Monstruos ordinarios

Sentía mucha curiosidad por este libro, pero la verdad es que su longitud me echaba un poco para atrás. Cuando vi que estaba en audiolibro en español, empecé a escucharlo y he de decir que aunque al principio me echó un poco para atrás que estuviera en español sudamericano (creo que el acento es mejicano, pero no tengo tanta pericia auditiva como para afirmarlo), en realidad no ha supuesto ningún problema, salvo algunos usos del idioma que suenan algo raros a un hablante español.

Monstruos ordinarios es una novela de fantasía muy oscura, con sus toques de terror y escenas realmente macabras, pero a pesar de que todo esto no suele ser plato de mi gusto, la novela sí que me ha convencido totalmente. El hecho de situar a personas con talentos especiales en el siglo XIX ya ha sido utilizada con anterioridad (sin ir más lejos, por Alan Moore), por eso JM Miró prefiere cargar las tintas en la descripción del entramado mágico de su mundo y sobre todo, en un elenco de personajes con vidas tortuosas y pasados terribles.

Se trata de un libro coral, al que se le podría quizá poner como defecto la gran extensión y tal vez la parsimonia y el detalle con que se describe cada escena, aunque lo cierto es que no tiene problemas de ritmo y una vez que se entra en la ambientación, se disfruta cada momento. Por cierto, hay que tener en cuenta que es la primera parte de una trilogía, así que aunque se puede disfrutar de la lectura como un todo, no deja de ser verdad que algunas de las tramas quedan abiertas para las siguientes entregas.

Como decía, quizá lo más importante de la obra son los personajes que pueblan sus páginas, desde los chicos cuya búsqueda y rescate acaparan las primeras decenas de páginas hasta los adultos y otros talentos ya más establecidos que conforman las dos últimas terceras partes de la novela. Miró hace una exposición descarnada de la condición humana, sin poner trabas a la maldad del racismo, el clasismo, la explotación infantil… todas las historias del pasado de los caracteres están plagadas de dolor y sufrimiento, pero son totalmente verosímiles aún con la existencia del factor sobrenatural. Niños de 9 años trabajando como deshollinadores que quedan atrapados en las chimeneas, ratas de teatro que a cambio de los restos de la comida de la compañía de actores trabajan de solo a sol, artistas de circo que muestran sus peculiaridades ante un público sediento de novedad…

El autor, que como vemos no nos protege de las consecuencias del terror ordinario, lo hace aún menos con las del terror sobrenatural. Seremos testigos de la creación de gigantes de carne con trozos de cadáveres, de desmembramientos a manos de monstruos no muertos y de muertes de infantes para saciar el ansia de otros monstruos. No es un libro que se recree en el gore, pero desde luego no le hace ascos.

La trama, que en un principio podría parecer más simple de lo que es en realidad (estos son los malos y estos son los buenos) en realidad oculta planes y paradojas que iremos conociendo poco a poco en el despliegue de capítulos. Se me hace raro en la traducción que Alejandro Romero Álvarez haya preferido dejar bastantes términos en el inglés original, siempre he pensado que la tendencia en la traducción es “castellanizar” todo lo posible (que me disculpen los traductores si estoy equivocada). El caso es que casi todos los elementos que forman parte del “otro mundo”, mantienen sus nombres en inglés en esta ocasión.

La narración del audiolibro por parte de Santiago Padilla es muy buena, adaptándose en cada momento al personaje del elenco al que está encarnando.

Sin duda, recomiendo la lectura de la obra, pero sabiendo a lo que nos veremos expuestos.