Talonsister

¡Qué bien me lo ha pasado leyendo Talonsister! Y mira que al principio me descorazoné un poco al ver que el audiolibro duraba 21 horas, pero la increíble valía del narrador Jot Davies unida un viaje bastante largo ha hecho que me lo haya ventilado en apenas 4 días.

Ya conocía la obra de Jenn Williams con The Ninth Rain, pero la dejé un poco de lado. Y lo mismo tengo que volver a ponerme con ella porque Talonsister es una obra muy redonda, aunque algo lenta en arrancar.

Lo primero que llama la atención de esta novela son los variados puntos de vista que la componen, que parecen no estar destinados a encontrarse nunca pero que nos permiten ir conociendo cómo es el mundo en el que se desarrolla la novela así como sus personajes. Y son unos personajes muy bien construidos, con los que es fácil identificarse y empatizar, a pesar de no ser pilares de la bondad y la virtud, pero es que nadie lo somos.

El mundo está claramente inspirado por el Reino Unido, solo con ver los topónimos que utiliza la autora este hecho es evidente (por lo visto, también tiene un mapa pero como yo lo que he leído es la versión audiolibro, este hecho se me ha escapado).

Quiero poner en relieve la extraordinaria labor de Jot Davies, que no solo insufla de vida los cuatro puntos de vista de la obra, es que a cada personaje, independientemente de su relevancia, le da una voz particular. Y, como he mencionado anteriormente, son 21 horas de audiolibro así que estamos ante una labor titánica (guiño, guiño, codazo, codazo, continuad leyendo para entender la broma). Si sois capaces de escuchar y entender un audiolibro en inglés, os recomiendo encarecidamente esta versión, parece que estás en un teatro.

El mundo que conoceremos en la lectura de Talonsister está habitado por humanos, pero aún queda una sola raza de los titanes que antaño poblaron todas las tierras, y esta raza son los grifos (la cubierta del libro también da un pista sobre esto). Aunque la mayoría del libro se desarrolla en territorio humano y las intrigas políticas y tejemanejes principales son entre humanos, los grifos están presentes y juegan un papel relevante.

Los cuatro personajes de los que hace uso Jen Williams para narrar su historia tienen el protagonismo repartido de forma muy equitativa y aunque puede que haya favoritismos por parte del lector, en ningún momento hay un cambio de personaje que resienta la narración. Ynis es una huérfana humana criada por grifos y nos dará un estupendo ejemplo de sororidad interracial y rito de madurez. Leven es una poderosa heraldo (superguerreros con poderes) que no recuerda su pasado y que no sabe lo que le deparará el futuro una vez relegada del servicio militar. Cillian es una especie de druida que tendrá que abandonar su amado bosque para acompañar a Leven y Kaeto es un espía especial del imperio humano al que asigna una misión especial de oscuro objetivo.

No me gustaría expandirme mucho más en el argumento porque, como digo, las maquinaciones y revelaciones del libro, sobre todo en su parte final, son de comerse las uñas hasta la altura del codo. Baste decir que una vez pasado el tercio inicial de la novela, que puede ser un poquito lento y pausado, todo se desliza por una pendiente de emociones digna del mayor parque de atracciones del mundo. Vamos, que estáis tardando en leerlo.

The Ninth Rain

En una de esas ofertas irresistibles en las que se está especializando Borja Bilbao, me hizo con el libro galardonado con el premio British Fantasy a la mejor novela de fantasía del año pasado. Además, he tenido la suerte de ir comentándolo con Antonio Díaz, lo que no hace si no incrementar el provecho que se le puede sacar a una lectura.

Con estos antecedentes, parecería que The Ninth Rain debería haber sido una grata experiencia, pero no ha sido capaz de convencerme por completo. Os cuento por qué.

Es cierto que uno de los personajes, Vintage, me ha encantado. Una erudita millonaria que se dedica a investigar los restos de una fuerza invasora que ha intentado en repetidas ocasiones acabar con todo, a la que no le importa ponerse el mundo por montera. Los otros personajes no es que estén mal, pero palidecen en comparación. Está Tormalin, uno de los últimos elfos… digo… eborianos que quedan y Noon, una fell-witch, que comienza la historia encerrada en un institución especial para este tipo de brujería.

El mundo es oscuro y truculento, los restos de las guerras anteriores amenazan la vida habitual de los humanos supervivientes y todo es desesperanza y tragedia.

Quizá Jen Williams se regodea en exceso en esta decadencia, pero cada descripción es un poco más gore que la anterior. Vale que estamos hablando de grimdark y que es posible que yo ya no tenga el cuerpo para estos trotes, pero llega un momento en el que cansa ver tantos intestinos y vísceras humanas puestas a ventilar. La mezcla de géneros que utiliza (porque se puede interpretar también que hay un poquito de ciencia ficción en la novela, si se ve desde un prisma determinado) es fascinante y las posibilidades que abre son muy variadas, pero requiere un esfuerzo consciente por parte del lector, tanto para entrar en la historia que arranca demasiado lenta como para sortear los coágulos de sangre y ectoplasma. De momento, no me he quedado con ganas de saber qué pasa en la siguiente entrega a pesar de que el relato se queda en un estupendo cliffhanging (o Behemoth-hanging)que deja abiertas muchas posibilidades.