ello, incitanto a la lectura de algunos artículos y pudiendo dejar los demás para después.

El libro está enfocado principalmente a una persona que quiera desarrollar una carrera como escritor, así que muchos de los consejos tienen en mente un autor, pero lo cierto es que la mayoría de los temas financieros de los que habla Scalzi son de sentido común (no gastes más de lo que tienes, ojo con las tarjetas de crédito, el dinero que no has recibido todavía no es tuyo…). Algunos son de un obvio que sorprende, pero también es verdad que por lo general no tenemos la cultura financiera que necesitaríamos (me incluyo en el conjunto).

Para mí, los artículos más interesantes son los referidos al mundo de la publicación en sí. La relación con los editores, la gestión de los contratos, las posibilidades de vender los derechos para producciones audiovisuales… es un tema del que no se habla apenas pero que a mí me resulta fascinante. Me temo que no es extrapolable al mundo editorial español, por pura economía de escala, pero no deja de ser culturizante.

También hay alguna que otra referencia al ego y la riqueza de Scalzi, que sin ser un potentado económico si que tiene una situación desahogada, ganada a base de teclear. Leyendo sus escritos la idea general es que Scalzi es un tipo majo, pero precisamente hay un artículo sobre la persona que proyecta y la persona que es en realidad, así que…

En general la lectura es amena aunque de interés variable. Entiendo que su público objetivo principal pueden ser escritores o aspirantes a serlo, pero creo que cualquiera con interés en el mundo editorial en general y en el género fantástico en particular puede disfrutar de Don’t Live for your Obituary.

Summerland

En general me gustan los deportes. No es que sea ninguna experta, pero siempre me ha parecido divertido verlos en alguna retransmisión. Pero reconozco que no consigo cogerle el truco al beisbol. Puede ser que no me lo hayan explicado bien o que no haya tenido continuidad en su visionado, pero  nunca ha conseguido engancharme.

Quizá por esto me sorprenda todavía más la grandísima creación que es Summerland, de Michael Chabon. Se trata de un libro infantil, inextricablemente relacionado con un deporte que no me dice nada y sin embargo me ha conseguido emocionar como si fuera una fanática de los Red Sox. Creo que esta reacción tan inesperada ha tenido lugar por varios motivos y no tengo claro cuál es el más importante, así que los expondré todos aquí.

La prosa de Chabon, ganador del Pulitzer, no es algo que vayamos a descubrir ahora. En Summerland es capaz de adaptarla a una historia infantil, sin perder por ello un ápice de interés. Es muy meritorio conseguir esto, recurriendo al manido viaje del héroe donde va conociendo a los miembros de su variopinta compañía.

En cuanto a estas figuras, tienen mucha más profundidad de la que cabría esperar. Tanto los personajes humanos como los féericos son entrañables y a la vez creíbles, toda vez que aceptamos la existencia de la magia. Una magia que rezuma en cada una de las páginas, con un desfile de criaturas sorprendentes que comparten una pasión común, el deporte del diamante.

Esta magia se basa en varias mitologías, sobre todo la nórdica (los referentes Ragnarok [aunque lo llamen Ragged Rock], a Yggdrasil, a Thor… son constantes) pero también a esos mitos americanos que no son tan conocidos o tan explotados. Están presentes en libros como la trilogía de Marte de Robinson y sobre todo en los libros de Alvin Maker de Card, pero quizá no han tenido tanto tiempo para cuajar en nuestra cultura global.

El viaje que emprenden los niños es uno de descubrimiento, no necesariamente un rito de paso a la vida adulta, pero si un recuerdo que guardarán para siempre. Me encanta esa idea de irse de aventuras, me apasiona el hecho de que en los libros esté la sabiduría necesaria para afrontar los reveses del viaje y el conocimiento que les aportará para su vida futura.

Lo que no he sido capaz de entender son las constantes referencias a jugadores de beisbol famosos o a complicadas normas que influyen en el juego. Me da pena no conocer este deporte porque sin duda hubiera disfrutado aún más de un libro maravilloso que me ha transportado a la infancia.