Una infiltrada en los Premios Hugo (III)

hugo-awardsLa fecha definitiva (10 de marzo) se acercaba y la infiltrada todavía no había leído todo lo que quería. El agobio era evidente. Las listas de recomendaciones pululaban por internet y su lector echaba chispas. Sus ojos enrojecidos rogaban por un descanso que no llegaba…

Esta burda dramatización puede servir como resumen de lo que han sido estos últimos días antes de mandar la papeleta con los nominados. He pecado de novata y se me ha echado el tiempo encima, así que no he podido leer todo lo que me ha llamado la atención, pero es que es imposible. Gente más experimentada que yo en esto me ha dicho que es normal, que el primer año te entran las prisas pero que lo que hay que hacer es disfrutar de lo que vas leyendo y no intentar acapararlo todo. Espero haber aprendido la lección para la próxima vez.

Como se dice en mi tierra “ni son todos los que están ni están todos los que son” pero creo que la selección ha sido interesante. Especialmente en las distancias cortas que las conozco menos he sido gratamente sorprendida por muchas historias, de esas que tienen un giro al final que te deja con un buen sabor de boca.

Apuntarme a los Hugo me ha servido para conocer a algunos autores que hubieran pasado desapercibidos para mí y que ahora tengo en mi lista de “seguir de cerca” (Aliette de Bodard, Jeff Salyards, Cixin Liu…). Y también para aumentar exponencialmente mi Pila física y virtual. Como se acerca el día del libro, en otro momento comentaré cuáles son mis peticiones para aprovechar el descuento de ese día.

Con las nominaciones ya mandadas, voy a aprovechar este tiempo de descanso para retomar otras lecturas que he dejado abandonadas en el frenesí de los Hugo, a la espera de que salgan los nominados definitivos y que llegue el Hugo Voter Packet, que será automáticamente incorporado en primer lugar de mi lista de lectura.

Mis nominados para el Campbell (que no es un Hugo)

Estamos en plena fase final de nominaciones para los Premios Hugo, y aparte de saber que es materialmente imposible leer todo lo que nos pueda interesar y es nominable, lo que sí tengo claro son mis elegidos para el John W. Campbell, que como no dejan de repetir en todos lados, no es Hugo (vaya a ser que nos confundamos).

En esta categoría voy a nominar a tres autores noveles, me quedan dos huecos en la papeleta, pero no me ha sido posible leer más.

  1. Jeff Salyards. Como ya habéis podido leer en la reseña que hice de “Scourge of the betrayer”, este autor me parece todo un descubrimiento.jeff-salyards-headshot-colo
  2. Stina Leicht. Aún teniendo en el tintero “And blue skies from pain”, que tengo intención de leer pronto, esta autora ya me convenció con “Of blood and  honey”, que mezca elementos fantásticos con la acción situada en la problemática Irlanda del IRA. Muy recomendable.stinaleicht
  3. E.J. Swift. Ha entrado en el último momento, pero ha entrado. “Osiris”, como ya reseñé aquí me parece que tiene muy buenas ideas aunque falla un poco en la búsqueda del ritmo.swift

Hay otros autores que quizá hubieran podido entrar en mi lista, por ejemplo la muy recomendada Madeline Ashby con su vN o Tim Maughan, pero no ha habido tiempo material.

 

On a Red Station, drifting

red_stationActualmente parece haber una tendencia en la fantasía hacía escenarios distintos del típico entorno pseudomedieval europeo, como en “The Emperor’s Soul” de Brandon Sanderson. Pero creo que es la primera vez que leo algo parecido en el terreno de la ciencia ficción y no puedo estar más de acuerdo con el cambio de ambiente.

Aliette de Bodard es una escritora franco-vietnamita que ha tenido la gentileza de dejarme leer su novella para ver si la nominaba a los Premios Hugo. Esta mezcla cultural se nota en el libro, ya que bebe directamente de las tradiciones de Vietnam y de la indiscutible influencia china.

La historia que nos cuentan se sitúa en la estación espacial Prosper, a la que llega como refugiada Lê Thi Lihn, magistrada del vigésimo tercer planeta al que ha llegado la guerra. Allí es recibida por Lê Thi Quyen, que se encuentra a cargo de la estación en ausencia de su marido y de los otros responsables de Prosper, desplazados también por la guerra. La relación entre ambas mujeres será tensa y dará lugar a los conflictos que harán avanzar la novela, porque ambas recelan de la posición de la otra.

Mención aparte merece la propia estación, ya que es controlada por una Mente, la Honoured Ancestress, que recuerda en cierto modo a las Mentes de la Cultura, pero que es muy distinta por lo que nos deja entrever Aliette. Las Mentes nacen de mujeres humanas pero son preparadas para controlar las naves y las estaciones en un especie de simbiosis que me gustaría que se explorara más.

También me ha llamado mucho la atención la existencia de los implantes de memoria con los recuerdos y la personalidad de los antepasados, que aconseja en la toma de decisiones y que habría incluído en De implantes y cyborgs, si lo hubiera leído antes.

El comportamiento de los personajes me ha recordado también “Los caballos celestiales” de Guy Gavriel Kay, por el respeto a los antepasados y el uso de la poesía para la comunicación, por ejemplo.

Lo que no me ha gustado nada en absoluto es la portada, me ha recordado a una película hongkonesa de las de un euro el puñado. Es terrible.

En resumen, me ha encantado leer “On a Red Station, drifting” y la voy a nominar para los Premios Hugo. Espero ansiosa la publicación por RBA de Sirviente del inframundo, porque va a ser una compra segura.

Osiris

Osiris_wraparound_Corrected03.inddLeí este libro para decidir si nominaba a E.J. Swift para los premios Campbell y he de decir que me ha puesto en un aprieto, ya que ahora no sé si nominarla a ella o a Jeff Salyards en primer lugar.

Osiris es una ciudad flotante aislada en un mundo postapocalíptico y se cree que no queda vida fuera de ella. Está dividida en dos secciones claras, la parte Este donde la vida es fácil y en la que las grandes familias de los fundadores de la ciudad campan a sus anchas y la parte Oeste, donde la miseria, el frío y el hambre son lo común.

En este contexto, conoceremos a los dos protagonistas de la historia, Adelaide y Vikram. Mientras que la primera pertenece a la familia del arquitecto fundador de Osiris y aunque haya renunciado a su apellido no lo ha hecho a su fortuna, el segundo es un activista de la parte oeste de la ciudad que lucha para cambiar el estado de las cosas.

La pareja está condenada a entenderse, toda vez que Vikram es la única ayuda que Adelaide puede recibir para resolver el enigma de la desaparación de su hermano gemelo y Adelaide es la puerta de entrada al este que utilizará Vikram para sus reivindicaciones igualitarias.

El ritmo de la novela es pausado, en ocasiones incluso demasiado lento. Quizá esta sensación se vio agudizada por el hecho de que no me di cuenta de que era la primera parte de una proyectada trilogía y cuando ya estaba acabando el libro seguía pensando: “pues no sé cómo va a cerrar todos los hilos”.

La acción de la novela se divide en las dos partes de la ciudad, pero de una forma muy desequilibrada, ya que la mayoría de las escenas se producen en la parte este de la ciudad, que Swift describe muy bien. La parte oeste queda algo desdibujada.

La prosa es preciosista y parece que busca la palabra adecuada para cada situación. Los personajes principales están bien dibujados, aunque en algunas ocasiones los secundarios parecen más importantes, como cada aparición de Linus (el hermano de Adelaide) o los diálogos de Feodor, su padre.

Hay algunas cosas que me resultaron chocantes en el desarrollo de la novela, por ejemplo, las razones por las que Vikram oculta cierta información muy importante a Adelaide concerniente a su hermano o cuál es la causa de la extrema desigualdad entre zonas de Osiris. Puede ser un problema por ser una primera novela o de desarrollo, pero esto lo podremos ver en las siguientes entregas en las que espero que la autora de más vida a la trama, porque la historia merece la pena.