Snakewood

snakewoodAfronto esta reseña con sentimientos encontrados, ya que la lectura de Snakewood ha pasado por varias fases. Lo más importante es lo que he disfrutado compartiendo opiniones y comentarios sobre este libro con @mertonio, una de esas personas cuya opinión tengo en cuenta a la hora de escoger la siguiente lectura. Aquí podéis leer su reseña (también en inglés. por que él lo vale).

Snakewood no es fácil. Adrian Selby decide lanzarnos directamente en el meollo del asunto sin explicación alguna, de una forma muy exigente para el lector. Además, el lenguaje empleado no es ni mucho menos accesible. Los diálogos están escritos de una forma muy coloquial, quizá queriendo representar el habla llana de los soldados pero dejándonos totalmente descolocados. Por si fuera poco, también abundan los terminos inventados. No es de extrañar que con esta alta cuota de admisión muchos hayan abandonado la lectura.

Si somos capaces de llegar a un tercio de la historia iremos cogiéndole el tranquillo y se desplegará ante nosotros un interesantísimo worldbuilding, que se podría definir como una venganza mediante guerra química en un entorno medieval.

Es sorprendente la cantidad de puntos de vista y líneas temporales que maneja el autor. De hecho, me parece que el principal problema de Selby es su exceso de ambición, queriendo llevar adelante una trama compleja con una estructura también compleja. A veces el castillo de naipes parece que se va a derrumbar. Pero prefiero a un autor que se arriegue para llevar a cabo su visión que otro que se acomode en los caminos ya transitados.

Aunque parece que solo estoy destacando los puntos negativos de la obra, no hay que negar los pros de Snakewood. Al ya mencionado worldbuilding me gustaría añadir la idea de las pociones y sus efectos. Me encanta como habla de las distintas formas de mejorar las capacidades atléticas y guerreras de los soldados, pero me gusta más todavía como se refiere a la contrapartida del uso de estas sustancias. Los personajes son yonkis que necesitan su chute de energía para continuar (algunos más que otros). Y al final, todo se reduce a química.

Es difícil recomendar este libro cuando tiene  tantos puntos en contra, pero aún así personalmente lo he disfrutado. Y ahora disculpadme que me voy a tomar un poco de betony aliñado con kannab.

Ganador y finalistas del premio James Triptree Jr.

Se han anunciado los ganadores y la lista de honor del premio James Triptree Jr., dedicado a los trabajos que exploran y expanden el género. Aquí los tenéis:

“The New Mother” de Eugene Fischer
Lizard Radio de Pat Schmatz

La lista de honor está formada por:

Susan Jane Bigelow, “Sarah’s Child” (Strange Horizons, 19 May 2014)
Nino Cipri, “The Shape of My Name” (Tor.com, 2015)
Carola Dibbell, The Only Ones (Two Dollar Radio, 2015)
Matt Fraction (escritor) and Christian Ward (artista), ODY-C, Vol. 1: Off to Far Ithicaa (Image, 2015)
Alex Marshall, A Crown for Cold Silver (Orbit, 2015)
Seanan McGuire, “Each to Each” (Lightspeed, June 2014, Women Destroy Science Fiction!)
A Merc Rustad, “How to Become a Robot in 12 Easy Steps” (Scigentasy, March 2014)
Ian Sales, All That Outer Space Allows (Whippleshield, 2015)
Taneka Stotts y Sfé Monster, editores, Beyond: The Queer Sci-Fi and Fantasy Comic Anthology (Beyond Press, 2015)
Rebecca Sugar (creador y productor ejecutivo), Steven Universe (Cartoon Network, 2013-15)
Catherynne M. Valente, Radiance (Tor, 2015)

¡Enhorabuena!

Dreams of the space age

dreamspaceageDreams of the space age no es una antología al uso, su contenido no son solo historias cortas. En realidad es una carta de amor a una época pasada, la de la carrera espacial y a las esperanzas que teníamos depositadas en las estrellas.

Cada uno de los relatos, impecablemente documentados como es costumbre de Sales, nos muestra una faceta de esta pequeña joya, de este regalo para el lector.

Algunos de los relatos se asemejan al Apollo Quartet, pero de una forma mucho más contenido y me atrevería a decir que impactante. Es imposible leer “The spaceman and the moon girl” y no acordarse de All That Outer Space Allows, por ejemplo. Pero es que la variedad temática de los relatos contenidos, siempre girando alrededor del mismo centro pero con órbitas siempre diferentes es apabullante.

En estas páginas podemos leer un precioso homenaje a Alan Shepard en “Far voyager” (quizá mi favorito) o una historia marciana muy recomendable como “Red desert” mucho mejor que otras más famosas.

La forma de escribir del autor es precisa y fundamentada en datos, pero no por ello es fría. En el relato “Faith” por ejemplo, consigue ponernos en la piel de los astronautas que arriesgaron su vida para el avance de la ciencia, personas que enfundados en trajes se disponían a lanzarse al espacio en unas cápsulas que les ofrecían escasa protección. Entre su vida y el frío espacio exterior sola había centímetros de metal. Y sin embargo, se enfrentaban a la muerte con el orgullo del deber cumplido y con fe ciega en la humanidad.

Supongo que las personas a las que no interesen el espacio o nuestro futuro en el encontrarán Dreams of the space age aburrido o banal, pero os aseguro que si alguna vez habéis alzado vuestra vista a las estrellas y os habéis preguntado que habrá allí este libro no os dejará indiferentes.