The temporal void

temporalvoidSigo con la lectura de la Trilogía del Vacío de Peter F. Hamilton. Tras The dreaming void, el interesante aunque algo irregular comienzo de la historia, nos encontramos con The temporal void, que sufre del síndrome del segundo libro y que repite algunos de los errores del anterior, como ahora veremos.

El libro comienza justo donde quedó el anterior, lo que no hace si no reafirmarme en mi intención de leerlos todos seguidos para tener una idea más clara del conjunto. La estructura vuelve a estar dividida en varios puntos de vista, el de Edeard que se desarrolla en Makkathran y el momento “actual” en la Commonwealth. Además, se une a estas dos líneas temporales la de Justine, en un viaje personal que nos permite empezar a sospechar algo de la verdadera naturaleza del Vacío.

Hamilton juega con las cartas marcadas. Hasta casi el final de este libro no entendemos el por qué del fanatismo religioso que da lugar a la peregrinación al Vacío. Estaremos de acuerdo en que la vida en Makkathran, con sus poderes telepáticos, su longevidad y su relativa tranquilidad puede resultar atractiva, pero comparado con la existencia en la Commonwealth, en la que la inmortalidad está prácticamente asegurada mediante los volcados de memoria y con un nivel de tecnología muchísimo más avanzado, no parece lógico. El fervor religioso que despiertan los sueños de Íñigo carecía de base para mí, hasta que se lleva a cabo una revelación que lo cambia todo. ¡Pero el autor ha esperado casi 1500 páginas para hacerlo! Me parece un poco tramposo.

Salvando este detalle, la narración vuelve a estar desequilibrada entre los puntos de vista. Dejando aparte del de Justine, que es prácticamente testimonial, la parte del león se la vuelve a llevar Edeard. Y eso que para mí es la más floja, con intrigas palaciegas muy pero que muy previsibles. La lucha de las facciones de la Commonwealth, la búsqueda del segundo soñador, Paula Myo y sus investigaciones… me resultan mucho más apasionantes que la otra parte de la historia. Así que me encontraba deseando terminar las secciones de los sueños de Íñigo para volver a la “chicha”. Y cuando volvemos a ver a personajes ya conocidos, a viejos enemigos y quién sabe si futuras alianzas… nos quedamos con el corazón en vilo.

Lo que no se le puede negar al autor es que es un maestro de cliffhanging. El final del libro, más que resolver las dudas, deja totalmente abiertas tantas y tantas posibilidades que no nos queda más opción que dejarnos caer en el vacío, una vez más.

Ninefox gambit

ninefoxVaya por delante que Ninefox gambit es una lectura difícil. La curva de aprendizaje para introducirnos en la novela es muy empinada, sin ir más lejos tuve que leer varias veces el primer capítulo para empezar a entender el universo que ha desarrollado Yoon Ha Lee.

Nos encontramos ante una space opera muy rica, con intrigas, batallas, traiciones, jerarquías… todos los ingredientes necesarios para generar un cóctel explosivo. Pero no es sencillo entrar en él. La autoraEl autor nos coloca directamente en este mundo sin concesiones y es labor del lector empezar a manejar las variables para despejar las incógnitas.

El axioma en el que se basa esta demostración de la capacidad creativa de Yoon Ha Lee es que las matemáticas lo rigen todo. No considero que haya entendido todas las ecuaciones e invariantes a los que hace referencia, no tengo capacidad para ello y tampoco creo que ese sea el objetivo de la autora del autor. Creo que su pensamiento es dotar de profundidad y cierto “realismo” a su historia mediante un tema que domina.

Sin embargo, lo que más me ha marcado en la lectura, una vez superado el trauma inicial, han sido los personajes. Cheris y Jedao están muy bien construidos y realmente empatizas con ellos (¿quién no se siente identificado con un sucio bastardo psicópata asesino de masas revivido como esclavo?). El resto de miembros de la flota son menos importantes, en algunos casos se podría decir que perfectamente intercambiables, pero opino que esto es un efecto buscado. Se da prioridad a las características de la “facción” a la que pertenecen que a la propia persona. Las jerarquías están claramente marcadas y las luchas de poder son apasionantes.

En algunos momentos me ha parecido que Ninefox Gambit perdía el ritmo, porque comentar una invasión en tiempo real no es nada fácil y a veces parecía como si la acción y la batalla se detuvieran en el tiempo para dar paso a una escena más introspectiva. Esto es una opinión personal que me gustaría comentar con vosotros cuando leáis este libro.

Me encanta también la atención al detalle mostrada y os pongo un ejemplo. Para intentar descifrar un código enemigo utilizan una vulnerabilidad de la semilla aleatoria, que es entre otras cosas el tiempo entre pulsación de teclas de un operador (una aleatoriedad muy débil). Es este tipo de minucias las que más atrapan a un cierto tipo de lector como yo.

La pena es que todavía no esté disponible el siguiente libro, porque me lanzaría a él sin dudarlo.

House of Suns

House_of_Suns_(Amazon)En un movimiento totalmente desestructurado, varios lectores en los que confío (sí, os estoy mirando a vosotros @dgonzalod y @mertonio) cantaron las alabanzas de House of suns.

Y entonces me di cuenta, con gran sorpresa, que a pesar de tener la edición en español de LFI no lo había leído. ¿Cómo era posible tamaño error? Mi salto al digital había dejado algunas cosas importantes por el camino, así que me decidí a subsanar esta laguna.

House of suns tiene todos los elementos que caracterizan la obra de Reynolds, en grado superlativo. Una aventura en una escala temporal tan enorme que resulta de difícil comprensión para nuestros pobres y limitados cerebros humanos. Rigor científico no reñido con la diversión. Unas gotas de terror gótico para aderezar la mezcla y ¡tachán! nos encontramos ante una SPACE OPERA con mayúsculas.

La estructura de la novela narra dos historias separadas enormemente en el tiempo y el espacio, pero aún así relacionadas. La introducción de cada parte es la historia de  la infancia y juventud de Abigail Gentian, origen de la Gentian Line. El resto de la novela versa sobre la vida de los miembros de la propia Gentian Line. Seis millones de años separan ambas líneas temporales y sin embargo, los instintos propios de la humanidad siguen presentes. Esta capacidad de resiliencia de los humanos, de adaptarse a lo que venga para continuar existiendo es un constante a lo largo de la obra del galés.

Me gusta como Reynolds consigue ir introduciendo durante la lectura conceptos que quizá no parezcan importantes cuando los lees por primera vez (la desaparición de la Galaxia Andrómeda, el Espíritu del Aire…) pero que juegan un papel fundamental en la parte final de la novela.

El principal fallo que le veo al libro es la descripción de los personajes, que en ocasiones parecen totalmente intercambiables. ¿Es un efecto buscado por el origen de la Gentian Line? Sería lógico suponer que no, pues es el tiempo transcurrido las diferencias deberían ser fundamentales, pero esto no se refleja ni en los diálogos y ni en la propia caracterización de los personajes. No obstante, ha sido mientras reflexionaba para esta reseña cuando este defecto ha resultado más evidente. El ritmo y la intriga de la lectura hicieron que pasara por alto este aspecto.

¿Y qué decir de la tecnología? Crear esferas de Dyson para proteger civilizaciones enteras de la explosión de una supernova parece un juego de niños para la Gentian Line y aún así este milagro de la ingeniería es poco más que jugar con bloques de Lego para otras inteligencias presentes en la galaxia. Es difícil hacerse una idea de la escala de las construcciones de este libro, incluso la tan manida unidad de medida “campos-de-fútbol” se queda extremadamente corta.

Aunque personalmente prefiero Pushing Ice, no dudaría en situar House of Suns entre las mejores obras de Reynolds y eso es mucho decir. No cometas mi mismo error y ponte ahora mismo a leerla.

Crashing heaven

crashingHabía oido cosas buenas sobre Crashing heaven, así que aproveché la oferta de Gollancz para hacerme con él. Hasta ahora no había encontrado el momento de leerlo, pero una que vez que lo empecé ha sido imposible dejarlo a un lado.

Imaginaos una novela capaz de revitalizar por sí sola un género que está algo de capa caída como es el cyberpunk y estaréis pensando en Crashing Heaven.

Si sois seguidores habituales del blog, recordaréis la muy grata impresión que me llevé con Cybersiones, con el juego que Santiago García Albas hacía entre realidad y virtualidad. Pues Al Robertson dedica la primera parte de la novela a hacer una cosa muy parecida y también muy acertada. Todos los seres están conectados y ven el mundo a través de los numerosos filtros que tiene implementados. Sin embargo, el protagonista está fuera de esta realidad virtual y solo puede ver lo que existe realmente. El contraste es abrumador y aunque Robertson no se dedica solo a describir este entorno, nos queda una idea muy clara del sistema solar en el que se desarrollará la historia.

Aunque este contraste es un acierto en el libro, para mí el mayor éxito del autor son los protagonistas. En una relación simbiótica/parasitaria, un humano, Jack, y una inteligencia artificial llamada Hugo en forma de títere (sí, sí, de títere) vuelven de la guerra para poder cumplir sus últimas voluntades antes de que Hugo tome posesión del cuerpo de Jack definitivamente.

Hugo es un personaje fascinante, con diferencia el mejor caracterizado del libro. Su sinceridad, su egoísmo casi infantil, su relación amor/odio con Jack… Además, destaca por la evolución que sufre a lo largo de la trama, ya que tras encontrarse con todas las vicisitudes posibles su personalidad cambia, madura. Es una progresión lógica, verosímil, que sirve como hilo conductor de la narración.

También es cierto que hay algunos problemas con esta primera novela. En más de una ocasión la forma de salir del atolladero en las situaciones más complicadas es un deux ex machina en toda regla, ya que al fin y al cabo estamos tratando con corporaciones superpoderosas convertidas en avatares “humanos”. No se puede negar que algunas de las escenas son algo previsibles en su desarrollo.

Me quedo sin embargo con lo bueno. Especialmente, con las críticas no demasiado veladas al software propietario y sus licencias. En un pasaje especialmente revelador se nos muestra un patio de colegio en el que los niños juegan con la realidad virtual durante un rato, y luego no pueden seguir jugando de forma legal porque ha caducado el tiempo libre de la licencia (escuelas públicas con poco presupuesto, ¿de qué me sonará esto?). Y no se atreven a imitar las normas por las multas que podría acarrear. Y estamos hablando de juegos infantiles, pero es extrapolable a otros ámbitos.

En definitiva, es una alegría leer una novela que se cierra, que no deja demasiados cabos sueltos para estirar una trama en otra entrega. Os la recomiendo encarecidamente.

Dark matter

darkmatterA veces hay que arriesgar para leer algún libro fuera de las obras de los autores más conocidos. Es posible que así nos encontremos con un nuevo filón para añadir a nuestras lecturas. Con esta idea en mente comencé a leer Dark Matter, de Blake Crouch.

La novela es una mezcla entre thriller y ciencia ficción, pero no acaba de funcionar en ninguno de los géneros que pretende aunar. Como thriller el comienzo es demasiado lento, casi parsimonioso, algo que no se puede perdonar en una novela que se presume de acción e intriga.

En el apartado que me interesaba más, el de la ciencia ficción, es innegable el esfuerzo del autor por hacer que la teoría de universos múltiples se sostenga. Se trata del motor que hace funcionar a Dark Matter, que comienza con el secuestro de un humilde profesor de ciencias que acaba en un universo paralelo, donde sus investigaciones científicas consiguieron su fruto.

Parte del juego que nos propone el autor es el típico ¿Y si…? al que nos enfrentamos cada día. ¿Y si en vez de casarme y tener hijos me hubiera dedicado en cuerpo y alma a la investigación científica? ¿Y si aquel día que me caí por las escaleras no hubiera salido ileso? Las ramificaciones de lo que pasa en nuestras vidas son infinitas, como infinitas son las decisiones que tomamos a lo largo de la existencia.

Aunque la explicación de la ciencia que permite visitar universos parelelos suena un poco “magufa”, y la estadística está bastante en contra de lo que acaba sucediendo en la novela, en el tercio final de la lectura sí que se alcanza el ritmo que se esperaría de un libro de este tipo.

A pesar de todos estos escollos y de que no haya funcionado para mí, es innegable que le veo un futuro bastante cinematográfico, así que no descarto alguna adaptación como ya sucedió con una obra anterior del mismo autor.

Central Station

centralstationLavie Tidhar es un autor polifacético, no solo por su obra escrita, si no también por su quehacer como editor. Aunque mi última experiencia con él no fue demasiado positiva, cuando Central Station entró dentro del alcance de mi radar lector me dispuse a hacerle hueco cuanto antes.

El libro en cuestión se trata de un fix-up de varios relatos ya publicados y algunos inéditos, si bien es cierto que la reescritura de muchos de ellos hace que sea casi inapreciable la distinta procedencia de muchas de sus partes. Yo no me di cuenta hasta que vi el final del libro, creía que el cambio constante de puntos de vista y personajes era un efecto buscado, un intento de crear una novela coral con distintas pinceladas. Quizá otro lector más experto en la obra del israelí sea capaz de detectarlo nada más abrir el libro.

Este aspecto coral de la novela también se hace presente en la propia Central Station, donde distintas culturas se han entremezclado a lo largo del tiempo dando lugar algo nuevo, a familias con ascendencia de tan distintos lugares que es difícil describirlos con una sola palabra. Me encanta esta idea de Tidhar, esos personajes multirraciales y a la vez fieles a las tradiciones, aunque estas tradiciones sean a su vez tan distintas entre sí.

El propio lenguaje utilizado por el autor es una combinación de idiomas tan bien llevada que resulta agradable al oido, con una cadencia embaucadora. Haciendo malabares con el lenguaje, Tidhar es capaz de sacar de su chistera nuevos vocablos, como mi favorito Schrodingering (os dejo a vosotros descubrir qué significa) o un lugar místico para los jugadores llamado Pacmandú. Tampoco duda en utilizar palabras de otros idiomas cuando se ajustan más a sus necesidades narrativas.

También me gustaría hacer hincapié en el humor, en ocasiones bastante negro, que usa el creador. En una versión corregida y aumentada de las cabinas de suicidio de Futurama, se puede escoger la forma de morir, siendo una de las más populares una montaña rusa.

En Central Station también hay lugar para otra de las obsesiones del escritor, los libros usados. Aún a pesar de vivir en una sociedad tecnológicamente avanzada, que ha colonizado el sistema solar, todavía hay coleccionistas de viejas ediciones pulp de westerns, detectives… si esto no es un mensaje de amor a los libros, no sé qué podría serlo. Sin embargo, la vida conectada es una constante en la historia, todo el mundo (humano o no) tienen un nodo que les permite el acceso a la Conversación (algo así como Internet) pero corregido y aumentado.

Antes he hecho distinción entre humanos o no humanos porque también hay otras presencias, inteligencias artificiales conocidas como The Others que interactúan con los seres humanos. A este plantel se deben añadir robots, cyborgs, vampiros… toda una plétora de personajes que desfilan ante nuestros asombrados ojos.

Resulta bastante difícil describir un libro con tantas y tantas lecturas, así que lo mejor será que aproveches para leerlo tú y te unas a la Conversación. No te sentirás defraudado.

Carta 44, volumen I

carta44Tengo sentimientos encontrados con este tebeo. El guión de Carta 44 es interesante y la intriga se mantiene a lo largo de la lectura, pero el dibujo no está a la altura.

Siempre que un presidente norteamericano comienza su legislatura, recibe una carta de su antecesor. Cuando Stephen Blades la lee, tiene que cambiar todo el sentido de su política porque el contenido de esta misiva es totalmente inesperado: se ha detectado un objeto alienígena en el sistema solar e incluso hay un misión que se dirige al objeto para investigarlo.

Mezclar intrigas políticas con una historia de un primer contacto podría ser una clave para el éxito, aunque en ocasiones desvaríe un poco en el curso trazado. Por ejemplo, la Clarke, la nave que va al encuentro de los extraterrestres parece más bien una comuna hippie que un equipo científico-militar con la misión más importante de la humanidad sobre sus hombres. La variedad de puntos de vista utilizada, sin embargo, compensa algo estas excentricidades. La presencia de un extraño personaje encargado de “arreglar” los problemas con  distintas figuras políticamente relevantes, parece ser que al mejor postor, añade otra capa de misterio a una trama ya de por sí enrevesada.

Mi principal problema es el dibujo, que no acompaña la historia. Hay que reconocer que los objetos tecnológicos sí están bien representados, a mí personalmente me fascina ver el despliegue armamentístico y las distintas maquinarias que aparecen en la narración. Sin embargo, el tratamiento de la figura humana es muy plano, desproporcionado en ocasiones. También tiene algo de maniqueo la representación de los “buenos” frente a los “malos”. Espero equivocarme, pero mucho me temo que el dibujante nos haya dado demasiadas pistas sobre el desarrollo de los acontecimientos.

A conflict of orders

conflictDisfrute con la primera entrega de esta trilogía, A prospect of war, así que en cuanto lo tuve en mi poder empecé a leer A conflict of orders.

De nuevo, Ian Sales huye de ciertos estereotipos de la space opera. La gran batalla espacial que podría ser el punto culminante del libro se libra a mitad de la narración, dejándonos con una extraña sensación. De esta forma, Sales se propone explorar una zona menos transitada en las novelas, lo que pasa después de la acción. Se trata de una apuesta arriesgada, algo anticlimático en la lectura, pero según se van desarrollando los acontecimientos ante nuestros ojos vemos que se trata de una decisión acertada, porque lo importante de la historia está aún por venir.

El autor trata temas de calado sociológico como la separación entre clases, bastante estricta y tan asimilada que nadie piensa siquiera en rebelarse. El concepto de honor entre las clases altas también resulta chocante por lo extremo, hasta el punto de que los prisioneros de guerra tienen libres los fines de semana si dan su palabra de volver o incluso siguen ejerciendo sus funciones en las naves que acaban de rendir al enemigo.

A conflict of orders se trata sin duda alguna de una novela de transición y eso se nota en el ritmo, bien llevado en las batallas y enfrentamientos pero algo más lento en el resto de las escenas. En ocasiones se ralentiza en exceso.

Aunque se explican algunas cosas sobre el origen de Casimir y su extraordinaria capacidad de aprendizaje, me gusta especialmente la aparición de un nuevo personaje que podrá dar mucho juego en la última entrega de la trilogía.

Como punto negativo, de nuevo algunas casualidades ponen a Cas en el lugar adecuado en el momento preciso para llevar a cabo acciones heroicas que desequilibran batallas. Un poquito Deus ex Machina, que me hubiera gustado que se resolviera de otra manera.

Lejos de resolverse, la intriga y las maquinaciones por el poder siguen complicándose, llegando a insinuarse amenazas externas a las que habrá que hacer frente con firmeza. Todos los planes que llevan siglos desarrollándose pueden alcanzar su desenlace en poco tiempo. Es por esto que tengo muchas ganas de leer A Want of Reason, que saldrá en marzo del año que viene.

Luna

luna-new-moonNo caigo en ninguna exageración cuando afirmo que Luna : New Moon es uno de los mejores libros del año, hay más gente que opina lo mismo, personas con criterio, con blogs que deberían ser de obligada lectura para cualquier aficionado al género.

Desde aquí solo pretendo aportar mi particular percepción sobre esta novela coral.

Luna no tiene un protagonista per se, se trata de un conglomerado de las historias entrelazadas de muchos personajes, unidos todos por una cosa: el escenario. La superficie de la Luna y su interior, sus recursos y su explotación son la base de la ambición de las familias más poderosas del satélite, los Cinco Dragones.

Resulta muy acertada la forma en que McDonald traslada una estructura casi feudal (con clientelismos, siervos y familias que heredan el poder) al futuro, en un ejercicio similar al que realiza Ian Sales en A prospect of War, con un enfoque mucho más limitado, pero aún así, apasionante.

Las luchas intestinas por el poder entre familias y dentro de las propias familias, con matrimonios de conveniencia y acuerdos comerciales resultan altamente atractivos. Es el espíritu del culebrón venezolano destilado y trasladado al género de la ciencia ficción. Cuidado, es muy adictivo. Realmente cuesta trabajo dejar de leer este libro.

Apasionante también es el escenario. La escasez de recursos de un entorno hostil se ve reflejada nada más llegar allí, cuando verás de forma permanente los cuatro valores que restringirán tu vida: agua, aire, carbono… Todo tiene un precio y todo es negociable, pero todo se ha de pagar, incluso respirar. Esta constante lucha por cubrir las necesidades más básicas es en ocasiones asfixiante (nunca mejor dicho), pero crea el escenario perfecto para saber lo que es luchar por la supervivencia y, por qué no decirlo, por perpetuar la estirpe.

La familia es un pilar fundamental de esta sociedad, al menos en los estratos más altos. Cada uno de los jerarcas que controlan las explotaciones está obsesionado por mantener el poder para en un futuro (lo más lejano posible) legarlo a sus hijos. Esto hace que cualquier insulto a los miembros de cada familia sea incluso más hiriente que perder una negociación empresarial y que se guarde rencor por ello por tiempo insospechado.

Asímismo, merece la pena destacar la sexualidad presente en toda la novela. Los personajes se definen sexualmente a lo largo de todo un espectro de posibilidades, palabras como heterosexual u homosexual se quedan muy cortas a la hora de describir las relaciones y el autor ha de usar palabras prestadas de otros idiomas para encuadrar a cada personaje.Esto da lugar a un juego de poder muy interesante, aunque en ocasiones algo complicado de entender.

Espero que pronto podamos disfrutar de esta novela en español, ya que el nivel de inglés que se requiere para disfrutarlo es bastante elevado.